Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

🧬16🧬

La tarde caía lentamente en la lujosa mansión de los Kim. La luz dorada del sol se filtraba entre las cortinas, proyectando patrones de sombra en el suelo de madera.

Jinnie había logrado salir de su habitación en cuanto despertó. Tenía tanta hambre que una cerradura no fue impedimento para poder dirigirse a la cocina y buscar algo que comer.

Aquel día no había más empleados a excepción de HoSeok, es por eso que no había nadie quien pudiera prepararle algo para comer. Sin embargo, aquello no era impedimento pues le encantaba cocinar, aún y cuando no tenía muchas oportunidades de hacerlo debido a que su esposo NamJoon se lo negaba para evitar que se lastimase.

NamJoon siempre buscaba la manera de cuidarlo y no podía estar más enamorado por aquella protección que le brindaba su esposo...

Fue así que el tiempo se pasó volando mientras cocinaba que ni siquiera se percató que su hermano se encontraba en el comedor hasta que llegó hasta este para poder disfrutar de su primera comida.

-¡SeokJin!-exclamó con entusiasmo-. Creí que aún estabas dormido...

-Cuando tienes hijos créeme, dormir es un privilegio...-respondió en tono de broma, mientras le daba la sonaja a su hija, para luego reír. Logrando contagiar a Jinnie-. Te lo juro, no he tenido tiempo ni siquiera para arreglarme. Tengo un año sin poder descansar. Y a pesar de que Jinna es una niña muy tranquila, me consume mucho tiempo que me ha sido imposible cuidar de mi apariencia...-hizo un puchero, al mismo tiempo que jugaba con las pequeñas coletas de su hija.

-¡Por qué no lo dijiste antes! Yo puedo cuidar de ella...-exclamó con alegría.

-No, claro que no. No podría hacerte eso hermano. No puedo darte una carga que me pertenece.

-No es una carga. Lo haré con mucho gusto. Quiero mucho a Jinna, así que la puedo cuidar mientras tú tienes un tiempo para ti. Puedes tomar mi maquillaje y productos para el cuidado de la cara, también puedes tomar un baño de espuma en la tina de mi habitación. No hay ningún problema...

-¡Hablas en serio!

-¡Claro!-asintió, para después extender sus brazos y recibir a la pequeña.

-¡Te lo agradezco tanto, Jinnie!-le dijo con entusiasmo, para después subir con rápidez por las escaleras en busca de lo que Jinnie le había ofrecido.

-Así que ahora solo somos tú y yo, muñequita...-le dijo con cariño a la pequeña que tenía en sus brazos.

Decidió trasladarse al salón principal con la pequeña en brazos para poder jugar con ella y entretenerla por más tiempo.

Estaba sentado en posición de indio en el centro del salón, con su pequeña sobrina Jinna sentada frente a él. La niña tenía apenas un año, sus ojos grandes y curiosos miraban todo a su alrededor mientras jugaba con un pequeño sonajero de plástico que sonaba de forma intermitente.

La risa de la niña rompía la tranquilidad de la tarde cada vez que le provocaba cosquillas o jugaba a esconderse entre sus manos, cosas que por alguna razón lograban divertir a la bebé. Y por un momento, el peso de los días recientes parecía disiparse con el simple hecho de escuchar la viva voz de la pequeña...

Su corazón se contraía en su pecho al imaginar que en unos pocos meses su bebé nacería. Y que aquel momento que estaba compartiendo con la pequeña, se repetiría, esta vez con su hijo, el fruto del amor que florecía cada vez más entre su esposo y él...

Si tan sólo él... apareciera...

-¡Mira esto, pequeña! -murmuró Jinnie buscando evadir el paradero de su esposo.

Por un momento quiso olvidar aquel tema y disfrutar de la compañía de la pequeña. Fue así que movió el sonajero para que ella lo siguiera con la mirada y junto a una gran sonrisa, comenzó a jugar con ella.

Jinna balbuceó feliz, sus mejillas sonrojándose mientras sus manos intentaban alcanzar el objeto.

De pronto, un ruido lo sacó de su momento de tranquilidad. Un sonido metálico, entre susurros y golpeteos, proveniente del pasillo. Jinnie miró hacia allá, algo en el sonido no le gustó.

-¿Oyes eso? -preguntó en voz baja, ajustando a Jinna en sus brazos.

La niña continuó balbuceando, ajena a todo, pero el ruido persistió. Jinnie dejó el sonajero a un lado y se levantó, alerta. Su corazón empezó a latir con más fuerza, sin embargo, intentó mantenerse tranquilo por el bien de Jinna.

Se acercó hacia la puerta de dónde provenía aquel ruido. Subió las escaleras y el ruido cada vez se volvía más nítido. Era el sonido de alguien forcejeando con algo. No era un sonido común en la casa, así que su estómago se apretó con temor, preparándose para cualquier huida.

Se acercó con sigilo hasta donde provenía el sonido y fue entonces cuando vio una figura en medio del pasillo: un hombre que luchaba con la cerradura de una puerta. Jinnie no tuvo que mirar dos veces para identificarlo.

-¡SeokJin! -exclamó en voz alta, avanzando hacia él.

SeokJin se giró de inmediato, sobresaltado, con una expresión de nerviosismo en el rostro. Jinnie se quedó en la entrada del pasillo, sin saber si acercarse o mantenerse firme ante el susto que había recibido.

-¡Jinnie! -dijo SeokJin con una sonrisa forzada-. Qué coincidencia verte aquí.

Jinnie lo miró con una mezcla de sospecha y confusión.

-¿Qué estás haciendo en este pasillo? ¿Y por qué estás intentando abrir la puerta del despacho de NamJoon? -preguntó con inocencia, al mismo tiempo que sus ojos parecían analizar la situación.

SeokJin intentó suavizar su postura, apoyando una mano en la pared, como si tratara de mantenerse relajado.

-Ah, eh... es que quería sacar un libro que vi la última vez en el despacho de NamJoon. Un libro sobre historia antigua, algo que creo que podría interesarme. -Se rascó el cuello, con una sonrisa casual-. Lo siento, no quería preocuparte.

Jinnie lo miró con el ceño fruncido. Algo no le cuadraba.

-¿Un libro? ¿No odiabas leer? -preguntó con escepticismo-

-Lo hacía. Pero la última vez que leí fue un libro de NamJoon muy interesante sobre la cultura... egipcia. Así que supuse que lo podría encontrar en su despacho.

-No me suena nada de eso, SeokJin. Además... no estoy seguro de que sea correcto entrar ahí.

-¿Y porque no? ¿A caso hay cosas secretas?-inquirió, buscando sembrar curiosidad y duda en Jinnie.

-Y-yo, no lo sé...-balbuceó, sin saber con exactitud lo que había en el despacho de su esposo.

-No será un problema que entremos a ver, ¿verdad? -dijo con un tono confiado-. Con tu permiso, claro.

Jinnie se quedó firme, con una expresión que denotaba incomodidad.

-No puedo hacerlo -dijo finalmente-. Me siento muy incómodo. NamJoon es mi esposo, y aunque no esté aquí, sus cosas deben permanecer en orden y respetarse. Además, confío en él y no quiero que se moleste por haber tocado sus pertenencias...

SeokJin se detuvo en seco. Por un momento, pareció reconsiderar su postura, pero sus movimientos siguieron siendo calculados.

-Vamos, Jinnie -dijo con una sonrisa suave-. No es gran cosa. Solo vamos a mirar un momento, te prometo que no pasará nada malo.

Pero Jinnie no cedió. Su corazón estaba agitado, y no podía quitarse la sensación de que algo no estaba bien con las intenciones de su hermano.

-No, SeokJin -respondió con firmeza-. Mejor déjalo. Sus cosas deben permanecer intactas. No puedo hacerlo.

SeokJin suspiró, frustrado. Se notaba que tenía un objetivo claro, pero no contaba con la fuerza de voluntad de su hermano.

Al parecer no era tan manipulable después de todo...

-De acuerdo, de acuerdo -murmuró finalmente, levantando las manos en señal de rendición-. No quiero causarte problemas, Jinnie.

Pero antes de marcharse, se detuvo un momento y miró hacia el despacho con una expresión pensativa.

-No te preocupes -agregó, casi para sí mismo-. Lo entiendo...

Con eso, Jinnie pudo sentir una mezcla de alivio y tensión en el aire. Y justo cuando su hermano estaba por marcharse, se giró para tomar a la pequeña.

-Creo que es mejor que vuelva a cuidarla. A esta hora se pone demasiado inquieta -dijo, tomando a Jinna entre sus brazos-. No te preocupes, hermano. Estaremos bien. Gracias por haberla cuidado por mí...

Con esos movimientos, SeokJin retrocedió hacia la habitación que se le había asignado. Jinnie lo observó irse, parado en el umbral del pasillo, con el corazón agitado y el sentimiento inquietante de que algo no estaba bien.

Por un momento, Jinnie se quedó mirando la puerta del despacho de NamJoon, sintiéndose desconcertado. Se sentía incapaz de entender por qué su hermano había estado tan insistente con ingresar al despacho de su esposo.

Y a pesar, de no ser tonto y de conocer perfectamente a SeokJin, sentía que podía confiar en él, después de todo, este había cambiado, ¿Cierto?

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro