Rincón. / Min.YG.
Pedido de CrystalMoon522
Lo prometido es deuda....
Espero que le guste Señorita.
🎼Disfrute🎼
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Mafia. ¿Qué era eso? Algo malo. Algo muy malo y yo, estaba implicado.
Drogas.
Alcohol.
Cigarrillos.
Dinero.
Y mi culpa.
Todo eso en conjunto me había hecho acabar así; solo, y sentado en un rincón.
La soledad era ahora mi compañera no querida, y todo por culpa de mis malditos actos y decisiones. Me estaba odiando, quería morirme ahí mismo junto a la agonizante flor que tenía entre mis brazos.
>Mis lágrimas resbalaban por mis mejillas y caían a las de ella las cuales yacían pálidas y no me gustaba, pues sus mejillas siempre estaban sonrosadas.<
Ese era mi más doloroso recuerdo de aquella noche; verla agonizando en mis brazos. Y ahora estoy aquí, tras las rejas, sentado en una esquina de la fría, húmeda y oscura celda. Pero no por mucho, soy el jefe, el líder, el rey. Tanto la policía, como los gabinetes de abogados y los civiles de la calle... todos, absolutamente todos en este país incluso fuera, sabían quién era yo: Min YoonGi, el rey de la mafia.
Pronto saldría de aquí, y en cuanto lo hiciera correría hacia ella y le diría lo mucho que la amo, pues nunca pude decírcelo.
Por imbécil.
—YoonGi no vayas. —sostenía la manga de mi saco del brazo derecho entre lágrimas. Me volví poniéndome frente a ella, sostuve sus mejillas con mis dos manos y con mis pulgares limpié sus lágrimas que descendían de sus preciosos ojos café sin parar, miré sus labios rojos al igual que su nariz y ojos, estaban hinchados y me llamaban a gritos, me acerqué más y la besé.
Sentí sus pequeñas manos detrás en mi espalda arrugado la tela con su puño, era un hábito de ella cuando nos besábamos y me gustaba. Mis labios y los de ella se batían sin dar tregua, yo era despiadado con ella, con mi inocente flor.
Ella era delicada y bajita, tan blanca como la nieve y de mejillas tan rosadas como sus labios abultados. La amo. Me enamoré cuando chocó conmigo en aquél ascensor derramándose encima todo su café y mancho mi ropa cara, yo sería su jefe y cuando entró en mi oficina cinco minutos tarde y me vio, yo pude ver en sus ojos las ganas que tenía de ser un avestruz para meter su cabeza y posiblemente su cuerpo bajo tierra. Fui duro con ella pero, su inocencia y amabilidad me condujo al abismo.
Se volvió mi calambre más bello y debía soltarme, mi talón de Aquiles se llamaba Sun ShinTya.
—YoonGi...~ —gimió ella cuando estuve dentro y comencé a moverme lento.
—Oh cariño.... —gemi disfrutando lo apretada que era.
Había dejado mis vicios más malos: cigarrillos, drogas y alcohol, pero este vicio nuevo, esta nueva droga se llamaba amor y no quería escapar de esa nueva sensación de sentirme amado. Tener sexo con ella era mejor que cualquier cosa que haya hecho en mi vida. Era una adicción, una necesidad. La necesitaba a ella.
—YoonGi.... Yoon.... G-gi.... —apretó sus párpados y los besé.
—Sí... yo también. —me moví más rápido—. Dámelo SunShine.
Aferró su agarre en mi espalda dejándome unas marcas que me ardieron, pero con ellas explote dentro junto a mi preciosa mujer. Me tomé unos segundos para respirar y cuando me calme le di la vuelta y me volví a adentrar en ella quien gimió contra la almohada y la apretó en un puño, le di una nalgada y volvió a gemir, sus gemidos eran el más bello sonido jamás escuchado y yo hacía lo que fuere para escucharlos.
ıllıllı 🎼 ıllıllı
Me estaba colocando mis pantalones, hacía un rato se había quedado dormida y yo debía irme. Abroché los botones de la camisa blanca y tomé mi saco, me acerqué a darle un beso en la mejilla y me fui sigilosamente de allí. Lo que no sabía era que ella me seguiría y que yo presenciaría lo que más temía, perderla.
En medio de la balacera de algún modo nos tenían acorralados y terminé de rodillas frente al enemigo quien me apuntaba con su pistola a la cabeza desde unos pasos atrás de mi posición y cuando creí que sería mi fin solo vi una tela blanca ondearme delante y más tarde, luego del sonido de un disparo, un peso sobre mi me alertó.
Sentí su perfume dulce, pero no quería creerlo.
Vi su vestido de dormir y seguí sin creerlo.
Observé su rostro y sus mejillas húmedas y no lo creía.
Pero al ver la sangre yo enloqueci. Mi mujer estaba allí tirada, debía hacer algo.
—Sh-shin... —la atraje más a mi cuerpo—. Cariño. —miré su rostro asustado. La moví nervioso, puso su mano en mi mejilla y la miré.
—Yo...YoonGi amor.... —lloró—. Salva a nuestro bebé....
—Be... bebé... un bebé. —asintió.
—Sál..valo Yoon n-nuestro.... —sus ojos se cerraron.
—S-sunShine... cariño. —la moví—. ¡LLAMEN A UNA AMBULANCIA! —miré a mis hombres que habían retomado el control—. ¡SUNSHINE! Cariño... ¡LLAMEN A UNA AMBULANCIA!
Sí, era el líder, el jefe y rey pero ahora, solo era una persona normal que rogaba por ayuda, y en ese momento los colores se hicieron grises y sentí que no tenía un rincón al que escapar.
El tiempo pasó y yo tomé venganza, yendo a prisión cuando ella ya estuvo fuera de peligro. Mis abogados me informaban de su estado y del estado de nuestro hijo que se había salvado gracias a Dios pero también me dijeron que su estancia en coma la hizo perder la memoria y yo quise morir.
¿No recordará nuestros momentos felices juntos?
¿Recordará quien soy?
Lloré. Día tras día lloré, extrañándola y amándola en aquél rincón oscuro.
Debía tomar una decisión.
Unos meses después del incidente al fin pude salir de esa mierda e iría a buscarla.
Ser sincero me sacó el Karma, si no le decía de mis sentimientos quizás nunca podría. Las noches fueron tan feas desde el incidente que quise acabar con la idea de llenar un alma vacía y por más que no quiera... debo aceptar de que ya no estés en mi realidad y forzosamente debo adaptarme, de que fuiste el más bellísimo calambre pero debo soltarme porque de lo contrario... algo peor puede sucederle y yo no puedo aceptar eso.
"Los mafiosos no podemos darnos el gusto de amar"
Por eso, buscarla fue lo primero que hice. Le dije a mis abogados que la llevaran a un parque, el parque al que le gustaba ir siempre y me encaminé allí luego de cambiarme, pero al llegar al parque y ver a un hombre sosteniendo sus preciosas manos y haciéndola sonreír yo sentí que volvería al rincón de aquella fría prisión.
Maldición, mataría al cabrón.
Me acerqué a paso lento, analizando la situación y tomando calma en el transcurso. Cuando estuve notable ante su vista, y su atención fue captada por mi presencia, sus labios se entreabrieron y sus manos soltaron las del desconocido. Mi mano izquierda yacía en el interior del bolsillo de mi pantalón de color gris y la manga de la camisa y el saco permitía la vista de mi reloj caro, en la otra mano llevaba un ramo de flores compuesto por azucenas, geranios, rosas blancas y adornos, ramo que colgaba sin cuidado porque cuando vi aquella escena me centré en averiguar qué rayos pasaba y no en cuidar de las delicadas flores que tanto le gustaban.
Llegué junto a ellos y él se me quedó viendo a los ojos, ojos que lo penetraban en lo más profundo buscando matarlo solo con eso, y casi lo logro si no se hubiera acobardado y bajado la mirada aceptando la derrota.
—Vete de aquí. —rugí con asco mientras apretaba mis dientes haciendo que solo él lo escuchara, o eso creía.
—Sí... señor. —hizo una reverencia y se alejó. No desvié la mirada de su miserable persona hasta que se fusionó con la gente que estaba en la plaza al otro lado del parque. Gruñí tratando de calmarme pero un halón en mi brazo me sorprendió.
—¿Quién se cree que es? ¿Cómo se atreve a hacer eso? —mis ojos se abrieron tanto por la sorpresa que me causó el tono de voz que utilizó en sus cuestiones hacia mí.
Mi mujer nunca me había levantado la voz de esa manera. La miré de arriba a bajo, lucía tan bonita enojada, sonreí y mordí mi labio. Llevaba un vestido largo blanco como las flores que le había comprado, ese era su color favorito y me encantaba verla de blanco, parecía un ángel. Su panza no se veía tanto ya que el vestido era ancho y apenas tenia cuatro meses y dos semanas. Verla así me llenó un sentimiento que nunca esperé sentir, ternura.
Toqué su panza anhelando tener ya a nuestro hijo entre mis brazos, sus ojos se abrieron preguntándose quizás, cómo era que yo sabía de su estado si supuestamente no se veía.
—¿Cómo está? —levanté mi vista vidriosa a sus ojos abiertos en demasía.
—¿C-cómo...?
—¿Cómo estás tú? —la interrumpí acercándome más y llevando mi mano a su mejilla—. No te imaginas cuanto te he extrañado SunShine. Te ves bi...
—¿Quién es usted? —se alejó bruscamente de mi y trastabillo provocando una casi caída que evité pegándola a mi cuerpo rodeándola con mi brazo izquierdo por la cintura.
—¿Quién es el padre del bebé? —indagué.
—N-no está en el país. ¿Podría soltarme? —negué.
—¿Cómo se llama?
—Eso a usted no le importa. Suelteme.
—Dime el nombre del padre de tu hijo Sun ShinTya. —seguro mi voz salió amenazante pero le estaba rogando. Necesitaba saber qué mierdas le habían dicho mis abogados.
—¿Y me suelta? —negué haciéndola soltar un suspiro—. Yoon KiMin.
Y sin poder evitarlo solté una sonora carcajada desde lo más profundo de mi ser sorprendiendo incluso a las personas que pasaban a nuestro alrededor. La miré negando, me separé de su cuerpo un poco y tomé su mano.
—Vamos, vayamos por un helado de vainilla y por galletas de chocolate.
—No. —se detuvo en seco. La miré.
—Es tu mezcla favorita, no te resistas. —sonreí al ver su sorpresa y después de decir eso negó y me puse frente a ella sosteniendo sus hombros—. No te haré daño, jamás. —sostuve su mentón para evitar que bajara la mirada y asintió. Le dí una última mirada a sus labios y me encamine al auto, por donde mismo había venido.
ıllıllı 🎼 ıllıllı
Pedí un helado de vainilla y galletas de chocolate para ella y para mi uno de menta. Me senté en la mesa junto a ella y le di su helado.
—¿Quién eres? —preguntó a penas comencé a comer, notaba su desconfianza a kilómetros.
—Éstas son para ti, pero olvidé dártelas cuando vi a ese hombre junto a ti. —le tendí las flores maltratadas pero luego las atraje hacia mí devuelta—. Mejor pido unas nuevas, no te mereces unas flores maltratadas. Marqué un número y comencé una charla con la señora Jang pidiéndole otro ramo igual al que le había comprado hacía una hora, al terminar la llamada coloqué mi teléfono sobre la mesa y continué comiendo mi helado ignorando sus brazos cruzados y su cara de enojo. Se puso de pie segundos después dispuesta a irse pero la detuve—. Mesero. —llamé y en seguida llegó—. Traiga helado de vainilla con galletas de chocolate para llevar, y también la cuenta. —el joven asintió y se fue—. Iremos a nuestra casa y allí responder tu pregunta y tus dudas, cariño ¿te parece? —me miró con sorpresa y cuando iba a decir algo el mesero llegó con todo, luego de pagar y tener las bolsas, tomé su mano y la llevé conmigo al auto.
Coloqué su canción favorita y la cante como en aquellas vacaciones que me sorprendió tarareandola pude ver como me miraba de reojo y sonreí cuando apartó la mirada nerviosa. Pronto llegamos a casa y la ayudé a bajar a pesar de que se negó. Entramos en la enorme pero solitaria mansión y su vista recorrió todo el lugar con asombro y fascinación a pesar de que todo estaba oscuro.
—Toma asiento, buscaré algo y puedes comerte tu helado si gustas.
Asintió. Ahora parecía más tranquila, por alguna razón. Busqué en mi caja fuerte lo que he guardado durante un tiempo y lo coloqué en el bolsillo de mi saco y luego busqué en un cajón de mi enorme habitación-closet otro tesoro que tuve todo el tiempo desde que lo había descubierto. Bajé al salón y vi la casa completamente alumbrada, ella estaba abriendo las empolvadas cortinas, llegué junto a ella.
—Lo siento yo... no me gusta la oscuridad. —se disculpó en cuanto noto mi presencia. Asentí y aparté un mechón de su hermoso cabello y lo coloqué detrás de su oreja. Levanté su mentón para que me mirara.
—Lo sé, no te disculpes. Siempre le das luz a mi vida, ya me he acostumbrado. —la miré unos segundos más y cuando separó esos labios suyos que moría por besar para decir algo hablé primero—. Siéntate, debemos hablar mucho. —tomándola de la mano la ayudé a caminar hasta el sillón y una vez sentados la miré. Hoy seria tan sincero sentimental y cursi que no me reconocería. Lo llevo planeando hace muchos meses y hoy es el día. Respiré para luego mirarla—. Sé que tienes muchas preguntas para mí y prometo que las responderé todas incluso sin que me preguntes, pero primero responde tú mis preguntas... —dije, pero no me di cuenta de que no se lo estaba pidiendo, más bien lo estaba exigiendo y no estaba en posición de exigir, no si quería que ella transar conmigo—... por... favor. —pedí y ella asintió al instante, sorprendiéndome—. Bien. ¿Quién es el padre de tu bebé?
—Yoon KiMin. Ya se lo había dicho. —asentí.
—Lo... —cambié mi pregunta—. ¿Tienes alguna foto de él? —negó—. ¿Me lo puedes describir? —negó otra vez—. ¿Porqué?
—Yo tuve un accidente y perdí la memoria. Hace mucho no lo veo.
—¿Sabes que accidente fue?
—No... lo recuerdo. Y nadie quiso decirme. —asentí entendiendo.
—¿Estás casada? —negó.
—Cuando desperté no tenía un anillo y tampoco me dieron uno cuando salí del hospital. Los abogados tampoco dijeron algo sobre estar casada. ¿Porqué me preguntas todo esto? ¿Y cuál es su nombre? —cerré los ojos y suspiré. Mis ojos picaban, quería llorar.
Era tan hermosa e indefensa, la amaba y me dolía dejarla. Pero le diré todo, sí lo haré. Sin subir la cabeza y abrir los ojos, teniendo estos aún cerrados pregunté: —¿Puedo... abrazarte? —levanté la mirada y me miró asombrada por ver mis ojos, seguramente rojos y algunas lágrimas en ellos. Asintió y sin siquiera mediar palabra la abracé. Olí su cabello con una inhalación profunda y al soltar el aire sollocé—. Soy Min YoonGi... —me separé y me miró con los ojos muy abiertos, asentí respondiendo a su duda—... el padre de tu hijo y el culpable de que hayas perdido la memoria. Escucha hasta el final por favor. —una lágrima resbaló por su mejilla e intenté limpiarla pero aparto su rostro y me dolió tanto. Bajé la mano.
—Quiero.. explicaciones, ¿porqué me dijeron que el padre de mi hijo se llamaba Yoon KiMin y... no entiendo nada. —se puso de pie y yo con ella.
—Por favor toma asiento. No te alteres, le harás daño al bebé. —dije en un hilo de voz. Se sentó pero no me miró—. Soy... el... líder de la mafia —me miró—. También soy dueño de una empresa de bioquímicos, en la que tu trabajabas. Allí nos conocimos hace ya cuatro años, cuando te dije en aquel tiempo lo que en realidad era fue tan fácil, pero ahora...
—Continúa.
—Una noche tuve que atender unos asuntos urgentes con un rival, tu no querías que fuera pero espere a que te quedaras dormida para irme en silencio y no sé como me encontraste —sollocé—. Te metiste en el medio y te dispararon cuando se suponía que la bala debía ser para mí. —la miré—. En ese momento me dijiste lo de nuestro hijo y enloquecí, por que si no quería perderte a ti —miré su panza—... tampoco quería perder a nuestro primogénito. —le mostré la prueba de embarazo junto a una imagen de ultrasonido y más lagrimas salieron. Me sentía tan miserable—. ¿Cuándo pensabas decírmelo? ¿No puedes responder eso al menos? Yo... lo siento, jamás quise que algo así te pasara, eres lo más hermoso que me ha pasado y... quiero dejarte libre, pero también quiero hacerte mi mujer oficialmente, la señora Min. Quiero que todos en este maldito planeta sepa que te amo y que tenemos un hijo, pero tenia miedo, cuando caíste sobre mí... millones de cosas pasaron por mi cabeza y estando tras las rejas me maldije mil veces por nunca haberte pedido matrimonio y por nunca haberte dicho que te amo... —la miré y quedé en silencio al verla sonreír mientras miraba la imagen.
—Creí que nunca me lo dirías Min YoonGi.
—¿Qué? —dije en un hilo de voz y me miró.
—Creí que tendría que fingir más tiempo.
—No... no entiendo...
—Te iba a decir de mi embarazo aquella misma noche cuando me hiciste tuya hasta el cansancio, pero sabia que no ibas a estar atento durante el enfrentamiento, sabía que ibas a ir aunque te había dicho que no lo harías.... pero quería darte una lección YoonGi, que me dijeras cuanto me amabas, quería que fuéramos felices juntos lejos de todo ese mundo, por eso me puse en frente a pesar de que sabía que tenías dos francotiradores apuntando justo en la cabeza de ese hombre. Pero nunca esperé a que te volvieras loco y mataras a todos esos viejos empresarios que lo apoyaban y mucho menos que fueras a prisión, porque yo quería que me consintieras mis antojos cada día, ¿sabes? —una lágrima cayó por mi mejilla y ella la limpió—. Lloré cada día creyendo que pasarías allí el resto de tu vida y que nunca conocerías a nuestro GiYoon hasta que escuche a los abogados hablando hace unos días que hoy saldrías y planeé mis reacciones para no saltarte arriba cuando te viera, también quería gritarte pero eso no lo logré... —hizo una pausa mirándome a los ojos—. Supuse que habías aprendido la lección pero ¿ahora planeas dejarme Min?
—¿Arriesgaste tu vida y la de nuestro hijo solo para darme una lección? —fue lo primero que pregunté. Ella asintió.
—¿Qué? ¿Algún problema con eso? Sé que mi plan salió mal y se extendió unos meses pero logré mi objetivo y también nuestro bebé esta bien, así que... no te lamentes y mucho menos me reclames porque te tengo unas cuantas guardadas Min YoonGi. —entrecerró los ojos, se puso de pie—. Y ahora me voy para que sigas con tus mierdas de mafia y te cases con ella, yo iré a criar a mi hijo sol...
—Ni se te ocurra. —hale su brazo y la besé.
—Creí que nunca me besarías idiota. —me golpeó en el pecho. Volví a besarla y unos minutos después se separó—. Quiero estar contigo a pesar de las consecuencias Min, por que te amo.
Asentí colocando mis manos en sus mejillas.
—Yo también te amo, por eso quería contarte todo y que eligieras, aceptaría tu decisión aunque eso incluyera criar a nuestro hijo lejos de mí. Pero ahora... —me separé de ella y saqué una cajita forrada de terciopelo blanco del interior de mi chaqueta, hinqué una rodilla en el suelo y la flexionada, abrí la cajita y le mostré el contenido. Cubrió su boca con sus manos—. ¿Quieres ser mi esposa Sun ShinTya?
—Sí.... si quiero Yoon... Sí quiero.
Se puso de rodillas para abrazarme y la levanté del suelo junto a mí. Le coloqué el anillo que le quedaba perfecto y volví a besarla.
—Prometo que les daré un buen futuro a ti y a nuestro hijo, y que voy a amarlos hasta el final. —la besé con cuidado y me volví a arrodillarse para dejar un beso en su panza, me levanté y la abracé—. Te amo... SunShine de mi vida.
🎼ԑ̮̑ঙ<💙>ԑ̮̑ঙ🎼 Fin 🎼ԑ̮̑ঙ<💙>ԑ̮̑ঙ🎼
Lo prometido es deuda
y disculpe la tardanza
Señorita Cynthia
pero esta canción me dejó
loca y sin ideas.
Pero no nunca olvidé su pedido.
(Le iba a dar un final triste para que combinara mejor con la canción pero a último momento lo descarté, mi corazón no puede escribir cosas tristes lo siento. Y acabo de descubrir que le puedo dar giros radicales a las obras, no lo sabía jahsjsj)
Pedido fuera de esta obra por queenofred__
en su libro SWAN de recomendaciones
el jueves, 27 de julio del 2023.
Y luego de dos meses y días he cumplido.
Mis disculpas más sinceras Señorita editora
pero estuve bloqueada con esta canción.
😔💜
Espero que les haya gustado
Si es así dejen su estrellita y sus comentarios
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