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O44

" No hablar mal de nadie es la mejor forma de hablar bien de ti. "

— Un poquito más…

— N-no Seong… Uh!~

— Podemos decirle a HongJoong que no hay gasolina y otro día que se reúna con su amigo. — Murmuró empezando a deslizar su mano por el trasero de YeoSang que comenzaba a volverse más voluptuoso, apretó con fuerza la carne y con sus labios dió succiones al cuello pálido que tenía a su disposición, viendo cómo pronto las manchas rosas que dejaba se tornaban a un color violeta intenso.

— Ah~ P-pero Seong… R-recuerda que estamos e-en abstinencia…

— No creo aguantar más, no cuando se que andas meneando tus caderas para intentar provocarme, mh, ¿Crees que no me di cuenta? — Murmuró con voz ronca, tomó la manos de YeoSang para empujarlo a la puerta de madera y acorralarlo de manera que sus cuerpos quedaran muy pegados.

— N-no es cierto… — Un sonrojo se instaló en sus mejillas y de pronto empezó a ponerse nervioso. Ver a su Alfa así de mandón le encantaba, era un lado difícil de sacar, pues solo sucedía cuando estaban por tener sexo salvaje en el celo de SeongHwa.

— Ya te pedí disculpas por haberme comido tus fideos, ¿Me seguirás castigando con la abstinencia? — Ahora comenzó a repartir besos en las mejillas suaves y esponjosas del castaño, quién no pudo evitar esbozar una sonrisa tranquila.

— No es sólo eso, quiero castigar a tu Alfa porque en la noche de luna roja, ¡Sentí que si necesitaría una silla de ruedas! — Llevó sus manitos al pecho más fuerte y empujó con fuerza, logrando quitar el cuerpo más grande de el. — Ahora vamos o HongJoong llegará tarde. — Abrió la puerta de su habitación y caminó a la sala con tranquilidad, manteniendo una sonrisa traviesa en sus labios, se sentía un pasivo dominante.

— Pero YeoSanggie, por favor, Omega~ — Corrió tras él de manera suplicante, nunca se había imaginado en una escena así, rogándole a un joven menor que el para tener al menos roces que puedan saciar sus hormonas adolescentes que comenzaban a florecer, pero ahí estaba, abrazando la cintura de YeoSang con cariño, procurando convencerlo. — Solo un poco, ¿Si? — Murmuró con emoción al notar la expresión pensativa que tenía el Omega en su rostro.

— ¡No puedo negarme más! La verdad yo también tengo muchas ganas.

Soltaron unas risas divertidas finalizando por completo la mini pelea que tenían, obviamente en juego, unieron sus labios con cariño y se abrazaron, suspirando con profundidad por lo felices que se encontraban, sin duda era una de las mejores épocas para ambos, la relación iba de maravilla, en una semana estarían cumpliendo seis meses de relación, medio año que se había sentido como seis días que pasaron volando sin si quiera tomar un descanso.

No necesitaban ningún descanso, sus vidas habían dado bastantes vueltas pero seguían juntos, tomados de las manos a pesar de que habían días en los que sin poder evitarlo fruncían sus ceños con molestia, era la ley de las parejas, por más que se amen, los desacuerdos en algunos temas seguirían ahí, también las peleas, pero era parte del camino que les faltaba por recorrer, era inevitable.

— Ya estoy listo Hyung, ¿Me veo bien?

— ¡Dios! Estás precioso, creo que me pondré celoso, estás quitándome el puesto del "Mundialmente guapo" — Apodo que se había puesto el mismo cuando se vió de casualidad en el espejo del auto, la reacción fue demostrativa, fue la primera vez que pudo ver su reflejo y sentirse hermoso.

— Claro que no Hyung, solo tu ocupas ese puesto. — HongJoong sonrió con dulzura y aplaudió lleno de emoción, salieron del hogar para caminar al auto negro que manejaba SeongHwa, la ruta era sencilla, solo llevarían al centro al pelinegro y después irían por ahí a comer en alguna cafetería o pasear por el centro comercial.

Llegaron rápido, el tráfico era calmado así que con dos canciones de Harry Styles sonando en la radio, llegaron al destino, HongJoong se bajó con la emoción rebasando de sus ojitos y se despidió de sus mayores, caminó por una de las bancas que habían por ahí y buscó con sus ojitos a JongHo, mismo que ya se acercaba por detrás con las intenciones de sorprender al menor, como siempre lo hacía cada vez que se encontraban para alguna salida.

El pelinegro sintió una mano posarse en su hombro, eso fue suficiente para dar media vuelta y sin mirar ni si quiera de quién se trataba, abrazó el cuerpo como si su vida dependiera de ello, supo inmediatamente que JongHo estaba ahí, respirar el aroma a café amargo y delicioso que desprendía causaba alegría dentro de él, ¿Por qué? No sabe la razón, solo sabe que tener un amigo como el azabache era lo más hermoso del mundo. Todos merecían un JongHonnie.

Después de unas cuantas risas y bromas en el saludo especial que tenían, se dedicaron a caminar tomados de la mano por las calles de Seúl, como objetivo; el pequeño y solitario parque al que solían ir cada tarde, el pasto estaba muy bien cuidado, era verde y limpio, más no se sabía la razón por la cual este era poco conocido.

— Traje gomitas ácidas para ti. — Dice JongHo, sacando de su bolso dos contenedores de plástico, dos botellas de agua junto una bolsa de papel. — También fideos picantes y carne, hice lo que pude. — Sonrió.

— Gracias JongHonnie. — Murmuró el pelinegro observando todo, esos detalles lo ponían eufórico. — Ah~ Se cumplió mi sueño de que me cocinaras. — Aplaudió con la expresión contenta en sus labios curvados por la sonrisa que no se borró desde que llegaron al lugar.

— Te cocinaré más seguido entonces. — Rió levemente, pasándole dos palillos desechables para así comenzar a comer juntos, compartiendo los fideos y la carne esquisita.

— ¿Puedo conocer tu hogar? — Preguntó HongJoong, recostando su cabecita en el hombro contrario mientras masticaba su comida.

— ¿Mi casa? Mh… Tal vez, nunca hay nadie así que no creo que se den cuenta. — Soltó una risita, dejando los recipientes a un lado. Con sus manos agarró las caderas de HongJoong para acostarlo en el césped. — Déjame abrazarte. — Seguido rodeó el cuerpo pequeño con sus brazos, su espalda se encontraba recostada también, pero no fue impedimento para tener en su pecho la cabeza de su menor descansando.

— Estás raro hoy, ¿Sucede algo JongHo? — Murmuró curioso, correspondiendo el abrazo con gusto.

Los ojos de JongHo fueron al cielo naranjo por el atardecer, de la nada, un recuerdo golpeó su mente enamorada, haciendo que tuviera un frío temblor que fue desde los dedos de sus pies hasta sus hombros, colocándose como si fuera un chaleco que lo tuvo inquieto, suspiró.

Hay una parte no contada de la historia de JongHo.

Cuando se dió cuenta de que el estaba solo, también notó que el lugar que debía considerar su hogar no lo era, buscó refugio y amor en cualquier rincón pero no lo encontró, su único ángel fue su abuela en ese entonces. Constantemente salía de su casa para caminar algunas cuadras rumbo a casa de ella, al principio se le hacía difícil pues creía que sus padres lo castigarían por salir sin permiso, pero con el tiempo asumió que en realidad no tenía ni la más mínima atención de sus mayores.

Cada vez que ingresaba a la casa que se había vuelto su favorita, un pocillo de galletas recién horneadas y una rica taza de leche esperaban su llegada, abrazar a su abuela era como abrazar una gran nube de azúcar, había encontrado amor donde menos lo creía y parecía estar soñando, deseaba que eso fuera para siempre, aún no comprendía porque sus padres no querían a su abuela, ella era un amor de persona que lo trataba como si fuera una madre, se sintió en casa por primera vez.

Así fueron los tres meses en los cuales apenas llegaba de su escuela, corría por las veredas, siguiendo el camino memorizado que ya había recorrido muchas veces, abría la puerta de madera desgastada con una llave que la abuela le había regalado, con una sonrisita de conejo en su rostro caminaba con pasitos rápidos a la sala, lugar en el que siempre era recibido.

— JongHonnie, hijo, he dejado mi medicina en mi habitación, ¿Puedes traerla?

Ella sufría constantemente del corazón, no habían explicaciones, simplemente cuando ya estás viejo el cuerpo se va desgastando y deteriorando, es inevitable, el sistema se volvía frágil, por último lo único que quedaba era respirar y disfrutar los pocos días que te quedaban, pero ella no estaba tranquila sabiendo que dejaría solo a su nieto en un mundo en el cual no le daban el amor que merecía.

Dios, solo era un niño, un pequeño cachorro que buscaba consuelo en una sonrisa, ¿Qué pasaría después? Tenía miedo de dar su último suspiro y que su nieto aún no haya sido acogido por el amor paternal y maternal que se suponía, no debería faltarle. Era complicado, las ganas de morir y descansar cada vez se hacían inmensas, pero no descansaría en paz jamás.

Cuando JongHo llegó con las pastillas en mano, se dió cuenta de que su abue se había dormido, inocentemente, la cubrió con una manta de peluche muy suave y deliciosa que el amaba abrazar, besó la mejilla.

— Descansa abue.

El día del funeral, solo estaba el y su mamá, misma que miraba el cajón de manera indiferente, JongHo preguntaba constantemente donde estaba su abuela, pero solo recibía suspiros como respuestas, años después cayó en la ruda realidad de que estaba completamente solo, la última vez que visitó la tumba de la difunta, fue cuando se cumplió una semana de su muerte, después olvidó cómo llegar, o tal vez solo deseó no recordar que su ángel ya no estaba con el.

— Creo que extraño a mi abuela. — Rió suavemente, cerrando sus ojos para dejar de mirar el cielo que parecía estar consolando sus penas en silencio.

— ¿Tu abuela? ¿Dónde está?

— Falleció hace mucho.

— Lo siento por eso JongHonnie. — Murmuró HongJoong, pasando su mano por el pecho firme del Alfa, comenzando a dar caricias circulares con sus deditos. — Ella está descansando, en algún momento todos tenemos que morir, no necesariamente cuando estemos viejos, tal vez yo esté a punto y no me doy cuenta. — Rió.

— No seas bobo HongJoong, tu debes ser inmortal, mh. — Sus ojos se abrieron y giró un poco para quedar más cerca al rostro del Omega, observando de cerca los lindos lunares que adornaban su rostro como si fueran estrellas. Uno cerca de su ojito, otro en la mejilla, uno más pequeño en la punta suave y levemente respingada de su nariz, y otro en sus labios…

— Nadie es inmortal JongHo.

— Cuando tus órganos y tú sistema dejan de funcionar, tu cuerpo muere, pero tú, tu alma sigue viva. — Susurró. La mano que estaba posada en la cintura esponjosa del más pequeño, viajó hasta llegar ahora a la mejilla. — Para mi tu eres inmortal.

— Si me sigues acariciando así harás que me vuelva adicto a tus manos. — Balbuceó.

Creyó que ya era hora de decirlo, no perdía nada, solo se lo diría y ya, no era ninguna propuesta, ¿Por qué era tan difícil pronunciar esas palabras entonces? Su labio inferior tembló suavemente por las cosquillas que comenzó a sentir. HongJoong se había vuelto su ángel, reconocer lo que sentía por ese pequeño Omega fue algo difícil cuando comenzó, pero ahora que estaba a punto de confesarse se sentía increíble, porque se había enamorado de la mejor persona que había conocido.

— HongJoong, tengo que decirte algo.

Soltó un pequeño suspiro, deslizando su mano por el cabello negro y hondeado el cual amaba respirar, HongJoong se mantenía atento, pero sus lindas manos que daban cariños en el pecho de JongHo hacía que este mismo se mantuviera inquieto por dentro.

— Dime JongHonnie.

— Me gustas… — Su voz salió algo ronca y temblorosa, agachó su mirada para no tener contacto visual, era lo que más quería evitar.

Ya lo había dicho y las cosquillas en su barriga y espalda no dejaban de sentirse como descargas eléctricas, su corazón agitado no ayudaba tampoco, era la primera vez que se declaraba de esa manera y vaya, fue muy complicado, las palabras se quedaban pequeñas, en realidad estaba enamorado, no solo gustaba de HongJoong.

— ¿Es… Verdad? — Preguntó el pelinegro.

Para HongJoong había sido como una bofetada ya que el jamás vio a JongHo como algo más que un amigo, los besos, las caricias, los mimos y abrazos que siempre se brindaban de manera íntima en realidad eran los sentimientos de JongHo manifestándose, ¿Qué debía de hacer? No quería rechazarlo, pero tampoco quería dejarlo sin corresponder los sentimientos. En los pocos segundos que tenía como tiempo para pensar en una respuesta, creyó que sería mejor intentarlo y tal vez forzarse a sentir algo por JongHo. Era hora de olvidar a ese Alfa con nombre MinGi que estaba grabado en letras mayúsculas en su pecho, que tan solo logró lastimar su corazoncito acojonado, era complicado.

— No jugaría con eso jamás. — Balbuceó el mayor, enfrentando su miedo a mirarlo a los ojos. — No es necesario que me correspondas, no creas que te estoy exigiendo algo, tampoco dejemos de ser amigos… — Cuando abrió la boca para tomar un respiro sintió la humedad sobre sus labios, algo demasiado dulce y suave contra su aliento, tanto así que tardó segundos en reaccionar y darse cuenta de lo que ocurría.

HongJoong lo había besado. Cuando cayó en cuenta de eso, sin dudarlo ni un poco tomó la cintura más pequeña para corresponder ese delicioso contacto que estaban teniendo, jamás creyó que algo como eso sucedería, quizá era un sueño, el mejor de todos, pero se encargó de cerrar sus ojos y besar con cariño y dulzura aquellos rosados belfos que el menor le estaba entregando.

Cuando cierras los ojos disfrutas más, porque dejas fluir tus sentimientos y los muestras con acciones amorosas cuando es mutuo. HongJoong no cerró sus ojos, los mantuvo abiertos, siguiendo el ritmo lento y apasionado que JongHo tenía para el.

El Omega solo se dedicó a observar los párpados color durazno de su mayor, también las pestañas largas que tenía, el lunar en su mejilla, pero no podía concentrarse en el beso por más que así lo quería, movía sus labios y juntaba su lengua con la de JongHo para frotarla con humedad, pero no cerraba sus ojos, no lo estaba disfrutando, no sentía ese calorcito en sus mejillas como cuando tuvo su primer beso con MinGi, tampoco podía percibir la conexión. Pero pudo notar como su amigo estaba disfrutándolo al tomarlo de esa manera, si era así, iba a corresponder todos los besos necesarios para ver a JongHo con una sonrisa.

Se separaron cuando quedaron sin aire y ambos tenían los labios algo hinchados, sonrieron con suavidad.

— JongHo, podríamos… Intentar gustarnos más y después pensar si funcionaríamos como pareja… — Murmuró el Omega, desviando la mirada con suavidad por el sonrojo que se instaló en sus mejillas, ¿Miedo?

— Lo que digas está genial, estoy dispuesto a esperarte.

Eso fue un total alivio, era menos presión de la que ya sentía. El pelinegro solo esbozó una sonrisa más calmada y se giró para mirar el cielo, ahora necesitaba unos minutos para pensar qué pasaría, quería enamorarse de JongHo pero no encontraba la manera, tal vez alguna señal o alguien que le dijera que era el correcto… Pensó. Una gran sonrisa se formó en sus labios cuando el foco imaginario en su cabeza se encendió. La última palabra la tendría YeoSang.

— ¡Debes conocer a YeoSang Hyung! ¡Hoy!

"No nos dejemos ir."

1/3

Holii, espero les allá gustado el capítulo de hoy. Muchas gracias por apoyar el fic

Sí hay algún error pueden decírmelo y con gusto lo corrijo.

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