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ׂ ݂ ⤹ uno﹗

Tanto Omegas como Alfas se pegaban a los casilleros con miedo, dejando el centró del pasillo libre para que el profesor de música e historia pasará sin interrupciones.

Huening Kai era un Omega poco convencional, era frío y duró, intimidada a tanto Omegas como Alfas con una solá mirada y era tan respetado y aterrorizador que ni las moscas se atrevían a interrumpir con sus zumbidos las clases que él impartia.

Y bueno, Kai no podía darse el lujo de ser un Omega blando, era profesor en una escuela privada repleta de niños con aires de grandeza y la creencia de que eran el centro del universo y por lo tanto debían ser tratados cómo tal. Todos y cada uno de los Omegas y Alfas que habían intentado pasarse de listos gracias a su estatus social y dinero habían acabado reprobando su materia u o siendo humillados en medio de las clases.

Y con los meses ya todos sabían que no era sabío ni recomendable intentar pasarse de listo con "El Demonio Huening".

Nadie hablaba en su clase, nadie interrumpía sus explicaciones ni para saciar sus dudas, nadie se le acercaba y era tal el respeto (y el miedo) que incluso los alumnos hacían hasta lo imposible para no reprobar su asignatura.

―¡Buenos días profe Huening!.

Claro, pero Choi Soobin era la excepción.

Choi era un estudiante estrella, el único que se atrevía a tratar como un profesor normal a Huening.

Y él único al que Huening nunca había reprendido u o humillado.

—Buenos días estudiante Choi — Respondió con la misma voz seca y neutral.

El Alfa le sonrió amistoso.

—¿Cómo descanso, profe? — Caminó al lado del mayor, acomodando sus anteojos.

—Estuve reprobando exámenes — Negó suspirando.

—Yo lo veo muy animado...

—Por eso mismo — Sonrió leve y Choi lanzó una carcajada.

—¿Y yo también reprobé, profe Huening? — Sonrió tímido.

—Eres un presumido, Choi, bien ya sabes que no lo hiciste.

Choi sonrió contento y la campana retumbó por todo el pasillo.

—¡Lo veo luego profe Huening! — Agitó la mano y corrió a su salón, Kai correspondió el gesto de forma vaga y continuó caminando hacia el salón que le tocaba.

Al menos, entré tantos niñatos sin materia gris en su cerebro, había uno que valía la pena.

Todo el salón se sumió en silencio cuándo el profesor Huening Kai cruzó el umbral de la puerta.

El hombre dejó su maletin y acomodó su camisa, apoyándose en el escritorio y mirando a todos con frialdad.

—Choi Soobin, al frente — Ordenó, el menor sonriente obedeció y fue al lado de su profesor favorito.

—¿Qué necesita, profe?.

—Siéntate en mi escritorio y los demás, saquen una hoja.

—¿U-Uh profesor? — Levantó la mano tímidamente una Omega, Kai la miró ¿N-No entregará los exámenes?.

—Lo haré luego de que hagan el recuperatorio de el mismo, por que todos, a excepción de Choi Soobin, reprobaron.

Sonrió, con maldad en sus dulces facciones mientras observaba a sus alumnos palidecer.

—¡P-Pero debe avisar con antelación! — Se levantó molestó un Alfa.

—El examen anterior fue avisado con una semana de antelación, y aun así él único que se molesto en estudiar fue Choi.

—¡Aún así no puede simplemente tomar un recuperatorio de la nada, al menos déjenos repasar!.

―¿Pará qué?, ¿Pará qué vuelvas a utilizar el móvil para buscar las respuestas por Internet?.

Él chico apretó los labios entré sí.

―No se lo merecen, ninguno de ustedes, así que si tienen un poquito de madurez guarden silencio y enfrenten las consecuencias de su vagancia e irresponsabilidad.

Nadie se atrevió a volver a abrir la boca.

A excepción de Soobin, que a cada minuto buscaba la atención de su profesor favorito.

―¡Ese maldito Omega pagará! ― Gruñó el Alfa al ver la nota de su examen.

Sus compañeros coincidieron.

―Hay que hacer que lo despidan...

―¿Y cómo vamos a lograr eso?.

El grupo se quedó en silenció, pensando en cómo lograr que aquél odioso profesor fuese despedido.

―¿Huening tiene Alfa?.

Todos lo miraron.

―No tiene una marca y nunca viene con olor a Alfa, así que supongo que no ― Respondió uno y los demás coincidieron.

―Entonces tengo una idea.

―¿Y cuál es esa?.

―Voy a follarme a Huening Kai.

Todos lo miraron confundidos y sorprendidos.

Soobib cruzó los brazos y sonrió de lado, oyendo con diversión al grupo de Alfas idiotas.

―¿Follarse a mi Omega? ― Susurró divertido ―Eso está por verse~

Se despegó de la pared y continuó su caminó, dejando al grupo seguir con su "plan".

El plan era simple, pondrían unas pastillas especiales en el café de Huening, adelantaría el celo del Omega y Seungri, la mente "maestra" del plan, entraría en el momento exacto para hacerse cargo de él.

Luego, iría cómo la víctima a acusar a Kai de seducirlo y despertar a su Alfa para su beneficio, cuál chico bueno relataria afligido las barbaridades que el Omega hizo con su débil estado de control.

Kai terminaría sin trabajo de por vida, y con suerte ganaría unos años en la cárcel.

Era brillante.

El único falló en su plan fue no contar con que Choi Soobin sabía sus viles intenciones e iba a intervenir.

Y no exactamente de una forma heroica.

Al ser uno de los mejores profesores Kai tenía el privilegio de un propio despacho, ya que además de música se encargaba de dar historia a los estudiantes más jóvenes.

Al entrar esa madrugada a su oficina notó algo extraño, pero decidió no darle demasiada importancia, luego de acomodar sus papeles comenzó a preparar su café, abrió la tapa, sin ser consciente de que entre los granos de café molido había un polvo blanco.

Dejó que la cafetera hiciera su trabajo luego de colocar el agua y el café.

Aún faltaban dos horas para la entrada de alumnos, pero el gustaba de organizar todo su trabajo del día aprovechando el silencio de la escuela a esas horas.

Una vez con la humeante taza de café en mano se permitió a sí mismo sentarse a empezar con el trabajo.

El primer sorbo de café le supo extraño.

Pero pensó que no era nada importante.

La sensación caliente que el café solía dejar en su cuerpo se extendió demasiado a la normal.

Y su respiración agitada y el mareo que comenzaba a experimentar no significaba nada bueno.

Al levantarse sus piernas temblaron cuál gelatina, se acercó a la pequeña mesita donde tenía las cosas del café, abrió el pote y lo llevó a su nariz, aprevechando sus sentidos sensibles y lo despierto que se encontraba su lobo.

Aquello no sólo olía a café.

―¡Oh, mierda!.


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