♱SX: 3♱
En el camino, la luz roja del semáforo se hizo presente, sin embargo, el auto que venia atrás de ellos no paró e impactó contra la parte de atrás del auto de Lee.
—¿Qué mierda? —preguntó el menor, tratando de ver por el espejo retrovisor a su atacante. Habían dos opciones, o era un idiota con las suficientes agallas como para chocar el auto del criminal más temido del país, o era alguien más idiota que no había puesto atención al semáforo.
—Bájate. —habló el jefe, mirando a su novio de manera seria—. Dale una advertencia, por mí. —ordenó; y no lo malinterpreten, él pudo haberse bajado o matado a HyunWoo unos momentos antes. Pero si estaba ChangKyun para eso, mejor el menor que él.
El menor no dudó en bajarse del auto con su cuchillo en una mano. Cerró la puerta del auto y caminó hasta el auto que había impactado con fuerza detrás de éste.
—¿Qué mierda haces? —le preguntó al individuo que estaba dentro del coche de color rojo. Aún no lo había visto, pero cuando la ventana se bajó, logró ver a un chico de sonrisa tierna.
Se sintió completamente confundido al ver a ese chico de cabellos largos color azabaches que le sonreía; parecía un conejo de ojos grandes como un búho. Entonces seguramente, era la segunda opción: un idiota que no había puesto atención al semáforo.
El chico del auto rojo se bajó del mismo y ChangKyun se dio cuenta de que era más corpulento que él y unos centímetros más alto, pero no desaparecía su sonrisa.
—Lo lamento, en serio; debí de haber puesto más atención a los colores. —se disculpó el chico de notables tatuajes en el brazo derecho; acomodó su cabello ondulado hacia atrás—. ¿Estás bien? ¿No te lastimé?
Su tono era extrañamente amable; el más delgado no pudo evitar sentirse confundido por la situación, en realidad era un idiota distraído—. No, no me lastimaste. Estoy bien; pero deberías de poner mucha más atención al semáforo. No querrías chocar con la persona equivocada. —habló, bajando cada vez más su tono de voz, sintiéndose atacado por los ojos grandes que lo miraban con amabilidad y fingida ignorancia.
—En ese caso, me alegra haber chocado contra ti. —mostró una sonrisa mucho más amplia y sincera—. Soy Jeon JungKook, ¿y tú?
—Im ChangKyun. —habló con desconfianza, estrechando la mano que se le fue ofrecida por el lindo chico de cabellos largos. Poco sabía Im que el accidente había sido a propósito y que Jeon había estado siguiéndolo desde que recogió a JooHeon de su oficina.
—Un placer conocerte, ChangKyun. Espero que el futuro vuelva a juntarnos. —hizo un movimiento casi imperceptible para el más delgado y colocó un papelito doblado en el bolsillo de su pantalón.
—Pon más atención a la hora de conducir. —dicho esto, se subió de nuevo al vehículo de su jefe y cerró la puerta. Comenzó a conducir de nuevo, pero esta vez, pensando en lo extraña que había sido esa situación. ¿El futuro?
Ya había vuelto al camino cuando el chico de nombre: Jeon JungKook sacó su teléfono del bolsillo trasero y realizó una extraña llamada. Ese chico había cumplido con su cometido y tenía que hacérselo saber a su jefe y hermano: Kim NamJoon, el rival número uno de Lee JooHeon.
Por su parte, el príncipe de la mafia y el homicidio estaba sentado en la parte de atrás del auto. Seguía pensando en las miles de veces en las que su pequeño le pudo haber sido infiel; era la persona más desconfiada del mundo, pero tenía que serlo.
Incluso dudó de la reciente situación, ¿por qué demonios alguien chocaría su auto? Es que era casi imposible que alguien en esa cuidad ignorara que aquel auto, color negro con adornos rojos y de color oro, era de él.
De verdad le pareció muy conveniente que el hombre que se bajara del auto rojo fuera tan apuesto. ¿Acaso Im lo estaba engañando con ese tipo? ¿Quién era ese tipo y por qué lo conocía? ¿Quién se cree como para chocar su auto? ¿Cuál era su nombre? ¿Para quién trabajaba?
El camino se le fue en esas interrogantes atormentando su mente. Y cuando se dio cuenta, el automóvil se estacionó en el estacionamiento de su mansión. Im bajó primero y le abrió la puerta a su jefe.
—A mi oficina, bebé. Ahora. —ordenó el hombre antes de bajar del vehículo y darle un vistazo a su precioso Ferrari rojo que estaba al lado. De verdad necesitaba hablar con ChangKyun.
Lee JooHeon entró a su oficina con rapidez, acarició a su gato carísimo que tenía un diseño parecido al de un tigre y se sentó en la silla de su escritorio. Sólo esperaba a que el azabache entrara a la habitación para poder hablar con él.
—Aquí estoy, amor. ¿De qué querías hablar? —preguntó el menor al entrar a la oficina. Lee se levantó rápido de su silla y caminó de la misma manera al azabache.
—De esto, del otro. Tal vez una lección de vida, o tal vez algo que no sea útil. —habló con una sonrisa mientras cerraba la puerta de la oficina y volvía a encarar al menor—. En realidad, puede que esto sea crucial de hablar, o no tenga importancia; ya veremos lo que sucede. Pero, por el momento, siéntate. —invitó al menor.
Y era una realidad que Lee hablaba muy rápido la mayoría de las veces, porque la rapidez con la que le surgían las palabras sobrepasaba a la rapidez con la que podía hablar. No era difícil entender las palabras que decía, pero sí lo era seguirle el ritmo de la conversación.
—¿Qué es? —preguntó cuando el mayor lo hizo caer sobre la silla de un simple movimiento y comenzó a caminar de nuevo por la oficina.
—He estado pensando mucho estos últimos días, y llegué a la conclusión de que las cosas, son completamente relativas. ¿Alguna vez lo habías pensado?
—Digo, el tiempo, el espacio, el amor... incluso la vida son relativos. No es como si existieran de verdad, a menos que tú digas que existen y creas que existen, no lo hacen. Sin embargo, si estas no existen, nosotros tampoco. ¿Comprendes?
Era difícil para el asesino saber a dónde se dirigía la conversación, pero asintió con la cabeza.
—Digamos que muchas cosas pasan como consecuencias de otras que ya pasaron; desde éste punto de vista, una simple acción podría cambiar todo tu futuro. Pero... ¿y si el futuro ya está escrito?
Muchas veces Im pensaba que su novio era un genio frustrado, pero otras veces, le sorprendía que pudiera decir tantas cosas diferentes y ligarlas al final. Era un genio frustrado, eso sin duda.
—Ya sea que pienses que sí o que no, es verdad. Y quiero que pienses por un momento, una simple acción puede cambiar todo; por eso te estoy diciendo esto. Aunque, la verdad, en esta realidad y en una paralela, la gente es mala y buena. Tú y yo somos somos los reyes de Seúl en esta realidad y en otra, tú estás sentado ahí escuchándome y estás pensando lo mismo en esta realidad y en otra.
—Lo roles no son cambiables, y tú siempre serás ChangKyun, aquí y en un mundo paralelo. —hablaba mientras caminaba por la oficina con los ojos de su novio sobre él en todo momento—. Y ya sea que en esta realidad hagas algo, en otra será lo mismo. Porque sí, todo es relativo, y ésta podría ser la primera realidad o la tercera, no importa. Siempre va a ser igual.
—¿A qué quieres llegar, JooHeon? —preguntó el azabache, completamente confundido por todo lo que balbuceaba el pelinaranja.
—A que, no importa en cuál realidad estés, las cosas van a pasar; pasarán de diferente manera, pero van a pasar, ¿comprendes? Y no quisiera tener que matarte en todas las realidades posibles.
—¿Matarme? —ChangKyun se levantó de su lugar, completamente atónito por lo que sus oídos habían percibido.
—¡Siéntate! —ordenó en voz alta, causando cierto miedo en el contrario—. Mira, cuando yo te conocí, eras un chico con muchos problemas, tanto en casa como en la calle. ¿Problemas entre mami y papi? —preguntó retóricamente con una sonrisa perversa en su rostro.
El menor apretó ambas manos en un puño y lo miró a los ojos—. Prácticamente, desde esa noche en la que te encontré en el callejón, te he dado todo. ¿Una casa? Aquí está. ¿Trabajo? Lo tienes. ¿Dinero? No hace falta, ¿o sí?
—¿A qué quieres llegar, Lee? —preguntó de una vez por todas, estaba completamente fastidiado por el chantaje que se avecinaba.
—¡Qué te calles! Mierda. —gritó de nueva cuenta, enseriandose al notar los ojos llorosos del contrario—. Hablo de que, últimamente he estado sintiendo cosas por ti, amor. Cosas que no me gustan para nada; porque significa que comienzas a importarme. ¿Comprendes?
El menor se quedó callado y bajó la mirada; sintió su labio inferior temblar y una lágrima recorriendo su mejilla de manera miserable.
—No quiero tener que llegar al punto de matarte por sospechar de una infidelidad por tu parte.
—Yo-
—¡Silencio, perra! —ChangKyun decidió quedarse callado esta vez—. Tal vez te parezca extraordinario que yo, el rey de la mafia y la ilegalidad comience a sentir cosas por alguien como tú —dicho esto, se acercó a él y recargó ambas manos en los braceros de la silla, mirando al menor a los ojos—. Créeme; no te conviene, corazón. Tú no sabes lo que soy capaz de hacer cuando me enamoro. —le sonrió de una manera encantadora y lo besó rápidamente.
—Así que, te pido que no me hagas enojar, bebé. No quieres ver a JooHoney enojado, ¿o sí? —preguntó manteniendo la sonrisa más falsa y aterradora de todas. El pecho de ChangKyun subía y bajaba con fuerza, ahora sí, tenía miedo de ser asesinado por ese hombre.
—¡¿O sí?! —volvió a preguntar, pero esta vez en voz alta y deshaciéndose de la sonrisa.
—¡No! ¡No, amor! No quiero verte enojado. —se humilló a sí mismo de nuevo, quería llorar a mares por la amenaza presente en esa conversación.
—Menos mal. No me gustaría tener que matarte en esta realidad, ni en otra. Sabes que JooHoney te ama, ¿cierto?
Qué fácil era decir palabras al azar, pero era muy difícil no creerlas cuando vienen de una persona a la que amas tanto. Aunque justo ahora, el menor temía que ese amor fuera reemplazado por un odio.
ChangKyun miró los pequeños ojos del otro hombre y temió por su vida por primera vez a su lado. Cuando se conocieron, Lee le había prometido que siempre lo iba a amar y que lo iba a proteger de todo y contra todo; ahora lo estaba amenazando de muerte por culpa de sus propias alucinaciones.
Además, Im jamás pidió encontrarse con aquel papelito que había dejado ese tal "Jeon JungKook" en su pantalón y mandar un mensaje a aquel número más tarde esa noche.
Por Dios, él solito estaba atándose la soga al cuello, pero tenía mucho miedo del hombre al que había amado antes.
—Lo sé. Yo también amo a JooHoney. —habló con dolor en su corazón antes de ser abrazado por el pelinaranja, quien sonreía victoriosamente.
Estás perdido, ChangKyun; porque tu jefe estaba comenzando a enamorarse de ti. Ahora, ¿qué diferencia hay entre enamorarse y obsesionarse?
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