
♱ SX: 1♱
Una lágrima recorrió su mejilla al salir de aquel edificio oscuro y lleno de corrupción. El chico de cabello azabache caminaba aprisa por el estacionamiento del edificio en busca del automóvil negro; ese automóvil contenía una jugosa cantidad de dinero en la cajuela.
Sin embargo, para ganarse ese dinero, tendría que conducir hacia la casa del hombre al que amaba y demostrarle que sí podía hacer su sucio trabajo. El sucio trabajo que le había dado su novio, el padre de la corrupción y lo ilegal, el señor: Lee JooHeon.
Odiaba con todo su cuerpo a aquel nombre, lo odiaba a más no poder; como nunca había odiado a alguien. Y esa relación, dejó de llamarse relación cuando el miedo sobrepasó cualquier otro sentimiento.
Pero, ¿qué podía hacer ChangKyun? Él era un chico desorientado cuando conoció a ese hombre; era un chico, el cual, comenzaba a vivir su vida; que tenía problemas de violencia intrafamiliar y buscaba una manera de mantenerse por sí solo.
La situación económica que vivía la cuidad de Seúl y sus alrededores, gracias al poder absoluto de la mafia de Lee, habían dejado a la mayoría de personas sin trabajo, y los ingresos eran robados por los criminales.
Por lo cual, la familia de Im, siendo una de las más ricas y de alta sociedad; ya que sus padres tenían puestos importantes en empresas que quebraron gracias a la reducción de presupuestos por la situación a la que se enfrentaba el país, perdieron todo su dinero.
Los padres de ChangKyun cayeron en la ruina y constantemente peleaban a volúmenes extremos dentro de la casa acerca del dinero y del trabajo; por lo tanto, siendo Im un adolescente, salía a las calles en una cuidad tan peligrosa, como lo era Seúl, para poder escaparse de esas peleas y gritos.
Y así fue como terminó metido en éste mundo, temiendo por su vida a cada minuto del día; temiendo que su novio descubriera su infidelidad. Pero no podía hacer nada, él no era feliz con ese hombre chantajista. No.
Él era feliz con cierto azabache millonario con sonrisa de conejito y un trabajo tan miserable como el suyo.
Una mentira no puede mantenerse en las sombras tanto tiempo y, algún día, JooHeon se iba a enterar de que su pequeño as de la pistola y la sangre, era un completo idiota, quien, le era infiel con otro chico.
Hubo una gran discusión de por medio unos minutos antes de que ChangKyun se subiera al automóvil y comenzara a conducir con rumbo a la casa de su amante. JooHeon, al enterarse de lo que su pequeña perra había estado haciendo, le apuntó con una pistola y lo hizo temer por su vida.
Y el menor, negó por completo dicha acusación. A Lee le encantaba hacer tratos con la gente y manipularlos para que hicieran cosas; los hacía creer que hacer esas cosas no estaba del todo mal, y que una vez hechas, ya nada malo iba a suceder. Era un gran fanático y practicante de la manipulación.
Por lo mismo, le ofreció un trato a ChangKyun; dicho trato decía que si el menor era capaz de matar al hombre de nombre: Jeon JungKook, iba a dejarlo en paz y le perdonaría la vida. Además, si lo exterminaba, le iba a pagar una cantidad enorme de dinero; en la cajuela del auto estaba la mitad de la cantidad prometida, el resto se le sería dado cuando el cuerpo de Jeon descansara en su ataúd.
Im tenía que elegir entre matar a JungKook o morir. Y... sinceramente, ¿qué habrían hecho ustedes? Escogió matar a aquel azabache y resignarse a la protección de su novio, cuyo cimiento era el miedo que le tenia la gente a ese hombre sádico y manipulador. En realidad no tenía opción, Jeon tenía que morir esa noche.
Prendió un cigarrillo mientras esperaba a que la luz roja de la calle cambiara su color y le permitiera avanzar. Pensaba en todas esas veces en las que sus relaciones sexuales con Jeon lo hicieron querer desaparecer con él sin decirle nada a JooHeon.
Pensó en llamarlo y advertirle acerca de lo que estaba apunto de hacer con la pistola que tenía escondida en la guantera de ese auto, y el cuchillo que tenía escondido en la bota negra derecha. Qué estupidez.
Tomó su celular y marcó el número prohibido. Tenía que asegurarse de que su víctima estuviera solo en su casa; que no estuviera con su ridículo y adinerado novio.
—¿Lindo? ¿A qué debo tu sorpresiva llamada a estas horas de la noche? —escuchó la voz de Jeon al otro lado de la línea y una lágrima recorrió su mejilla. Y la verdad es que sí era tarde para llamar, las tres de la mañana se avecinaban y aún, el azabache menor seguía trabajando.
—JungKook —su voz se rompió, pero al parecer, el otro chico no lo notó—. ¿Qué haces? —trató de utilizar su tono seductor, mientras limpiaba un poco del maquillaje negro que usaba en su ojo.
—Pensando en ti, cómo siempre. —contestó el otro antes de soltar una risa, ChangKyun estaba seguro de que el hombre estaba sonriendo a un lado del micrófono de su celular—. También revisaba algunas cosas de trabajo.
—¿De trabajo?
—Del otro trabajo, del que sí es legal. Es muy obvio, ¿no crees? —por el tono de su voz, Im podía decir, sin miedo a equivocarse, que su amante mantenía esa sonrisa burlona en su rostro.
—Supongo que sí. Entonces... ¿estás solo? —preguntó antes de dar vuelta a la derecha y sentir una presión fuerte en su pecho al notar que cada vez estaba más cerca de su objetivo.
—Así es, amor. Pero sinceramente no tengo ganas de tener sexo por teléfono; perdóname pero he tenido un día pesado y-
—No. No era esa mi intención con la pregunta anterior. Sólo tenía curiosidad de que-
—De que mi novio no estuviera cerca, lo entiendo. También entiendo que no puedo darme el lujo de llamarte tanto como quisiera, JooHeon podría matarte. —una risa venenosa se escuchó del otro lado del teléfono y el azabache que conducía se sintió molesto por el comentario.
—Sí, y tampoco quiero que TaeHyung te deje, sé que necesitas el dinero y apoyo de su familia. —atacó de vuelta, recordando la razón por la que había decidido decirle que sí a JooHeon cuando éste le ordenó que matara al otro tipo.
JungKook aclaró la garganta, obviamente sintiéndose incómodo por el rumbo que había tomado aquella conversación. Ignorando por completo el hecho de que, la persona que lo iba a matar, estaba a unos cuantos minutos de su casa.
—A veces es una pena que no podamos vernos más seguido, debo de admitir que adoro verte pidiendo que te joda más fuerte.
—Pensé que no íbamos a tener sexo telefónico. —mencionó el mayor cuando divisó la casa del menor y arrojó el cigarrillo por la ventana del auto. JungKook simplemente comenzó a reír por lo dicho.
—Sí, lo siento. Suelo perder el control al pensar en ti.
—Debo de admitir que siento lo mismo, JungKook. —habló una vez que se estacionó unas dos casas más atrás de la de Jeon.
—Me encantaría que estuvieras conmigo, amor. Por favor, dime lo que me harías... —rogó el azabache menor, obviamente insinuando que necesitaba algún incentivo para comenzar a tocarse.
ChangKyun lo meditó un poco, pensando en lo que debería decir y en si debería advertirle del asesinato o no. Al final, abrió la guantera y sacó la pistola negra con sus iniciales grabadas en ella: CK
—Te apuntaría con una pistola, Jeon. —se sorprendió un poco al escuchar un gruñido de excitación al otro lado de la línea. Y en realidad no entendía por qué se había sorprendido; la mayoría de sus encuentros sexuales eran extremos y peligrosos; jugaban con cuchillos, pistolas y cualquier cosa potencialmente peligrosa para ambos.
Pero bueno, supuso que en una situación real, tal vez sí lo sorprendía un poco el hecho de que JungKook se excitara con una amenaza de ese tamaño. Y colgó el teléfono inmediatamente.
Aventó el celular a la parte de atrás del vehículo y acomodó su cabello negro con sus manos, se miró al espejo y colocó bálsamo labial en sus belfos; trataba de verse mucho más guapo y sexy para su encuentro con Jeon.
Guardó la pistola en su chaqueta negra de cuero y bajó del auto. Su corazón se arrepentía de lo que aún no había hecho, pero era obvio, ChangKyun se había enamorado de JungKook.
Revisó la cajuela del auto una vez más para cerciorarse de que el dinero seguía ahí, y recordarse la razón para presionar el gatillo y terminar con la vida de la única persona que lo hacía sentir seguro de verdad.
Caminó con rumbo a la casa, tratando de calmarse y de actuar relajado como siempre. Relajó su expresión facial, e hizo amago de tomar aire para calmarse por completo.
Al llegar a la entrada, se percató de que la luz de la oficina que Jeon tenía en su casa estaba prendida, así que se dió una idea de su posición y forzó la cerradura para poder entrar.
Una vez adentro, trató de no hacer ruido al cerrar la puerta de nuevo y agradeció que los guantes negros de cuero, que le cubrían únicamente sus dígitos, habían evitado que dejara huéllelas digitales. En éste negocio, las huellas digitales y las pruebas eran mortales, y siempre tenías que estar preparado.
Comenzó a caminar con lentitud hacia las escaleras de la casa, mientras juzgaba en silencio las fotografías que estaban colgadas en la pared. Casi vomita ahí mismo al observar que en las fotografías se encontraban Jeon JungKook y su novio: Kim TaeHyung.
También notó que había una fotografía de su objetivo con —el que parecía ser— su hermano mayor. Y si la memoria no le fallaba, era nada más y nada menos que Kim NamJoon. Bufó al recordar la importancia de ese nombre.
Kim NamJoon era el principal problema de Lee JooHeon; era su enemigo y su rival. Ambos peleaban constantemente, eran rivales en el mundo del lavado de dinero y los asuntos ilegales.
JooHeon siempre lo aburría con sus relatos de los planes que tenia para destruir a Kim; así que ese nombre lo tenía grabado en la memoria como un tatuaje. Y más aún cuando ese hombre —enemigo de su novio— era el hermano mayor de su amante.
Y tal vez esa era una de las razones por las cuales, Jeon había terminado siendo un asesino a sueldo y criminal; justo como Im. Ambos tenían la misma triste realidad; pero de una manera muy diferente.
Al llegar al segundo piso de la casa, observó que habían algunos adornos de vidrio sobre una estantería que se encontraba en el pasillo. Y gracias a la música que salía del cuarto, en donde estaba encerrado JungKook, era casi ensordecedora, la idea de crear una escena del crimen perfecta llegó a su cabeza.
Inmediatamente, y sin meditarlo un segundo más, comenzó a pasar su brazo por las repisas de la estantería, tirando todos y cada uno de los adornos de vidrio al suelo y adornando su precioso rostro con una sonrisa macabra en el proceso.
El sonido de las cosas cayendo al suelo y destrozándose en mil pedazos retumbó por sus oídos, y lo hizo sentirse poderoso. No obstante, la música apenas se vió opacada por este sonido.
Continuó su camino; esta vez, caminando sobre vidrios rotos, hacia la oficina de JungKook. Y cuando estuvo frente a la puerta de madera oscura —la cual estaba cerrada—, recargó su frente contra ésta y se recordó,
una vez más, las razones para asesinar al verdadero amor de su vida.
Después de pensarlo un poco, decidió que prefería vivir con miedo y sin amor, a no vivir. Así que se agachó y acomodó el cuchillo que llevaba en la bota negra. Pudo sentir su corazón estrujarse al momento de abrir la puerta de la habitación.
Observó el estéreo, que sonaba a todo volumen para ocultar el sonido de los gruñidos de Jeon. También había una silla, en la cual, se había sentado más de una vez en el pasado para jugar con JungKook. Incluso se percató de la alfombra —extremadamente cara— de color blanco, en la cual, tuvieron sexo varías veces.
Y al terminar de abrir la puerta, divisó al azabache; dueño de todas sus sonrisas y de todos sus orgasmos. Retuvo una sonrisa y simplemente se mostró serio; Jeon aún no se percataba de su presencia.
Entonces, y sólo entonces fue cuando tomó su pistola y le apuntó directo a la cabeza mientras le sonreía —falsamente—, de una manera que le parecía sexy al menor. Y Jeon lo vió.
—¿ChangKyun? Amor, no dijiste que venías. —reaccionó, mientras cerraba la cremallera de su pantalón y se ponía de pie. Completamente excitado al ver que Im sí le estaba apuntando con una pistola.
—Quise darte la sorpresa. —Jeon puso sus manos en el aire, demostrando cierta rendición y mirando al contrario con hambre.
—Excitante sorpresa.
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