₵₳₱. 7 "¿Qué demonios?"
Rememorando extraviadas fracciones de mis vivencias entre sueños que exigen hacerse real ante mis indecorosos pensamientos, me rozo la cara con la yema de mis dedos. Delineando el contorno voluptuoso de mis humedecidos labios con el fin de guardar un poco más de ese aroma característico que emana cada parte de tu cuerpo, mi guerrero, mi ardiente necesidad.
Y apoyado sobre un resguardo en plena calle, y a la oscuridad de miradas indiscretas, suspiro defraudado por no vivir en esa época. Por no morar entre tus firmes brazos que me atañen sin piedad y que entre memorias, si bien recuerdo, nunca me quejo.
Necesito que me aplastes con tu cuerpo celestial mientras gimo fuerte por la intromisión de tu gran miembro... ¡Maldición! Mi cuerpo quema y me arden las mejillas sin ningún autocontrol...
Al final de cuentas y al terminar mi sesión, hubiera necesitado otra sesión pero de intensa masturbación para salir a la calle y no colgarme entre mis indecorosos pensamientos.
Por mientras, observo delante de mis ojos como el mundo sigue su camino sin detención. Sin darme tiempo a pensar siquiera si estamos haciendo lo que realmente deseamos o si estamos maquinados, o si cumplimos con lo pactado sin importar si amamos o nos aman en el bendito trayecto... Como si fuéramos unos simples agentes que participan de prestado en este bendito transcurso del tiempo.
Entonces, decido dejar de desvariar y dirigirme hacia mi hogar. Necesito poner fin a mis diseños y delirando por un cuerpo al que solo le ubico una de sus cabezas (y encima entre sueños) no me llevarán a ningún buen puerto. Así que conecto mi auricular con aquellas melodías que transportan mis rememores hacia otro lugar y me dedico a esquivar la mayor cantidad de gente que se pueda aglomerar sobre mi cuerpo.
Últimamente, me percibo más retraído de lo normal. ¿No sé si tendrá que ver con la empatía de lo que sucede a mi alrededor? O es que me estoy volviendo más ermitaño que nunca y encima viejo... Bueno, viejo es un decir, ya que a mis 32 años me considero un estancado en el amor, por no decir un necesitado de tu amor... "¡Maldito sin cabeza superior!"
Mientras camino disfrutando de mis melodías, llego sin percatarme al ingreso de mi apartamento en cuanto algo me dicta que gire y observe la obra en remodelación que está enfrente.
Y sin razonarlo, lo hago. ¡Y no tendría por qué hacerlo! Así que de inmediato me giro, desde que cierto chiflido proveniente de esa zona, me alertó del tipo de gente que labora en ese recinto, debería de cuidarme. Y si a eso le sumamos el ansioso moreno que exigía con vehemencia que le ayude más temprano, mejor apuro el paso y me voy para mi departamento.
Pero sobre que ingreso, una rara pero conocida sensación de desapego invade todo mi cuerpo... Y sin poder controlarlo, me apoyo conmovido sobre la pared del vestíbulo. Dedicándome a airear reiteradas veces mi rostro y subiendo a mi departamento, luego de que me recupero.
Una vez dentro, inspiro profundamente, impregnándome del calor que irradia mi lugar, mi refugio, sintiéndome a salvo como tantas otras veces necesité de mi hogar. Luego me percato de que debo ventilar, aunque no me agrade (del todo) la idea de los rayos de sol tocando mi blanquecina piel.
Pero sobre que me arrimo al ventanal, una espalda escultural repleta de colágeno muscular gritando "necesidad" por todos lados, arrasa con mi atención por completo. Dejando que compre mis curiosas orbes remarque resguardando cada contorno de su cuerpo y percibiendo mi inminente alteración hormonal...
Un trasero ¡Un bendito trasero! Firme como el forjado cimiento, se moldea a mi total gusto sobre un ajustado jean azul provocando mi excesivo babeo. Pero entonces, él comienza a trastabillar sobre que mi pecho se contrae ante el pecaminoso pensamiento de esa joven masa muscular por encima de mi cuerpo.
Y dejo de respirar, sobre que se gira conectando por milésimas de segundos, su renegrida mirada con mi obnubilada visión sobre su cuerpo.
Inmediatamente me asusto, alejándome de la ventana ante el inminente estremecimiento que sufre todo mi cuerpo al verlo de frente como una ráfaga veloz de viento.
Algo que va más allá de un cuerpo, o de esos benditos cuadraditos que apenas pude divisar... ¡Dios mío! ¿Me estoy volviendo un lascivo en mi diaria realidad? ¿Qué ahora me caliento de la nada, y con desconocidos al azar?
Apoyado y resguardado sobre la pared de mi hogar, coloco la mano sobre mi enfurecido pecho. Mi corazón va a sufrir un colapso si no logro calmar mis pulsaciones aunque sea por un momento... ¿Pero, qué demonios me pasa?
Nuevamente inspiro profundamente, tratando de controlar mi creciente aturdimiento. Pero las ganas de verlo, de nuevo, inundan mi mente por completo.
Quiero verlo, necesito verlo... Como si fuera una insana necesidad que me carcome por dentro. Verlo, aunque sea por tan solo un efímero momento.
Así que despacio, arrimo mi cuerpo sobre el ventanal. Pero ni la sombra de lo que fue la visión de ese pedazo de Dios griego se vislumbra. Absolutamente nada... Solo el remanente de lo que fue su presencia casi celestial.
Y defraudado con no sé quién ni por qué, me decido a observar más allá de lo que pueda mirar con solo curiosear. Así que abriendo las persianas de par en par, saco casi la mitad de mi cuerpo. Sin darme cuenta que debo parecer un demente a punto de colapsar, hasta que escucho a una alarmada señora que grita desde abajo que lo piense, que la vida es hermosa y que se debe de disfrutar.
Ante tamaña vergüenza, rápido me incorporo cerrando parte de las persianas y escondiendo mi cuerpo del afuera nuevamente. Entonces, decido por enésima vez en el día (y eso que voy por casi la mitad) dejar de pensar y concentrarme en mi labor porque debo pagar las cuentas.
Preparo una humeante taza de café con una pizca de crema, para tratar de endulzar mi novedoso día que consta de más de lo mismo, pero bien reguardado del afuera. Como debe de ser... Un lugar en donde me siento pleno y a gusto con la soledad que me cobija.
Coloco algo de música instrumental para inspirar mis ideas. Es que, últimamente, solo se me viene a la mente una sola cabeza... "¡Maldita sea! ¡Concéntrate Jimin!" Me reprendo mentalmente.
Y sobre que deslizo los bocetos de mi último diseño sobre la mesa, unos golpes secos retumban contra mi puerta. Golpes que provocaron la alteración de mi creativo momento.
Por un momento, me pierdo entre pensamientos hasta que otro golpe seco retumba por toda la habitación. Y dejando lo que hago, me dirijo hacia el acceso. Y aunque la semana pasada, entraron unos vendedores sobre que salía uno de los ocupantes del edificio, no creo que eso haya sucedido nuevamente.
Así que apoyando mi cuerpo sobre la fría madera de la puerta, consulto con elevada voz y sin abrir siquiera —. ¿Sí? —agudizando mi audición mientras pego mi oreja a la madera. Pero los susurros al otro lado no llegan a ser percibidos por mis oídos. Así que nuevamente hablo, dictaminando más fuerte —. ¡No quiero nada! Regrese por donde vino... Por favor —finalizo en un dubitativo susurro.
Pero sobre que doy la vuelta para seguir mi rumbo, nuevamente, la puerta es apañada con fuerza. Y entonces me preocupo, en una de esas, un vecino necesita auxilio y yo como el total ermitaño que soy, no acudo a su pedido.
Así que contra todo pronóstico, doy vueltas a la llave del acceso. No sin antes colocarle la cadena a la puerta, para luego asomarme despacio y con mi visión hacia el pasillo...
Pero en ese momento, mi respiración se detiene, estancándose el aire abruptamente en mi reseca garganta, en cuanto observo a la misma renegrida e intensa mirada del afuera, mirándome desde el umbral de mi puerta...
Omaigad😱
¡Pero qué cosas con éste Jimin! Que solo recuerda la cabeza de la chot😏🤣
Gracias por leer, comentar y votar♥️
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro