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₵₳₱. 55 "Tuyo"

Engañado, atrapado y excitado... Así me percibo mientras mi estremecido cuerpo reclama con vehemencia que sus manos se posen incorrectas sobre cada terminación nerviosa de mi soma.

Y no es que no quiera disfrutar del fogoso choque de planetas que sucede cuando -finalmente- nos fundimos. Tengo miedo de que se esfuerce en demasía y que de alguna manera repercuta en su reciente herida. Pero viendo cómo nuestras respiraciones se acoplan mientras mi agitado pecho parece querer salirse por entre medio de mis costillas, no queda otra que entregarme sin miramientos al calor del ardoroso momento.

—¡Maldita sea cariño! No tienes la más mínima idea de cuánto te deseo — suelta ronco y profundo el hacedor de mi codicia —. Verte trabajando bajo esa seguridad que te caracteriza mientras muerdes el lapicero distraído, me estaba dejando un incómodo problema de bolas comprimidas —finaliza risueño mi descarado morocho que luego de fingir una dolencia, aprovechó para dejarme bajo los designios de su mando.

Lo observo con mis párpados entrecerrados producto del estremecimiento que me domina de pies a cabeza, y a pasos agigantados. Y el muy sinvergüenza que se adueña de cada rincón de mi alma, corazón y vida, parece que nada se le escapa cuando advierto el calor de su impúdica mano recorrer por encima de las telas de mis nalgas.

—¿A-amor? me nace en un ronco gemido desde la latente desesperación por consumirlo sumado a la creciente preocupación de no hacerle daño.

—No es momento para cuestionamientos pero debo asegurarme. Cariño ¿tú estás adolorido? —me pregunta pasando levemente su mano por los vestigios que dejó el haber salvado su vida.

Pero para mi mala suerte o mi fortuna, depende de cómo se mire, lo único en lo que puedo concentrarme es en el eximio toque de su dedos sobre la sensible piel de mi cicatrizada herida.

—Necesito palabras bonito, no me la pongas difícil, que solo por ti es que no te estoy devorando como un loco animal desquiciado anuncia con su timbre de voz más profunda mientras eleva mis brazos por encima de mi desordenada cabeza.

—E-estoy b-bien... pero...

—Nada de peros cariño, yo estoy bien. Así que no te preocupes, solo necesitaba saber de tu estado para ver hasta donde me puedo precipitar articula delineando mi barbilla con su lengua mientras quema en mi inquieta ingle el sentir la gloria de su recia vena aprisionada sobre mi cadera.

¡Y maldita sea! Que mentiría si no digo que lo quiero dentro mío y si puede ser posible desde ayer. Porque este fervor que se acrecienta como flama ardiente, no es nada más ni nada menos que la exacerbación de nuestros espíritus que se reclaman desde siempre.

El poder que ejerce inconsciente sobre cada terminación nerviosa de mi dermis, no pasa nada desapercibida para mi predispuesta ofrenda a su merced... Y quiero tenerlo todo aunque eso signifique que nos reten durante el bendito control. Porque nada importa más que sentirlo avasallante y contendiente por control de no dejarse ser como un maldito animal.

Luego, suelta mis manos arrastrándose hasta la altura de mi cadera y observando mi rostro con sus ennegrecidas orbes empañadas en pasión mientras delimita el mapa de mi soma por encima de la ropa. Procurando grabar en las yemas de sus dedos cada relieve que sobresale y dispuesto a erosionarme con la excelsa destreza de su lengua.

Lengua que me provoca al salir impúdica desde su boca y acompañada por una blanca hilera de dientes que aprisiona mi despierta y adolorida dureza.

—P-por f-favor K-Kook ruego perdido y enardecido en el calor que me provoca el sentir cómo sus filos aprisionan mi falo por encima de las telas, impartiendo una mezcla de deseo con dolor que me posesa.

—Creo que no te escuché bien suelta firme y decidido mi morocho a medida que con suma destreza, desciende cada una de mis prendas —. Por favor ¿Qué? finalmente sentencia con su ruda y grave voz a medida que comienza a mordisquear la desnuda piel de mis piernas intercalando con húmedos roces de labios que tienen como único fin, el camino a mi perdición absoluta.

—Mi señor... Por favor... ruego una plegaria para nada religiosa sobre que me entrego como ofrenda a que me haga lo que quiera.

—Así está mucho mejor, mi belleza terrenal. Deja que me trague cada una de tus penas sentencia decidido.

Y sin ninguna advertencia me traga por completo provocando que un gutural sonido se subleve por las fauces de mi boca, saliendo de la forma más indecorosa cuando sus labios aterrizan sobre la dermis de mi pelvis. Comenzando un arrebato que de tranquilo tiene escaso y logrando que mis cuerdas vocales foneticen un canto en lenguas del antaño.

Completamente aturdido cuando percibo que me succiona, posiblemente, hasta el espíritu. Dejando un reguero líquido que corre distraído hasta finalizar en la prominente unión de mis nalgas. Entonces me deslizo de lado para saciar las condenadas ganas de que algo empuje ese líquido hacia el limbo de mi fruncida y necesitada entrada.

—Q-quédate quieto q-que me lo h-haces difícil anuncia con voz entrecortada y entonces caigo en cuenta, de que vigila cada movimiento de su cuerpo para no provocar dolor en su herida ni en la mía.

—Señor... no me voy a romper, así que arremeta... por favor suelto decidido a ir por todo lo que tenga para darme y recibir como todo un campeón, lo que se digne a entregarme.

De repente, me jala desde la corva de mis rodillas y me arrastra austral hasta doblar mi espalda como un simple muñeco de trapo —. Muéstrame tu entrada lindura —objeta exigente como un maldito dios griego mientras se le marcan las venas de su brazo en el esfuerzo —. Me parece que no entendiste... Ábrete para mí.

¡Y maldita sea! Que quedarme expuesto para su desenvuelta lengua me trastoca la cabeza.

Pero haciendo acopio de todas mis fuerzas y sin pensar demasiado, me abro las nalgas a su ofrenda para que tome lo que quiera y que me marque, si quiere, de paso.

—Eso es bonito ¿Sientes cómo me pones? —pregunta mientras desliza simulando deliciosas embestidas con su caliente, duro y embebido falo sobre la unión de mis prominentes y sensibles muslos.

Lo siguiente que percibo, mientras me dedico a incorporar oxígeno a mi estremecido cuerpo, es un dedo juguetón que recoge los fluidos a su alrededor para luego perderse en la profundidad de mis abismos. Logrando extraer un sonoro gemido de mi parte que muere cuando se incorpora sobre mi pecho, soltando mis piernas en el proceso de fundir sus labios con los míos.

Toque increíble que genera mil descargas eléctricas en cada fragmento de mi dermis, logrando afianzar a la fiera que reclama que la desgarre por completo y enamorándose nuevamente de cada porción del anhelado roce de su cuerpo.

Porque, en definitiva, esta es la forma en que funciona. Es la manera en que mi cuerpo reacciona ante su exigente mandato. Es un modo de amar descontrolado pero con control al fin y al cabo. Alocado como pocos pero eficiente entre nosotros...

Su excitante poder y mi sublime entrega hacia él.













































































Gueno, gueno... ¿Cómo que demasiado calor por estos lados no?😏

Y solo es el comienzo. 😈

¿Pueden creer que de este capítulo, me salió un poema para mi poemario erótico? Cuando se enciende la lámpara mágica de mi cerebro, hay que dejarlo fluir...

Gracias por leer, comentar y votar 😍

Los amito mucho ♥️



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