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₵₳₱. 33 "Aquí para tí"

Luego de mi pudorosa huida sin hacer caso a las palabras lejanas de mi caliente morocho, pasé de nuevo por el nuevo local para discernir con Nam los detalles de los bosquejos que debo armar y terminar presto. Agradeciéndole en silencio el no indagar sobre mi desordenado cabello, o los diferentes colores de mi rostro y cuello, o la escasa presencia de mi impecable porte frente a sus ojos.

Pero para nada pasó desapercibida la inspección del resto del personal, escuchando a lo lejos el bisbiseo entre ellos sobre el extraño comportamiento entre el barista del bar (y hombre de mis sueños) y quién les cuenta el cuento. Y por supuesto que me dediqué a escuchar los pedidos y detalles del dueño del lugar, pero sin querer, retornaba a prestar más atención a los lejanos vocablos percibiéndome señalado. ¡Malditos fantasmas del pasado! Porque eso mismo es lo que son: sucesos que marcaron el trayecto de mi vida señalándome como el raro.

Así que ya en casa, dejando de lado todo aquello que me dicta la intuición como incorrecto y haciendo caso omiso a mi parva cordura, resuelvo dirigirme hacia el departamento de aquel que se adueña con presteza de mi alma, vida y corazón...

Tan simple como suena el dictado de mi voz, dejando escapar mis renuentes pensamientos, de ese modo se maneja...

Como un especialista profanador de ultratumba que renace dentro mío todo aquello de lo que nunca pensé llegar a ser digno.

Y soy consciente de que el nombramiento efusivo del afecto que fluye como agua de manantial bajo las profundas capas de mi piel, posiblemente, acusaron a sus labios de sellarse por la impronta de mis actos.

¡Pero es que es demasiado esto que siento! Y si a eso le sumamos el sentirme pleno siendo sometido bajo su manto... ¿Quién me puede juzgar de querer mostrar afección al cultivador de mis estados?

Exactamente... Nadie.

Porque todos deberíamos ser honrados con sentir, aunque sea una vez en esta condenada vida, la plenitud que embriaga cada fragmento de mi piel y hacerle saber al promotor de la misma, la magnificencia de su acto.

Y para mi bendita suerte, me encuentro con Tae al ingreso del complejo cuando el tiempo acusa de largarse el aguacero. Así que luego de un efusivo abrazo y aguantar que pellizque mis mofletes, nos dirigimos -por fin- hacia el departamento.

Y la mayor sorpresa ocurrió al escuchar sobre que ingreso en completo sigilo con el amigo del morocho de infarto, a un hermano consolando las penurias de otro hermano. Aunque llamó también mi atención, el repentino cambio de humor de Tae al darse cuenta de quién era el invitado.

Pero mi actitud decidida surgió sobre que escucho llamarme como "Lindo par de piernas rubias". Así que carraspeando y con efímero temor ante sus ojos, me presento y le cuestiono: —¿Qué decías hermano de Jung Kook?

Logrando captar la atención de ambos y una profunda mirada que desnuda hasta mi alma, del morocho.

Por consiguiente, Tae se acerca y le entrega unas posibles palabras de aliento para lo que le espera mientras impaciente lo observo a él y a su hermano, que no puede sacar los ojos de ese par que expone con sus ojos lo que no dicen los vocablos.

Luego de un momento, me acerco hacia aquél que dicta cada paso de mis actos y lo llamo provocando que me observe como desencajado. Es que la tensión sexual del ambiente es tal, que no sé si somos nosotros o es ese otro par. Aunque debo admitir que cada vez que lo veo a mi joven morocho, mis paredes se contraen como puerta de hierro al pleno calor del verano.

—Cariño, lo siento tanto —dictamina tomando mis manos —. Te aseguro que este tarado me obnubila, nunca hubiera dejado que te fueras sin decirte lo que dicta el corazón cuando estás a mi lado.

Acarició con cariño sus nudillos, absolviendo el aura extensa y oscura que rodea todo su cuerpo. Sus ojos transmiten una especie de aflicción y de inmediato, quiero convertirme en ese antídoto para paliar su dolor.

Dejando todo de lado para solo buscar su confort.

Es tan grande y poderoso lo que habita recorriendo los caminos venosos de mi cuerpo que presiento reventar si no le hago llegar lo que se escapa por cada uno de los poros de mi piel.

Así que aposentado a su lado, extiendo mis brazos en una práctica de valía que determina que aquí estoy... Sin reproches o exigencias, solo mi entrega para calmar su dolor.

Él, de inmediato me rodea suspirando y dejando correr por su agraciado rostro, esas lágrimas que implican el desborde de su interior. Y les juro que desearía poder tener el don de acariciar su corazón y solo extraerle sonrisas donde reina abundante tristeza.

Luego observo la faz de aquellos dos que son extraños a lo que implica el nexo de esta relación, pero que se perciben empíricos en la cuestión mientras nos guardan con creciente empatía. La profunda mirada del hermano de mi acongojado morocho, está repleta de afecto mezclado con ciertos dejes de angustia. Y a su lado, lo ampara un hombre que lo vicia a través de los ojos del amor.

—Lo siento mucho Jimin —dice el hermano del hombre entre mis brazos —No debí referirme así de ti, más allá de saber o no si eran algo más de lo que yo suponía.

Y solo atino a agachar mi cabeza como muestra de mi entendimiento a sus excusas, de que todo está más que bien. Dando a entender de que solo me importa apaciguar a la fiera que aqueja al hombre que logra asentar mis pies sobre la tierra.

—¿Mejor Jungkooki? —cuestiono acariciando su mejilla al percibirlo más tranquilo sobre mi hombro y de inmediato, percibo el cambio repentino en su semblante.

Unas suaves caricias se apoderan de los horizontes de mi cadera y una respiración que se acelera a medida que su rostro se aleja del rincón donde lo guardo de problemas.

Entonces, atisbo una especie de huida a nuestras espaldas de aquel par que se esfuma entre rezongos. Y solo quedamos aquí, el pesado aire que compartimos y una efímera distancia que separa nuestros rostros.

De inmediato, mi cuerpo se tensa al darme cuenta de la intimidad del momento. Instante en dónde me percibo desnudo ante la guarida de la intensidad de sus ojos.

—Contigo todo es mejor cariño, haces de mi mundo un paisaje bello en donde solo necesito tus caricias en mi rostro.

Dicho esto, se aproxima en un agonizante descuento mientras mis orbes se empañan de cada emoción suya, en donde mi cuerpo reacciona al observarme en la brillantez de sus ojos y en dónde nuestros cuerpos gritan interpretaciones psicomotrices que dictan que somos uno.

Y solo atino a dejar abierto mis labios para que se sirva de mis jadeos, que deguste a su parecer, absorbiéndome hasta el tuétano de mis huesos en la intensidad de su ardiente toque con esos ribetes que emulan provocando la igualdad de mis besos.

Maravilloso momento en donde cierro mis ojos y me transporto a ese lugar donde nadie nos juzga ni señala, porque solo importa que nos tenemos el uno al otro en esta intrínseca batalla.

—T-te n-necesito c-como no te das una puta idea —suelta mi joven morocho, hacedor de mis choques de planetas.

Y todo me sobrepasa... La habitación da mil vueltas envuelto en el frenesí del sabor adictivo de sus labios sobre la inmensidad de mi garganta.

Y una irreverente lágrima hace mella en el camino de mis acalorados cachetes hasta ser acunada entre sus dedos.

—Tu emoción es mi emoción, bonito, eres todo y a la vez tan poco, que percibo que nunca me cansaré del sabor adictivo de tus besos. Porque me convertiste en un menesteroso de tu cuerpo, del roce de tus manos sobre la erizada piel de mi dermis, y de la magnífica sensación de ser enteramente tuyo.

Me aferro al calor de su roce como si de vida se tratase, acallando mis posibles  incertidumbres cada que absorbo energía suya en forma de incrementada valía.

Porque esto es lo que somos...

El designio del afecto en la comunión de nuestro toque.

Mi entrega y tu convicción, reflejadas en los ojos del afecto que se escapa por nuestros poros.

Porque emociona saber que eras tú, aquel que tanto habitaba entre mis recurrentes sueños y ahora tengo la dádiva divina de poder verte en vivo y en directo.

Mi joven morocho, mi guerrero. El hacedor de cada uno de mis deseos más oscuros y el único dueño de los ostentosos latidos de mi corazón.

—Te deseo con cada célula de mi cuerpo —recrimina —. Y no es solo una necesidad a nivel carnal, es una penuria que ahoga mi garganta si te tengo lejos. Porque siento que mis emociones afloran con la necesidad de gritar a los cuatro vientos que te quiero... Te quiero en mi cama, en mi cuerpo pero sobre todo en mi corazón...

Mis orbes se inundan de incontroladas emociones, porque verlo tan resuelto al abrirme su interior, solo provoca que quiera hundirme profundo en cada sentimiento que empañe sus latidos. Y no importa si es por hoy, o por unas horas o por la maldita y vesánica eternidad...

Soy suyo.

—Te quiero... Te quiero con el afecto que implica esto que promueves dentro de mi cuerpo. Te quiero con adoración y con incontenida pasión. Te quiero con el anhelo que generas al desear ver tu rostro en cada despertar y en cada cerrar de mis ojos, obtener un suspiro por ser tu imágen la que se reproduzca como último pensamiento. Te quiero porque me haces ser y contigo quiero ser la suma de dos para ser uno...

Él, se encarga de barrer una a una mis incesantes lágrimas que se reflejan de igual manera ante las suyas.

Porque compartimos la emoción de dejar fluir nuestros corazones que se encargan de unirse en los acordes de una melodía que se teje con los hilos del amor.

Te quiero mi Jungkooki...

Confieso -nuevamente- aunando mis brazos a su cuello.

Te quiero mi bella y delicada flor, mi Jimin. Eres todo lo que siempre soñé dormido y despierto. Y prometo tratar de hacerte feliz con cada segundo de oxígeno que me dejes respirar junto a ti.

Nos fundimos en un anhelante roce de labios que promete sellar una promesa de amor eterna mediante la profunda comunión de nuestros cuerpos.














































































Haw maldita sea!! Necesito mi historia de amor y desangrar mis venas de rebosante afecto lpm 🤣

Se nos viene la sellada carnosa de la afección 😏😬😂

Muchas gracias por leer, por comentar y por votar 🥰

Los amito mucho❤️

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