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₵₳₱. 24 "¿Control?"

Luego de una intensa jornada de caricias y sometimientos ardorosos que dejaron entumecidas mis caderas de ejercitar tanto en la misma pose, me despierto al amanecer del albor de un nuevo día, inspirando profundo el aroma de su exquisita fragancia que se impregna a los lares de mis fosas nasales.

Tu delicado cuerpo enredado a mi torso, cada momento vivido a tu lado, cada encuentro que juntos supeditamos, la percepción de despertarme en el molde de tus cálidos brazos como si hubieran sido creados a mi semejanza, sólo hace que en mi pecho aflore velozmente la maldita necesidad de estar constantemente encima tuyo. 

Y mientras inhalo profundo para resguardar todo esto que me abruma como una narcótica nube, me maldigo internamente. Ya que el pensamiento insano de mis deseos más profundos es el de resguardarte sólo para mi exclusivo uso. Y ese raciocinio, en parte, es completamente enfermizo...

Y gracias a que todos mis pensamientos están teñidos con sinónimos de amor pero con una marcada connotación de obsesiva posesión, es algo que  -verdaderamente- debería asustarme.

Me inquieta sobremanera el no poder dominar, tal vez, la huella que dejo sobre la impronta de tu trémulo cuerpo ¡Es que me convierto en un maldito sediento de poder sobre que te me entregas al cien por ciento!

Deseando poder apretar e ir más allá de lo que te proponga la erótica situación. Y activando un maldito interruptor en mi cabeza que me convierte en un demente lascivo del aroma y del sabor de tu delicada piel que se marca sublime ante mi firme tacto.

Dejando mis pensamientos de lado, me muevo -pausadamente- con el fin de no interrumpir tu placentero sueño. Y me sonrío para mis adentros al verte colocar morritos con tus regordetes labios a medida que me alejo...

Hinchados y endemoniados labios que me incitan a que me coloque de rodillas sobre la cama y te agarre con firmeza desde tus rubios cabellos, despertándote entre atoradas para luego besarte en profundidad mientras saboreo mi simiente.

¡Y maldita sea! Debo desayunar algo liviano y salir a trotar por un largo rato o me consumirá la cabeza... Y si no es la de arriba, será la de abajo.

Y como no podía ser de otra manera, la carpa descomunal que se levanta frente a mis ojos al repensarlo con los ojos llorosos mientras me come centímetro a centímetro, me altera mi parvo sano juicio... Pero aún así, necesito alimentar este gran cuerpecito o me caeré redondito en el medio del local de Nam...

Así que tratando de acomodar mi amistoso y humedecido amigo para un costado y que no joda, me dirijo a la pequeña cocina para no morir de inanición y poder soportar la larga y fatídica jornada que me espera a continuación.

Pero grande es mi sorpresa cuando noto que de alimentos tiene poco el refrigerador, a lo sumo un par de huevos y unas fetas de un supuesto jamón que más parece roquefort por lo que veo. Y para colmo de todo esto, las alacenas están vacías y solo cuenta con algunos paquetes de arroz.

—¡Bingo! —me digo sobre que encuentro unos pequeños envoltorios de variados condimentos. Ahora procederé a realizarme una tortilla dejándole una preparada para mi dormilona belleza.

Acomodo los escasos ingredientes a mi alcance sobre la mesada y primero me dirijo al baño para asear mis dientes y mi rostro... ¡Lejos de lavar mis partes! Mis partes que se la banquen, saldré a correr luego y olerán como perro muerto para mi regreso. Así que sin hacer mucho ruido me enjuago correcto y cepillo como puedo mis cabellos.

Y disponiendo de mi escasa imaginación culinaria para la recreación del alimento sobre que echo todo a la sartén, una gran biblioteca capta mi atención. Así que descendiendo el fuego al mínimo me dirijo hacia su encuentro, con el único fin de fisgoniar un rato entre los pequeños libros... No seré muy asiduo a la lectura pero dicen que lo que lees es un reflejo de lo que quiere tu subconsciente, dándote la capacidad de pensamiento crítico y ayudando a la fluidez del habla.

Y con lo primero que me encuentro son novelas de romance intenso, drama y pasión. Pero luego un libro de tapa negra, azul y blanco con un hombre arrodillado capta por completo mi atención, pero cuando lo voy a tomar entre mis dedos me extrae de mi husmeada un creciente aroma a quemado.

—¡Maldición! —asevero moviéndome rápido a dar vuelta la chamuscada tortilla. Mejor me quedo acá así cocino bien, la próxima para mi bello durmiente.

Un ruido asemejado a un bostezo pero demasiado adorable para mi gusto se escucha proveniente de la habitación, y luego asoma con su mata de pelo enmarañada, su cabeza por el rincón —¿Jung Kook? —pregunta refregándose los ojos.

—Aquí estoy cariño... ¿Pero, por qué mejor no regresas a dormir? Todavía es demasiado temprano.

—¿Eso es comida? —cuestionas a medida que ingresas abriendo de golpe tus ojos y portando solo una remera que apenas cubre tus muslos.

—Se podría decir que sí, pero... ¿cómo puedes tener vacía la nevera y alacena? ¿O es que acaso estas escaso de dinero?

Él, me mira con el ceño fruncido por un momento pero luego me suelta moviendo sus hombros: —Simplemente, me olvido —robando un pedazo de mi chamuscada tortilla mientras sonríe como niño en travesura.

—¿Te olvidas? ¡Eso es imposible! ¿Es que acaso nunca tienes hambre?

—Sí, pero nunca me falta el arroz, mi fiel salvador de cada día.

—Debes revisar tu alimentación, te terminarás enfermando si no te nutres como corresponde... Ven siéntate y come ésta.

"Que no se me chamuscó" pienso en mi interior.

Y sobre que apoyo la tortilla en el plato y veo que no se mueve, elevo mi cabeza encontrándome con sus hermosas mejillas teñidas de un intenso rubor. A lo que de inmediato rebusco en mi cerebro dándome cuenta de mis dichos.

Entonces, me arrimo hasta su provocativo cuerpo (que lo es aunque no quiera serlo) y le digo: —Se que sonó algo raro, pero me refiero a sentarte aquí, en la banqueta para comer tu tortilla.

Y al verlo más rojo, todavía, lo beso sobre un hombro y desde su zona lumbar lo dirijo hasta la silla. Y una vez sentado y sin emitir vocablos comienza a degustar la preparación.

Lo observo y me sonrío para mis adentros, no puedo creer que de todo lo que hemos hecho en estos días, esto le provoque tanto rubor.

Al pasar de los minutos, la palpable tensión flota y crece entre nosotros. Y no ayuda en nada verlo masticar privándose de visión sus ojos al saborear el trozo...

¡Maldita sea! ¿Será que puedo dejar de pensar con la cabeza del Sur de mi cuerpo para dejar de estar duro?

Entonces, nuevamente, me concentro en mi alimento y me llama como imán al hierro, un pequeño gemido proveniente desde sus belfos ¿Pero será de Dios?

—¿Es en serio? —le cuestiono resignado a que mi pene golpee duro y preparado contra el elástico de mi bóxer casi estrangulado.

Él, se queda estático sin entender realmente mi reacción —¿Qué hice? —pregunta con su boca a medio llenar y con su preciosa cara de niñito todo inocente mirándome directo a los ojos.

Lo observo por unos segundos más y sacudiendo mi cabeza resignado en el pensamiento de que lo que se paró habrá que bajarlo, me incorporo a su lado deslizando una mano por su espalda para terminar de apoyarla en su zona lumbar.

Y les juro que puedo sentir el palpitar de su corazón con cada una de mis terminaciones nerviosas.

—Me tienes duro gimiendo así y eso, es completamente injusto —susurro sobre su oído, tensándose de inmediato al escuchar mi verborragia. Entonces procedo: —Quería desayunar liviano y entrenar por un rato, pero así —me incorporo y restriego mi despierto bulto por su tembloroso hombro —no puedo...

Y realmente, espero no asustarlo ante mi arrebato porque mil ideas se suceden a continuación en mi cabeza para liberar endorfinas... Pero la que hizo su boca luego, me dejo estupefacto.

Él,8 se gira observándome con sus ojos vidriados mientras atrapa con sus dientes el contorno de mi dureza ¡Y si no me vengo justo ahí pasa raspando! Es que verlo pellizcar con sus dientes mientras su rostro se convierte en el pecado frente a mis ojos, me tiene demente.

A continuación, apresa y retira como puede la tela que recubre lo que anhela, sin hacer uso de sus manos que las mantiene sobre sus muslos.

Y es incesante el jadeo que se escapa de mis labios mientras balanceo mi cadera sobre su rostro —Se un buen niño con tu amo —le suelto ronco y eufórico, temblando al sentir la humedad de su lengua sobre la punta roma de mi furiosa vara.

Y muevo una de mis manos sobre sus cabellos acariciando -primero- la zona para luego apresar con firmeza la toma hasta obtener su jadeo de satisfacción. Porque eso me demuestra la intensidad de su visión cuando se encuentra con mis oscurecidos ocelos —Abre la boca... —le ordeno. Y obsecuente, se deja ser.

Y afirmando la otra mano en mi cadera, le marco un ritmo que me pone desquiciado. Firme mi toma a su cabeza y completamente desordenada la succión, me hundo profundo admirando como se marca a lo largo de su esbelto cuello mi dura extensión.

—Cariño, ten cuidado con tus dientes — gruño de malsana satisfacción cuando vuelve a morderme enteramente de gusto —Pequeño endemoniado —le suelto afirmándose más rudo, ahora con mis dos manos y jadeando de gozo ante su aceptación.

Los siguientes minutos son revoleos de platos para todos lados y su cuerpo recostado a continuación. Y con su cabeza colgando boca arriba sobre la mesa, me consume hasta mi alma en una fuerte succión. Para luego elevar su cadera y extraer con mi boca hasta la última gota de placer de su ofrendada pasión.

Y mareado de abrumador placer se queda como flácido sobre el mueble e incorporando aire que escasea a mis pulmones, me coloco en su lugar mis prendas para levantar luego, entre mis brazos, a mi adormecida debilidad.

—Vamos cariño, que todavía es temprano... —le susurro depositando un efímero beso sobre sus cabellos. Y entonces, se acurruca sobre mi agarre susurrando un "No me dejes..." entre sueños.

¡Y demonios! ¿Cómo cree que puedo dejarlo en este estado? Si percibo a su mente delirar en otro plano... Así que respondo con un "No me iré a ningún lado cariño, tú duerme..."

Pero cuando atravieso el comedor con dirección al dormitorio, observo el mismo libro de tapa negra, azul y blanco tirado en el piso. Y ganándome el bichito curioso me arrimo hasta dejarlo frente a mis ojos para leer bajo el dibujo del cuerpo arrodillado "Guía para ser buen sumiso".






































Eso sí que fue vuelta y vuelta la tortilla😏🤣

Gracias por leer, votar y comentar😍

Los amito mucho❤



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