"Sí mi señor..." se escucha el retumbe de una cansina voz entre las corrientes de vientos del Este que azotan el claro al venidero amanecer.

Una firme nalgada seguida de un gemido prolongado se pierde en el eco que los pájaros producen al revolotear por sobre la arboleda en cuanto se asustan con las ráfagas veloces del vendaval que se avecina en el lugar.

Una gran mano qué ase sus caderas imprimiendo en tonos rojizos con extremada fuerza, cada fragmento expuesto de su piel que asoma entre el desgarre de sus prendas. Misma mano que recorre su columna a lo largo, hasta posarse como un espectro devorador de su alma sobre su sensible garganta.

Apretando hasta agotar las reservas que mantienen intocables las líneas de lo que está bien y de lo insano. Provocando a su amo con los apenas audibles gemidos que susurra de sus temblorosos labios y generando un sublime ardor en cada terminación nerviosa de su piel.

La arremetida de aquel que profana con lascivia es realmente dura y sin un ápice de duda, y el ofrendado plebeyo solo puede llorar en el proceso, pidiendo a los dioses, de no desmayarse de placer ante el suceso y así poder soportar todo el gozo que solo su amo le sabe dar.

Unos minutos eternos de manos que se pierden en el calor del cuerpo ajeno, hasta que el pequeño rubio se atreve a jalar los cabellos del fornido guerrero, apoyando de pleno su espalda sobre el sudado y marcado abdomen de su amante desquiciado.

Acción que solo provoca que las estocadas se hagan aún más profundas y firmes mientras el amo entierra sus dientes sobre la ardorosa dermis del hombro de su avasallado plebeyo susurrando a su oído que por fin tiene permitido eyectarse...

Y éste, a medida que se desarma en un gutural gruñido de éxtasis ensordecedor para cualquier mortal sobre la faz de la Tierra, pierde la escasa fuerza de voluntad que le profesa a aquél que lo consume con vehemencia y total adoración; mientras sus fuertes brazos lo atañen para que no caiga y se pueda lastimar sobre la tierra.

Las infinitas sensaciones que comparte el plebeyo con el dueño de su cuerpo, alma y corazón, lo transportan a otro plano en el ámbito del deseo. Y es que su mente desfragmentada divaga en una confusa línea del tiempo, porque no es sólo amarse porque existe algo mágico entre ellos que los atrae como mosca a la leche, sino que también es por un deseo avasallador de uno por poseer y dominar la erótica situación y del otro por ceder y entregarse a la misma sin miramientos ni objeción.

Logrando así la sublime sensación de morir en cada aguerrida contienda y renacer en la boca del otro, cada que sus labios se encuentran...

—Pequeño endemoniado... Me vas a matar tú en vez del enemigo —suspira el valiente guerrero sobre la sensible piel de su espalda a medida que este trata de incorporar aire al encontrarse flotando en un limbo de estelas de placer provocadas hacia su cuerpo.

—¡Qué irónico mi señor! —suspira —¿Creí que era yo el bendecido de perecer bajo su extenuante mando? —comenta el pequeño risueño y sonrojado a medida que boquea.

El fornido hombre maduro lo vira, para enfrentarlo mirando directo a sus ojos, a esas orbes que provocan su completo delirio, a aquel joven que da vuelta cada una de las ideas de su cabeza dejando reducido al gran guerrero Hwuarang en un manojo de cenizas.

—Escucha bien lo que te digo pequeño... Y espero que se te grabe en esa atrevida cabeza que sostiene tu esbelto cuello... Si mi designio finaliza en manos del enemigo, tenlo por seguro, que buscaré a través de los siglos renacer al lado tuyo...

⌛🕛🕐⏳

Despierto solo en medio de una cómoda cama, con un nudo en mi garganta, desorientado y percibiendo mis mejillas humedecidas, y mientras retiro con la yema de mis dedos los caminos trazados de saladas aflicciones; observo todo mi alrededor cuestionando en dónde estoy o lo que he hecho.

Entonces contínuos rememores se resurgen en mi adolorida cabeza. Anoche he bebido de más y eso es, en parte, porque nunca bebo. Y si a eso le sumamos mi creciente estado de excitación que tomó mi cuerpo por poseso... Me quiero morir sobre que tomo consciencia de cómo me deje llevar y de como tomó control, ese caliente morocho, de cada acto de mi cuerpo.

—¿Pero qué demonios? —me cuestiono a medida que me incorporo de la cama de un tirón, observando mi cuerpo desnudo, todo colorado y manchado sobre mi abdomen.

¿Es qué acaso me acabé dormido? Y se me vienen nuevamente los flashes eróticos de mi ensueño, provocando que los colores resurjan en mis cachetes y acortando el aire que respiro sobre que los medito.

En eso, golpean la puerta y antes de que pregunte o me esconda bajo la manta de la cama dado que estoy completamente desnudo y encima todo pegoteado, ingresa mi parapsicólogo a los gritos. ¡Aquel que me engañó para que tenga sexo con su mejor amigo! Y que justamente tenía que ser ese candente y tierno morocho! Y no lo digo por lo dulce... Sino por lo jovencito.

—Pero ¡Dios mío Chimmi! ¿Puedes taparte? Que si te miro me emociono, y no creo que a mi amigo, eso le agrade mucho —comenta mientras deja una bandeja con un supuesto desayuno sobre la pequeña mesa al lado del lecho.

Me envuelvo entre las sábanas porque no tengo ni idea si existe mi ropa o está por pedazos regados por todo el departamento. De inmediato, bajo mi cabeza entre avergonzado y furioso diciendo mientras aprieto con firmeza la sábana contra mi pecho.

—Fue una jugada muy fea de tu parte Tae, el que me tendieras una trampa para tener relaciones. Y mi nombre es Jimin no Chimmi.

—¡Es que te miras tan tierno que no pude evitarlo! —me dice sonriente —Así que lo siento, pero para mi tú eres Chimmi o ¿Prefieres que te llame como el de la trampa de anoche? Esa en la cual caíste solito por cierto. Y que yo sepa, no empuje a nadie a tener el mejor sexo de sus vidas... Y que follaran como si no hubiera un mañana y por varias horas seguidas —comenta.

Mi cara se enciende en un furioso rojo que quema y salgo corriendo, haciéndolo a un costado, envuelto entre las sábanas y con dirección hacia el baño. 

Pero sobre que comienzo con mi huída un fuerte dolor en mi cadera me paraliza —¡Maldición! —pego un grito de dolor al cual acude Tae de inmediato.

—¡Chimmi! Anoche desarmaste tu cadera ¿Qué tal si te recuestas y desayunas? ¿O de última te pegas un baño calentito? Jung Kook tuvo que irse al local, Nam lo iba a matar si faltaba por follar como un maldito conejo toda la madrugada —finaliza mientras me ayuda a incorporar.

Lo observo arrepentido, en verdad, él es un buen amigo de su amigo. Y está aquí para cuidar de mi adolorido cuerpo ya que el maltratador y abusivo huyó como todo un fugitivo.

—Lo siento Tae —digo cabizbajo —se que no fue tu culpa lo de anoche, o sea, nos vimos y no pudimos frenar ¿Me explico?

Intento darle forma en mi cabeza a lo que me sucedió anoche, y por más que lo intente no tiene una explicación coherente. Fue solo... Como si fuera imposible de controlar lo que su porte hace a mí cuerpo.

—No tienes que darme explicaciones Chimmi, tranquilo —me dice mientras me deja en la cama nuevamente y acomoda el desayuno a mí alrededor —Jung Kook dijo que dejó una sudadera, un pantalón y un calzonsillo que te podrían servir, aunque creo que algo mío te iría mejor... ¿Porque viste el tamaño de tu amante? ¡Es un maldito ropero el desgraciado! —finaliza robando una tostada de mi plato entre risas.

E imposible que no me haga sonreír y baje mis muros de inmediato, así que decido relajarme y disfrutar de tener a alguien como Tae acompañándome a desayunar.

Aunque a cada rato tenga que aguantar a que consulte si exageraba anoche al gritar como un poseso "según él" o es que su amigo la tiene realmente grande.

🤣Yo también quiero saber😏

Gracias por leer, votar y comentar😍

Los amito mucho❤️