₵₳₱.13 "Poséeme"
Luego de quedar sin aire, sin habla y sin orgullo al percatarme de mis indecorosos actos en plena vía pública, corrí como si me llevara el Diablo. Quemando mis piernas con cada paso y sin mirar hacia atrás bajo ningún aspecto.
Es que gracias a sus palabras, que me hicieron despertar de inmediato, pude salir de mi nebulosa ardorosa de crecientes emociones. Porque como podrán ver, ese morocho me tiene a su merced como un obediente sumiso ante su amo. Y eso me asusta, aunque no me disgusta. Lo sé, estoy quedándome loco que ni yo me comprendo últimamente.
Y ahora, entre copas, el resonar de esas palabras en los confines de mi dañada mente, no hace más que volver a alterarme pasionalmente. A lo que solo bebo como respuesta a mi magnífica impronta de escape y espero que se sepa interpretar mi irónica y lamentosa melodía, porque llevo más de tres copas y la maldita cabeza me da vueltas como una condenada tortilla.
¿Y adivinen qué? Él, sigue grabado como fuego en mi retina y atropellando cada barrera impuesta.
Así mismo, me siento como liberado de mi designio por momentos, ya que las preocupaciones se disuelven y resfalan a medida que la bebida corre sobre la base de mi garganta. Pero luego, retorna a mi mente como un mantón renegrido que se apega absorbiendo cada uno de mis sentidos.
Es que ¡vamos! ¿Ya por hoy es como demasiado, no? ¿Cuánto más me lo voy a cruzar? ¿O es qué acaso este niño me persigue a todos lados?
Pero a decir verdad, sobre que toqué mi automóvil y llegué hasta este lugar. No pude dejar de pensar en el calor que irradiaban sus labios, en la forma en que avasalló con mi pequeño acto lleno de valor y en cómo sus manos estremecieron cada fragmento por encima de la ropa que recubre mi sensible piel ante su tacto.
En un momento dado, mi parapsicólogo que quiere que lo llame "mi más hermoso Tae" comienza con un monólogo sobre el amor que transita las barreras del espacio y tiempo. Diciendo que es cuestión de saber reconocer a quienes amamos desde adentro y que los sueños recurrentes (que yo les llamo pesadillas) no son otra cosa más que emociones profundas desde el fondo de tu mente que te indican que quieres vivir eso en carne propia y en tu propio presente.
Y solo lo observo cargando una copa entre mis brazos, con los cachetes de mi rostro en llamas y con los otros cachetes -también- rojos, pero en lo profundo de mi mente. Ese solo pensamiento me trajo consigo un subidón de calor repentino que fue a parar directo a mi ingle. Así que, disimuladamente, entrecruzo mis piernas para evitar que se me note el creciente bulto.
El departamento se torna demasiado cálido a pesar de que el huraño amigo de "mi más hermoso Tae" no se digna a presentarse. Por mi parte, mucho mejor, ya que por hoy he avanzando demasiado en tema "contacto" y del tipo "más estrecho" diría en todo caso.
Pero en un momento dado, la puerta se azota y aparece como una inmensa sombra que desde que avanza, me atrapa.
Y sobre que nuestros ojos hacen contacto, mi parapsicólogo anuncia que se ha olvidado algo en el cuarto, y que si no me molesta, él volverá luego.
Entonces, me observa profundo y al centro de mi cuerpo, traspasandome de lado a lado, dejando expuesta cada barrera que creí impuesta desde mi huída de sus brazos y provocando una ardorosa sensación en el ambiente. Sensación que quema mi piel por tener cerca su tacto.
Se acerca avasallante, veloz, y sin dudarlo. ¿Y yo? Solo atino a separar mis piernas para darle un mejor acceso hacia el calor de mi cuerpo que nació para cobijarlo.
Y con cada centímetro que imparte hacia mi lado, la cuerda elástica del tiempo regresa a su comienzo.
Y en vez de avanzar el joven morocho de ímpetu furioso que me robó o le robé fogosos besos. Avanza hacia mi trémulo cuerpo, mi amado guerrero Hwarang, aquel fornido hombre lascivo que me hace amedrentar con su intensa forma de amar, sacándome profundos quejidos por lo rudo del sexo bajo su mando.
—Mi s-señor... —Se escapa sin querer desde mis temblorosos belfos sobre que me alza del sofá. Para luego cruzar mis piernas alrededor de su cadera y así, atraparme en un codicioso roce de labios.
—Tú señor... —me besa con ahínco mordiendo cada tanto la sensible piel de mis labios —. Tú amor... —sus manos aprietan con firmeza cada nalga separando mis cachetes y forzando a mi ropa interior a que raspe doloroso sobre mi estremecido agujero —. Tu amo —su lengua recorre profundo y ávido, el interior de mi cavidad destrozándome con sus palabras.
Soy un mar de jadeos y me deshago como flan entre sus brazos. Estoy dispuesto por y para él, de la manera que dicte tenerme y como fuere, mientras se repiten las palabras que salieron desde sus labios y las vivo como propias en otro lapsus de tiempo y espacio.
La afable sensación de estar amando en el presente a mi ensoñado, combinado con la intensidad de los roces del desconocido que me conoce y que conozco, logran reducir mi cabeza a un mar de jadeos donde solo pido por más. Mucho más por dentro, aunque nada salga de mis labios.
—Dios mío... —jadea recuperando oxígeno y apoyado sobre mi frente —. Eres... sublime. —me dice con su voz entrecortada.
Mis ojos se tornan acuosos al verme reflejado en la anhelante obscuridad que me devuelven sus ojos en cuanto los abre. Y a pesar de casi no poder hablar por jadear sin pausa, me las apaño para darme valía de afrontar lo que me pasa y transmitir en palabras, cada sensación abrumadora que percibo dentro mío.
—Y...t-tú, e-eres hermoso... —dictamino acariciando su rostro.
Y a medida que se apoya ante mi tacto cerrando -nuevamente- sus ojos, lágrimas de gozo, de anhelo, de felicidad, o de temor; afloran desde la naciente de mis orbes.
Y solo puedo dejarme llevar por lo que tenga que pasar... No estoy dispuesto a huir más de lo que él provoca a cada uno de mis sentidos. Algo más fuerte que el calor abrazador de sus besos. Algo más intenso que mil orgasmos juntos, y mucho más duradero que la misma eternidad del firmamento.
Entonces, se sienta conmigo sobre su regazo, abrazándome como si fuera a desaparecer en algún momento de sus brazos. Y trato de demostrar que estoy aquí, que lo ví, y que no pienso huir más, a no ser de que sea necesario.
¡Maldita forma de vida que asumí a lo largo de estos años!
Ahora que deseo hablar con tamaña intensidad y por primera vez en mi vida, mis palabras solo mueren en mis labios...
Así que espero que se pueda conformar con las sensaciones que le transmiten mi ofrendado cuerpo.
—Te he esperado por tanto tiempo... —me dice suspirando sobre la unión de mi hombro y de mi cuello.
Y lamiendo su contorno suavemente, mi deseo por su piel va en continúo aumento y con creces, así que doy rienda suelta a mi fervor...
Quiero que me tome y me haga suyo como en mis más fogozos sueños húmedos.
Sus besos por mi espinilla mientras remarca con dientes cada extremo de mi mentón, me extraen jadeos que nada pasan desapercibidos por él.
Mis manos apresadas con firmeza sobre la musculosa pegada al cuerpo que posee, queman por avanzar. Pero aunque siento que puedo, algo me dice en mi interior, que debo esperar...
—¡Tócame! —exige.
Sonando como un maldito interruptor que destraba mi cerebro. Porque desde ese momento, mi respiración se acelera dando rienda suelta al roce de mis dedos.
Sus manos, que se cuelan por debajo de mi campera, queman cada que su firme tacto hace contacto con cada milímetro de mi dermis. Haciendo que mi cadera se empiece a ondular sobre la firme dureza que denota su grandiosa entrepierna.
—Sí... Así mismo cariño, muévete para mí.
Susurra el morocho, absorbiendo el calor de mis oscuros y endurecidos pezones ante el contacto de su caliente lengua, labios y dientes. Y sobre que aprieta con firmeza en uno de ellos, impartiendo un ramalazo de dolor que se transforma de inmediato en un profundo jadeo incontenido desde mis labios, siento un dedo traspasar más allá del comienzo de mi ropa interior hacia mi oscuridad.
¿En qué momento abrió mis ropas?
Y pierdo total interés en la pregunta sobre que noto un húmedo dedo malvado, juguetear sobre mi fruncida entrada.
—Relájate cariño... —me susurra al oído —. Y si quieres parar, solo debes hablar, mientras jadees ante mi tacto no me detendré. Pero si emites una sola palabra de incomodidad, me detendré de inmediato. — Finaliza.
El firme agarre de sus manos a mis necesitadas nalgas, la preocupación en el timbre de su voz ante mi posición, el calor que expide con cada centímetro de su gran soma bajo mi tacto, hacen perder la timidez que pudiera resguardarme de no quedar expuesto. Y de un asalto, devoro con ansias sus labios, besando, chupando y mordiendo todo a mi alcance.
Sus sonoros gemidos y maldiciones por lo bajo, me demuestran que está a punto de ebullición y que estoy realizando una gran labor. Ya que su entrepierna se clava con firmeza y entusiasmo entre mis glúteos.
De un solo jalón, vuelan los broches de mi pantalón.Asomando húmedo y furioso mi falo. Mientras él, babeando sobre la palma de su mano, lo envuelve en círculos resfalozos para luego terminar apretándolo.
Tiemblan mis manos mientras emito jadeos entrecortados, bajando sus flojos pantalones para dejar asomar a la bestia que reclama desarmar cada una de mis entrañas.
Y lejos de amedentrarme... me envalentono.
Necesito ahora sentirme un rato Jung Kook,😏para proseguir con la desgustación de las profundidades de ese caramelito maduro y rubio😈
Recuerden que narro un capítulo de cada uno. Jimin es rubio y Jung Kook, morocho.😊
Gracias por leer, comentar y votar 😍 y por disfrutar de la historia 🥰 Espero se emocionen al leerla, como a mí, me emociona el escribirla.
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