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Caminaban despacio tomados de la mano, ninguno prestaba atención a lo que había al rededor hasta que ella vio a lo lejos a un grupo de niños persiguiendo a un pobre gato, sin esperar a que su novio le dijese algo ella salió corriendo para rescatar al animalito.

Supo que no se podría negar a que su adorada y linda novia se quedará con el animalito, ella tenía esa mirada de súplica que le decía decir si a todo.

— Esta herido, ¿podemos llevarlo al veterinario?— La chica miro a su pareja a modo de súplica, el no dudo en aceptar—.

— Esta bien, iremos a la clínica donde suelo llevar a Kaburamaru, la doctora es buena.—La chica sonrió, tomando la mano de su novio se dirigieron a la clínica, al llegar la recepcionista los hizo esperar.

— Se ve muy mal.

- Tranquila, la doctora sabrá que hacer.

—La chica asintió, tomando la mano de su pareja espero hasta que la recepcionista los dejo pasar—, el consultorio era pequeño, la chica dejo al pequeño animal sobre la mesa de examinación, la puerta fue abierta dejando ver a un chico, de inmediato Iguro se puso alerta, sobre todo cuando el medicucho le sonrió de manera coqueta a su chica.

Observaba con atención los movimientos de el galeno, sobre todo cuando a su parecer se acercó más de la cuenta.

En un abrir y cerrar de ojos el puño de el pelinegro se estrelló contra el rostro de el veterinario, su novia lo miro para sólo negar mientras lo tomaba de la mano.

- Cariño basta.

- No, ese idiota coqueteo contigo.

- Iguro por favor.

El mencionado miro a su novia, un suspiro abandonó sus labios cuando ella se acercó para besar su mejilla.

- Bobo celoso, ¿cuando entenderás que sólo te quiero a ti?.

- Lo siento.

La chica le sonrió, el médico sólo se quejó siendo mal visto por Iguro quien tomando al gato y su novia salió de la clínica.