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²⁹. ❝ 𝐓𝐡𝐞 𝐭𝐢𝐧𝐢𝐞𝐬𝐭 𝐭𝐡𝐢𝐧𝐠𝐬. ❞

𝕴𝖓𝖛𝖎𝖊𝖗𝖓𝖔 𝟚𝟘𝟙𝟡.

𝕱𝖎𝖓𝖆𝖑𝖊𝖘 𝖉𝖊 𝖉𝖎𝖈𝖎𝖊𝖒𝖇𝖗𝖊


El eco a su alrededor lo aturdía, al igual que su vista desenfocada lo que lo hacía caminar como si estuviera ebrio. Sus pies eran heridos por los miles de cristales infestado de una niebla tan gruesa que podría confundirla con telas danzantes.

― ¿Hola? ―su voz resonó por las paredes oscuras hasta que se estrelló al otro lado del camino y un zumbido metálico lo hizo cubrirse los oídos.

Las bisagras y el peso de la misma puerta dieron entrada a una luz cegadora, tuvo que cubrirse los ojos hasta que pudiera ajustarse a la intensidad de la luz. Podía escuchar voces, unas que no conocía. Graves, profundas y llenas de una sensación de peligro, como cuando se enfrentó a los cazadores en el bosque, la misma sensación de la muerte rondando cerca trepaba por sus piernas y lo volvían más pesado.

Una voz suave y tranquila de una manera inquietante, como si alguien perturbador como en las series y películas de criminales comenzara a hablarle al oído, salió de una sombra blanca moviéndose alrededor de un contenedor con agua y una capa de escarcha escondiendo su interior. La otra voz provenía de una sombra negra, pero le daba más miedo. El mismo sentimiento que le provocaban la absoluta oscuridad, las armas de fuego y los hombres que han intentado matarlo.

El golpe seco de parte de ambas sombras al cristal y la respuesta de otro golpe dentro del agua le dieron la mala sensación hasta sus huesos, como si le hubieran dado una patada al estómago... No, era peor. Era como si alguien le perforara el estómago con un cuchillo y su vida se le escapaba de sus manos. Sin embargo, sus pies fueron los que parecieran adquirir vida propia y avanzó hasta estar a tan pocos pasos del cristal.

Podía ver burbujas y una sombra, una que le inspiraba otra clase de temor. Colocó su mano en la superficie y barrió la escarcha. En el agua sólo había un cuerpo flotando, atado a una máscara de oxígeno y el cuerpo desnudo de HyungWon estaba ahí: muerto.

Su propio miedo fue el que lo sacó del sueño y lo trajo de vuelta a la vida real.

La habitación se encontraba aún a oscuras con sus propias marcas bestiales como única fuente de luz y un par de rayos del amanecer colándose entre las cortinas. Su vista de inmediato buscó a su pareja, que descansaba sobre su pecho y su ansiedad sólo se esfumó en cuanto sintió el calor de su lazo.

Ya no recordaba mucho de lo que soñaba, pero la imagen de HyungWon muerto en una cámara de agua es algo que no con facilidad podría olvidar. No lo entendía, cuando estaba con él, las pesadillas no lo atacaban y ahora, parecían no querer darle tregua con su novio.

Respira, solo es un sueño ―la bestia en su interior se asomó por los rincones de su mente y ésta misma calmó su respiración―. No todos los sueños son profecías.

―Perdón ―susurró en su mente, acarició con delicadeza la cabellera rosada cuidando de no despertar a su novio―. No sabía que los sueños darían tanto miedo.

No será por mucho, pronto podremos criarnos junto a nuestros hermanos leviatanes ―aseguró, adoraba que su bestia fuera aún más positiva que él―. Entonces las pesadillas pararán, lo presiento.

HyungWon dejó de estar tranquilo y se removió entre sus brazos, abrió uno de sus ojos y sonrió. La imagen de su cadáver se rompió dentro de sus pensamientos, pues la vida dentro de HyungWon era muy parecida al calor del fuego. Se inclinó para darle un beso, uno largo, que le permitiera sentirlo de manera física y en su alma, con su lazo tensándose con cada movimiento de sus labios.

―Buenos días, Alteza ―dijo después de que se separaron―. Te sentí preocupado, ¿pasó algo?

―No es nada ―suspiró, tomó un mechón de cabello rosado, jugó con él entre sus dedos―. Una tonta pesadilla, solo eso.

―Tu bestia tiene razón ―no necesitó de palabras o interrogarlo, su lazo le permitió saber qué clase de sueño tuvo esa noche―. Pronto tendremos todas las respuestas que necesitamos, SeungCheol nos ayudará sin dudarlo.

―No lo dudo ―por sus recuerdos, vio que tenía gratos momentos con el basilisco y le pareció que mostraba un aprecio sincero, por lo que también confiaba en él.

En ese rato de silencio, se dedicaron a repartir caricias sobre el cuerpo del otro y respirando sus aromas juntos. Uno que otro beso casto era dejado en sus labios. Cada vez que estaban juntos, las cosas parecían ir como un arroyo en el bosque, tranquilo. En su pecho pudo sentir la presencia de algo afuera de la habitación, por lo que sus besos se detuvieron y se levantó en estado de alerta mirando hacia el ventanal.

― ¿Qué sucede? ―el rubio también se puso tenso.

―Es un presentimiento, no te muevas, voy a ver ―no esperó alguna protesta, pues se quitó los cobertores de encima y se acercó con cuidado a la ventana, tomó del bolso negro sus guanteletes y deslizó la hoja de Diacaurzus.

Abrió un poco la cortina para ver al exterior y al poner extrema atención, un movimiento bajo el muelle de la mansión llamó su atención. El ligero color durazno lo alertó de la presencia de su amigo.

―Falsa alarma ―dijo, WonHo también se paró de su cama y se puso detrás de HyungWon―. Es HoSeok, seguro viene por mí.

―La cosecha de la Luna, lo olvidé ―WonHo dejó caer su frente en el hombro de su pareja y abrazar su cintura, HyungWon encontró un poco divertida la clara decepción en su voz por no pasar el resto del día juntos.

Cuando estuvo en las cuevas, WonHo siempre los escuchaba hablar sobre una celebración especial en la última luna llena del año, los leviatanes más importantes del clan salían de la protección de su hogar en un viaje largo hasta el fondo del océano pacífico, donde antes se localizaba la capital de la estirpe del mar: Las Ruinas de Atlantis.

Los miembros de la élite entre los guardianes cargaban con un valioso cuarzo azul turquesa de medio metro de altura, perteneciente al primer alfa líder de la manada costera, con la capacidad de cambiar de animal a mortal. Era una reliquia con gran cantidad de magia que servía desde ser la base principal para las medicinas de sanación por heridas graves, incluso ofrecía la protección en las entradas con runas a lo largo del territorio. Nadie comprendía del todo su verdadero propósito, de lo que sí estaban seguros, el cristal era el que contenía magia otorgada por el Creador, pero al igual que el agua, no es infinita la magia que hay dentro de él.

Al ser un ser con vida después de que su dueño original haya muerto hace milenios, suele "cansarse" y la única manera de mantener con vida a seres que no son elementales como los cristales de energía, era necesario recolectar la magia que necesitaba para estar vivo. Para eso, los miembros más habilidosos para la energía espiritual eran entrenados en la cosecha de magia primigenia además, permitía establecer las conexiones espirituales entre el ambiente y ellos.

A diferencia de otra clase de magia, la primigenia es la que viene directamente del Creador de Siete y ésta sólo estaba en la cuna de cada raza. Atlantis fue el lugar donde vio nacer a los leviatanes, esa misma magia se quedó en las profundidades del océano para mantener vivos a los últimos de su especie. El ritual se lleva a cabo para traer más vida a su clan y cada trescientos años cambia su bendición. Ha curado sus cultivos, aumentó la magia entre los leviatanes y ahora eran bendecidos con una era de fertilidad que no se había visto desde la Era Dorada, cuando los reyes del océano eran contados por miles.

Todos estaban ansiosos por saber qué nuevo don les traería la magia de su dios, ya que nadie entendía su verdadera naturaleza; los descendientes del leviatán, como SeokJin, aseguraban que era tan impredecible que podría ser cualquier cosa, incluso era lo que daba los dones a todos los miembros del clan.

Una vez que los miembros más pequeños de la manada llegan a la edad en la que se presentan su casta y forma bestial, este cristal está resguardado en la Cámara de Poseidón, custodiado por hechizos poderosos aprendidos desde la Primera Era y que sólo el descendiente directo de sangre podía desbloquear por medio de un ritual desconocido para los demás. Entonces se exponía en las escalinatas de la Casa de los Líderes en una fastuosa ceremonia para que los pequeños tocaran el cuarzo, quien les daba más brillo a sus luces y mostraban sus dones al clan.

HyungWon no tuvo mucha suerte cuando fue su turno. Sintió la magia, sí, pero no pudo mostrar su don. De inmediato fue llevado con YoonGi para poder ver si se encontraba bien de salud. Todo resultó normal y no había alguna explicación de momento para su retraso.

YoonGi llegó a la conclusión de que por su misma condición de Nexum Animarum, es que las irregularidades de HyungWon retrasaron su presentación de don y avance de edad tenían sentido. Los nacidos con un alma que complementa otra suelen crecer juntos para que cuando tengan la edad suficiente, puedan unirse. HyungWon al nacer unas décadas antes, la bestia interior es la que pacientemente esperó por WonHo, pues su misma alma ya estaba ligada a la del heredero, increíblemente desde antes de que naciera.

Todavía no descubría cómo es que un humano podría enlazarse con un ser de magia sin haberla adquirido en las últimas generaciones. Además de que cuando los humanos y cambiaformas coexistieron, claro que hubo cruzas entre creaciones. Pero la magia sólo duraba una o dos familias en adelante, después se extinguía la magia al ser de distintos dioses.

La poderosa familia Thorburn llevaba muchos siglos viva y por lo que pudieron buscar, no hay archivos sobre sospechas cuando prácticamente casi todo humano en la tierra consideraba los cambiaformas como mitos. Ni siquiera en los expedientes ocultos en la misma mansión, no había nada.

―Ya quiero que esto termine, no sé si soportaré años estando demasiado lejos.

―Tranquilo ―acarició su mejilla y besó la punta de su nariz―. Con la convergencia no me sentirás tan lejos, lo prometo.

―Puedo decir que claramente siento una diferencia entre nosotros, una buena ―WonHo se llevó las manos al pecho, se sentía más cálido que de costumbre.

―Sé que extrañabas tu hogar y la Cosecha de la Luna es tu oportunidad de regresar―el omega tomó el rostro de su novio―, sigues siendo un humano. No puedo alejarte de tu familia, tu cambio ya no debería ser un peligro para ellos, así que puedes quedarte aquí.

― ¿Puedo verte cuando te vayas? ―preguntó, abrazándose al cuerpo de su omega, escondiendo su rostro en el cuello de su pareja―. Prometo esconderme.

―No seas impaciente ―HyungWon se separó y le dio un par de golpecitos en su cabeza―. Tendremos muchas lunas llenas después de que te presentes.

―Pero...

―Hazme caso ―sonrió porque su novio era terco―. Volveré dentro de ocho días.

Le dedicó otro beso, uno más largo hasta que sintió lo suficiente y evitar volver a buscar el calor de WonHo entre sus cobijas.

La parte más dolorosa de ser almas destinadas era que la distancia era fatal para su salud. Una maldición que pocos aceptaban, HyungWon era uno de ellos. Razón por la que su fe en que esta marca más profunda les fuera de ayuda debido al largo viaje.

―Tengo que irme ―dijo, casi sin voz en su mensaje, pues aún quería ceder al deseo de quedarse en la cama junto a su pareja. Tuvo que ser fuerte―. Te veré pronto.

―Te amo.

―Y yo a ti.

Separarse del calor de sus brazos fue más fácil decirlo que hacerlo. Se armó de valor para poder alejarse. Su cuerpo se erizó, no sabía cómo abandonar la seguridad de esa casa sin que su bestia comenzara a protestar, así que sólo caminó sin pensarlo hasta la ventana y salir al balcón. Por la poca luz anaranjada, logró menguar sus luces y no llamar la atención.

Una capa gruesa de escarcha cubría casi todo, por lo que su piel hirviente le provocó una molestia horrible. Aguanto todo lo que pudo, así que fue más ágil al subirse por el balcón de piedra y caer hasta el suelo con la elegancia de un ave al aterrizar. Se reunió con su mejor amigo rápidamente y desaparecieron por el lago.

WonHo no pudo sentir ese vacío tan característico cada vez que HyungWon se iba de su lado. Esta vez, lo podía sentir como si nunca hubiera dejado la habitación, le entristecía y alegraba al mismo tiempo.

―Por favor, no tardes.

El camino hasta su casa no fue sencillo, el acceso por tierra requería mucha más distancia y tiempo tanto por la superficie como dentro del laberinto de las cuevas. Su único atajo era una pequeña ruta por el lago, una que ya no se ocupaba desde los tiempos de guerra. El segundo plan tuvo un inconveniente, pues un par de guardianes en el lago casi los sorprenden. No sabían que las guardias serían más tempranas, por lo que tuvieron que bajar hasta el fondo, ocultándose entre las algas y logrando pasar desapercibidos.

El siguiente paso no fue tan sencillo de realizar, pues en cuanto la seguridad del clan los abrazó, el problema más grave fue cuando llegaron a la casa de HyungWon. HoSeok olisqueó el aroma tan peculiar de WonHo en el aire, provocándole un ataque de pánico, tomó a su mejor amigo del brazo.

―Tenemos que deshacernos del olor ―dijo, HyungWon no comprendió del todo y retrocedió cuando se acercó.

¿Qué diablos te pasa? ―su voz sonó profunda.

«Ahora no», pensó HoSeok.

―No puedes irte con el olor del océano en ti, NamJoon va a sospechar ―volvió a tomar las muñecas de su amigo y lo condujo al baño.

No me toques ―la bestia de HyungWon sonaba más amenazadora.

―HyungWon qué... ―un fuerte empujón lo tomó por sorpresa.

Quedó anonadado. Ambas bestias eran muy unidas, como hermanos y nunca se atrevería a hacerle daño. «A menos que...». Lo observó con más atención, su marca en el tobillo desprendía un vaporcito blanco y sus aromas se combinaban muy bien, HyungWon tenía marcas, para nada sutiles, de mordidas empezando a curarse, además del evidente rastro de sexo en su piel, algo había en el aura de HyungWon. Un ligero brillo dorado cuando la luz refulgía en su piel sólo significaba una cosa: hicieron al Convergencia.

―Que me guíe el Leviatán Blanco ―dijo, se levantó alzando las manos mostrando no ser una amenaza con un omega recién marcado―. HyungWon, soy yo, ¿me reconoces?

―No te... ―frunció el ceño y se tambaleó, gruñó como un animal.

HoSeok se acercó con cautela y tocó ligeramente la muñeca de su mejor amigo. Con su don esperaba calmarlo con su propia paz.

―Tranquilo, sólo respira ―su amigo se encogió hasta abrazarse las piernas, se notaba que la parte mortal de HyungWon intentaba tener el control―. Respira hondo.

Pasó un buen rato hasta que finalmente pudo sentir que el omega permitió tocarle las manos. Una hora pasó sólo para por fin actuar normal, afortunadamente, JiHoon llegó en su ayuda. Al ser un omega marcado, no lo veía como una amenaza; claro que HyungWon se llevó un buen golpe en la cabeza por haber hecho la convergencia a escondidas de ellos, pero la presencia de JiHoon hizo más fácil ayudarlo a disimular el aroma de WonHo sobre su piel con un supresores en su baño y la marca de destinado en su tobillo se desvaneció debido a la distancia física.

El mediodía coloreó de mucha luz en las cuevas de leviatanes, momento en el que llegaron los veinte mejores del clan, ataviados con capas negras y ropa blanca, reunidos en las escalinatas de la Casa de los Líderes, escucharon las bendiciones del Alfa Líder que tomaba prestadas de antiguas promesas grabadas en las columnas, aquellas que custodiaban la enorme puerta de su morada.

La ceremonia era sencilla, hasta que llegó el momento de la verdadera preparación: la purificación de la magia.

Un ritual en el que el cambiaformas se deshace de la magia que no es necesaria para poder tocar el cristal del clan para llevarlo a lo largo de la cosecha hasta las ruinas de Atlantis, ya que el cristal no puede ser tocado por cualquier tipo de magia sin que actúe de manera agresiva, así que necesitan separar su magia que les da identidad como individuo de la primigenia que llevan desde su nacimiento.

Fueron divididos por castas, siendo que SeokJin y el príncipe JiMin se encargaron de llevarlos a unas tinas dentro del palacio donde se lavarían en agua bendecida por el Creador de Siete proveniente de la Cámara de Poseidón, lo que les dotaría de una protección momentánea para poder acercarse al cristal y alejare de su hogar sin repercusiones graves más que cansancio luego de completar su tarea.

El lugar era majestuoso. Una enorme sala de cuarzo blanco con vetas doradas y cristales rosados dando luz a tinas rocosas de un tamaño bestial, salía vapor del líquido del color de la perla con un olor parecido al del mar. Los omegas mayores fueron los primeros en entrar de un salto y liberar sus propias formas de leviatanes, donde permanecieron todo el rato sumergidos y dormitando; pero HyungWon se puso nervioso de que esta vez no tendría salida.

No podía saltarse un ritual como aquel debido a que pocos tienen el honor de ir a la cosecha del cristal, el proceso era muy riguroso y muchos matarían por tener semejante tarea en sus manos. Negarse es como insultar a su propio pueblo. Al llegar su turno, sólo faltaba él, tragó saliva al saber que SeokJin era quien lo ayudaría en su ritual de limpieza.

— ¿Nervioso? —preguntó, HyungWon se desató la capa y la dobló.

¿Es realmente necesario que me ayuden? —fue lo que su bestia preguntó en secreto.

—HyungWon.

El llamado lo sorprendió, se dio cuenta de que se había detenido al tomar la correa de fibra de caña que ataba la camisa sobre su pecho. Sacudió su cabeza, tendría que pensar de manera rápida.

—No es nada —fue quitándose cada prenda hasta quedar desnudo ante el omega líder.

—Oh mi —SeokJin se mostró más divertido que preocupado por las muy evidentes marcas de mordidas, moretones y rastros de rasguños a lo largo de su cuerpo—. No sabía que HoSeok te reclamó un día antes de salir.

—Ya sabes cómo es —se rio, quería que sonara tranquila, pero se notó que buscaba terminar lo más rápido posible—. Los alfas son un poco ansiosos cuando tienen sexo.

SeokJin comprendía su inquietud, él también lo crio junto a sus padres y había ciertas cosas que entre familia era un poco complicado hablar. Por lo que tomó un cuenco con pintura plateada hecha de algas criadas por el mismo líder y que contenía magia de los primeros ancestros completamente animales, la pintura era el catalizador para almacenar la magia no primigenia y se dispersa en el líquido perlado, para después aceptar la magia del Creador de Siete, este sello permite tener la bendición el tempo necesario para realizar el viaje y regresar a la cámara de Poseidón y dejar el cristal en su hogar. SeokJin pintó con sus dedos runas a lo largo de su pecho y espalda.

—Tus padres van a estar contentos de que te hayas enlazado —HyungWon se tensó.

¿Cómo se dio cuenta?

—Cuando tienes la edad que yo tengo, te das cuenta de detalles pequeños —terminó de escribir y colocó un cuarzo líquido, la sustancia que sellaría la magia primigenia una vez purificada. La untó sobre las marcas de plata en su cuerpo y el cuarzo se absorbió con rapidez, dándole un brillo blanquecino—. Hay algo diferente en ti —siguió el ritual con agua cristalina repleta de esporas de magia muy pequeñas, que dejó caer sobre su cabeza—. Ya no siento la soledad cuando te toco.

—No eres el primero en decirme eso —a su mente le llegaron las veces en las que sus amigos más íntimos han recalcado que desde que regresó, ha cambiado―. Aún no le digas nada a mis padres, es algo que tengo que hacer por mi cuenta.

―Está bien ―respondió, como si él fuera el mismísimo padre de HyungWon y tuviera que esperar a conocer a WonHo―. El agua curará todo y no habrá marcas muy evidentes para cuando veas a tus padres. Ahora pide a nuestro Creador su bendición y algo por lo que quieras cumplir ―le ayudó a llegar a la orilla de la bañera.

Por favor, que lo entiendan ―fue lo que recitó en su mente junto a su bestia interior.

Una vez que terminó de pedirle a dios, asintió en dirección a SeokJin para que lo soltara, respiró profundo del aire impregnado por muchos aromas dulces combinándose con el suyo y saltó hacia el líquido perlado.

La sensación de caer al agua y ser engullido por ella no fue lo que lo abrazó al entrar, en cambio, le recordó a la suavidad de la seda recorriendo su cuerpo. Su piel de inmediato soltó brumas rosadas y su cuerpo cambió sin necesidad de llamar a la bestia, el lugar era profundo para permitirle nadar en completa libertad hasta irse al fondo, donde su cuerpo se relajó por completo y entró en un estado de sueño.

A su mente le llegó en un parpadeo la ruta del océano, pasando barrancos marinos, columnas de coral, bancos de peces hasta los primeros templos de piedra blanca derruidos y finalmente llegar a la Atlántida. Sólo pudo verla por unos segundos antes de salir de la tina tosiendo sin control.

Los demás también se encontraban en la misma situación. Nadó hacia la orilla, sus manos tenían una capa del agua aperlada lo que le daba la apariencia de estar hecho de ese mismo material, sus luces eran lo único que conservó su color original al igual que sus ojos.

Ahora que completaron la primera parte, al conectarse a su cuna ancestral por pensamientos, no podrían perderse en el camino si algo malo llevara a la manada a separarse. Nadie rezaba por esa opción, sin embargo, tomaban las precauciones necesarias.

Se reunieron con los demás en la entrada a la manada, en la laguna con el arco de piedra custodiado por las runas. El alfa líder esperó a todo el grupo junto al enorme cristal. Les recordó a todos sobre la importancia de ese viaje para los visitantes y los más jóvenes de la manada. Cada uno de los integrantes de esa pequeña comunidad habían depositado sus deseos y esperanzas en ese viaje, sabiendo que los mejores podrían ir y regresar con la nueva magia para otorgarles una mejor fortuna en ese año.

Su familia también estaba ahí para desearle un buen viaje, fue un poco difícil ocultarle el olor a su padre alfa, pues notó que su aroma combinado era un poco fuerte para ser natural. HyungWon se libró de dar una explicación carente de sentido, cuando fue llamado para organizar la formación inicial.

Sólo hasta que entró al agua fue que se sintió a salvo, pues el agua podía esparcir disimular el aroma en su piel.

El grupo se reunió alrededor del cristal, tomó una posición al final de todos. El retumbar de la piedra al alzarse le erizó la piel. El oscuro túnel de roca negra pronto se vio lleno de vida cuando miles de cristales se iluminaron para mostrarles el camino a los mensajeros del Creador de Siete. Avanzaron con cuidado para que el cristal no rozara con el piso o el techo, llegaron a otro de los túneles por el cual descendieron aún más profundo, usando sus luces como guía a través de la oscuridad.

HyungWon no recordaba haber recorrido este camino, por lo que ocultó muy bien sentirse en total calma al avanzar, aunque por dentro se sentía muy ansioso por ese nuevo camino. Giraron dos veces a la izquierda, tres a la derecha, ascendieron por un largo rato y en cuanto alcanzaron una curva hacia arriba, podía sentir la sal filtrarse por sus fosas nasales.

El mar fue quien los recibió cuando volvieron a toparse con la superficie. NamJoon los llamó por turnos para decir quién cuidaba el cristal y quienes eran los centinelas para alertar desde la distancia, HyungWon y HoSeok eran de los últimos, se quedaron a la entrada del túnel y la sensación de una mano tocando su codo alertó al omega.

Viró a mirada hacia la derecha y lo sintió. Su vista no era útil, pero su lazo de Nexum estaba tibio y agitado. WonHo estaba cerca, por lo que cerró los ojos y su mente se concentró en buscarlo hasta que una parte de sí mismo encontró la mente de su novio.

Te dije que no vinieras ―su regaño sonó más bien como la resignación, pues conocía el carácter terco de WonHo y encontraría la forma de reunirse con él a pesar del riesgo de ser descubiertos.

Estoy lo suficientemente lejos, pero puedo sentirte ―el chico estaba en la cima de una pequeña cordillera, muy por encima de los leviatanes.

WonHo se sentó en una piedra erosionada por la lluvia y la humedad, con una capa de musgo cubriéndole casi por completo, el amanecer no se mostraba del todo, pero podía sentir el calor del sol a punto de llegar. Aún no sabía cómo la bestia más joven lograba conectarse a HyungWon con tanta facilidad.

Por el Hacedor ―HyungWon negó, aun así, le causó mucha impresión que incluso a tan corta edad pudiera proyectar su presencia sin estar agotado por el uso continuo de magia tan avanzada―. También te extraño ―dijo por fin, luego de pensar ahora con su corazón.

Yo también te voy a extrañar ―sonrió.

El peso de la idea de estar lejos todavía era nuevo para WonHo, nunca tuvo problemas por alejarse de los que amaba, pero la bestia no era así, él tenía esta conexión más profunda con su parte complementaria y trataba de entenderlo lo mejor que podía.

Te veré pronto ―fue lo que WonHo consiguió decir después del silencio entre ambos.

Te amo ―contestó, el llamado de su alfa líder provocó que el pequeño tacto entre sus almas comenzara a desvanecerse―. Te veré pronto.

Yo también te amo.

La nueva organización se basaba en constantes rotaciones para que unos descansaran a lomos de los guardianes con el don de la fuerza que conservarían su forma bestial, ya que ellos cargarían con el cristal para llevarlo a través del océano; otros se encargarían de montar guardia a la distancia y los más aptos, se quedaron cerca del cristal. Durante las primeras horas, HyungWon se quedaría a vigilar el estado del cristal junto a una sacerdotisa, para esto, estuvo en su forma mortal y a lomos de HoSeok, quien comenzó a ponerse el arnés de cuero con los pines de plata y Diacaurzus para mantener a su mejor amigo sobre su espalda. Los demás se acomodaron, antes de entrar a mar abierto, HyungWon miró hacia arriba un poco ansioso por dejarlo atrás, aun así, el lazo tibio era lo suficientemente fuerte para soportar el viaje.

Muy bien manada ―el alfa líder se comunicó en sus pensamientos―. Recuerden, el cristal es nuestra prioridad, los sanadores estarán siempre dentro y los demás, rotaremos guardias ―NamJoon se colocó a la cabeza del grupo―. Si alguien llegara a retrasarse, sabe el camino. Viene una tormenta y estaremos a salvo por un tiempo, así que adelante.

Su estómago se revolvió, no pudo ocultar la emoción de iniciar el viaje al igual que los nuevos miembros de esa guardia. El agua dulce pronto cambió a una salada, sus pieles comenzaron a soltar pequeñas estelas de luz tenues, iniciando su travesía.

―Que romántico ―BaekHyun chilló de alegría por ver el anillo de su mejor amigo―. Así que oficialmente eres su noviecito leviatán.

―Sí ―su risita de enamorado ya era costumbre en cada llamada que tenían, y ahora sus ojos, apagados debido a que estaban sus padres en casa, no podía revelar su forma mortal, pero su bestia interior estaba despierta―. Sigo sin entender cómo es que funciona el cortejo, creo que similar a salir en citas antes de pedir la mano, como en el siglo pasado.

― ¿Y piensas casarte? ―Baek tomó una de sus almohadas y la esponjó debajo de su barbilla―. Digo, si están pre prometidos, al menos ve pensado en la boda.

―Creo que vamos a ir lento ―rio, sabía que detrás de la insinuación, Baek sólo esperaba la ocasión para poder ir a una boda―. Tenemos mucho tiempo de sobra.

―Pero no se tarden, no quiero ir en silla de ruedas ―refunfuñó―. Si me arrugo como pasa no voy a poder lucir mi traje Gucci.

―Eso sería una tragedia total ―dijo con un tono dramático, siguiendo su juego, su sonrisa de pronto se sintió un poco forzada―. Oye Baek.

―Dime.

―Estoy un poco asustado ―dijo, su corazón se sintió pesado como una roca y dolía―. Tengo miedo de envejecer como los leviatanes y dejarlos atrás.

―Todo estará bien ―su mejor amigo trató de verle el lado positivo, pero la inminente idea de su nueva inmortalidad no era algo que ni BaekHyun pasaba por alto―. Te diré algo WonHo, no sé si es destino o no, pero tus decisiones te han llevado hasta dónde estás y creo que HyungWon te dio la oportunidad de seguir viviendo como humano, él de cierta forma está más acostumbrado a dejar ir a seres queridos que nosotros, y por eso te deja avanzar a tu propio ritmo en esto de la inmortalidad.

―No lo sé ―su mirada dejó de prestar atención a la pantalla―. Los leviatanes tienen sentimientos iguales o más complejos que los de nosotros, su manera de estar conectados con otro es... ―hizo un ademán con sus manos, intentando ordenar sus ideas―. Es como si pudiera tocar el alma de los demás, no todos te dejan claro ―YoonGi era el que más barreras le ponía para poder establecer un lazo―. Las palabras ni siquiera son necesarias, ser un leviatán... Te hace más sensible a los sentimientos, como si ellos fueran otro tú.

―La bestia interior, ¿no? ―WonHo asintió.

―Hay algo en los lazos que me hace más complicado no ignorarlos ―si se concentraba lo suficiente, podía sentir a sus padres, a su tío, a YoonHo, a BaekHyun―. Ustedes son parte de mí, pero HyungWon es diferente y no lo digo porque es mi novio.

― ¿Le dijo Nexum verdad? ―BaekHyun estaba preocupado, sabía con sólo ver a su amigo que estaba pro tener una crisis existencial, lo mejor que podía hacer, era escucharlo―. Algo así como un alma gemela.

―Crep que es más que el alma gemela... HyungWon y yo tenemos una especie de conexión tan profunda, es como si lo sintiera a mi lado o que mi alma está con él en el océano, en los pasillos de mi casa, en las praderas del lago Ness, él está en todas partes. A donde sea que vaya, siempre estará conmigo y si él muriera ―ahí estaba, ese sentimiento de un vacío, como un enorme hueco en su pecho, oprimiendo todos sus órganos―. La idea de que alguno de los dos muera... no sé si...

―WonHo ―miró hacia la pantalla―. No te aferres al futuro, sólo te sentirás miserable, vive lo más que puedas y si es turno de irte o el de HyungWon, no olvides que también eres humano y debes seguir adelante con su legado.

La sensación de hablar sobre el futuro nunca ha sido buena, siempre le dejaba un sabor metálico en su boca, como si estuviera herido desde dentro, conteniendo una gran cantidad de sangre y su vida escapara con sólo pensar en cuál sería su siguiente movimiento el día de mañana. Por lo que dormirse después de ver a BaekHyun lo llevaron lejos de esos pensamientos, al lugar que tanto le aterraba y gustaba al mismo tiempo.

El sol se filtraba por el cristal hasta alimentar con su luz a la vegetación del lugar, tomó entre sus dedos un par de flores de esporas, éstas flotaron en al aire y bailaron por todo el lugar hasta salir de invernadero. Desde que puso un pie la primera vez que llegó, surgió la inquietud de saber cómo sería si su magia la llenara y estar ahí, con plantas humanas y de su mundo rodeándolo lo hizo sentir muy lleno.

«¿Así debería verse nuestro mundo?» se preguntó al salir y descubrir un mundo que hubiese sido el suyo.

La mansión Thorburn era un enorme castillo a las orillas el mar, tan majestuoso y opulento. Las torres de piedra caliza en contraste con las tejas cafés y las almenas con faroles y cristales de variados colores, alfeizares de hierro oscuro, puentes sobre el largo y los jardines repletos de sauces con perlas de magia cayendo hasta sus raíces. Las esporas de magia llenaban el lugar y WonHo lo esperaba al final del jardín, en el muelle.

― ¿Te gusta? ―preguntó el príncipe al momento en que se reunieron.

―Es más de lo que deseaba ―dijo, el lago era más cristalino y podía ver a otros leviatanes nadando en el agua y un par de barcos sin velas lleno de jóvenes humanos junto a leviatanes en su forma mortal jugar en completa paz.

No era lo único que había cambiado.

Al otro lado del lago y muy por detrás del valle, un Castillo del triple de tamaño de la Casa del Kraken se erguía con orgullo, una edificación de piedra blanca como el de las memorias de su civilización, con estatuas de grandes leviatanes con aguamarinas del tamaño de casas en sus cuencas del ojo, las blasones con el símbolo de su propia especie ondeaban contra el viento. Los detalles en los faros podían ser admirados incluso a esa distancia, los cristales de magia en las untas de cada torre... Todo era perfecto.

―Es tu casa ―WonHo lo sostuvo, la impresión de ver lo que pudo haber sido su hogar de nunca haber sucedido la guerra, casi lo hace caer―. ¿Cómo se llamaría?

―No lo sé, pero...

Por los cielos un par de dragones lanzaron sus imponentes rugidos, cuando bajó la vista ya estaba a las orillas del mar. Los puertos eran del tamaño de pueblos enteros, tan llenos de vida y con personas llegando de largas traviesas en mar en barcos impulsados por cualquier tipo de maquinaria humana y elemental, hasta leviatanes e incluso dragones e hipogrifos aterrizando en los puertos. Al caminar, muchos los reverenciaban, entonces se dio cuenta de la corona de plata con diamantes sobre la cabeza de WonHo, su capa amarilla era traslúcida de la parte del torso y hombros y podía ver las luces en su cuerpo.

―Me gusta tu traje ―comentó al tocar la capa, se sentía como el agua al tacto y le producía cosquillas―. ¿Esto viene con tu don como profeta?

―Creo que sí ―rio, ambos se escucharon las risas de sus amigos.

Sana se encontraba en lo alto de uno de los riscos gritándole a HoSeok que apuntara hacia la formación rocosa que tenían delante. Un aro de roca por la cual intentaban hacer pasar proyectiles de agua hechos con la propia fuerza de sus colas y atravesaran por el punto de en medio. JiHoon estaba haciendo equipo con BaekHyun, quien le servía como su guía y le avisaba a dónde apuntar; ya que, tanto HoSeok como JiHoon se vendaron los ojos bestiales.

Los dos se acercaron hacia ellos cuando su melliza les hizo un gesto para que los acompañaran.

―Increíble lo que podríamos haber hecho juntos ―dijo WonHo mientras las olas tan cristalinas besaban sus pies―. ¿Te hubiera gustado esta realidad?

―Claro que sí ―a su lado pasaron un par de cachorros de leviatán, dragones y humanos, todos jugaban con una pelota, gritando sus nombres―. Sin guerra, sin escondites bajo tierra, sin prejuicios por nuestra relación... Todo sería perfecto, pero...

― ¿Pero?

―El destino es curioso, las cosas pasan por algo y a pesar de que hemos cometido errores como especie y siendo nosotros mismos ―se puso de frente a WonHo y tomó su rostro entre sus manos, sus ojos brillaban con más intensidad―. Acabaremos esta guerra, de una forma u otra, por mientras, disfrutemos de este pequeño momento.

―De acuerdo.

Sus amigos los recibieron con la misma calidez que estando fuera del mundo de los sueños.

El mar de ese sueño estaba repleto de vida al notar que al menos dos manadas de ballenas, orcas y delfines se reunían a lo largo de la costa, los bancos de peces más pequeños resplandecían como miles de hojas de plata a contraluz. Por los cielos surcaban humanos en extraños barcos voladores y criaturas mágicas por igual, incluso mientras caminaban por el castillo de los leviatanes, vio a sus propias familias convivir la una con la otra.

WonHo creyó que tanto KiHyun como su tío MinHyuk y su padre JooHeon serían compatibles, mientras que su padre ChangKyun tendría una mejor relación el padre alfa de HyungWon. Se sintió realmente conmovido al ver lo bien que se llevarían si todo salía acorde a sus planes, disfrutó de la música en el jardín, de los guisos, aunque no recordara el sabor después de probar un bocado, no importaba en esos instantes, WonHo estaba a su lado.

Las risas de varios niños no serían de su especial atención cuando su Nexum se encontraba con él, hasta que vio de reojo una cabellera rosada pasó cerca, el olor de la hierbabuena lo golpeó y como si fueran magnetos, soltó la mano de WonHo para buscar a esa nueva presencia.

Su risa aniñada, su olor tan familiar lo desconcertó. Buscó por el patio y entre los pasillos del castillo, la criatura era tan escurridiza que hasta creyó escucharla burlarse de él por no encontrarla.

Tenía miedo de saber quién era que no se molestó por ello, porque su bestia la buscaba con desesperación hasta encontrarla en uno de los patios.

Le daba la espalda una silueta pequeña, delicada y fuerte al mismo tiempo. La magia que venía de su cuerpo lo hizo temblar de ansiedad. Sus pasos se sentían cada vez más pesados, hasta que sólo quedaron a unos cuantos de distancia y le tocó el hombro para que lo viera, de repente hubo una explosión de luz, devolviéndolo al mundo real.

No recordaba mucho del sueño, pero sí la sensación de su pecho vacío y apretujado, como si el haberse despertado le conllevara una gran tristeza. Se enderezó en su camastro de piedra, HoSeok dormía con tranquilidad frente a su cama y sólo la luz de ellos era su compañía más cercana. Se levantó hasta dirigirse a la ventanilla de lo que antes fue una habitación. Las runas en los bordes impedían que el agua entrara, pero se desvanecían con rapidez, así que mientras pensaba en la criatura de sus sueños, rehacía los hechizos.

Su bestia lloraba por esa misteriosa aparición y HyungWon muy en el fondo, también lo hacía. Sólo que su mente estaba muy conflictuada para saber el por qué, sólo le quedaba pedir a su dios que le diera un poco de su bendición para saber quién era exactamente y por qué lloraba por una aparición en sus sueños.










Ya estamos a 14 capítulos del final (capítulos más, capítulos menos) y no estoy lista para esto. En primer lugar por que esta actualización tuvo un cambio de último minuto al no publicar un capítulo más, lo hice por su seguridad, les prometo que si la hubiera cortado en el siguiente, me hubieran linchado.

Hasta yo, que soy la autora sentía que me pasé de v*rg* con ese capítulo.

Sí, como oyen, se viene la tormenta y todo saldrá como deba salir. Pero me puse de imediato a trabajar, para que los siguientes capítulos (5 en total para la siguiente actu) no les duelan tanto, porque ufff, tanta ternura no podía durar para alguien a quien admira al autor de Juego de Tronos (inserte risa malvada). Como estamos ya casi en la recta final, tengo que afinar detalles y ponerme a trabajar como loca.

Todavía tengo que arreglar detallitos de mis otros escritos y también tendrán noticias de Not a Duff y This is the Hunt, así que esperen por esos nuevos capítulos.

Agrdezco la paciencia que me han tenido, pero entre la carrera, el nuevo trabajo, se me vino todo encima.

Los ama:

―𝕬𝖗𝖎

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