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¹⁹. ❝𝐓𝐡𝐞 𝐥𝐨𝐯𝐞 𝐢𝐧 𝐲𝐨𝐮𝐫 𝐄𝐲𝐞𝐬.❞

𝕴𝖓𝖛𝖎𝖊𝖗𝖓𝖔 𝟚𝟘𝟙𝟡. 

𝕴𝖓𝖎𝖈𝖎𝖔𝖘 𝖉𝖊 𝖉𝖎𝖈𝖎𝖊𝖒𝖇𝖗𝖊.

La velocidad del torbellino de agua a su alrededor disminuyó considerablemente, momento en el que WonHo decidió abrir los ojos. Las luces de HyungWon dejaban una estela de bruma rozada brillante a su alrededor e iluminaba el espacio a su alrededor. Los arrecifes debajo de ellos estaban poblados por una gran cantidad de peces y anémonas, incluso un pequeño banco de atunes rojos se acercó a juguetear con la mano de WonHo.

Al divisar la zona costera, donde la arena parecía ser estable, HyungWon usó su magia para soltar los pines de diacuarzus de los de plata y descender, dejando al heredero del Lago Ness suspendido unos segundos antes de emerger al agua por un poco de aire. Cuando el deseo de colmar a sus pulmones con aire cedió, pudo estar consciente de la temperatura tan calientita el agua, no se supone que el mar se sintiera así y mucho menos si estaban en diciembre.

Cuando HyungWon dijo que el viaje iba a ser rápido, no mentía, de hecho le llevó menos unas horas entre el viaje en el Lago Ness hasta el de miles de kilómetros desde la salida al océano a la isla donde el leviatán lo llevó, gracias al cielo que WonHo aguantaba bien la respiración bajo el agua como para hacer unas cuantas paradas en la travesía; así que al salir sólo boqueó un par de veces y admiró una vista implacable de los últimos rayos de Sol sobre las copas de los árboles de la isla, además de que habían unos pequeñas chozas de madera sin terminar.

―Ve a la cabaña del centro, hay fuego para que te calientes ―anunció HyungWon reuniéndose con él en la superficie del agua en su forma mortal, las estalas cubrían parte del cuerpo del omega así su desnudez se veía protegida de la vista humana―. Iré enseguida, hay ropa extra si la deseas.

―De acuerdo ―dijo comenzando a nadar hacia la playa.

Entonces el último rayo del Sol se extinguió y el color morado oscuro llenó el lugar, el agua comenzó a adquirir un fulgor azul brillante como las estelas que HyungWon dejaba detrás de sí. Miró hacia atrás y HyungWon lo observaba con cierta nostalgia, aquello hizo que olvidara por completo su pregunta y le dio la espalda al sentir un pinchazo en su corazón. Al salir del agua se descolgó el bolso negro del hombro y buscó la primera muda de ropa que encontró.

Dio otro vistazo a HyungWon, quien estaba perdido en sus pensamientos mientras flotaba en el agua, WonHo deseaba darle palabras de aliento para no verlo triste, sólo que aún se sentía un poco incómodo por el reciente descubrimiento y su cabeza dolía como los mil infiernos, así que serenó su mente.

Dejó el objeto de tela en la arena antes de dirigirse por el camino que formaban las cabañas hacia aquella en la que el fuego crepitaba entre la penumbra, el cual nacía de un lecho de rocas sobre un platón de arcilla rodeado con runas con las que empezaba a familiarizarse. En su mente suponía que esa magia era la que hacía que el fuego viviera.

Se quitó el traje de buzo lo más rápido que pudo, lo colgó cerca de la fogata y comenzó a vestirse con la ropa tan humilde de los leviatanes. El cuello de la camisa rozó levemente la nariz de WonHo y aspiró el aroma a mandarina que impregnaba la tela, ya antes había identificado el aroma de HyungWon, sólo que esta vez le resultó más reconfortante y doloroso, todo al mismo tiempo.

Al terminar de vestirse decidió caminar un poco por las cabañas descubriendo que sólo eran construcciones vacías a excepción por pinturas hechas con pigmentos cafés o azules y las mismas runas que tanto ha visto en la escritura de los leviatanes, también pudo notar una gran cantidad de cestos hechos con fibras de palma e incluso unos plantíos de frutos que jamás había visto en su vida.

Volvió la vista hacia las cabañas y HyungWon ya estaba vestido al igual que seco, entonces sus ojos se conectaron. Siendo el omega el primero en retroceder ante el contacto, dejó sus pertenencias cerca del fuego preparándose mentalmente a enfrentar a su pasado.

WonHo estaría mintiendo si esa acción no le doliera como el infierno, entonces entendió que HyungWon estaba luchando en su interior. Tomó una profunda respiración y se dirigió hacia el omega para tomarlo de las manos, la acción lo sorprendió.

― ¿WonHo? ―inquirió HyungWon, no recibió respuesta sino una tierna sonrisa del humano antes de ser guiado a playa.


Sus pies fueron besados por el agua salada, no entendía los pensamientos de WonHo y eso era lo que lo volvía loco. El heredero del lago Ness levantó levante el pie para dar un pisotón contra el agua, salpicado un poco al leviatán. HyungWon arqueó las cejas ante su extraña acción y entonces WonHo siguió salpicándolo, incitándolo a hacer lo mismo, el leviatán tímidamente imitó al humano. Sólo fueron cuestión de minutos para que ambos comenzaran una batalla por mojarse el uno al otro, estallando en risas contagiosas hasta que la palpable tensión se rompió por completo. Al cabo de un rato descansaron sobre arena mientras admiraban las olas llegando a la orilla.

HyungWon se sentía en paz siendo sólo los dos, con nada más que el sonido del mar agitándose suavemente, el olor del océano llegando hasta sus fosas nasales y sin ninguna restricción de raza o cultural. Todo era tan perfecto, sólo que había una razón para traerlo a las Islas Tresco, el lugar donde su pueblo suele descansar antes de iniciar una significativa travesía, a ese nivel clasificaba la importancia de empezar a decir la verdad a el hombre por el que estaba perdidamente enamorado.

―WonHo ―le llamó, el rubio dejó de observar el océano para prestar atención al omega―. Lo siento.

― ¿Por qué?

―Por Sana, por mi pueblo, por todo ―comenzó―. No ha sido fácil para mi dejarte entrar no sólo a mi mundo sino también a mi corazón.

―En parte lo entiendo.

―No, no lo entiendes y eso es lo que más me duele ―refutó con las lágrimas amenazando con salir de sus ojos―. Los humanos no desarrollan sus lazos de la forma en la que hacemos nosotros, WonHo. Cuando un leviatán forma un lazo, éste es tan fuerte como la magia que nos hace lo que somos y es por eso, que cuidamos de ellos como lo más preciado del mundo. Yo no lo hice, WonHo, tomé el amor de personas especiales y los destruí a ambos.

― ¿Es metafóricamente hablando?

―No WonHo, de verdad destruí a dos personas que amé.

WonHo asintió, el botánico sacó del bolsillo de su pantalón una cadenita de oro con el anillo de turmalina colgado en ella. HyungWon colocó el collar en las manos de WonHo, quien sintió una energía que no podía describir fluir a través del oro y admiró que en aquella cadena había pequeños diamantes incrustados.

―Es preciosa.

―Lo es ―admitió―. Me fue entregada por alguien a quien amé después de... matar a mi primer amor.

WonHo lo miró estupefacto con las palabras del omega, se negaba a creer que HyungWon estuviera diciendo tal atrocidad. El omega no podría tener el corazón para cometer algo así, no está en su naturaleza, no sabía todo de él, pero era certero en sus corazonadas sobre el leviatán y el botánico jamás lo haría.

HyungWon entonces sacó de otro bolsillo una bolsita de seda con hilos entretejidos color esmeralda y el símbolo de un caballo alado, la tomó por una de las esquinas para voltearla y una perla negra con finos hilos plateados danzaban a lo largo de la esfera, HyungWon la rodó entre sus dedos susurrando palabras para evocar el contenido de la perla del recuerdo; los filamentos brillaron, el omega se puso de pie con WonHo siguiendo sus movimientos, la apretó contra su mano y la lanzó hacia el agua.

―Pase lo que pase, no me sueltes la mano hasta el final.

No pasaron ni unos segundos para que una niebla espesa los rodeara y formara un capullo de humo negro, las luces de HyungWon eran la única luz entre ellos, entonces extendió su mano para que WonHo la sujetara fuertemente antes de que la oscuridad los tragara por completo.

El humano se desorientó al salir de la penumbra, se afirmó a lo primero que fuera estable y cerró los ojos cuando el vértigo atacó. Contó hasta diez y los mareos se esfumaron al momento de abrir abrir los ojos. Sobre sus cabezas, una estrella quebró la niebla para situarlos a un lado del sendero, bordeado por olmos de gruesos troncos y frondosas ramas, con líneas metálicas pintadas formando patrones de raíces muy bien esquematizadas a lo largo de la corteza y dos faroles enanos frente a cada árbol. Aún el leviatán lo sostenía de una mano con firmeza, cuidando de que el humano no se sintiera tan mal por la entrada a ese reino que un humano nunca ha pisado.

― ¿Qué es este lugar? ―preguntó en cuanto un par de brumas blancas se posicionaron en el centro del sendero y adoptaron formas de equinos grandes.

―Son memorias ―dijo HyungWon estando al borde del camino y se abrazó a sí mismo.

― ¿Qué hay en ellas?

―La verdad que tanto te he ocultado.

El relinchido de los caballos atrajo la mirada de WonHo, una manada de diez equinos de por lo menos tres metros de alto abría el paso hacia un onceavo caballo que descendía de las alturas con sus enormes alas café oscuro con motas grises. Ese pegaso era precioso y lo fue aún más al tocar tierra y transformarse en un hombre de piel bronceada con tatuajes dorados delineando su bien trabajada musculatura, sus ojos brillaban como dos grandes esmeraldas. HyungWon sonrió con nostalgia al ver de nuevo a su ex alfa.

―Ya es media noche, no han llegado ―dijo otro de los caballos quien le pasaba una capa al pegaso―. ¿Debería mandar una escolta de reconocimiento, mi señor?

―No ―levantó la mano a la indicación de su subordinado―. Siempre van a existir retrasos, más si vienes de los bosques que hechizamos.

―Sí señor.

Se alejó del pegaso quien se ajustaba la capa en sus hombros justo a tiempo en el que un par de dragones medianos aparecieran por el camino. Aterrizaron a unos metros y el más cercano al pegaso adoptó su forma mortal.

―Su Alteza, mano derecha del clan de la Tierra, somos los emisarios por parte de nuestro rey, hemos traído al aprendiz ―señaló hacia el lomo del segundo dragón, quien seguía en su forma bestial.

―Desde aquí yo me encargo ―agradeció con un gesto de su cabeza―. Deben estar cansados, sus aposentos y una rica cena estarán a su disposición en el clan para pasar la noche y en cuanto lo deseen, pueden regresar con los suyos.

―Gracias, mi señor ―se inclinó y le indicó al pequeño leviatán de dieciséis años que bajara de su protector.

MinGyu se acercó hasta el costado del dragón, listo para recibir a HyungWon en cuanto descendió del lomo del dragón. Lo recordaba vagamente, pero en cuanto estuvo frente a él y levantó la cabeza, se dio cuenta de lo hermoso que era después de haber madurado unos cuantos años.

―Bienvenido al Clan de la Tierra, joven botánico ―le extendió la mano cordalmente y HyungWon la estrechó con timidez―. Debió ser un viaje largo para una criatura del agua, hemos preparado una carroza y un lugar cerca de las lagunas más abiertas del clan para usted, el primer leviatán después de tantos siglos de no recibir a uno.

―Por favor, llámeme HyungWon ―pidió con las mejillas sonrosadas―. No me gustan tanto los títulos.

―No creo que... ―el sirviente de MinGyu quiso corregir al omega, el pegaso por otra parte levantó la mano para que se callara.

―Me agrada que comencemos a familiarizarnos ―le sonrió con dulzura, una que cautivó a HyungWon―. Después de todo, seremos maestro y alumno por un largo tiempo.

Ambos cambiaformas se sonrieron antes de dirigirse hacia la misteriosa carroza que llegó unos segundos después.

― ¿Él fue tu primer amor? ―preguntó WonHo en cuanto todos se fueron en la carroza.

―Él iba a ser mi esposo.

La escena se diluyó con las hojas de los árboles evaporándose en el aire y comenzar a formar remolinos donde muchas escenas se proyectaron.

―MinGyu y yo siempre estuvimos juntos ―las memorias de un HyungWon más joven junto al pegaso mostraban una relación bastante cercana, en las que el alfa siempre hacía reír al omega y viceversa―. Al principio, le tenía miedo por ser un alfa de alto rango en su clan, sin embargo, fue muy amable, atento, dulce y fuerte.

Las siguientes escenas fueron de HyungWon estando en un campo bastante fuera de lo humanamente entendible, siendo rodeado por miles de flores que WonHo desconocía, pero de ellas salían esporas doradas. Un HyungWon un poco más grande que el anterior montaba a lomos del pegaso, riendo en una genuina alegría antes de que MinGyu se transformara en su forma mortal y cayeran rodando por el campo, quedando HyungWon debajo del pegaso, el alfa comenzó a besarle el rostro para finalizar en sus labios.

―Tenía sólo veinte años cuando me enlacé a MinGyu ―tragó con dificultad al rememorar el momento en que su unión tomó lugar una tarde de primavera bajo un sauce―. Él era el alfa perfecto, jamás me consideró como algo inferior a una animal de carga sino como su igual, compartimos muchas noches llenas de conversaciones sobre la naturaleza y nosotros mismos, incluso no le daba importancia a defectos que su pueblo encontraba en mí: que era poco digno de haber estado junto al futuro rey, no importaba que tuviera un don bastante raro si al final era como una puta en celo y sólo estaba con MinGyu por conveniencia y que jamás sentí amor por él... No estaban equivocados del todo.

«―Antes de llegar al clan de la Tierra, me enamoré de un alma tan hermosa que nunca creí volver a sentirme de esa forma con un cambiaformas, ni siquiera pensé que MinGyu lograría doblegar esa idea ―las siguientes memorias en pasar fueron discusiones entre ambos, gritándose una y mil maldiciones para distanciarse a los pocos segundos―. No quería olvidar a este primer amor, pero debía hacerlo, por el bien de mi manada.

― ¿Y qué pasó después? ―preguntó WonHo cuando vio a HyungWon y MinGyu dándose un abrazo después de una pelea.

―Aprendí a amarlo.

Memorias de la pareja siendo cariñosa, tranquila y hasta divertida eran dolorosas de contemplar una vez más. El omega conforme pasaron los años, se adaptó al estilo de vida en el clan de la Tierra, desarrollando su don, su profesión y hasta sí mismo, convirtiéndose en un omega bastante hermoso y alto, detalle que al pegaso no le importaba. Entonces pasaron a una escena en la que HyungWon descansaba en el nido junto al pegaso, acariciando las plumas de sus alas.

― ¿Qué tienes? ―preguntó MinGyu viendo que el mohín de HyungWon se trasformó en una mirada triste.

―Pronto terminaré mi periodo de prueba aquí y no puedo evitar pensar en...

― ¿Tratas de romper conmigo? ―le pregunto arqueando las cejas divertido, el omega se sonrojó.

― ¿Qué? ¡No! ―se alejó de su calor para sentarse en las pieles, oliéndolas para buscar consuelo―. ¿Qué haremos cuando deba irme? Sabes que no puedo quedarme, mi clan me necesita.

―Tranquilo ―el pegaso de hebras plateadas se sentó a su lado y con sus enormes manos cubrió los hombros de HyungWon―. No iba a pedirte que te quedaras, iré contigo.

― ¿Estás loco? Medio clan me odia por estar contigo, no quiero que cada caballo de este lugar esté dispuesto a usarme de herradura por llevarme a su próximo líder.

―Estarán bien sin mí ―se encogió de hombros, el omega le dio un golpe suave en el estómago―. HyungWon, he pasado cerca de dos milenios dirigiendo este lugar, pensando en los demás y jamás en lo que deseo por obedecer un deber, ahora, quiero tomar control de mi destino.

Sin poder convencerlo del todo se estiró hasta el buró a un lado de su nido y sacó un bulto de tela blanca muy mal envuelto, regresando a su lado depositó el saquito de seda en las manos de HyungWon.

―Ábrelo.

― ¿Es otro regalo extravagante? MinGyu, ya te dije que no son necesarios.

―Vamos, confía en mí.

―Está bien ―le miró con un puchero en su rostro, entonces comenzó a quitar la tela, descubriendo que el anillo de turmalina que tanto adoraba estaba unido a una cadenita de oro―. ¿MinGyu?

―Cásate conmigo, HyungWon ―le sonrió antes de tomar la cadena y abrirla―. No importa lo mucho que todos se opongan a esto, ya me cansé de complacer a los demás, ellos no tienen derecho sobre mi corazón.

―Por el Hacedor, ¿sabes las consecuencias de esta decisión? No podrás regresar a tu hogar si renuncias a tu trono por mí.

―Mi hogar ―le dio un beso tierno en su nariz para darle uno corto en sus labios―. Es junto a los que amo, no en un trono vacío y sin valor para mi bestia, te elijo a ti por sobre el tonto título, por encima de las tontas acusaciones, eres mi omega, perfecto para mí.

Ambos miraron hacia el vientre de HyungWon, aún estaban recuperándose de la noticia sobre el falso embarazo del leviatán sufrió hace unas semanas. El hecho los distanció un poco, ahora, estaba este formidable pegaso pidiéndole matrimonio.

―Te seguiré a donde vayas, HyungWon, prometo ser el esposo amoroso y comprensivo que necesitas. Aún tengo que recibir el sí del consejo, pero viendo que nunca les he gustado, no será difícil obtener un voto unánime...

―Acepto ―dijo con las lágrimas de felicidad desaborándose por sus mejillas antes de lanzarse hacia MinGyu y besarlo.

El HyungWon adulto sonrió sin ganas, movió la mano, borrando el escenario para formarse otro.

―Debí haber dicho que no.

― ¿Tenías dudas? ―preguntó WonHo cuando la memoria comenzaba a esclarecerse.

―No precisamente, para ese momento, yo amaba a MinGyu después de años aferrándome a alguien muerto, sólo que no pude interpretar las señales a tiempo.

Dos nieblas de diferente color se mostraron frente a ellos, una en la que HyungWon estaba en la plaza principal del Clan de la Tierra cuando llegaron nuevos aprendices en la misma carroza en la que vino hace unos años, de ella salió un alfa leviatán con una sin risa muy brillante, parecía contener al sol mismo.

― ¡HyungWon! ―el alfa corrió hasta él y levantó a su mejor amigo en un abrazo.

― ¡HoSeok! ―el omega inmediatamente regresó el abrazo―. No puedo creer que llegaras un día antes, tienes que contarme todo.

― ¿Y qué tengo que presumir si tú has estado en todos los clanes? ―devolvió, ambos amigos caminaron a lo largo de la plaza―. Oye, la zona para extranjeros es del otro lado.

―Hubo algunos cambios mientras estuve aquí, mi alfa accedió a ofrecerte un lugar en nuestra casa mientras terminamos nuestro tiempo aquí.

―Oh ―HoSeok arqueó las cejas sugestivamente―. ¿Y quién es el afortunado? A donde vamos, es a la zona de la Alta Corte del Bosque.

―MinGyu.

― ¡¿En serio?! HyungWon eso es increíble, jamás creí que tuviera corazón.

―Oye, más respeto con mi futuro esposo.

―Oh por el Hacedor ¿de verdad dieron ese paso? ¿Pero y la manada, no vas a regresar a casa?

―Claro que sí, MinGyu renunciará a su trono para regresar conmigo a casa ―explicó el omega―. La verdad todavía sigo creyendo que esto es un sueño, es decir, un alfa puro renunciando al poder por un omega... es como si las leyendas que nos contaban de niños estuviesen pasándome.

―Tuviste mucha suerte, no cualquiera tiene la fortuna de encontrar a la pareja indicada.

Indicada, perfecta. Dos palabras que parecían ser lo mismo, lástima que sólo una de ellas era la respuesta correcta y HyungWon, tuvo que aprender por las malas aquella tarde.

En el camino hasta su nuevo hogar, ambos compartieron una y mil historias de sus aventuras a lo largo de su entrenamiento, al divisar la casa que compartía con su pareja, HoSeok olisqueó el aire y detuvo a su mejor amigo.

―Detente, algo no anda bien ―su nariz se arrugó al identificar un olor demasiado fuerte.

― ¿Qué pasa? ―HyungWon decidió imitar a su amigo, al aire estaba impregnado con el aroma a sándalo que MinGyu desprendía en su celo, alarmado, se apresuró hacia la casa más HoSeok lo tomó del brazo―. Suéltame HoSeok, si su celo se adelantó debo ver si está bien.

―HyungWon no vayas, hay otro olor, uno de omega ―advirtió con las palabras atascándose en su garganta, preocupado por la reacción de su mejor amigo.

HyungWon negó, MinGyu no era tan ruin como para ocultarle eso, era un alfa de honor, no alguien que sucumbiera ante la más mínima provocación de alguien que no fuera su pareja, a menos que...

― ¡HyungWon no!

Ya era tarde, el botánico se soltó de su agarre para entrar a la puerta de lo que sería un infierno por lo que restaba de su estadía en el clan de la Tierra. El aroma fuerte a celo no surtió el mismo efecto en el leviatán, desde que se enlazaron, el aroma de sándalo en aquella época debería haberlo puesto en la misma sincronía que MinGyu. Su lazo, se tornó tan débil como los primeros días de haberlo formado y eso sólo le dio la valentía necesaria para abrir la puerta de su cuarto. Lo que encontró fue a quien decía amarlo marcando a otro omega y no uno cualquiera, ese pequeño muchacho era el único amigo que tuvo en ese lugar, ambos los habían traicionado.

―HyungWon ya basta ―pidió WonHo, unas lágrimas salían de sus ojos por la tan terrible escena.

―Fui un tonto al creer que sería feliz después de haber quitado una vida inocente, supongo que el Hacedor tiene sus formas de castigo ―río con sarcasmo.

La siguiente memoria se situó en una cámara donde había múltiples heridos, todos los sanadores estaban alterados por una especie de negrura consumiendo a los heridos. HyungWon estaba ahí, atendiendo al omega por que fue abandonado.

―Estarás bien WonWoo ―dijo poniendo una compresa de hierbas en su frente―. Tú y tu bebé... tuvieron mucha suerte de haber sobrevivido.

―Espera ¿bebé? ―gruñó, el leviatán lo obligó a recostarse de nuevo en la camilla―. ¿Cómo que estoy embarazado? Eso es imposible, dime que no es cierto.

―Entiendo tu desconcierto, eres padre primerizo, pero siento el alma de tu bebé y fue lo que te hizo aguantar a lo que sea que te haya atacado, ahora descansa ―HyungWon tocó el lazo de paz en WonWoo y lo dejó descansar.

Siguió con sus cosas hasta que vio a MinGyu entrar a la enfermería, corrió hasta la cama del omega que ahora cargaba a su cachorro, debería estar feliz, HyungWon no deseaba cargar con esa responsabilidad, pero el daño seguía ahí. Entonces tomó algunos cuencos y salió, sólo que le siguieron el paso.

―HyungWon espera ―le llamó al alfa al que una vez amó.

―Da la vuelta, tu destinado y tu bebé esperan tu completa atención ―gruñó sin atreverse a mirarlo.

―Espera ―llegó hasta el leviatán y lo tomó del brazo―. ¿Dijiste bebé?

―De eso se trataba ¿no? ―le respondió sarcástico―. Como no pudiste tener linaje conmigo decidiste buscar otro, sabes, no me hubiera molestado que me dijeras la verdad, ser un leviatán es complicado por no saber de la existencia de nuestro destinado hasta que estamos frente a él, pero tú ¡¿un pegaso... un alfa puro terrano no sabía de eso?!

―HyungWon cálmate y hablemos ―pidió tratando de hacer uso de su debilitado lazo.

― ¡No! ―el leviatán tomó el lazo de dolor que tanto estaba ocultando, éste poderoso pegaso cayó de rodillas―. Ya me cansé de ser el objeto de diversión de todos, no sé por qué nunca noté que WonWoo era tu destinado desde el primer día en que llegó y yo fui un tonto al poder creer que estaríamos bien, no sólo casi cometemos sacrilegio a uno de los lazos más valorados en mi clan. Estuve a punto de matar de tristeza a alguien inocente, por amor del Hacedor, ¿sabes el castigo que me esperaba si se enteraban de esto?

―Perdón ―dijo estrangulando las palabras, entonces notó que MinGyu no se resistía al dolor del lazo, HyungWon pronunció una maldición y soltó el hilo rojo.

―Eso no cambiará lo que nos hiciste, no sólo a nuestra relación o a nosotros, ni a mi corazón, también a WonWoo ―se inclinó hasta estar a su altura y tomó el último lazo que compartían, lo estrujó con fuerza―. No debiste jugar con el destino de esta forma.

―No quería que nadie decidiera por mí, ni siquiera los dioses, ellos a veces se equivocan.

―Y mira en lo que terminó.

Las manos de MinGyu buscaron a HyungWon, pero él las corrió molesto. Tiró del lazo hasta romperlo, MinGyu cayó al suelo sintiendo el vacío de haber perdido un lazo de pareja.

Un humano tiene más corazón en un día de lo que tendrás tú en un milenio.

Fue la frase que le dedicó a MinGyu antes de romper su lazo para siempre, no tardó mucho en abandonar el nido del pegaso y quedar recluido en la casa de la Alfa Líder con HoSeok estando a su lado en todo momento, cuidándolo e incluso enfrentando a MinGyu para que HyungWon tuviera paz mientras terminaba sus estudios con los caballos.

―Ahora reconozco que fui precipitado ―dijo el botánico mostrando unas memorias que eran del pegaso y la razón por la que ahora todo cobraba sentido.

MinGyu y WonWoo habían discutido sobre su lazo como destinados, el más bajito rechazaba un destino por el que nunca pidió al igual que MinGyu, querían la libertad de elegir a quien amar. Trataron muchas veces de no hacer caso a sus bestias, e incluso WonWoo iba a despedirse del pegaso antes de que su primer celo sucediera el día en que HyungWon los encontró.

WonHo no quería seguir viendo eso así que soltó la mano de HyungWon, la bruma oscura se evaporó con el aire, dejándolos a los dos solos en esa playa. El heredero del lago Ness se alejó buscando aire, todo eso fue demasiado intenso, ya que experimentó emociones que no eran suyas, de igual forma, era muy apabullante todo lo que vio.

―De alguna manera, me lo busqué ―dijo HyungWon cruzado de brazos, son su vista perdida en el océano―. Quitaste algo que no te pertenecía, regresa y ve a través de otros ojos, el crimen que has cometido. Fueron las palabras de mi dios cuando regresé a casa, al principio no las entendía hasta que llegaste a mi vida, los dioses me están castigando porque soy igual a esos monstruos de los que tanto escriben en leyendas: egoísta y cobarde...

WonHo frunció el ceño y se acercó hasta HyungWon para acunar su rostro entre sus manos, lo miró de una manera tan intensa que las lágrimas salieron sin control, el rubio con sus pulgares borró cada lágrima que pudo con ternura.

―No eres culpable de nada, no a mis ojos, fuiste víctima de algo injusto ―el omega negó con la cabeza.

―WonHo, yo me enamoré de un humano cuando era niño ―confesó con la voz quebrada―. Era sólo una cría cuando conocí a este ser tan puro, gentil e inocente, por el Hacedor, no sabía que estaba haciendo cuando lo elegí, sólo quería agradecerle por salvar mi vida y terminé...

―Está bien ―dijo WonHo.

―No lo está, casi traiciono a mi manada por amor ―refutó HyungWon casi sin fuerza y se aferró al cuello de WonHo―. Porque eso era lo correcto, ese niño era la prueba de que humanos y cambiaformas podíamos convivir en paz. Me entregué sin objetar a ese romance inocente y sólo era cuestión de días para que pudiera llevarlo a mi hogar y estaba dispuesto a luchar a capa y espada por él ¿puedes creerlo? Una cría de leviatán contra toda una manada para conservar a su pequeño príncipe...

«―Hasta que tuve que presentar mi don, fue cuando todo cambió, tenía que irme para ayudar a mi manada ¿cómo podía irme por mucho tiempo y dejar a ese hermoso niño atrás? Yo puedo lidiar con la eternidad, pero él... Tenía que hacer algo y no podía pedir ayuda a nadie, jamás lo entenderían, sólo encontré una salida y engañé a ese niño para poder dejarlo ir: borrándole la memoria.

«―Un derecho que no me correspondía, aun así, tuve las agallas para hacerlo porque creí que nunca volvería a verlo, el tiempo es cruel y no quería que sufriera si me iba, conocía de antemano lo que hubiera hecho ese pequeño travieso al que adoraba con todo mi corazón: no lo iba a tolerar. Siempre dicen que los primeros amores son los más difíciles, creía que si me borraba de su vida él podría ser feliz, pero al regresar, él...

HyungWon lo miró a los ojos antes de tomar valor para acariciar el rostro de su cachorro.

―Se convirtió en un hombre admirable, con el corazón más hermoso de la historia, es un poco llorón, pero es parte de su atractivo ―sonrió sin poder hacerle frente a esos ojos avellanados―. La primera vez que te vi, estaba tan feliz de ver cuánto habías crecido y al igual que el curso natural de la vida, seguiste con la tuya, pensaba que sería sencillo iniciar desde cero... pero no pude evitar volver a mover tu mundo, al principio deseaba negarme, luego tenías dirigirme esa sonrisa amable y me enamoré por segunda vez de ti, diablos...

Respiró con dificultad, volviendo a sentir la impotencia de todos los problemas que ha encontrado para derribar sus paredes a ese humano que era inocente.

―Quiero saber cada detalle de ti... ¿Pero eres real? ¿Sigues siendo el mismo WonHo que conocí esa noche en el Lago Ness? ¿Puedes abrazarme sin que se sienta esa extraña lejanía que te puse cuando me fui? Son preguntas que me están matando... Verte cada vez me dolía al recordar que fui yo quien te hizo daño, soy la razón por la que casi mueres en el lago de pequeño y lo siento tanto WonHo, tal vez no consiga tu perdón jamás...

El humano atrajo al omega a sus brazos, acariciando con suaves círculos en su espalda y repartiendo suaves caricias en su cabeza derribaron la poca fortaleza en HyungWon, quien abrazó con fuerza a WonHo.

―Tranquilo, lo entiendo ―susurró y le dio un besito en la brillante cabellera rosa―. Yo probablemente hubiera hecho lo mismo con tal de no hacerte sufrir, no verte después de mucho tiempo, por Dios, ni siquiera puedo imaginarme un mundo sin ti Señor Dragón...

― ¿Cómo es que...? ―preguntó alejándose de WonHo.

Sólo un alma en la Tierra lo ha llamado de esa forma ¿será qué?

Imposible, el hechizo era poderoso, tanto que él no podría simplemente haber...

―Cuando te fuiste siempre tuve problemas al dormir ―ahora el turno de WonHo―. Eran pesadillas sin fin o lógica, llamaba por alguien a quien al parecer amé y nunca pude encontrarlo.

«―Pasé años tratando de descubrir a alguien a quien creía sólo era un sueño, me estaba volviendo loco, entonces comencé a dibujar y a dibujar hasta encontrarte ―se acercó para tomar de nuevo el rostro de HyungWon entre sus manos―. Tal vez me tomó un tiempo, pero jamás me fui, muy en el fondo, a través de esas pesadillas, el lago, tu magia, todo era porque el niño al que enjaulaste estaba desesperado por salir y decirte que nunca se fue, sigue vivo y que te ama con todo su corazón.

HyungWon reconoció ese brillo que siempre tuvo WonHo en sus iris, era esa chispa por la que tanto ha estado buscando, creyéndola extinta y sin alguna esperanza por recovarla, sin embargo, ahí estaba. El hombre ante él ya no era un espejo por el cual podía sentir su culpa, era él, su cachorro humano, el niño que amó, pero también era Lee-Thorburn WonHo, el hombre al que su bestia y él eligieron para entregar su corazón una segunda vez.

― ¿Cómo es que posible, mi precioso cachorro humano? ―preguntó acariciando el rostro del hombre al que amaba.

―Tal vez su dios, mi estimado Señor Dragón ―le dio un toquecito a su nariz, mirándolo con amor―. No es del todo un castigador, quizás sólo estaba tratando de reunirnos otra vez.

―De iniciar todo desde cero.

HyungWon sonrió, sus lágrimas ya no eran de amargura, sino de una inmensa felicidad. Ambos, bestia y mortal por fin encontraron la paz que tanto buscaban en aquel humano con sonrisa contagiosa. WonHo y HyungWon juntaron sus frentes, disfrutando de la cercanía del otro, el olor del océano junto a un toque fresco de mandarina embriagó a WonHo. No podía creerlo, sus memorias estaban repletas de momentos con HyungWon y de lo mucho que perdió sin poder recordarlo, agradecía al dios que los dejó reunirse.

―Hola, Señor Dragón.

―Hola, pequeño cachorro humano.

Con suma delicadeza, WonHo acarició el labio inferior de HyungWon con la yema de sus dedos, estaba un poco temeroso, mas HyungWon se acercó hasta eliminar la distancia entre ambos y estrechar esos labios contra los suyos. Era una caricia leve, inocente, sin prisa, el calor y la presencia de ambos era sólo lo único que bastaba para alejar el peso de la tristeza de dieciséis años estando separados. Lo único que necesitaban para ser felices a su modo.

HyungWon por fin estaba en casa, donde pertenecía y junto al lado de WonHo, el humano por el que valía la pena vivir un día a la vez.

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