²⁸. ❝𝐍𝐞𝐱𝐮𝐦 𝐁𝐨𝐧𝐝.❞
𝕴𝖓𝖛𝖎𝖊𝖗𝖓𝖔 𝟚𝟘𝟙𝟡.
𝕱𝖎𝖓𝖆𝖑𝖊𝖘 𝖉𝖊 𝖉𝖎𝖈𝖎𝖊𝖒𝖇𝖗𝖊.
Su corazón dolía en su pecho, era bueno. Estaba feliz. Cuando un elemental nace, hay un hilo muy bien tejido que no es responsabilidad de la bestia, ni de la parte mortal, tampoco de su propia deidad. Era del propio pasado de su raza la que hace que el dolor de alejarse su hogar sea algo que lo debilita, dejando muy pocas opciones para poder encontrar consuelo que no fuera el propio hogar. Esa sensación de vacío y su interior estrujándose de manera que la necesidad de rasgarse hasta la carne. HyungWon sufrió mucho estando lejos del lago, extrañando sus cuevas, sus rocas, el agua cristalina en sus ríos, los árboles cantando junto al viento con sus hojas y lloraba al recordar su sonido. También extrañaba, en las pocas ocasiones en las que estuvo en la superficie con la luna pintando de plateado la oscura agua, los árboles cerniéndose sobre él, la frialdad del aire que erizaba sus escamas en su forma bestial.
Sus pies se movieron en automático para bajar los escalones hasta tocar la tierra húmeda por la escarcha, sus manos se extendieron y los copos de nieve caían por el enorme agujero en la bóveda arbolada. Su risa era melodiosa, un poco entrecortada por las inmensas ganas de llorar de felicidad.
Su raza jamás se lo creería si les dijera que las nevadas eran gotitas de agua frías que te hacían sentir aún más en casa, no importa que no supiera de qué creador provenía la nieve en esos años, se sentía como si su magia se renovara. La calidez del hogar legítimo de su especie era quien le abrazaba por la espalda y le llenaba de una energía tan placentera, que no podía dejar de disfrutar estando en completa calma.
Y no quería experimentarla solo.
Se giró hacia WonHo, quien lo observó todo ese tiempo. Su mirada perdida en sus movimientos, no se dio cuenta que HyungWon se acercó a tomarle las manos con delicadeza.
―Hay algo que Su Alteza, necesita ver ―lo guio hasta el inicio de los escalones del quiosco―. La compañía de un demonio no siempre es tortura y maldad, aprendes unos cuantos trucos.
Explicó a tiempo que dejaba ir una de las manos del heredero y sacarla de la protección del techo, donde la nieve ni siquiera llegó a rozar la piel del leviatán mayor, porque el copo se partió y se convirtió en puntos más pequeños de nieve, danzando a su alrededor, como si el cuerpo de HyungWon controlara las corrientes de aire y creara más nieve sin ser un cambiaformas elemental.
―Es increíble ―WonHo perdía el habla con cada demostración de magia ante sus ojos y sólo contestaba con una o dos palabras, como en esa ocasión.
―Mi maestro me mostró una antigua memoria ―HyungWon salió por completo del quisco, su cuerpo no podía ser tocado por la nieve, pero ésta obedecía sus órdenes, danzando alrededor de su figura―. Mis antepasados solían bailar en la nieve y sería una pena ―extendió su mano, en un gesto elegante y digno de cualquier miembro de la realeza, amaba ver esta parte segura y atrevida de HyungWon―, desperdiciar esta nevada sin haber bailado con mi encantador príncipe del lago.
―Con gusto ―descansó su mano en la de su pareja, y en cuando los copos sintieron su magia, el heredero pudo percibir las corrientes de energía controlaron la nieve a su alrededor―. WOW, yo... lo siento... Es...
―Tu magia ―respondió HyungWon, juntando sus cuerpos―. Vive del corazón de tu hogar, aunque pienses que eres un extranjero, eso no es cierto.
―Pero, yo no nací...
―Tu hogar no respondería a tu llamado si fueras un intruso ―le susurró, como si él fuera lo más delicado y valioso ente sus brazos, lo alejó un poco y comenzó con unos pasos de una antigua danza, extinta bajo el yugo de la guerra y que valía la pena revivirla en ese momento―. Calla ahora y baila conmigo, mi príncipe.
―Está bien ―WonHo quería sentirse ofendido por el intento de regaño, como si fuera su mayor, que técnicamente lo era; pero sus ojos llenos de felicidad lo contagiaron.
Primero un paso al frente y él hacia atrás, sus puntas eran lo único que tocaba el suelo. Sus brazos largos y elegantes movían la nieve a su alrededor. Hipnótico, feliz, lleno de magia. La danza invernal, sus risas y al estrecharse en los brazos del otro, donde los besos y las caricias nunca faltaron para calentar sus cuerpos, no es que lo necesitaran al ser leviatanes.
Punta. Pisada completa. Desliz. Vuelta. Separarse. Abrazarse. Girar. Retroceder.
No era su magia la que lo hacía especial. Eran ellos, siendo sinceros con toda su alma.
Al quedar frente a frente, estando a centímetros ni siquiera las palabras o su conexión telepática eran necesarias. Los ojos brillantes de HyungWon le decían lo que necesitaba, aunque los de WonHo estuvieran apagados, él podía comunicarle con la misma intensidad que cuando aún era humano. El omega acarició con delicadeza la mejilla de su Nexum, se acercó para darle un pequeño beso en su coronilla. Sus labios viajaron hasta posarse sobre los párpados del príncipe, WonHo soltó un suspiro antes de que HyungWon tomara lo que por derecho era suyo.
Le sorprendía que alguien a quien clasificaban como tímido y delicado, sea tan increíble para hacerlo sentir protegido. Tal vez él contaba con mucha más fuerza física que HyungWon, pero vaya que WonHo siempre se rendiría ante ese poderoso leviatán, era su debilidad y más grande fortaleza. Los labios dominaron su cuerpo y su mente eran la prueba perfecta para hacerle notar el poder que un ser como un leviatán causaba en un simple humano con magia.
Su corazón dolía, de buena manera, pues adoraba cada que los labios de HyungWon desnudaban su alma estando casi por completo en su forma mágica. Se aferró al cuello del botánico, hasta que ya no pudo respirar y al beberse el color rosado de esos ojos, podría considerarse afortunado por encontrarlo, de la manera más insólita posible, pero todos esos sacrificios bastaban para él.
La nieve no paraba de caer, eso no importaba en lo absoluto cuando dos jóvenes leviatanes caminaban por la carretera junto al lago. Sus verdaderas pieles ocultas, les daba un poco de seguridad al caminar mientras llegaban a un sitio seguro donde tendrían la libertad de volver a verse en su verdadera forma. Con sus manos entrelazadas conversaban un poco antes de llegar a su destino.
―Así que tendré un ritual de una batalla a muerte cuando me presente ante tu Alfa Líder ―WonHo hizo una mueca de molestia, su novio le besó la coronilla.
―Eres casi un alfa, y un combatiente muy creativo ―lo tranquilizó―. No es algo que deba preocuparte, ni si quiera hasta mostrado a tu leviatán pro completo, tal vez tengamos más tiempo de prepararte.
―Al parecer no quiere hacer una entrada común ―bufó, sabía que él los escuchaba―. A todo esto, me preguntaba algo y no lo había pensado demasiado hasta que escribimos nuestros nombres.
―Adelante.
― ¿Cómo es que puedes hablar mi idioma? ―el omega ladeó la cabeza, divertido por ese simple detalle que él también se sintió un poco tonto por no notarlo.
―No lo sé, es algo inconsciente ―su mirada lejana buscaba entre sus recuerdos de lecciones, pero en realidad él siempre ha podido leer cualquier runa o letra, todos en los clanes elementales sabían hacerlo―. Nunca pregunté, sólo leo y entiendo tu idioma. Supongo que es otro detalle que jamás volverá a saberse por el conocimiento perdido.
―Lo siento ―a través de su vínculo intangible, la tristeza se vio reflejada, pues mucho de su avance como civilización se perdió con la Gran Guerra. Acarició el pómulo de HyungWon con delicadeza.
―También lo siento ―el omega se inclinó hacia el gesto―. Me prometí no vivir en el pasado, pero a veces es un poco complicado ―llegó a detenerse cerca de una orilla con desniveles de piedra, dando directo al lago―. Me hubiera gustado nacer en la Era Dorada, WonHo.
―Su nombre no era para menos, ¿no es así?
―En los murales podemos admirar cómo fue nuestra vida en aquellos días y las memorias en las bibliotecas eran como vivir una segunda vida ―el omega cerró los ojos, tomó la mano de su príncipe para mostrarle unos pocos recuerdos.
Recordando sus tiempos de aprendiz en los cinco clanes, le mostraron una cantidad inigualable de historia sobre su propia raza y aun así seguía siendo limitada, pero en los pasillos oscuros del Castillo Niktos, el Palacio Real de Obsidiana; y bajo la guardia de SeungCheol fue que se le mostraron todos los recuerdos de los leviatanes que conservaban.
Las memorias lo llevaron hasta una época donde el océano no sólo era agua. En los dorados tiempos de su mundo, una gran Ciudadela de piedra caliza en tonalidades vivas, rodeada de grandes puertos para barcos y campos de aterrizaje de dragones y grandes águilas, puentes en el agua y sobre las atalayas con el espacio suficiente para que una manada de ballenas cruzase en total calma y para albergar muchos de los mercados más abastecidos en toda la civilización elemental. Las torres colosales tenían grandes estatuas de cuarzo oscuro con figuras del Leviatán Blanco sosteniendo entre sus fauces diferentes dijes con agua de cada mar y lago en el que los leviatanes habitaron. El brillo del sol sobre las tejas y el mismo cuarzo hacía que sus chispazos fueran aún más fuertes, incluso con la luz de la luna rozándolos. Las calles siempre estuvieron llenas de seres como HyungWon, de exquisita belleza y brillo en sus cuerpos, familias de más de diez integrantes, cachorros jugando en los jardines y cada mes había al menos cinco cortejos en el océano. Sus antepasados jugaron en las enormes fuentes de agua marina, compartieron conocimientos en grandes salones con esporas flotando en el ambiente. Las fiestas y ceremonias religiosas eran el triple de majestuosas.
Era un paraíso.
Y quería vivirlo, pero sus sueños no podían ser posibles, no cuando su manada era menos de lo que fueron en esos años. Respiró un poco cansado y dejó de mostrar la memoria. WonHo intentó tocarlo, pero las luces de unos faros lo despistaron. Sin darse cuenta, estaban un poco adentro de la carretera, tomó a HyungWon y se hizo a un lado con tanta fuerza que ambos resbalaron por la ladera y cayeron a las orillas del lago. Con su magia dormida, ambos sintieron mucho frío, eso no evitó las risas de ambos jóvenes, escucharon el sonido del auto a su lado y una joven mujer se bajó para investigar si no había matado a nadie.
― ¿Están bien? ¿No han muerto? ―por su tono, claramente la muchacha que estaba en el interior del auto no estaba sobria.
―Cállate ―replicó la otra ella no sonaba tan ebria, así que se acercó a la orilla―. Dios mío, de verdad lo siento, ¿se encuentran bien?
―Sí, no te preocupes ―WonHo ya se había levantado y ayudaba a su novio a salir del agua.
La joven corrió hasta el portaequipajes de su autor y buscó algo entre sus pertenencias que pudiera ayudarlo y encontró unas toallas secas.
―Lo lamento, yo no vi... ―la chica se quedó paralizada de ver a quién tenía enfrente e hizo una reverencia rápida―. Su Alteza, de verdad perdone mi insolencia, permítame ayudarlo.
―No por favor, estaba muy oscuro y está nevando ―WonHo fue subiendo de la mano de HyungWon y aceptaron la ayuda de la joven―. Gracias ―aceptó la toalla, pasó la otra a su pareja―. Lamentamos mucho estar en medio de la carretera.
―Deberían ―dijo la chica en el auto, se había movido hacia la ventanilla y su cuerpo colgó mientras seguía un poco mareada por el efecto del alcohol en su cuerpo―. La realeza no sabe caminar en la carretera.
― ¡Cállate! ―la chica, ruborizada, le tapó la boca a su mejor amiga―. Lo lamento mucho, Su Alteza, ella no sabe lo que hace, está ebria.
―No se preocupen ―WonHo siguió insistiendo en dejarlo pasar―. Estamos bien, por favor, ¿podrías no llamarme de esa forma? No estoy en funciones para esos honoríficos.
A la que le habían tapado la boca, sacó su lengua y lamió a su amiga, quien de inmediato soltó un respingo y una mueca de asco.
― ¿Está soltero su majestad? ―la chica soltó un hipido junto a una carcajada ahogada―. Porque a mi amiga le urge un novio que le desempolve el sótano.
― ¡Christie! ―la chica podría morir de pena en ese momento, ambos chicos sólo le dedicaron una sonrisa apenada―. No le hagan caso, ella es...
―O tal vez yo necesito un novio real ¿no crees, Lara? ―volvió a moverse en asiento y ahora su espalda estaba sobre la ventanilla del auto―. Ya me cansé de jalármela con muñequitos 2D.
―Por Dios Christie, ya basta ―la chica rodó los ojos, la metió de nuevo al auto y la amarró con éxito al asiento usando el cinturón de seguridad―. Ni siquiera tienes un pene para decir: "Jalármela".
―No me importa ―la chica seguía riéndose y ahora estaba más activa, aunque su cerebro no procesaba cómo quitar el cinturón―. ¿Majestad, me dejaría metérsela?
Las amigas comenzaron a pelearse para que alguna de las dos se callara. WonHo estaba claramente divertido, verlas pelear le recordaba cuando BaekHyun y él hacían lo mismo. Aunque cuando él se embriagaba lloraba cuando se golpeaba, por muy mínimo que sea el impacto, de igual forma, solía portarse como un niño berrinchudo y se escondía de su mejor amigo. BaekHyun no, él se portaba más boca suelta y gruñón, por lo que a veces se metía en problemas con chicos más grandes que él. A veces terminaban vetados por una semana de los bares, pero era divertido cuando pasaban cosas similares a lo que las amigas se enfrentaban.
― ¿Sueles emborracharte, HyungWon? ―le preguntó el heredero por su lazo telepático.
―No lo recuerdo, al menos nunca me ha pasado tan rápido con bebidas humanas ―el omega se rascó la nuca―, ¿no deberías decirles algo? ―señaló a las jóvenes humanas―. Parece que se van a arrancar los ojos.
―Sería un placer concederle ese honor ―WonHo se acercó a las chicas, llamando su atención―. Pero ya tengo un novio.
Ambas dejaron de discutir, en sus rostros se colorearon de un rojizo llamativo, no esperaban la sinceridad del príncipe. Sabían de los rumores de sus preferencias, pero casi todo el pueblo respetaba la privacidad de WonHo. Esa pena le duro poco a la que respondía al nombre de Christie.
―Buju ―hizo un puchero y se cruzó de brazos―. Al menos espero que el chico sea tan guapo como tu amigo de al lado.
―Christie, por favor, ten un poco de pudor ―recriminó su amiga.
―Él es mi novio ―respondió WonHo.
―Ah, entonces no me quejo.
―En serio lo lamento, Majestad, mi amiga está muy mal y admira todo su trabajo en estos últimos años con la escuela de artes, sólo que ebria suelta muchas estupideces ―la chica de ojos grises y cabello oscuro ahora cerró la ventanilla del auto, dejando a su amiga soltando maldiciones.
―No se preocupe ¿Señorita Lara? ¿verdad? ―la chica asintió―. Espero que también nos perdone por caminar de manera imprudente en la carretera.
La chica ya no quería discutir con su amiga ebria haciendo destrozos en su auto, para estar a mano, las chicas los llevaron hasta la entrada de la mansión Thorburn. La pareja no tardó en ocultarse tras la seguridad de la Casa del Kraken, pocas luces le daban vida y en la mesita en el recibidor principal encontró una nota con la caligrafía tan exquisita de su padre ChangKyun.
Cariño.
Disfruta tu noche con HyungWon. No regresaremos hasta mañana en la noche, estaremos de visita en todas las casas. Por favor, si haces un desastre, al menos limpia.
Con amor:
Papá.
Sus mejillas se encendieron, no era la primera vez que le contaba a su padre sobre su vida sexual. Consideraba a su familia lo suficientemente abierta de mente para hablar de esos temas sin estigmatizarlos, pero el hecho de que fuera HyungWon a quien había traído a casa, le producía un poco de vergüenza que su padre lo ayudara de manera sorpresa para dejarlos solos.
Guardó la nota en el bolsillo húmedo de su pantalón y se dio cuenta de que tenía frío y pesado, pero su bestia interior salió a luz para mostrar el fulgor dorado y azul de su cuerpo, HyungWon también había llamado a su otra mitad para no sentir más frío.
―Ven ―tomó a su novio leviatán de su mano hacia el pasillo principal de la mansión―. Vamos a deshacernos de esta ropa.
No tardaron en llegar hasta el cuarto en el nivel subterráneo, donde se dedicaban la mayor parte de las labores domésticas hechas por el único sirviente de los Thorburn. Agradeció a todos los dioses conocidos, que YoonHo estaba de vacaciones en su tierra natal.
Los niveles subterráneos eran lo más pulcro que había conocido en la vida. El mármol veteado con gris oscuro junto con las paredes adornadas con marcos de oro y pinturas de cada generación de los Thorburn, no parecían armonizar del todo. Los líderes tenían una mirada fría y distante, juzgaban a todo aquel que pasara por su morada. De pequeño le asustaba bajar a ese lugar por su cuenta, así que siempre esperaba a un adulto para llevarlo a explorar.
Ahora tenía veintiséis años y con su magia protegiéndolo, no le intimidaba los cuadros de los anteriores líderes de la Casa del Kraken. Pasaron cerca de tres puertas hasta dar con la indicada, a HyungWon no le sorprendió ver que el lugar tenía el tamaño para almacenar mucha ropa. Los sofisticados electrodomésticos de color grafito, los roperos de caoba con canceles de cristal templado y los artículos de limpieza, era raro para él. Se quedó en el marco de la puerta, ansioso. WonHo por otro lado, se quitó la primera capa de ropa y comenzó a poner suavizante, el detergente y agua en la lavadora.
Estaba tan concentrado en su tarea, que no se dio cuenta del sutil movimiento del mayor de los leviatanes con HyungWon adentrándose en la habitación, sólo para abrazar la fuerte espalda de WonHo, escondió su nariz en el hombro de su novio y dejó un casto beso en su cuello, donde estaba una de sus luces doradas. El heredero soltó un pequeño respingo y buscó a HyungWon con la mirada. Se veía tan tranquilo que no pudo resistirse a los encantos del omega y lo besó.
Era suave, como la brisa primaveral en Inverness. HyungWon siempre lograba calentarlo desde su pecho hasta el último de sus nervios. Su bestia de igual forma recibió a su pareja, sólo que estaba más feliz que de costumbre y ambos, tomaron al omega para dejarlo sobre la barra de cuarzo a lado de la lavadora. HyungWon jadeó, separándose un poco y enredando sus piernas alrededor de la cintura del príncipe. Las manos más pálidas se encargaron de recorrer la espalda desnuda, se juntó aún más para sentir el calor en la parte inferior del cuerpo. Se sentía tan embriagado por su adorado príncipe del lago que no tardó en desear que lo tomara ahí mismo.
―WonHo, mi príncipe ―susurró contra los labios.
El chico no respondió, simplemente se dedicó a besar el cuello sensible del leviatán. Le encantaba atrapar la piel de su pareja entre sus labios, porque HyungWon se apegaba más, como si quisiera fusionarse. La mano que usaba como apoyo mientras besaba al omega, dejó la superficie de cuarzo y se coló debajo de la ropa húmeda.
―Deberías cambiarte ―murmuró, aún entretenido con el cuello de HyungWon―. Podrías enfermarte.
―Ahora que lo mencionas ―HyungWon fue quien puso distancia entre los dos para mirarlo a los ojos―. Tal vez sí necesito un baño ―le dio un besito en la punta de su nariz y se quitó casi sin respirar toda la ropa posible, dándole la espalda a WonHo.
―Iré enseguida ―dijo divertido, le gustaba cuando HyungWon se portaba de manera seductora, pues que se haya desnudado y le lanzara al último una mirada traviesa, quería decir que el omega sólo buscaba una cosa.
Y estaba gustoso por cumplir sus deseos.
HyungWon se sintió en completa calma estando en la bañera de su novio. En realidad, su cuarto era el lugar donde su esencia estaba más concentrada cuando es humano, pero si realmente ponía esfuerzo en aumentar su sentido del olfato, la fragancia del océano en WonHo danzaba por el aire. Lo relajaba de muchas maneras y ponía a ronronear a su bestia.
Se apresuró a limpiarse por completo y salir, sin preocuparse por usar una toalla, pues su piel mortal se secaba con gran rapidez.
Regresó al cuarto cantando una melodía humana sobre su festividad y su novio llegó en ese momento. No le sorprendió para nada verlo desnudo, ya han pasado por mucho para sentir esa clase de pena, sólo sonrió y se acercó para besarle la mejilla. Sin necesidad de palabras, fue hasta un pequeño cofre a los pies de su cama y le entregó un suéter azul afelpado con patrones de nubes blancas, le llegaba hasta la mitad de sus muslos y se resbalaba de un hombro.
―Ya regreso ―le volvió a besar ahora de manera más lenta y ansiosa, pero hizo el esfuerzo de separarse para tomar un baño.
―No tardes ―susurró, aunque su pareja podía escucharlo a la perfección con su audición aumentada, el heredero desapareció en el interior del baño a los pocos segundos.
Entonces sintió el frío colarse por el enorme ventanal hacia el balcón de piedra. Se acercó con la intención de cerrar las puertas, más el brillo de la luna sobre el agua le guiaron al exterior. El dulce olor del agua, la brisa invernal y la pequeña nevada que seguía pintando el ambiente de blanco le provocó una sacudida, abrazó su cuerpo tratando de controlar sus luces y no llamar la atención.
Podía escuchar el sonido de las olas rompiendo contra la playa de piedritas, le recordaba cuando su cuerpo bestial producía el mismo sonido estando en el agua. Su mente se imaginó en el lago, nadando en completo control junto a WonHo. Se moría de ganas de ver su transformación completa.
¿Qué color predominaría en sus escamas? ¿Cuántos huesos podrán unir la membrana de la cresta? ¿Tendrá aletas para ser más fuerte en el agua? ¿O membranas afiladas para cortar el agua?
Se frotó los brazos. Soltó un largo y ansioso suspiró, a veces quería que el tiempo corriera más deprisa. Cuando era más pequeño, fue peor de paciente en su cambio y en el de su familia, tampoco ayudaba que entre su grupo cercano apostaran a quién cambiaría primero. Recordó la carita satisfecha de Sana en cuanto apenas pudo mantener el cambio en las aletas delanteras por un par de minutos. Lo único de lo que pudo enorgullecerse al presentarse, logró mantener su forma completa por diez segundos.
Aún parecía incrédulo ante el pensamiento de su novio pasando por los mismos cambios que él. Tenía que llegar al fondo de todo, debía volver a buscar en cada lugar que podía. En las pocas veces que ha logrado separarse de su vigilancia hacia WonHo, las salas en la biblioteca del clan parecían temerosas de decirle las respuestas y terminaban por frustrarlo ante los caminos sin salida. En otras ocasiones, la información parecía haber sido borrada a propósito, pero la firma o las memorias nunca mostraban el rastro característico del usuario original.
Había algo raro sucediendo en su hogar y podía suponer que, con las Gran Guerra y el Ocultamiento, tuvo algo que ver. Tanto Sana como el mismo YoonGi, presentían que el Clan ocultaba muchas memorias y conocimientos de la Era Dorada, donde los humanos lograron mezclarse, se borraron para evitar una nueva guerra. Aunque, había algo más; en una memoria fue expulsado sin piedad y le provocó dolor de cabeza por días.
«¿Qué es lo que ocultan?» pensó HyungWon al recargarse en el balcón.
No necesitó de palabras o sonidos para saber que WonHo estaba detrás de él. Lo podía sentir por su lazo de Nexum, ya que, siempre parecía verano a su alrededor en lugar de invierno: cálido y seguro. Su presencia llegó mientras se enfrascaba en sus problemas en su mente para calmarlo con su segunda alma. Le gustaba mucho que lo tocara de esa forma, era mucho más íntimo.
―A veces el lago está tan quieto ―las palabras del príncipe llegaron hasta sus oídos, sonaba ansioso―, que temo que no estés.
El omega no quería dar crédito a lo que escuchaba. Existía una vieja creencia que su familia le había dicho a WonHo. La razón por la que el agua en el mundo parece moverse, es debido a la existencia de los leviatanes, porque son el corazón del mar y lagos, así que la canción que entonan estos cuerpos es porque están en sincronía con el alma de tan importantes criaturas.
Muchos maestres y sacerdotisas les muestran pequeñas memorias de los mares en su máximo esplendor. Eran tan azules y cristalinos que podían ver mucho más que ahora, las grandes bestias y los mismos habitantes de la fastuosa ciudad atlante daban más colores al Océano. Podían escuchar la canción ancestral: El llamado del Océano, que representaba el alma elemental del agua y que sólo podía seguir viva mientras los leviatanes nadaran en sus aguas. El agua estará completamente quieta cuando su especie deje de existir. Pues los dominios del Leviatán Blanco dejarán de respirar si sus hijos murieran.
Pero eso era un cuento, uno para cachorros... había algo más.
― ¿Qué sucede? ―se giró, WonHo estaba a tan sólo un par de pasos de él, su mirada estaba gacha y no podía verlo con claridad―. ¿Por qué no estaría aquí? ―tomó el rostro de WonHo entre sus manos―. ¿Qué es lo que pasa?
No quería decirlo, pero WonHo ha estado soñando mucho con HyungWon y no de la misma manera que en el pasado.
Siempre eran escenas de su amado omega débil, apresado y casi al borde la muerte. Con su don sin comprenderlo por completo y desconocer si sus visiones pueden ser realidad o no, aún existía ese miedo abrumador al pensar que HyungWon estaba en peligro. No era el mismo sentimiento por su caza como leviatán, esto era diferente, podía sentir la muerte acechando al HyungWon de sus sueños y al que tenía enfrente.
Estaba asustado y mucho, no quería que su novio supiera esto. Sólo que su lazo a través de su unión hecha por el Creador de Siete, le hizo saber sus miedos.
HyungWon tuvo que ser fuerte por los dos, él tampoco comprendía el don de WonHo, pues no ha habido profetas en su clan desde la Gran Guerra con el sacrificio de ésta última. No podía detenerse a pensar sobre si los sueños eran profecías o no. Tal vez el estrés de WonHo al convertirse en una criatura como él le estaba cobrando factura.
―No iré a ningún lado, Lee-Thorburn WonHo ―obligó a su novio a levantar la cabeza y encararlo―. Ningún poder del dios humano o el mío pueden dejarnos lejos. Ni siquiera la muerte, iré a donde sea que estés, te protegeré, así como sé que tú harás lo mismo por mí.
―Lo sé ―masculló, un intento de sonrisa se asomó por sus labios.
No le gustaba verlo así y se acercó para besarlo. Siempre decían que las muestras de afecto sanaban cualquier herida, su beso logró remover a la bestia interior en lo más profundo del heredero. El toque de sus almas era tan cálido como el sol en la primavera y WonHo se dejó llevar por esa seguridad de no sufrir peligro alguno junto a su amado HyungWon. Deseaba dejar de sentir tanto miedo y al tocar a su Nexum lograba sentirse de esa forma por un buen tiempo.
Pasó sus manos por el cuello de HyungWon hasta que se quedó sin aliento. Amaba mucho la diferencia de alturas y ver los brillantes ojos rosados de HyungWon desde esa posición, era como admirar una especie de cerezo mágico. No estaba seguro de que eso existiera en el mundo de su novio, pero nunca paraba de hacer esa comparación, porque HyungWon era la primavera en el invierno de su vida.
―Te amo ―susurró en medio del beso, rodeó la cintura del mayor con uno de sus poderosos brazos mientras que con la otra se deslizaba por el cuello de HyungWon―, te amo, te amo tanto.
―Vamos adentro, mi príncipe ―se separó y caminó de puntitas, llamado a WonHo con sólo dirigirle una mirada―. El invierno no es lugar para ti esta noche.
WonHo el dedicó una sonrisa cómplice y aceptó la mano que le extendió su omega. Sus pies se movían como si pisara la superficie del agua, flotando y borracho del aroma tan dulce saliendo del cuerpo de su omega, de su pareja, su Nexum. La sonrisa grande, loss ojos refulgiendo en la penumbra de sus aposentos y cuando estuvieron dentro, HyungWon soltó una de sus manos, para sacar un látigo de luz y cerrar los ventanales, dejándolos por completo a oscuras.
El color rosado se entremezclaba con el dorado y el azulado. Formando un extraño balance entre luz y oscuridad, sólo se veían interrumpido cuando sus gestos, caricias y besos se movían, entonces la luz llegaba a predominar en un lado u otro. Las piernas de WonHo temblaron cuando su omega movió sus manos de su cuello hasta llegar a su espalda, sólo una fue la que se posó sobre la cintura para acerarlo hasta eliminar cualquier espacio entre ellos.
Jadeó ante el toque delicado de las yemas de sus largos dedos sobre una de sus nalgas. Amaba cuando HyungWon era más coqueto y atrevido de lo usual, sólo lo había visto en dos ocasiones y esta nueva, sólo le hizo sentirse más ansioso por seguir adelante.
―Su majestad ―ronroneó su título entre sus labios tan cerca de su oído que tuvo que sostenerse de los hombros de HyungWon para no temblar más de lo que ya lo hacía―. Esta mañana quería que me tomaras y no lo hiciste ―WonHo tragó en seco y se separó ligeramente, topándose con el fuego rosado en los ojos de HyungWon―, estoy un poco triste ¿podría resolver este problema?
―Mi amado Leviatán ―susurró muy cerca de su rostro, sus labios se rozaban al hablar―, ¿Cómo desea que compense mi agravio de esa mañana?
―Déjame verte ―la mano acarició su mejilla, WonHo nunca se dio cuenta cuando la subió desde su nalga hasta ahí, porque la petición lo dejó confundido―. No creas que no me di cuenta de que me estás ocultando tus ojos ―la otra mano abandonó su espalda y se separó lo suficiente para contemplarlo―. Desde hace varias noches que no he visto tu verdadera forma.
―No es lo que...
Claro que lo sabía. Hace tres noches notó algo raro por el espejismo que vio en el agua. No quería decirlo, porque nadie entre los leviatanes tenía lo que él, se asustó tanto que su mejor táctica fue ocultarlo a través de una característica humana como el color avellanado de sus ojos.
―Por favor ―la voz profunda en el fondo de su alma interrumpió sus pensamiento―. Él no nos juzgará, déjame salir.
―Pero ―titubeó, HyungWon acertó en sus sospechas, algo en su transformación había salido diferente.
―WonHo ―el llamado suave de la voz interna en HyungWon en combinación con su voz mortal lo hicieron cerrar sus ojos, como un niño aterrado del castigo a una travesura que cometió―. Confía en mí, no tengas miedo de mostrarme quién eres.
Confiaba en él, con los ojos cerrados, pero le asustaba más el hecho de no lucir como un leviatán normal si ya no era humano. El botánico le sonrió y besó con calma, la bestia en el interior de HyungWon abrió poco a poco las capas alrededor de la otra y alcanzar a su mitad.
―Déjame verte, por favor ―el susurro, lleno de súplica, como si WonHo le negara beber agua después de estar privado de ella por semanas―, no puedo ayudarte si no me dejas entrar.
Lo miró, con un poco de duda, aun temeroso del rechazo por lo que vería en sus ojos. Sin embargo, decidió confiar en HyungWon. Cerró los ojos y dejó que su magia revelara sus verdaderos ojos.
―Ábrelos ―pidió el omega con cariño, como el toque se sus manos sobre sus mejillas.
Soltó un largo suspiro y lo dejó ver.
HyungWon no lo comprendía hasta que puso completa atención. El dorado y el azul no eran lo poco común, lo eran sus pupilas. Cualquier ser vivo tenía una pupila definida, las de WonHo no lo eran; el borde estaba difuminado como las olas al desvanecerse. Eran hipnotizantes, ni siquiera pensó en si era extraño o normal, porque quedó aún más embelesado por él.
―Es increíble, WonHo ―el mestizo levantó sus ojos, incrédulo―. No sé por qué te avergüenzas de esto.
―Porque a nadie se le desvanece su pupila.
―Tal vez es una señal ―su explicación no convenció del todo al príncipe―. Puedes pertenecer al mundo que desees, al humano ―tomó su mano para llevarla a su pecho, donde descansaba su otra mitad, pudo sentir el calor saliendo de su piel travesando tela, piel y huesos―, o al mío.
WonHo sonrió, siempre le caían bien sus palabras de apoyo incluso en los momentos más estresantes de su transformación, justo como en ese momento.
―No necesitas preocuparte por pequeñeces ―HyungWon negó―, me encantan tus ojos.
―Los ojos son las ventanas del alma ¿no es cierto? ―inquirió, un poco más tranquilo de ver que su novio no encontraba las razones para asustarse por sus nuevos rasgos.
―En esto te equivocas ―HyungWon delineó los pómulos de WonHo―, no son las únicas formas de ver tu alma ―siguió su recorrido por la mejilla, embebiéndose del gesto extrañado de su novio―. Tu forma mortal es una de ellas y escondernos, no es algo que mi príncipe nos ha enseñado a lo largo de este camino.
«―Desde que me enlacé contigo en la playa ―sus ojos rosados se sintieron más cálidos, como sus brazos cuando lo rodeaban y se juntaban entre montañas de pieles―, he escuchado y aprendido que contigo nunca necesité usar un disfraz, porque me amas sin importar si cumplo estándares que no entiendes y yo igual.
«―No intentes encajar en mi mundo ―le besó la frente―. Yo me enamoré de ti siendo un humano, no quiero perder esa parte de ti. Si estos cambios te hacen un caminante entre ambos mundos, es sólo una prueba de que los dioses te están diciendo que tus orígenes van a estar contigo. Tu forma mortal es hermosa y refleja muy bien a quién estoy amando. Nunca vuelvas a ocultarte, así como yo nunca lo haré.
WonHo asintió, mostrando una sonrisa sincera, pidió permiso con un gesto de su cabeza para besarlo. Aún le parecía impresionante que un alfa le preguntara si deseaba tocarlo, él nunca necesitó permiso, siempre estaría encantado de sentir las manos de WonHo sobre su cuerpo, así que las llevó hasta el borde, donde la piel del muslo comenzaba a resaltar. Entendió el mensaje sin necesidad de leer sus pensamientos.
Con extrema lentitud cargada de pasión en sus ojos, lo hicieron dócil, en cuanto no hubo ropa cubriéndolo, su piel se erizó. Su desnudez era explorada sin prisa o deseos de consumar el acto con rapidez, no era necesario, tenían el tiempo en su favor.
WonHo exploraba pacientemente desde la punta de los dedos, pasando por sus fuertes brazos y desviado su camino hasta las clavículas. Con las yemas delineó el pecho de HyungWon sin despegar sus miradas, haciéndole saber que deseaba tocarlo de todas las formas posibles, el omega le contestó su propuesta con un gemido al rozar sus pezones.
Con los ojos cargados de una pasión tan palpable, su aroma se intensificó. Si no fuera porque las puertas y ventanales estaban cerrados a cal y canto, seguramente el lago se hubiera llenado del dulce aroma de su omega, por ahora no quería que nadie pudiera tener ese honor.
Orgulloso de no ser único sediento de deseo, delineó la línea de su mandíbula con besos juguetones, cortos y largos donde sabía que HyungWon llegaba a estremecerse. Saltó un poco cuando las manos de WonHo bajaron casi sin darse cuenta hasta su cintura, quedando sólo una ahí y la otra tomó su miembro. El príncipe sonrió aún más satisfecho cuando los pequeños colmillos de HyungWon salieron de su boca y se sostuvo de su cuello, no lo pensó mucho, así que él mismo sacó sus caninos y los encajó en el cuello de su pareja.
El omega bajó sus manos y sostuvo la virilidad de su novio. Se masajearon los miembros con delicadeza, permitiéndose disfrutar de los roces de sus manos combinados con gemidos bajos.
Podía sentir cómo una sensación casi insoportable crecía en su estómago, muy parecida como si alguien estrujara su estómago y sus pulmones no desearan aire, porque el hecho de compartir este momento tenía un motivo superior, solo que ya no tenía miedo de pedirlo. No había manera en el mundo a que WonHo pudiera decirle que no.
―Has la convergencia conmigo ―susurró cuando WonHo volvió hasta sus labios.
El heredero del lago Ness lo miró, como si le acabaran de decir que las guerras se acabaron y la paz sólo reinaría en el mundo.
Asintió, en realidad no sabía si sus palabras quedarían atoradas en su pecho para echarse a llorar de felicidad. Sólo sus movimientos inspirados por la segunda alma viviendo dentro de él, fue la que realmente tuvo el valor para poder moverse y cambiar de posiciones con HyungWon y llevarlo hasta el borde de la cama.
―Por favor ―tomó una de sus manos y usó el dorso para que su aroma se impregnara en HyungWon―. Guíame.
El omega se dejó caer sobre el colchón sin deshacer la unión de sus manos, el joven maestro de artes se cernió sobre el cuerpo más esbelto. Tragó saliva cuando las piernas de HyungWon se deslizaron entre las suyas y rozaron el miembro de WonHo.
Estaba nervioso. Ya antes había tenido experiencias sexuales con varias parejas y con HyungWon igualmente, pero el ambiente, sus movimientos, sus palabras; todo era diferente de buena manera. Recordó las palabras de su novio y no dejó que su propio miedo le permitiera ocultar que estaba ansioso y asustado sobre cómo llegar a este lazo.
Ser un Nexum Animarum de un cambiaformas era algo tangible en muchas formas. Él ya podía sentir a HyungWon vivo, sentir sus pensamientos cuando estaban cerca, incluso ahora entendió que muchas formas de calmarse venían siempre por él. El leviatán producía una especie de sensación sanadora cuando sentía miedo o ira, él era el océano cuando el día era amable, cálido y amoroso. Era su complemento perfecto, su otra mitad de manera literal. La Convergencia de Luces es otro tipo de lazo, uno le daría más fuerza a su destino.
―Oye ―HyungWon le tomó del mentón, WonHo se había quedado quieto por un largo periodo de tiempo y logró escuchar sus dudas―. Todo está bien ―se acercó para besar la punta de la nariz―. Sólo respira.
―Está bien.
HyungWon se volvió a acostar y WonHo se puso sobre él, sus ojos heterocromáticos buscaban alguna palabra, pero le sonrió, antes de que sus dedos lograran mostrarle el lazo del corazón de WonHo. Un hilo dorado brillante con un centro de un azul eléctrico palpitó al ritmo del corazón del príncipe, se sentía tan suave como la seda al tacto y WonHo también lo tomó.
La sensación era un poco extraña, es como si múltiples puntos fríos estuvieran acariciando su cuerpo, pero él era quien se estaba tocando a un nivel mucho más profundo que el físico. A su mente llegó una imagen de su mismo cuerpo compuesto por un líquido dorado del que saltaban chispas de luz blanca y unas gotas azules salpicaban su cuerpo, representando a la parte física que sostenía el lazo de su corazón. No sólo era gotas suyas, también podía ver pétalos rosas, volando a su alrededor y sólo pocos le tocaban y era como sentir corrientes de electricidad placenteras.
Al abrir los ojos HyungWon lo miraba atento a sus acciones. Un rubor tiñó sus mejillas, pues la sensación de que su novio había desnudado su alma lo hacían sentir como un primerizo inexperto. HyungWon soltó una risita y le entregó la punta del hilo morado. El heredero se sintió un poco tímido al sentir el alma desnuda de HyungWon entre sus dedos, pero al cerrar los ojos podía ver el mismo líquido en un color rosado con manchas moradas en sus hombros, estómago y cuello.
―Es hermoso ―murmuró, aún sin animarse dejar de verlo―. Eres hermoso en cualquiera de tus formas.
―Cómo las estrellas en la noche ―susurró HyungWon en su lengua, pero sus lazos al estar en manos del otro, WonHo comprendió cada una de sus palabras―. Cómo el sol en el cielo, como la luna a las olas, como el agua al fuego, la tierra al aire y la oscuridad a luz. He de ser tuyo y tú mío. La distancia no ha de ser la barrera en nuestros caminos ni el tiempo.
«―Mi cuerpo y alma te pertenecen WonHo, hoy, mañana y hasta que lleguemos juntos al Reino Final, incluso después de eso... ―el omega tomó las puntas de ambos lazos que se acortaba conforme se acercaban, hasta que la primera hebra se entrelazó y podía sentir como las almas en sus pechos extendían sus manos para al fin formar una misma―, he de firmar en el cielo de mi Creador con mi propio ser para unir mi alma con la tuya.
El mundo a su alrededor dejó de existir, el manto oscuro de la noche los envolviera como una vieja amiga tomándolos en un abrazo fuerte en el que sus cuerpos desnudos eran lo único en ese lugar. El dorado contra el rosa y el azul contra el morado, estallando en una bruma de sus colores. Donde ahora su lazo era inquebrantable, los pensamientos no eran sólo sensaciones, si no que sus mentes podían pensar como una y dos a la vez. Sin poder existente para romper este lazo, ni siquiera los dioses que los crearon podrían deshacer la Convergencia de Luces entre dos Nexum, aunque uno de ellos fuera humano.
Sus respiraciones volvieron a estar en sincronía cuando el lazo desapareció entre sus manos. Sólo unos segundos de silencio fueron interrumpidos por el deseo de tomarse mutuamente.
WonHo besó a HyungWon de manera en que sus labios fueran lentos mientras HyungWon lo trataba como si fuera a romperse con una simple caricia de sus labios. Con sus deseos despiertos, no dudó en mover su cadera hacia abajo, rozando sus erecciones. HyungWon soltó un sonoro gemido y abrió las piernas para abrazar la cintura de WonHo.
El heredero no tardó mucho en buscar con sus dedos la entrada palpitante. Desvió sus besos y atenciones a la zona más sensible del cuello de su omega: la punta de las luces. HyungWon gimió aún más fuerte al sentir que su piel era perforada por los caninos de WonHo y casi llegó al orgasmo, de no ser porque WonHo se alejó para pasar su lengua por la mordida, usando las propiedades mágicas de su saliva para no dejar una cicatriz molesta. Le dedicó otro par de mordidas a lo largo de ambos lados del cuello, su dedo se coló en la entrada, quedando empapado del lubricante natural del omega hasta poder dilatarlo. HyungWon no sabía cómo es que no había llegado al orgasmo entre las mordidas de su pareja ni por la intrusión dentro de él. Aun así, disfrutaba de la atención del príncipe del lago y lo amoroso que era para hacerlo sentir en el cielo.
WonHo estaba muy feliz, tanto que no dudó en cambiar de posiciones con HyungWon, tomándolo por la cintura y sentarlo sobre su regazo. El omega se sorprendió un poco y provocó una pequeña risita en WonHo cuando vio su gesto confundido por el cambio.
―No lo pienses ―susurró, besando con vehemencia sus clavículas y dejando nuevas mordidas―. Sólo déjate llevar.
HyungWon tampoco pudo pensar o decir una respuesta, pues las manos de WonHo acariciaron su miembro desde la punta hasta la base, sacando un poco del líquido preseminal de HyungWon hasta que fue demasiado entre sus dedos y volvió a buscar la entrada, introdujo dos, encontrado la calidez de HyungWon tan placentera que su propio deseo ardió y el líquido aperlado comenzó a desbordarse de su cuerpo.
El omega logró afirmarse a los hombros y mover sus caderas para rozar su trasero con el pene de su Nexum y mantuvo su mirada fija mientras tentaba a WonHo con el movimiento lento de sus caderas y los dedos de WonHo penetrándolo.
El mayor de los leviatanes no esperó por mucho tiempo, pues él mismo dejó de moverse contra la mano de WonHo y tomó el miembro en su lugar.
―Espera, todavía no... ―WonHo intentó detenerlo, pero el gruñido y la propia mano de HyungWon empujándolo contra el colchón lo dejó boquiabierto, en sus ojos podía ver un deseo salvaje y poderoso.
Teniendo a WonHo por completo a su merced, comenzó a masajear el pecho izquierdo de su pareja para apresar el pezón oscuro del príncipe y con ayuda de su pulgar, logró que se pusiera duro. Sabía de sobra que era una zona muy sensible para el hombre, por lo que se deleitó de ver a un leviatán más poderoso que él sucumbir ante sus caricias. HyungWon se inclinó para besar esa parte del cuerpo y encajar de igual manera sus pequeños colmillos, acción que sin duda repitió con el otro pecho, disfrutando de los gemidos roncos de WonHo.
La cadera del más joven pretendía moverse con más rapidez, debido a lo próximo de su clímax, pero HyungWon no lo dejó venirse tan fácil. Alejó su boca del torso para admirarlo desde lo alto, no cualquier alfa aceptaría esta muestra de poder, pero era WonHo quien se permitía ser tomado de esa forma, porque lo amaba, ni siquiera la bestia mostraba interés en ser el que tomara en todas las ocasiones. Encontraba ese detalle mucho más ardiente que antes.
―Por favor alfa, lléname ―suplicó en un atisbo de su voz ronca y llena de deseo―. Márcame, hazme tuyo, destrúyeme hasta que ya no pueda pensar en otra cosa más que en ti.
―No HyungWon ―sus palabras asustaron a su novio, quien retrocedió, más WonHo se incorporó y lo encaró, aprisionando la cadera de HyungWon con sus manos―. No quiero hacerte daño, jamás lo haría, quiero cuidar de cada grieta que tengas ―su mirada llegó hasta el estómago de HyungWon, donde aún quedaba la cicatriz el arpón del día en que lo salvó de la muerte en el lago―. Quiero hacerte feliz con mi cuerpo y con mi alma. Nunca te destruiría, no es lo que un leviatán hace, sino que sana ¿recuerdas?
«―El agua es vida y yo quiero ser el agua para tu alma ―se acercó hasta sus labios, sus respiraciones entremezclándose―, así como tú eres el agua que sana la mía.
Conmovido con sus palabras, HyungWon soltó una pequeña lágrima de felicidad y aceptó los deseos de su pareja en forma de un beso. El aroma del océano se mezcló en perfecta armonía con el de las mandarinas dulces. Sus besos se hicieron cada vez más largos, sus caricias mucho más entregadas hasta que por fin, HyungWon tomó el miembro resbaladizo de WonHo para alinearlo en su entrada.
Bajó con cuidado hasta llegar a la base. Se dedicaron más besos, succionando los labios del otro mientras el omega se acostumbraba al tamaño del pene. Su cadera comenzó la danza del placer apenas se sintió confiado de no lastimarse y los gemidos junto a los ruidos de sus pieles chocando inundaron la habitación, el vaivén fue tranquilo, hasta que el propio fuego en su interior los convirtió en seres desesperados por tener más placer mientras uno era penetrado y el otro llenaba al otro se deleitaba con el calor alrededor de su miembro.
Lágrimas de placer corrían por las mejillas de ambos, las estocadas eran cada vez más fuertes. HyungWon arqueaba la espalda cuando WonHo metía su miembro hasta el fondo y golpeaba ese punto en el que casi lograba ver estrellas. Sus piernas se retorcieron y los gemidos se transformaron en jadeos y hasta monosílabos sin sentido en sus bocas cuando la semilla de WonHo estalló en el interior de HyungWon, quien también alcanzó el orgasmo gritando el nombre de su novio hasta quedarse sin aliento y sentir el nudo apretándose a las paredes de su agujero.
Sin aliento, con sus pechos moviéndose sin control y sus ojos completamente atentos al otro no tuvieron que decirse nada. La propia Convergencia de Luces hizo que sus sentimientos no hablados fueran los encargados de afianzar su lazo como Nexum Animarun y como HyungWon y WonHo.
Dos almas que estuvieron buscándose, mucho antes de nacer y que ahora, por fin comenzaban a sentirse completos.
Notita de su autora favorita:
No tiene idea, de lo horribles dolores de cabeza por sacar mi lado más romático/erótico/horny para poder hacer este cap.
Okay, tal vez no es el mejor trabajo de c*jición, pero me gustó, para haber estado oxidada de años. Para aquellos que quieran licnharme por haber puesto que su primera vez juntos pasó detrás de escenas... I'm so sorry.
Bueno, estamos en la segunda parte de la actualización, nos vemos mañana con el tercer capítulo de mi regreso en BM.
Los ama:
―𝕬𝖗𝖎
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