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1. Coming Back to Home

2001.


Las nubes esponjosas que se asomaban por la ventanilla del avión llamaron su atención. El niño estaba pegado al cristal con una enorme sonrisa en sus labios tras ver a lo lejos un pequeño punto iluminado ligeramente mientras el amanecer alcanzaba de su nuevo hogar. La luz de un nuevo día poco a poco, bañaba todo el país de Inglaterra.

Londres era el nuevo reino mágico a los ojos de WonHo, ya que recordaba mucho de sus libros de historia en la pequeña biblioteca que poseían sus padres en Seúl, Reino Unido era famoso por su arquitectura, sobre todo por la conservación de castillos desde el siglo XVI. Además, las familias ricas tenían ese privilegio de poder vivir en uno de ellos, como los de sangre noble. Emocionado por esta nueva aventura, dio brinquitos sobre su asiento y se volteó a ver a sus padres.

El adulto a su lado era un hombre de hermosa cabellera negro ónice, bellos ojos avellana resaltaban contra su piel morena clara. Unos lentes de lectura con montura un poco gruesa, les permitían a sus ojos bailar por cada letra de su lectura, al mismo tiempo que sujetaba la mano de su esposo. El otro hombre tenía cerrados los ojos, balanceando su cabeza adelante y hacia atrás al ritmo de la canción en los auriculares del avión, esto le mantenía ocupado de su terror por estar dentro de una cabina presurizada que al más mínimo descuido podría desplomarse, traducción: A JooHeon le dan terror los aviones. WonHo siempre le gustó el cabello dorado tostado de su padre, porque le recordaba mucho a un león, al igual que los ojos felinos que lo destacaban.

―Apa ChangKyun ―se movió de su asiento hasta el regazo del pelinegro, interrumpiendo su lectura. Con una sonrisa guardó el libro de pastas marrones en el bolso de viaje para darle un besito en el cabello rubio del pequeño de ojos avellanas claros―. ¿Ya Llegamos?

―Siéntate mi amor ―dijo en su tono masculino y cálido, tomó a su hijo de su regazo y lo colocó correctamente en el asiento a su lado―. Pronto aterrizaremos y no queremos que salgas volando a Luna.

Le dio un pequeño toquecito a la naricita de su bebé y el niño soltó una risita contagiosa.

―Eomma, yo no puedo volar hasta la Luna ―respondió, obedeciendo a su padre.

ChangKyun sonrió por el otro vocativo que su pequeño ángel usaba para llamarlo.

―No destroces las fantasías de Eomma ―terció el segundo adulto, quien notó a sus dos personas favoritas de todo el mundo hablando, dejó la música de lado prestándoles su completa atención.

―Apa JooHeon, ya quiero llegar a mi nueva casa ―expresó WonHo con su brillo especial en sus ojos―. Quiero salir al jardín y jugar con un perrito.

―Primero lleguemos campeón, después hablamos del perrito ―intervino ChangKyun.

WonHo asintió efusivamente y dando brinquitos sobre su asiento dejó que su hiperactiva imaginación creara las posibilidades de cuán grande y divertida sería su nueva casa, sólo esperaba que el tamaño bastara para tener a su perrito.

La voz del piloto anunció el aterrizaje. ChangKyun ayudó a su niño a abrochar su cinturón de seguridad. Tomó su manita entre la suya, ya que a WonHo le aterraba mucho la hora de despegue y mucho más al aterrizar, igual que JooHeon. Este era el tercer viaje en avión del pequeño, pues el trabajo de JooHeon lo ha trasladado de Seúl a Berlín, después a Nueva York y de regreso a Seúl; y ahora, debido a un asunto familiar que le otorgó el derecho a regresar, a Escocia, la tierra natal de ambos esposos.

Una vez que el avión se detuvo por completo y la luz se extinguió del indicador para desabrochar los cinturones de seguridad, las personas comenzaron a moverse. Los pasajeros desembarcaron por la puerta A12.

―Esperen aquí, voy por nuestro equipaje ―indicó hacia una pequeña banca recién desocupada una vez que bajaron del avión, WonHo corrió tirando de la mano de ChangKyun.

JooHeon se encaminó hasta la banda trasportadora de equipaje, mientras esperaba extrajo su celular del bolsillo izquierdo de su abrigo. Lo encendió y esperó a que funcionara correctamente, notando los miles de mensajes en la pantalla de su tercera persona más preciada en el mundo.

Minnie My Little Baby:

[Correo enviado: Ayer a las 12:59 p.m.]

¡TE EXTRAÑO MUCHO!

¡YA QUIERO VERLOS!

¡LOS AMO!

Muchos de esos mensajes y caritas hechas con dos puntos y el paréntesis final, llegaron mientras revisaba su bandeja de entrada. Lo guardó después de unos minutos, justo a tiempo en que sus maletas pasaban a su lado. Las tomó de la banda y se fue hacia su familia. ChangKyun tenía a su hijo sentado en sus piernas, jugando con él y haciéndole cosquillas. JooHeon se quedó quieto, admiraba que su bella familia comenzaría en donde todo inició.

El pelinegro sintió la mirada de su amado compañero, parecía perdido en sus pensamientos. Al momento en que se conectaron ambas miradas, JooHeon salió de su trance para acercarse a darle un generoso beso en los labios de ChangKyun, WonHo logró escaparse de sus padres y evitar morir aplastado entre esos dos adultos cariñosos.

―Vamos, ya sabes que se pone muy ansioso cuando espera ―le susurró con ternura, ChangKyun respondió con una sonrisa.

WonHo sólo observó cómo sus papás destilaban amor puro, cosa que le parecía extraña a su edad mas no asquerosa como a la mayoría de los niños. Impaciente, se interpuso entre ambos adultos suplicando ya irse del aeropuerto jalándolos de sus abrigos, los adultos no paraban de morir en ternura por la impaciencia del pequeño WonHo, rasgo que sacó de la familia Lee. ChangKyun tomó a su hijo en brazos y una maleta también, aligerando la carga de su esposo.

Entre el tumulto de personas del London-Luton Airpor(1), lograron llegar a las escaleras eléctricas hacia el primer piso, en donde los esperaba un hombre rondando por los cincuenta años de edad, luciendo un elegante traje negro con una pulcra camiseta de rayas, unas gafas anchas de marco delgado plateado resaltaban sus hermosos ojos grises, éstos lucían cansados por la edad sobre sus hombros; portaba un letrero con el nombre de: Lee JooHeon.

JooHeon guio a sufamilia hasta el hombre, que sólo necesitó un segundo para reconocer al niñoque vio crecer por los pasillos de una lujosa mansión a las orillas del lago.    



ChangKyun tomaba miles de fotos a las colinas junto a la ruta A82(2) de Londres a Escocia, directo a la propiedad privada de la familia Thorburn-Lee. WonHo dormía plácidamente en los brazos de JooHeon cubierto a manera de rollito en su adorada mantita de dinosaurios. El viaje y cambio de horario, sumando que llegaron cerca de las 6:30 a.m. a Londres, agotó mucho al pequeño, cayendo completamente dormido después de acomodarse en su mantita antes de salir del estacionamiento del aeropuerto.

Un cálido sentido de pertenencia a su amada Escocia le recordaron a JooHeon aquellos tiempos en los que corría por los enormes jardines de la mansión Thorrburn-Lee. Incluso el aroma a madera de la sala y oficina de la importante familia milenaria y dueña completa de todo el Lago Ness, estaban presentes en su memoria olfativa. A pesar de ser declarado como una reserva natural por su flora y fauna marina, se ha considerado un destino turístico en un pequeño porcentaje de todo el territorio escocés. Cerca del dos por ciento de la propiedad está exhibida al público, debido a que en las creencias de muchos pueblos pesqueros sobre la magia de este lago era algo que debía mantenerse lejos de los extranjeros, sobretodo de ellos.

En la antigüedad eran cinco familias las dueñas de todo el lago. Para cuando la línea de sangre se acabó debido a las guerras a lo largo de la historia, la familia Thorburn-Lee fue la única que soportó las invasiones y conquistas. Agregando diversidad a sus descendientes y fortaleciendo sus lazos sanguíneos desde antecedentes romanos, vikingos hasta ramas asiáticas. La odisea que pasó este clan por el derecho sobre todo el territorio perteneciente al Lago Ness es una de las mejores lecciones en la historia humana sobre la protección del patrimonio. Acontecimiento que ha permanecido intacto con el pasar de los años.

―Nunca pensé que regresaría a casa ―dijo después de divisar brevemente al pueblo y la gran mansión donde pasó gran parte de su vida.

ChangKyun dejó de tomar fotos para mirar a su esposo. El hombre tenía un brillo de nostalgia en sus ojos. Últimamente no paraba de portarse un poco sentimental. Entendía lo duro que fue para él dejar su hogar a los veinte años por él y regresar después de quince, junto a una nueva personita. Dejar el lugar en donde creció es de las decisiones más valientes que ha visto en el hombre, sin mencionar la reciente tarea de convertirse en padre de familia.

―Esta vez será para quedarnos ―aseguró el pelinegro, JooHeon le sonrió con amor.

Se inclinó con cuidado de no despertar a su pequeño en brazos y darle un beso lento al amor de su vida. ChangKyun podía sentir muchas cosas con cada movimiento de los labios ajenos: había rabia, tristeza, felicidad, abandono y otras cosas que sabía, afectaban mucho el alegre ser de JooHeon. Así que le dio todo su apoyo con ese simple gesto de amor, alejando las malas sensaciones de su cuerpo.

―Quisiera que papá viviera para ver a WonHo ―comentó al separase de ChangKyun, mirado con ternura al niño en sus brazos―. Le hubiera encantado la idea de ser abuelo.

―No te tortures así, Honey(3)―acarició la mejilla de JooHeon delicadamente―. Piensa que su última voluntad de tu regreso es su forma de pedirte perdón.

―Todavía recuerdo su mirada de odio cuando le dije que me casaría contigo ―sonrió con amargura ante ese recuerdo.

El hombre al cual le debía sus ojos azulados verdosos despreciaba el hecho de que su primogénito pensara en casarse con ChangKyun, un extranjero que llegó a los quince años al pequeño pueblo vecino. Dejó muy en claro su deseo de verlos lejos. DakHo Lee, repudiaba al mocoso extranjero que distraía al próximo líder de la familia con tontos rituales de un adolescente. Los separaba cada vez que podía, lo cual orilló a JooHeon a escapar de casa, pues no iba a dejar que controlaran su derecho a amar.

La única vez que estuvo en contacto con su padre después de abandonar Escocia, fue un mes antes de su boda. El hombre le dijo que era la deshonra de su progenie y desataba el hecho de compartir su sangre con él.

―JooHeon, tu papá no comprendía el amor entre nosotros, además debió ser difícil para él dejar atrás sus prejuicios conmigo.

―Sólo espero honrar su memoria ahora que regresé.

―Lo harás genial.

La tarea de ser el jefe de un pueblo tradicional escocés fue una labor ardua durante los primeros veinte años de su vida. Ahora, suponía que la noticia de su regreso y su matrimonio con un hombre sería la comidilla del pueblo, sólo esperaba convencer a su gente que amaba sus tierras como su padre lo hacía en vida.

El auto giró cerca de una entrada construida con piedras y un letrero enorme de madera tallada con fauna marina y en el centro, el signo de poder del clan Thorburn: Un barco enredado en los tentáculos de un gran Kraken y debajo de él, el imponente Dragón Marino durmiendo sobre un lecho de rocas.

El pueblo Pertranseunt Leviathan Istum (4).

Las pequeñas casas de dos pisos construidas la mayor parte con piedra, madera, cemento y arena al estilo rústico clásico escocés, comenzaban en fila hasta llegar a una glorieta con el escudo de su clan, sólo que este tenía a ocho salmones con la cabeza apuntando hacia arriba, lanzando un pequeño chorrito de agua hacia el lecho de rocas donde en dragón marino descansaba. Mientras el dragón era una de sus criaturas pertenecientes a sus raíces originales, el kraken provenía de una antigua unión entre uno de los gobernantes nórdicos y una princesa escocesa nativa. En la glorieta había muchas flores blancas como tributo al antiguo jefe de aquel antiguo pueblo. Gesto que hizo sentir mal a JooHeon, ni siquiera pudo estar presente en el funeral de su propio padre una semana atrás.

Al centro del pueblo había un mercado circular alrededor de la glorieta, a esas horas la hora del almuerzo para muchas familias tenía lugar en muchos restaurantes y pequeños comedores, por lo que poca gente presenció la llegada del auto negro con el sello del clan en las cuatro portezuelas. Algunos estaban sorprendidos y otros más sólo miraron con recelo hacia quien sea que estuviera dentro.

―Al parecer nadie tenía idea de esto ―comentó un poco preocupado por las caras de muchos adultos sobre él.

―Está en lo cierto señor ―anunció el mayordomo de la familia―. Su hermano quiso que su regreso fuera discreto.

Asintió.

Siguió el camino hasta que el concreto cambió a un camino hecho con piedras de río. Grandes árboles curvados hacia el centro del camino daban un aspecto místico, que sería un escenario ideal en los cuentos de hadas. El auto se detuvo justo enfrente de un portón enorme con el mismo escudo en medio, sólo que éste tenía muchos detalles elaborados con oro. En cada lado del portón se alzaban unas hermosas columnas de piedra en tonos terrosos con estatuas de salmones en la cima y un par de cámaras, vigilaban el camino principal. Esperaron unos pocos segundos antes de que la entrada automática se accionara.

Dentro de la propiedad, JooHeon reconoció los jardines principales y el camino color arena hacia la enorme mansión. Más bien, el lugar parecía un antiguo castillo de la mejor época en la que reyes y reinas eran lo más común del mundo. Su antiguo hogar cambió mucho a como lo recordaba.

En la fachada principal colocaron nuevas columnas adornadas con una espesa capa de flores moradas, rosas, amarillas y azules, eran varios colores entre los favoritos de su hermano menor. El color de los adoquines cambió de gris a unos más cálidos como en naranja terroso o arena. Los marcos de las ventanas fueron sustituidos con madera negra y adicionaron otras tres chimeneas, además ampliaron los balcones y los barandales estaban tallados piedra caliza basado en el arte celta. Los pequeños laberintos de jardines fueron arreglados con flores rojas de variadas especies, también destacaron muchos arbustos con formas de peces y ballenas.

En la entrada principal lucía una bella fuente con temática marina, peces, tiburones y sirenas, esculpidos en mármol blanco y con detalles en piedras preciosas: topacios, rubíes, zafiros, esmeraldas, cuarzos y diamantes. El auto aparcó justo enfrente de las escaleras de piedra gris, dando una vista a la poderosa puerta de madera fabricada con el roble más fuerte de toda la región. Al igual que el pueblo, tenía bellos detalles sobre las criaturas más famosas de su hogar: el kraken y el leviatán. Ambos se miraban fijamente desde su puesto, pero no se acercaban.

―Bienvenido a su casa, señor Lee ―dijo el mayordomo al apagar el motor.

JooHeon casi llora al estar tan de cerca de su antiguo hogar. En sus años fuera de Escocia siempre soñó con la oportunidad de regresar. Con su padre esperándolo en las escaleras luciendo su porte orgulloso, cruzando sus brazos sobre su pecho, mirándolo con orgullo por traer a su familia y su hermano por detrás del hombre con lágrimas en sus ojos. Esa ilusión sólo puede existir en su mente.

Su padre está muerto y su hermano no estaba a la vista.

Le tomó un par de minutos poder procesar la situación cuando pudo ser capaz de moverse. Justo en ese instante, el pequeño WonHo abría perezosamente sus ojitos, tallándolos con sus manitas.

― ¿Ya llegamos? ―preguntó en medio de un bostezo.

―Te va a gustar tu nueva casa ―dijo ChangKyun depositando un beso en la frente de su pequeño niño.

WonHo sin entender a su padre, volvió la mirada hacia la ventana. Abrió completamente su boca de la impresión con sólo mirar una parte de la casa, se movió del regazo de su padre para apreciar mejor una de las extensiones de la gran casa, saliendo del rollito en el que se encontraba.

― ¡Viviremos en un castillo! ―gritó lleno de emoción― ¡Ahora sí podemos tener miles de perritos!

―Para tu carro, campeón ―JooHeon tomó al niño en sus brazos para hacerle cosquillas y distraer el intenso deseo de su pequeño por tener muchas mascotas―. Primero le tienes que preguntar al dueño de la casa si puedes tener perritos.

―Entonces vamos ―ordenó, señalando hacia la casa como si fuera el capitán de un gran navío.

ChangKyun muy contento de ver su preciada familia jugando le hacía sentir que cada decisión que han tomado, ha valido la pena. Abrió la puerta del auto y JooHeon dejó que el pequeño WonHo abriera con mucho entusiasmo su puerta, saltó al suelo como un súper héroe de sus películas favoritas y fingía ser un avión al aproximarse a la entrada.

JooHeon esperó a que ChangKyun se reuniera junto a él, tomó su mano con fuerza antes de llegar a la entrada. Sacó de su bolsillo del abrigo una antigua llave plateada para insertarla en el cerrojo con un poco de miedo. Descubrió que la cerradura seguía siendo la misma.

Empujó la gran puerta de madera y descubrió que los pisos de mármol blanco fueron cambiados de colores por arenosos y mosaicos cafés. Las alfombras y gran parte de la tapicería bordada a mano con escenas de sus antepasados fundando el pueblo del Lago Ness, escudos familiares y alguna que otra colección de armas pertenecientes a todos los varones y mujeres que han pasado por las guerras antiguas, seguían ahí. Muchos de los antiguos adornos de mármol fueron reemplazados por figuras de madera de animales marinos y pinturas de paisajes naturales, adicionaron más libreros con muchos textos desde la familia hasta literatura universal. Los candelabros de araña relucían preciosamente contra la luz natural que entraba por los ventanales de la sala principal.

El único mayordomo de la casa seguía por detrás a la familia. JooHeon fue al estudio de su padre, el lugar donde aprendió a ser un líder ejemplar y en donde perdió gran parte de su niñez.

― ¿Apa ChangKyun, por qué Apa JooHeon no quiere entrar? ―preguntó en un susurro al mayor.

―Papi está nervioso de ver a su hermano ―le respondió con el mismo tono.

Acarició la manija de madera antes de empujar hacia abajo y abrir la puerta. El estudio seguía con ese olor característico a tabaco y madera que predominó por muchos años. Al parecer, su padre jamás dejó su hábito de fumar ni estando delicado de salud. En la pared junto al gran ventanal enmarcado por cortinas con detalles y grabados tradicionales escoceses, estaba el cuadro de su familia.

Una hermosa mujer de rasgos asiáticos y piel morena, lucía un bello moño adornado con perlas y flores hechas de oro blanco formaban un hermoso patrón de enredaderas florales, su tocado también consistía en perlas por collares y pendientes. Su maquillaje era muy tenue, dando a entender que esta mujer con o sin esas capas de maquillaje, jamás podría opacar su belleza natural. Lucía un vestido de ensueño basado en la época victoriana de color verde esmeralda, con bellos bordados de jazmines predominando en la parte de corsé. Sentada sobre una bella silla clásica de los 50's, en su regazo descansaban dos niños. El mayor tenía cinco años en la fotografía, sonreía y sus ojos desaparecían en dos adorables líneas, pero sus hoyuelos eran los más llamativos. El bebé de un año miraba con curiosidad hacia su entorno, ambos llevaban un conjunto de marinerito a modo de combinación. Finalmente, el hombre de un hermoso cabello castaño caoba estaba bien peinado en una coleta hacia atrás, apoyaba su mano en un bello bastón artesanal con la cabeza del kraken hecho con plata, además su bellísimo traje azul oscuro con un chaleco blanco adornado con detalles en un fino hilo esmeralda le daba una elegancia tan pulcra que la corona lo envidiaría por ello.

Era una bella familia, hasta que todo se fue por la borda el día en que su madre los dejó. Ella murió en paz, una noche de tormenta como en la que nació su hermanito menor.

JooHeon despejó malos recuerdos de su cabeza, para concentrarse en su presente. Su familia, la razón por la que vive cada día, estaban junto a él, listos para establecer un hogar en aquella mansión junto al Lago Ness. Se limpió el resto de las lágrimas que apenas se deslizaron por sus mejillas y dirigirse a su familia.

WonHo sostenía la mano de ChangKyun mirando con asombro la oficina.

―Vengan conmigo ―dijo a sus dos razones de existir.

Sonrió hacia el niño que notó su tristeza al alzarlo en brazos y no paraba de verlo queriendo preguntar por qué estaba llorando, pero sin atreverse a hacerlo.

―Tienes que conocer a alguien.

― ¿Quién papi?

―Es una persona que papi ama mucho ―respondió dándole un ligero golpecito cariñoso a la naricita de su pequeño con el dedo índice.

― ¿Más que a mí? ―hizo un pucherito y cruzándose de brazos, mostrando sus celos de hijo.

―No mi pequeño.

― ¿Más que a Apa ChangKyun?

―No seas impaciente y ven a verlo.

―Okay, mientras yo sea el número uno no importa.

JooHeon no pudo evitar soltar una carcajada, su pequeño era especial, le encantaba saber que él era el primero en su vida y la de ChangKyun. Se giró hacia su esposo, extendió su mano hacia él para atraerlo hasta él y darle un casto beso en los labios. WonHo imitó a sus padres, dándoles un sonoro beso en las mejillas de ambos.

JooHeon los llevó por los pasillos mientras el mayordomo de la casa se encargaba de su equipaje a sus habitaciones. El hombre de bellísimos ojos verde azulados conocía a la perfección los hábitos de su pequeño hermanito. Salió de la oficina para pasar a la sala principal, un gran panel de cristal daba una excelente vista hacia el lago, además de que la puerta principal daba acceso a la playa de la mansión.

El color gris pálido de la playa escocesa mezclándose con el azul de la tarde, eran lo más bello que había extrañado, pero más que nada, extrañaba a su única familia de sangre viva.

Ahí estaba, un atractivo hombre de piel nívea, les daba la espalda. Poseía una postura demasiado grácil y que cualquier mujer podría envidiar. Recordaba el cabello negro del menor, la manera tierna en la que un pequeño remolino se posicionaba en el lado derecho de su cabeza.

¿Cuánto habría cambiado?

ChangKyun tomó a su pequeño WonHo en brazos antes de soltar la mano de su alma gemela. Sabía que este reencuentro debía tener un poco de espacio para ambos. Sin necesidad de hablar, JooHeon caminó con un poco de miedo antes de hablar.

―MinHyuk.

El hombre se paralizó. Con mucha lentitud se giró. JooHeon casi llora de felicidad al ver cuánto había crecido su pequeño MinHyuk.

Sus rasgos infantiles ahora eran maduros, quince años sí que le pasaron factura. Sus ojos eran parecidos a los de su padre más su color verde esmeralda fue algo que su madre le heredó, sólo que él sonreía sin mucho esfuerzo. A pesar de que el joven ya tenía treinta y un años, su edad física todavía rondaba por los veinte. Una hermosa melena negra con reflejos verdes era besada por el viento.

―JooHeon ―susurró antes de correr hacia los brazos de su hermano.

MinHyuk saltó a pocos metros de distancia de JooHeon, aterrizando en los brazos de su hermano mayor.

Estaba igual al día en que se fue.

Mismos ojos verdes cristalinos brillantes contra la luz del atardecer le mostraban su dolor por estar quince años solo. JooHeon realmente intentó estar en contacto con él, pero su padre se encargó de que MinHyuk no pudiera hablar con él, ya que su hermano menor debía asumir el cargo como el nuevo líder del pueblo. Fue muy duro para él poder igualar las habilidades de liderazgo de su hermano mayor, siempre tenía muchos regaños y reclamos sin sentido de un hombre que perdió mucho.

Gracias a su excelente sentido de comprensión y paciencia, ablandó el corazón de su padre para permitirle a su hermano regresar, justo antes de morir. No sólo consiguió el perdón de su padre, también le restauró el poder a su hermano mayor.

Tener la oportunidad de volver a abrazarlo sólo provocaba que quisiera llorar de felicidad y tristeza.

―No tienes idea de lo mucho que te eché de menos ―sollozó en el pecho de su hermano.

JooHeon besó la cabecita de su pequeño hermanito.

―Tranquilo, de ahora en adelante jamás volverás a estar solo ―prometió en voz queda, tranquilizando los pequeños temblores de MinHyuk―. Hay alguien que quiere verte.

MinHyuk se separó de JooHeon limpiándose el rastro de lágrimas en su rostro y mostrar su mejor sonrisa, poniendo su completa atención a las dos personas que los miraban. ChangKyun sólo tenía una mirada enternecida por el amor que había entre ambos hermanos. MinHyuk lo recordaba. ChangKyun fue su primer amigo en toda su vida, alguien a quien podía ver y tratar como un igual, incluso comenzó a ayudarlo para conquistar el corazón helado de JooHeon.

El pelinegro abrazó a su amigo. ChangKyun también correspondió. MinHyuk fue su confidente durante su periodo de mudanza al pueblo vecino, asistieron a la misma escuela de Edimburgo. Tanto para ChangKyun como para MinHyuk, la sangre no importaba para amarse como hermanos.

―Qué bueno verte ―susurró.

―Apa ChangKyun ―la pequeña vocecita de un niño le interrumpió, atrayendo la completa atención de ambos adultos― ¿Quién es?

―Él es el hermanito de tu papi JooHeon, corazón ―dijo ChangKyun tomando su manita entre la suya y acercarlo hasta el pelinegro.

―Hola ―saludó WonHo con una enorme sonrisa hacia el adulto.

―Así que tú eres el pequeño WonHo ―dijo MinHyuk poniéndose a la altura del niño―. Sí que eres igualito a JooHeon cuando era un pequeño retoño como tú.

El niño sonrió mucho más al escuchar tal observación. Como era de esperarse, el niño reaccionó alegremente lanzándose a los brazos del tío MinHyuk. Con mucha emoción, cargó al niño, sorprendido de poder escuchar los precipitados y rítmicos latidos del niñito.

―Ahora pequeño, tú tienes mucho que contarle al tío MinHyuk ¿de acuerdo?

―Antes de venir, Apa JooHeon me llevó a un parque de diversiones en donde él no paraba de gritar de miedo por subirse a todos los juegos... ―MinHyuk atento a todo, se llevó al niño consigo al interior de la mansión, olvidando a su hermano.

ChangKyun los observó irse con una enorme sonrisa y el cálido sentimiento de estar en casa. Unos fuertes brazos rodearon su cintura, la cabeza de su amado JooHeon descansó en su hombro.


―MinHyuk se adueñará de nuestro pequeño ―comentó divertido al ver que MinHyuk no tardaría mucho en consentirlo y mimarlo.

―Sabía que ambos congeniarían enseguida ―contestó con una tímida sonrisa a sentir los labios de JooHeon acariciando la piel expuesta de su cuello.

ChangKyun se giró lentamente hacia el mayor, acunando las mejillas de JooHeon acercó ambos rostros, para fundirse en un lento beso. Podría pasar las horas probando los labios del pelinegro, más nunca tendría suficiente. Con cada roce que compartían era como besarlo por primera vez. Sus labios eran suaves, con la carne suficiente como para mordisquearlos hasta dejarlos rojos. La destreza con la que ambos se acoplaban en cada asalto volvían a JooHeon un loco empedernido de amor.

JooHeon intentó profundizar el beso con su lengua, sin embargo...

― ¡APA! ¡EOMMA! ¡Tío MinHyuk me dejó tener mi perrito! ―gritó el niño desde el gran ventanal de la casa, mientras que MinHyuk no podía reprimir una carcajada.

Ni siquiera la adultez pudo quitarle ese viejo hábito de interrumpirlos en los momentos más importantes. JooHeon calmó su agitado ser y tomó la mano de su esposo e ir juntos hacia la gran mansión escocesa.    



El gran comedor equipado con una mesa ovalada hecha de la madera más fina del pueblo. Fue un regalo de bodas por parte de los ancianos hacia los padres de JooHeon y MinHyuk, sin mencionar la hermosa vajilla de porcelana azul con detalles dorados la cual volvía a estar en uso para más de una persona. Las luces de las velas daban un toque clásico a la cena. MinHyuk aún adora cenar sin necesidad de usar la luz eléctrica. Su madre venía de una familia destinada a la miseria, hasta que conoció a un galante caballero que la contrató. La historia de amor entre sus padres siempre ha sido lo más cercano a un cuento de hadas en la vida real. Relato que sus adorados hijos nunca se han cansado de escuchar.

―Así tus abuelos se conocieron ―MinHyuk terminó de contar con un brillo soñador en sus ojos.

―Qué lindo ―contestó WonHo emocionado.

Un ligero bostezo se asomó en el pequeño niño de ocho años.

―Parece que mi pequeño ya tiene sueño ―habló ChangKyun dejando de lado su copa de vino.

El pequeño WonHo se talló sus ojitos antes de extender sus bracitos hacia su padre. Lo cargó en sus brazos arrullándolo al mecerse por unos instantes.

―Voy a llevarlo a nuestra habitación ―dijo al sentir a su hijo acomodarse entre sus brazos―. Los dos deben tener mucho de qué hablar.

―No te preocupes por eso ―anunció MinHyuk indicando hacia el segundo piso―. Su habitación está cerca de la suya y la mía, sus cosas ya fueron arregladas donde debe. Además, necesitas tener un poco más de intimidad con tu esposo.

JooHeon casi se ahoga con el vino, comenzando a toser con fuerza. ChangKyun por otra parte estaba completamente rojo de la vergüenza. Se sentía aliviado de que su hijo estuviera cayendo del sueño y no estuviera atento a lo que decían a su alrededor. Odiaría mucho tener que pasar por el bochorno si tuviera que explicarle a WonHo el significado de la intimidad.

―JooHeon comenzará con sus deberes a primera hora en la mañana ―siguió con su discurso―. Tendrá que hacer un súper esfuerzo para poder guiar al pueblo y recuperar su confianza, eso significa que tendrá poco tiempo mientras se recupera, así que sugiero que aprovechen un poco sus horas nocturnas.

ChangKyun no dijo nada. Se retiró del comedor con una gran vergüenza por la indiscreción de su cuñado, no es que no hubiera pensado lo mismo, amaba cada momento que tenía con JooHeon ya sea en su cama o fuera de ella, en realidad no importaba mucho, pero con la llegada de WonHo a sus vidas, el trabajo de tener que cuidar a un niño y después sus vidas profesionales y la marital fueron poniéndose un poco complicadas, en estos últimos dos años ha sido un poco dura, al igual que ha habido muchos desacuerdos. Sin embargo, su amor es mucho más poderoso que una simple diferencia, logrando sobrellevar cualquier dificultad.

Subió con mucho cuidado las escaleras, mientras JooHeon escuchaba a su hermano y se comía con los ojos la esbelta figura de ChangKyun al mismo tiempo, muy en específico, sus nalgas. La poca paciencia que le quedaba estaba acabando con él. Deseaba hundirse en su precioso esposo hasta hacerlo gritar de placer.

―Te vas a quedar sin un ojo, pervertido ―bromeó mientras llevaba un pedazo de cordero hacia su boca.

―Mejor ni digas nada, virgen ―ahora fue el turno de JooHeon el sonreír victorioso por el ceño fruncido de su hermano.

―Prefiero guardar lo mejor de mí, para mi alma gemela gracias por evidenciarlo ―contestó rodando los ojos y haciendo un puchero de molestia.

―Suenas igual que una adolescente soñadora.

―Mejor hablemos sobre la situación de los turistas.

La sonrisa triunfal de JooHeon desapareció. Como parte de sus deberes como líder y dueño legítimo de todo el Lago Ness, el tema relacionado con la actividad turística era asunto de primera prioridad.

―Bien conoces los deseos de Su Majestad y varios miembros del comité de las Naciones Unidas de expandir lo poco que tienes del Lago en materia turística, así que las presiones legales son más fuertes que antes.

―No dejaré que roben nuestro hogar en busca de la satisfacción por presumir quién tiene más que dar al mundo. Me importa una mierda si piensan que nuestro territorio debe ser un patrimonio mundial ―declaró el rubio―. Tenemos a los mejores abogados que podamos pagar, no verán ni un metro más de lo establecido, ese fue el acuerdo entre la corona y nuestros antepasados.

MinHyuk se sintió alegre de poder ver cómo es que el líder dentro de JooHeon no había muerto por estar lejos de casa. Lo necesitaban más que nunca. Desde que la realeza tuvo lugar en aquellas tierras, el clan Thorburn luchó con creces por la legitimidad en las tierras del Lago Ness, perdieron a muchos de los clanes originales e integrantes de su mismo pueblo. Ahora tras muchos años de indiferencia, la Reina y el mundo quiere acceder a su lugar sagrado.

―Debemos dejarles en claro su posición ―dijo JooHeon después de minutos pensando en sus acciones―. Ellos no van a tener más de nuestro territorio, aunque le declaremos la guerra a la misma Corona y al mundo. Hablaré con los Ancianos del Pueblo, trataremos de mantenerlos a raya de nuestro hogar.

Así dieron por terminada la sesión y JooHeon pudo retirarse a la tranquilidad de su alcoba, sólo para descubrir que su cuarto estaba completamente en la penumbra. Sabía que su esposo estaba con su pequeño WonHo preparándolo para dormir. Así que encendió la luz de su recámara y se dirigió a la chimenea, donde colocó algunos troncos cortados dispuestos en forma de pirámide a lado. Cuando acabó, observó la habitación.

Antes era su habitación de soltero. Ver le giro de 360 grados por el que pasó lo dejó sin palabras.

El color arenoso de los pilares inspirados en la cultura griega con runas de su lengua hablando sobre el deber de un líder para con su pueblo se erguían con increíble elegancia en las cuatro esquinas de la gran alcoba. La alfombra de color vino decorada extendida a lo largo del piso contenía escenas de batallas libradas en la época de la primera fundación de los clanes. La cama se acomodó en posición horizontal frente a la chimenea y enfrente de ella, un mueble de tres piezas hecho de caoba con manijas de plata, eran el lugar de descanso de una enorme televisión, con un moño rojo sobre ella.

MinHyuk.

Sólo una persona en este mundo podría preparar regalos tan costosos y excéntricos cuando se trata de impresionar. Quien diría que su pequeño hermano sería un demonio de las compras compulsivas.

Con una media sonrisa, siguió inspeccionando el lugar. Esperando cualquier sorpresa de MinHyuk.

Sobre la chimenea, un elaborado grabado de piedras extraídas del propio lago, se hallaba la figura de un enorme dragón marino nadando en su ambiente natural, rodeado de muchos peces y algas. A pesar de eso, el animal era poderoso e imponente por sus ojos fabricados a partir de rubíes. Las cortinas que cubrían la parte superior de la chimenea color amarillo resaltaban más al animal.

Desde pequeño, las leyendas sobre el gran dragón que dio vida a los clanes del lago, siempre fueron sus historias favoritas de todos los tiempos. Cuando era niño, la magia siempre fue lo que mejor pudo estudiar para ganarse el corazón de su pueblo, ya que, con esas leyendas comprendió que su pueblo sólo tenía al lago como su único hogar y calentó en su corazón el deseo de ser el mejor líder para librar las batallas que ellos no podrían ganar. Como regalo para sus ocho años, su padre le obsequió una biblioteca personal en su habitación, para que no se molestara en bajar a la fría biblioteca contigua al estudio por las noches. Y ésta seguía intacta. Localizada entre el mueble de la televisión y el ventanal más próximo.

Una puerta de dos metros y medio situada a un costado de su cama, daba paso a un armario del tamaño de una habitación normal para las personas promedio, la ropa de ChangKyun y JooHeon ya estaban acomodadas en ganchos, sus zapatos arreglados sobre un mueblecillo, además de contar con otras dos puertas, una daba hacia un salón de espejos mientras que la otra era la entrada al baño más lujoso que haya visto en su vida, y eso que vivió durante años en esa casa. El color marfil y granito claro de las baldosas con diseños célticos se extendían por todo el cuarto de baño. La bañera elíptica color café contrastaba contra el color marfil, al tocarla supo que era de cuarzo y estaba unida a una pieza rectangular donde guardaron muchos accesorios básicos que se encuentras en los spas para relajación. El grifo en uno de los bordes del mueble y la regadera rectangular situada en el techo estaban fabricados con un material translúcido. El cuarto además tenía dos lavamanos fabricados con el mismo cuarzo que el de la bañera, los espejos ovalados con el marco de madera negra equilibraban la gama de colores en el cuarto.

Volviendo a la habitación descubrió que la cama matrimonial que tenía había sido reemplazada por una cama de dosel de tamaño King Size(5). Con un mueble más frente a esta, contaba con muchos cojines esponjosos donde seguramente hallaría más ropa, una muy costosa como regalo de bienvenida a su hogar. Tres grandes ventanales daban acceso a un gran balcón con vista hacia el lago y el pueblo vecino, donde las luces comenzaban a tintinear lo largo de la orilla.

Cuando vio que todo estaba en orden y esperando que el fuego comenzara a cobrar vida para calentar la habitación. Apagó las luces antes de salir a buscar a su esposo. Caminó unos metros antes de encontrar en el umbral de la puerta a MinHyuk, que miraba con mucho amor hacia el interior. Al unirse entendió que el amor de padre en los ojos de ChangKyun hacia el pequeño era realmente bello. WonHo miraba atento al libro mientras comenzaba a caer en los brazos de Morfeo por la grave y cálida voz que contaba las aventuras de un caballero de la familia Thorburn-Lee, JooHeon comprendía a la perfección porqué se casó con él.

Miró de reojo a su hermano menor, hallando una pequeña lágrima. Su mirada estaba en un punto medio entre el dolor y la felicidad. Conocía bien los deseos de su hermano por hallar a la pareja perfecta, casarse y tener hijos, pero nunca pudo encontrar algo así gracias a su depresión por perder a su madre, luego la pelea entre la familia por su derecho de amar, hasta lo duro que fue la transición de poder. Mucho dolor lo quebró y esperaba que mientras él, ChangKyun y WonHo sanaran su alma atormentada.

―Nos vemos mañana ―susurró MinHyuk al pasar a su lado y despedirse con un cariñoso apretón en el hombro―. Es bueno que estés en casa.

―No hay mejor lugar en donde prefiera estar.

Y se retiró a la habitación cercana a la de WonHo, para al fin, descansar, sabiendo que su familia no estaba a miles de kilómetros de distancias para cuidar de él.

En cuanto WonHo dejó caer su cabecita en su brazo, ChangKyun se quedó unos segundos, admirando a su pequeño dormir. Nada podría igualar la sensación de poder proteger a un niño, a su niño. Besó su cabecita una vez más antes de moverse con cuidado y acomodarlo entre las esponjosas almohadas, subió las mantas cubriéndolo por completo, dejando un pequeño agujero donde pudiera respirar. Su pequeño era un poco friolento por las noches, así que sacó del armario una gran cobija para la época de invierno. Antes de salir del cuarto, se aseguró que las ventanas estuvieran bien cerradas antes de irse, cerrando con sumo cuidado la puerta.

Respiró hondo cuando alcanzó el pomo de su habitación. Al abrirla se encontró con el cálido ambiente de estar a oscuras con nada más que la luz de la chimenea reflejada en la enorme cama, donde JooHeon descansaba, mirando distraídamente hacia el techo de la cama. Verlo sobre el extenso colchón, vestido solamente con pantaloncillos cortos para dormir y una camisa ligera, hacían que su cuerpo reaccionara a su esposo.

Agradeciendo los pensamientos de JooHeon, comenzó a quitarse su camisa, sus pantalones y sus zapatos. Cuando sólo se quedó en ropa interior, se acercó con mucho sigilo, atrayendo la atención de JooHeon. Viendo cómo las estrechas caderas de ChangKyun se movían tan deliciosamente conforme se acercaba a la cama, hizo despertar su más profundo deseo por tomarlo.

―Te ves tan hermoso cuando caminas así ―dijo con la voz ronca por el placer.

―Sólo espero que las paredes sean lo suficientemente gruesas como para no despertar a WonHo o a MinHyuk ―contestó en el mismo tono seductor.

ChangKyun gateó hasta estar encima de JooHeon. La luz del fuego le daba más sensualidad al esbelto y bien proporcionado cuerpo, sobretodo sus torneadas piernas y la región de sus glúteos. Pasó sus enormes manos por su trasero, masajeándolo, notando cómo es que el menor soltaba un quedo gemido que subió desde lo hondo de su garganta y salió hermosamente de sus labios. JooHeon comenzó a sentirse mucho más excitado. Su miembro hablaba por él al despertar por completo y acariciar la parte interna del muslo contrario.

Dejó sus ligeros apretones en el trasero de ChangKyun antes de tomar su cintura y rodarlo por la cama, intercambiando posiciones, encajando su entrepierna con la de su esposo. El pelinegro estaba realmente muriendo de impaciencia. Desde que comenzó su rol como padre eran contadas las pocas veces en las que había tenido relaciones con JooHeon. Extrañaba la manera gentil en las que sus manos recorrían cada centímetro de su cuerpo. Los besos que repartía en su cuello y abdomen eran lo más cercano a probar el cielo. O cuando por fin se unían como uno, eran momentos tan hermosos que lo hacían llora de placer. Extrañaba poder hacer el amor con JooHeon con tanta pasión que la espera carcomía su propio raciocinio.

―Amor, estas paredes son realmente a prueba de sonido si eso te preocupa ―susurró al oído del menor, mordiendo sensualmente el lóbulo de su oído―. En este lugar te hice mío por primera vez ¿recuerdas?

― ¿Cómo olvidaría mi primera vez? ―susurró con ternura antes de comenzar a besar los labios de JooHeon.

Estar en la oscuridad de la noche, con el sonido del suave oleaje del Lago, las estrellas brillando y el calor del fuego a su lado le recordaban la primera vez que se unió a JooHeon de manera tan íntima. Y tal como su primera vez, se sentía como un inexperto a pesar de que llevaba quince años degustando de su esposo a su antojo, claro, antes de que WonHo llegara a sus vidas.

El beso comenzó siendo lento, tranquilo, lleno de amor, hasta que las manos de JooHeon encontraron el camino hasta las piernas de ChangKyun, delineó superficialmente unas lentas curvas sobre la piel morena por un rato, obteniendo gemido y el despertar completo del miembro de ChangKyun. Tomó el elástico de la ropa interior, bajándola lentamente. El pelinegro se arqueó por el roce sensual de la tela por sus piernas mientras JooHeon lo penetraba hasta el alma con sus hermosos ojos verde azulados. Una vez que observó con mucha atención cada centímetro de ese bellísimo cuerpo bronceado, se deshizo de sus prendas, lanzándolas lejos de la cama.

Dirigiendo un dedo hasta el pecho del menor, ChangKyun gimió al sentir cómo acariciaba superficialmente su pezón ya erecto. Echó la cabeza hacia atrás soltando un bajo gemido, que sonaba increíblemente erótico por su voz gruesa. JooHeon sustituyó a su dedo por su lengua.

Después de que la lengua traviesa de JooHeon trazara gentiles círculos por el oscuro pedacito de carne, hizo exactamente lo mismo con el otro pezón. Mientras torturaba a su amado esposo tomó una de sus piernas para alzarla y tener un mejor acceso a la estrecha entrada de ChangKyun. Usó un poco del líquido pre-seminal del moreno como un lubricante antes de meter un dedo. ChangKyun enterró sus dedos en la cabellera dorada de JooHeon al sentir el experto movimiento circular dentro de él. Pero sintió una extraña tensión en el rubio.

―Aún sigues conteniéndote, Honey ―sonrió por la respiración errática de su esposo al no saber cómo proceder.

―La última vez casi te lastimo ―susurró―. Eres lo mejor que me ha pasado en el mundo, perderte sería la muerte.

―Tranquilo ―quitó un par de mechones que evitaban la vista hacia sus hermosos ojos verde azules―. No hay razón para que temas ser quien eres, JooHeon. Mis votos fueron aceptarte con cada una de tus imperfecciones, para amarte completa e incondicionalmente, hasta el último día de mi vida.

JooHeon sonrió. ChangKyun siempre repetía su juramento de amor eterno cada vez que se sentía inseguro y es que la última vez que hicieron el amor, JooHeon casi lastima a ChangKyun por no saber controlar sus impulsos. Pensar en una vida sin él, lo carcomía hasta el fondo, más el amor que el pelinegro le profesaba, le permitía recuperar su confianza.

―Te amo tanto ―dijo antes de volver a encontrarse con sus labios.

Esta vez se tomó su tiempo para degustarlos, mordiéndolos, lamiéndolos, explorando la boca ajena con su lengua dominado por la más absoluta pasión. Con el tiempo, logró introducir los tres dedos, dilatando a su esposo lo más que podía, asegurándose de que cuando se colocara para penetrarlo no pudiera lastimarlo. Cuando sintió que la respiración le faltaba, dirigió sus besos hasta el hermoso cuello de ChangKyun. Claro que el menor también se dedicó a morder el hombro de JooHeon con delicadeza, mandando más descargas de placer para ambos.

Honey, amor, por favor, te quiero dentro de mí ―suplicó casi en un chillido de placer por sentir su orgasmo cerca.

El rubio obedeció al sentir todo el deseo en el tono de su voz. Dejó sus amorosas caricias en el cuello de ChangKyun para sentarse sobre sus piernas y tomar su miembro entre sus manos. Con perlas de semen saliendo de la punta de su pene, las untó sobre la entrada y un poco adentro, asegurándose de lubricarlo por completo. Se relamió los labios antes de mirar a su esposo, él asintió mordiéndose el dedo, contemplando cómo es que iba a ser tomado.

JooHeon se introdujo lentamente en el cuerpo de ChangKyun, poco a poco, el estrecho espacio aceptó por completo toda la longitud hasta la base. La dejó un momento para que pudiera volver a acostumbrarse a su tamaño, cuando sintió que el cuerpo de su amado pelinegro estaba listo, comenzó a moverse en lentas y deliciosas estocadas. ChangKyun arrugaba las cobijas bajo sus manos, soltando sonoros jadeos de placer con cada golpe de JooHeon a ese punto exacto de máximo deleite dentro de su cuerpo. La velocidad en las embestidas de JooHeon comenzaron a aumentar, llevándolo al borde de su resistencia.

El chico de piel nívea observó cómo las lágrimas de placer resbalaban por el hermoso rostro de su compañero, antes de dejarlo correrse se inclinó hacia ChangKyun, tomó sus manos para ponerlas a los costados de su cabeza y entrelazar sus dedos con fuerza.

―Eres tan encantador cuando me muestras cuán feliz te hago ―murmuró besando el camino de las lágrimas y embistió a ChangKyun con fuerza.

― ¿Cómo no serlo con alguien que es tan candente cuando se pone dominante? ―gimió esa última palabra ya que JooHeon lo sorprendió con otra fuerte estocada.

Juntó amabas frentes cuando reanudó uno de sus importantes deberes como esposo: complacerlo en la cama hasta hacerlo olvidar su nombre. Se adueñó de cada respiración, suspiro y gemidos del menor, cuando lo sentía cerca de su orgasmo por los ligeros temblores que comenzaron a presentarse en el esbelto cuerpo moreno y apretaron su miembro, besó con amor los carnosos e hincados labios de su amado compañero justo antes de que ChangKyun soltara un grito de placer en su boca. Sintió su semilla derramarse en ambos estómagos, por consiguiente, él también llegó a su clímax cuando los músculos alrededor de su miembro se apretaron con firmeza.

Al cabo de un rato regularizando sus respiraciones, JooHeon pudo salir de ChangKyun, acostándose a su lado. Se miraron unos segundos antes de volver a fundirse en un lento beso. Desde que aceptó sus sentimientos por este hombre, JooHeon nunca ha parado de demostrarle cuanto lo ama, muchos menos iba a restringir sus afectos.

―Te amo ―expresó el menor antes de volver a ser besado.

Cuando el fuego comenzó a aminorarse, JooHeon se levantó de la cama para poner un poco más de leña. Regresó al lado del pelinegro, disfrutando de su silueta: ésta siendo ligeramente envuelta por la luz proyectada de las llamas. Recorrió la curva de su cadera con sus nudillos bajo la atenta y amorosa mirada del moreno. Cuando llegó a la curvatura, cerca de su glúteo se tomó la libertad de trazar ligeros círculos en su cadera, bajando por el muslo. Observó cómo el miembro de ChangKyun volvía a la vida.

―Alguien está ansioso por la segunda ronda ―sonrió burlesco, el otro rodó los ojos.

― ¿Ocho años de abstinencia te dice algo? ―contestó con el mismo tono.

JooHeon gruñó. Esta noche planeaba ser lento, más el deseo lo dominó.

Tomó las caderas de ChangKyun antes de voltearlo y ponerlo en cuatro patas. Abrió los glúteos del moreno antes de introducir su lengua en la entrada, apretando las nalgas morenas con sus enormes manos. Podía saborear su propia esencia en ese lugar tan erógeno que le hacían arder de placer, más que cuando inició la noche. Un pequeño gruñido provino del menor, apretando sus manos contra las cobijas y mordiendo la almohada más cercana, de vez en cuando volteaba para contemplar cómo la mirada de JooHeon correspondía al deseo de estar unidos tan íntimamente. Intentó moverse hacia el rostro de su esposo buscando más placer de esa lengua, JooHeon no hizo caso, pues se alejó de la húmeda entrada y comenzó a mordisquear su trasero. Al mismo tiempo, llevó sus manos hacia el erecto miembro del pobre pelinegro, moviendo su mano desde la punta hasta la base. A pesar de no ser lo que quería, las diestras manos se concentraban en unos de sus puntos erógenos favoritos cuando hacían el amor.

JooHeon se deleitaba con el dulce sonido de súplicas en su bello compañero por ser tomando en una segunda ocasión en lo que llevan de la noche. No quiso hacerlo esperar más, así que se reincorporó y empujó su miembro de nuevo contra la estrecha entrada de ChangKyun. Esta vez, fue más fácil penetrarlo de un solo movimiento certero y duro, justo como él le gustaba mostrarle su amor.

Capturó sus caderas con firmeza comenzando el vaivén con el choque entre sus cuerpos. El hombre de hermosos ojos marrones alzó más su trasero en clara señal de querer ayudarlo a tener mejor acceso, invitación que no rechazó. Las embestidas en un momento eran rápidas donde los únicos sonidos que se escuchaban por la habitación eran los pesados jadeos, gruñidos y gemidos de placer sólo podrían compararse con el sonido de sus cuerpos chocando con fuerza. Otros instantes, eran lentas donde sus respiraciones se regularizaban y gentiles palabras de amor que salían para hacer sonreír al otro, para después volver a incrementar la velocidad salvaje.

Cuando el ritmo se tornó tan frenético, las carnosas paredes del moreno comenzaron a abrazar con fiereza el miembro de JooHeon llevándolo hasta el final de su límite. El gimoteo desesperado por conseguir liberase saliendo labios de ChangKyun hizo actuar al rubio, lo colocó de lado donde ChangKyun descansó un poco sus extremidades adoloridas por el placer y el cansancio de permanecer en una sola posición, además, al acomodar una de sus piernas alrededor de la pálida cintura de JooHeon y la otra la puso sobre su hombro, teniendo una detallada vista del pequeño hombre mientras lo penetraba con dulzura, por cada segundo que pasaban unidos el vínculo intangible que compartían sólo parecía ser más fuerte.

La semilla caliente de JooHeon explotó dentro de ChangKyun, mandando descargas a todo su cuerpo y su orgasmo llegó junto a un grito de placer. Los temblores lo dejaron sin aliento.

― ¿Cansado tan pronto? ―inquirió con burla el hombre de brillantes ojos verde azulados, mientras que el menor rodó los ojos.

―Aunque no lo creas, mi resistencia cambió desde que llegó WonHo.

―Muéstramela entonces, amor mío.

Una sonrisa traviesa se asomó en los labios del pelinegro antes de volver a encontrarse envuelto en lo que sería, la noche más apasionada de toda su vida como casado. JooHeon a veces era tan gentil con sus caricias que su amor le bastaba para sentirse satisfechos, otras, JooHeon era tan rudo que le frustraba cuando le negaba su orgasmo, jugando con su paciencia. La noche le pareció eterna, en donde su burbuja inundada de mimos y amor era todo lo que importaba. Perdió la cuenta de cuántas veces hicieron el amor esa noche.

Cuando la tranquilidad llegó a su cuarto y el sueño casi los vencía, se escuchó el ruido de un disparo cerca de la casa.



Un extraño sonido similar al eco que producían las ballenas despertó al pequeño. Con los ojos apenas abiertos, se estiró antes de salir de las cobijas. La luna creciente mandaba su escasa luz hacia el cuarto del pequeño con un pijama de una sola pieza color azul y amarillo pastel, con un gorro y orejas de conejo. Viendo lo alto del pestillo de su ventanal fue a buscar una silla, arrastrándola desde la pared cercana a su puerta, subió al asiento y abrió el enorme ventanal empujándolo con sus pequeñas manitas. El frío viento hizo temblar el pequeño, sin embargo, su curiosidad lo llevó hasta el balcón. Subió en un borde de piedra para buscar la fuente del sonido.

Apenas pudo notar algo que se movía cerca de la orilla, parecía ser un delfín. WonHo corrió fuera de su habitación pues nunca antes había visto uno de cerca. Bajó las escaleras de mármol a toda la velocidad que sus piernitas le permitían. Llegó al enorme panel de cristal con acceso a la playa del lago y salió.

WonHo buscó con la mirada al delfín, viendo la cola moverse entre las aguas alejándose de la casa. Estando a una distancia en la que el animal no podía notarlo, WonHo lo siguió el tiempo suficiente en el que la aleta desapareció y emergió. Al principio tuvo que enfocar su vista, viendo un pequeño delfín gris, pero su figura parpadeaba en una especie de niebla transparente gradualmente hasta que desapareció completamente. La mente del pequeño niño de ocho años se quedó maravillada al observar lo que él pensaba, era un dragón marino de unos dos metros de alto. Sus escamas eran un degradado desde el morado hasta rosado pastel y con reflejos azules cuando la luz de la Luna tocaba su gruesa piel. La cresta era del mismo color, ésta apenas se estaba desarrollando, ya que las espinas no se notaban mucho. Pequeños puntitos de luz rosada neón recorrían desde su lomo hasta el extenso cuello, pero sus ojos eran lo más bello en el mundo con una combinación de color entre rosa y morado brillante, no conocía con precisión cuál color predominada, aun así, ambos colores eran bellamente místicos a los ojos del pequeño niño de ocho años. Aquellos orbes eran gentiles, miraban con curiosidad su entorno.

WonHo estaba escondido tras una roca, no quería espantar al dragón pues era la primera vez que veía uno que no estuviera en papel o en murales.

El gentil animal llevaba en su hocico un bulto negro colgando de él, que colocó en la playa. Olisqueó las ramas bajas de un arbusto, acercó su boca y cortó unos tallos que depositó en un pequeño bolso hecho de tela oscura repleto de muchas hierbas. De nueva cuenta, el dragón olisqueaba en busca de algo. WonHo emocionado quiso salir para estar más cerca, pero vio a una persona con una escopeta apuntando al noble animal.

― ¡Cuidado! ―gritó el niño, alertando a ambos.

El leviatán se movió a tiempo, evitando el disparo y desapareciendo en las oscuras aguas del Lago Ness. Aliviado de salvar al dragón pudo soltar aire del que no sabía que retenía, fijando su atención en el agresor. Ver la furia del hombre en sus ojos lo hizo temblar de miedo. La persona salió de entre las sombras a su encuentro. Un corpulento hombre se reveló ante él, el rostro del cazador estaba cubierto por un pasamontaña negro, sólo se veían sus ojos, nariz y boca. Tenía un cinturón armado con cuchillos de diferente grosor y largo, muchos eran para desollar a un animal, además de contar con una pistola semiautomática en uno de sus costados.

WonHo corrió asustado hacia la casa, pero el hombre lo alcanzó del gorro. Con fuerza lo lanzó lejos de su vía de escape, hiriendo su rodillas y palmas pues la playa de lago estaba compuesta por piedras pequeñas, varias rasparon las palmas de sus manos, levantando ligeramente la piel y un poco de sangre salió de esas heridas, lo mismo pasó con sus rodillas. Las lágrimas salieron del pequeño, preso del miedo.

―Maldito mocoso ―exclamó con rabia―. Vas a pagar muy caro tu error.

El niño gritó por sus padres, muerto de miedo. Antes de siquiera tocarlo una línea de cuero atravesó el aire, enredándose en el cuello del hombre, que fue derribado con otro movimiento de la línea negra. El hombre se volvió con furia, pero otro rápido movimiento cortó el aire, haciéndolo retroceder a un lado, lejos e WonHo. El pequeño niño de ocho años buscó a la persona, su tío MinHyuk estaba en posición de pelea, sosteniendo en su mano izquierda un látigo negro, el mango tenía el símbolo de su casa.

―Está en propiedad de la familia Thorburn-Lee, retírese antes de que usemos la fuerza ―le advirtió con una voz nada amable, se notaba el veneno en sus palabras y su mirada daba miedo―. WonHo ven.

El niño obedeció a la voz de su tío, se escondió detrás de él. Acarició su pequeña cabecita con su mano, asegurándose de que él no hubiera salido herido para luego concentrarse en su problema.

―Muerto antes de obedecer a un chupa pollas afeminado ―contestó con el mismo odio en su tono de voz y tomando cuchillos de su cinto.

MinHyuk movió el látigo tan rápido que el hombre no tuvo el tiempo para reaccionar, el cuero cortó el pasamontaña, sorprendiendo al hombre. Una gran herida cruzó gran parte de la cara del hombre, de la cual, comenzó a brotar mucha sangre y soltó un alarido de dolor, el pasamontaña también recibió grandes daño, sólo un hilo mantenía la identidad del hombre oculta, WonHo miró a otro lado cuando vio la sangre brotar el rostro desfigurado.

―Largo ―volvió a ordenar.

Sacó del cinto una pistola, apuntando hacia el hombre, sin embargo, el sonido de un arma cargándose lo alertó. El cañón descansó sobre la sien del agresor. El mayordomo de la casa miraba amenazadoramente al invasor con el dedo en el gatillo, no dudaría en disparar si agredían a su señor.

―Creo que no escuchó a mi amo, baje sus armas y acompáñeme.

Con esa última amenaza bajó las armas. Justo a tiempo, ya que ChangKyun y JooHeon llegaban hasta su lado. WonHo corrió hasta los brazos de ChangKyun llorando, se escondió lo más que podía de la mirada asesina del extraño. El pelinegro calmó a su pequeño con dulces palabras y atrayéndolo lo más que podía a su cuerpo, cuidando de no lastimarlo. JooHeon también lo calmó con ligeras caricias sobre el cabellito rubio de WonHo, al ver los pequeños puntitos de sangre en el pijama de su pequeño conejito lo hizo arder en furia.

―Llévalo a la casa, te alcanzo luego ―dijo con el tono más calmado que supo expresar, que ChangKyun entendió como una clara alarma de lo cerca que iba a liberar su furia.

― ¿Llamo a la policía?

―Yo me encargo de él, no te preocupes cariño.

ChangKyun un poco dudoso se alejó de la escena para llevar a su pequeño a calentar, pues su cuerpecito no paraba de temblar en ciertos intervalos de tiempo, preocupando al mayor. Una vez que los vio desaparecer por el ventanal, JooHeon se concentró en lo que pasaba en las costas de su casa.

― ¿Qué pasó? ―exigió JooHeon haciendo uso de su voz autoritaria.

―Hubo una intrusión a la propiedad y agredió a WonHo. Tuve mucha suerte de estar en el estudio de papá cuando oí el disparo ―informó MinHyuk retrayendo el látigo en el mango al oprimir un botón, el largo cuerpo de cuero rápidamente desapareció y colocó en mango en su cinturón.

JooHeon ardiendo en furia le asestó un buen puñetazo en la cara del hombre, quien cayó estrepitosamente contra la rocosa playa, sangrando a chorros de la nariz, el corte del látigo fue de por su un inmenso dolor, la guinda del pastel fue ese lindo regalo por parte del rubio: una nariz completamente rota. JooHeon ni se molestó en hacerle caso al pinchazo de dolor en la base de su muñeca. Su hijo era lo que más amaba a parte de ChangKyun y MinHyuk. Si alguien osaba ponerle una mano encima lo pagaría con creces.

―Esto es culpa de la reina, tiene que ser ella ―murmuró meditabundo mientras se sobaba la muñeca, no recordaba la última vez que haya usado la fuerza en situaciones de estrés, pero el haber visto un rasguño en su pequeño WonHo lo puso de esta forma, apenas se habían mudado y no podía ni protegerlos―. No es coincidencia que apenas regresé y ya haya un altercado a la familia.

Tras otros minutos de debate con silenciosas ideas contra sí mismo notó que su hermano lo miraba en espera de su veredicto final, le hubiera tomado un poco más de tiempo, pero ver el miedo en sus ojos sabía por muy bien que MinHyuk manejara el látigo, aún tenía mucho miedo de lastimar a alguien. También era la primera vez que JooHeon hacía uso de la fuerza para resolver sus problemas. Debía enfriarse para poder dictaminar algo justo.

―Llévalo a las mazmorras, lo entregaremos a la policía a primera hora de la mañana ―sentenció hacia el mayordomo, quien bajó el arma de la sien enemiga.

MinHyuk miró como el hombre que atendía solo a la enorme mansión aún tenía fuerzas para contener a un hombre de la mitad de su edad y con doble de fuerza, logrando llevarlo hacia una puerta pesada de dos metros camuflada por los arbustos. Aún le sorprendía que el mayordomo tuviera esa vitalidad y energía.

Cuando el rostro desfigurado pasó a su lado, ver en sus ojos un inmenso asco, sus palabras hicieron eco en su cabeza.

"Chupa pollas afeminado".

Hizo todo un esfuerzo sobrenatural por no volver a descargar su furia. No era la primera ni será la última vez que alguien podría propinarle tales insultos, cuando entró a la escuela privada de Edimburgo, muchos de sus compañeros lo acosaban para golpearlo y burlarse por preferir a los hombres, hasta que ChangKyun se hizo su amigo y aprendió a defenderse, claro, contó con un poco de ayuda. No obstante, el cráter mental de los golpes en su cuerpo, los moretones y heridas todavía parecían arder.

―Minnie ―el susurro gentil de su hermano mayor lo hizo despertar de tan malos recuerdos―. ¿Te hizo algo?

―Nada malo ―respondió, pero la mirada dubitativa de JooHeon no se hizo esperar―. Sólo fue lo más amable que pudo.

―MinHyuk ―le regañó.

―Me dijo chupa pollas afeminado ―contestó frío―. JooHeon, muchos me lo han dicho, no te preocupes por cosas que ya no importan. Estoy feliz siendo como soy. No me importa lo que tengan que decir sobre mis gustos, ahora lo que importa es defender nuestras tierras.

―En este momento mi familia es mi prioridad, no voy a dejar que alguien te insulte de esa forma.

―Concéntrate en WonHo, debe estar muy asustado ―refutó―. Mi sobrino importa mucho más que yo en este momento.

―Pero hablaremos luego ―prometió, MinHyuk asintió―. No voy a dejar pasar esto.

MinHyuk rodó los ojos. JooHeon dejando por terminado el asunto corrió hacia la mansión. A pesar de haber sido el peor primer día junto a su hermano, estaba feliz de ya no estar solo, incluso sentir su interés por un insulto sin importancia encendía en su corazón el mismo calor que extrañaba en su hogar cuando se fue.

Un ruido en el agua atrajo su atención, con cuidado se acercó al muelle donde estaban un pequeño barco para navegar en el lago, no encontró nada extraño. El lago estaba en calma, las dulces olas besaban suavemente la orilla, la poca luz de la luna creciente no daba mucho que ver. Sí, todo normal. MinHyuk se encogió de hombros restándole importancia a lo que sea que haya sonado, regresó a la enorme casa junto al lago.

Mas nunca notó que debajo del muelle se hallaba un niño de por lo menos doce años con orbes rosados-púrpuras observó todo lo acontecido. En su mente se quedaría grabado con fuego a ese niño de cabello rubio claro salvando su vida.



Ha pasado al menos una semana desde que sucedió el incidente y WonHo no tuvo ni la oportunidad de decirle a sus padres sobre el dragón al que salvó. Aunque siempre había algo que lo retenía.

Mentir a sus padres nunca fue algo que hiciera a menudo. Un dragón marino viviendo en el lago. Sí, incluso un niño de ocho años sabía cuándo un momento era cuestionable para la realidad a la que estaba sujeto. Ese era uno de esos casos en los que mantenerte con este secreto sería lo mejor para todos. Recostado sobre la alfombra de su habitación, miraba hacia el techo donde un enorme candelabro de cristal descansaba, había terminado de leer un cuento que abrió en la mañana y lo terminó antes de los esperado, así que ahora estaba aburrido contando las lágrimas de cristal en el techo. Después su mirada se cansó de ver las gotas brillantes en contraste con la luz de la tarde, así que vio la pequeña bolsa de tela negra debajo de su cama.

Aquella posesión perteneció al animal fantástico que su cerebro no comprendía, pero al mismo tiempo despertaba una enorme curiosidad. La conservó cuando a la mañana siguiente fue a la playa. Tuvo mucha suerte de que sus padres y tío estuvieran discutiendo sobre el intruso como para notarlo subiendo las escaleras con un bolso negro. WonHo se arrastró hasta llegar al fondo de su cama, donde abrió el bolso, descubriendo que los pequeños manojos verdes seguían frescos, algo completamente imposible en condiciones normales, otra razón para mantenerse más interesado en el dragón.

¿Para qué necesitaba todo esto?

Unos ligeros toques en su puerta lo obligaron a salir de su escondite.

― ¿No quieres salir, mi pequeño conejito? ―preguntó MinHyuk.

― ¡Sí! ―respondió el pequeño con alegría, llegando hasta el adulto y tomarlo de la mano fuertemente.


Salieron de la mansión hasta la playa, donde el pequeño jugó con su tío, al poco rato se le unió ChangKyun mientras que JooHeon trabajaba en el estudio de su padre. De vez en cuando los veía jugar a los tres, era tan bella la vista de su familia conviviendo en paz. Lo que le hacía pensar más en aumentar la seguridad en su territorio. No iba a dejar pasar el insulto a su casa por la intromisión de extraños, cada vez estaba más seguro que era la reina quien estaba detrás de todo esto.

―Ven aquí pequeño monstruito ―ChangKyun tomó a su pequeño en brazos, puesto que estaba agotado de tanto jugar en el agua hasta el final del día.

―Voy a hacerte una deliciosa tarta de manzana de postre ―apremió el segundo adulto de hermosas hebras negras con reflejos verdes entrando a la enorme mansión.

―Eomma, tengo mucho sueño ―murmuró WonHo.

―Primero cena, lávate los dientes y luego a la cama.

―Ok.

Entre su pesado deseo de dormir, pudo distinguir a lo lejos la cresa rosada del dragón al que vio una semana atrás. Ahora estaba más que intrigado. Pues los orbes gentiles del dragón lograron asomarse por la superficie, conectado con los avellanados que poseía el pequeño niño de ocho años. Conectando dos mundos diferentes por primera vez.





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1. London-Luton Airport: El Aeropuerto de Londres Luton​, o simplemente Luton, anteriormente llamado Aeropuerto Internacional de Luton, es un aeropuerto a aproximadamente 48 km al noroeste del centro de Londres, junto a la población de Luton, Bedfordshire, autopista M1 de Londres a Luton.

2. Autopista A82: La carretera A-82 atraviesa el valle y da forma a uno de los viajes en coche más evocadores de Escocia, el punto álgido de cualquier ruta por las Highlands.

3. Honey: Uno de los apodos que usa el rapero del grupo Monsta X. Tienes otros tales como: Joohoney o Piglet.

4. Pertranseunt Leviathan Istum: En latín, esto quería decir Leviatán.

5. Camas King Size. Se caracterizan por sus medidas 2 metros de largo por 2 metros de ancho. Su popularidad es cada vez mayor a causa de su comodidad, mientras que el grosor del colchón puede variar.

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