Prólogo
Ese día era un problema.
Bueno, técnicamente todos los días en la vida de Han Jisung eran un problema.
Cuando estaba aburrido, para ser más exactos, siempre, a él le gustaba enumerar todos sus problemas. Eso lo relajaba y lo ayudaba a ver qué cosas debía cambiar o arreglar con respecto a su caótica vida.
Así que tomando su libreta y un lápiz amarillo, comenzó.
Problema número uno: su existencia. ¿Tenía arreglo? No. Siguiente.
Segundo problema: su familia, amigos cercanos y ciudad estaban lejos. Esto tampoco tenía arreglo.
Suspiró.
Tercer problema: no tenía un carro. Habían dos soluciones, conseguirse un novio con auto o comprar uno. La segunda opción era, por mucho, más fácil de conseguir.
Cuarto problema: la universidad le otorgó una habitación... con roomate. Si lo pensaba bien, eso no era un problema grave, pero el hecho que tendría que compartir su habitación con alguien más no le agradaba en lo absoluto. ¿Su solución? hacerse amigo o ignorar olímpicamente.
Meneó la cabeza ligeramente, esa era buena idea.
Ahora, su mayor y quinto problema: Lee cabeza de gallina Minho.
Y la lista podría seguir, créanme que sí. Porque desde que llegó a ese campus, pidió la llave de su habitación y entró sin tocar diciendo "—¿Por qué hay una corbata en la puerta?" Sus virginales ojos vieron como Minho se follaba a una tipa en el escritorio. Desde ese momento, todos sus problemas aumentaron.
Pero se duplicaron cuando volvió a encontrar atrayente la bonita sonrisa de zorro de su ex.
Cierto, ese era su sexto problema. Minho era su ex, su tan odiado y guapísimo ex.
Él era sencillo. Sabía lo que quería y cuándo lo quería. Qué iba a comer o qué iba a vestir. Era el primero en terminar las encuestas de personalidad y sabía cómo se sentían cada una de las emociones, desde la más triste hasta la más eufórica. Era un gran líder y ayudador. Técnicamente tenía la respuesta y solución a todo.
Pero ahora, Minho era caótico, peligroso y un desastre. Lo sabía. Era alguien con varios enemigos y aún así seguía con vida.
Estaba perdido. Se sentía vacío pero a la vez lleno. No sabía si estaba ocultando sus sentimientos o si no los tenía. Tampoco sabía si realmente le dolía algo o aparentaba dolerle. Y eso lo confundía, lo tenía aterrado.
Sin embargo, él sabía que tenía sentimientos jodidamente fuertes cuando veía a Jisung caminar por el pasillo con un papel y una pluma mientras hacía su famosa lista de problemas mientras su pelo cubría su frente y mordía su lengua.
Oh, y él sabía cómo se sentía el verdadero dolor cuando vio los orbes azules del castaño cubiertos de lágrimas.
Y se odió. Se odió tanto que se perdió a sí mismo. Fue entonces cuando todo se destruyó y cuando su vida se fue a un barranco del cual solo Han Jisung podría salvarlo.
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