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02

—¡Es un desastre! —gritó por el micrófono del celular.

—Sung, cálmate ¿si? —respondió su amigo.

—Pero Seungmin, ¿sabes lo que estoy sufriendo? —se lanzó a su cama derrotado totalmente.

Minho entornó los ojos mientras terminaba de subir a la litera, escuchando los quejidos de su compañero de cuarto, susurró —Dramático.

Jisung lo escuchó y fulminándolo con la mirada volvió a lanzarse sobre el colchón —De todas las personas en este lugar, justo me tenía que tocar con Lee imbécil, tonto, tarado, idiota, cabeza hueca Minho. —y Minho solo podía sentirse ofendido y a la vez la situación dándole gracia.

—En serio lamento tu mala suerte, amigo —escuchó la fuerte risa del menor, su molestia creciendo levemente en él —Mira el lado positivo, toma este tiempo para volver a intentarlo con él.

Eso lo descolocó completamente. Con sorpresa y la ira corriendo por sus venas se sentó de golpe en la cama, el acto brusco llamó la atención del mayor quien con una ceja alzada lo miró curioso. Jisung estrujó la sábana con su mano libre, su mandíbula se apretó tanto que podía sentir doler sus dientes.

Minho sabía que eso no era para nada bueno, agarrando una almohada se cubrió la cabeza mientras esperaba la explosión del menor.

—¡Seungmin eres un grandísimo hijo de tu mami! ¡Es increíble que después de toda la mierda que pasé por culpa del imbécil, tú aún quieras que volvamos! —sus gritos podrían oírse fácilmente hasta el segundo piso, y eso no le importó mucho —¡Tú mas que nadie sabes cómo me humilló Min! —el apodo lo hizo sentirse pequeño, frágil. Nunca pensó en lo difícil que fue para Jisung sobrellevar todo lo que él le había hecho y verlo así de destruido solo logró hacerlo sentirse más culpable.

—No quiero escucharte más, yo te llamaré, adiós —finalizó la llamada y luego solo se sentó en el colchón luciendo devastado.

Minho alzó la almohada con lentitud, sus ojos ubicaron una silueta pequeña en el suelo de la habitación. No sabía que hacer, nunca supo realmente cómo actuar cuando Jisung tenía ese tipo de reacciones. No sabía que decir, cómo actuar, no sabía nada y se sentía jodidamente inútil.

—No tienes que hacer nada, y no eres inútil por eso, calma por favor —dijo él mirándolo sin expresión en su rostro —Estas nervioso, lo sé porque aún te muerdes el labio cuando te sientes así —se levantó suavemente de la cama y tomando sus zapatos, se los colocó.

—Hannie yo...

—No, Minho, solo... no —respondió deteniéndolo al verlo intentar bajar de la litera y acercársele.

—Hannie sé que te hice daño, l-lo lamento tanto, no f-fue mi intención...

—Detente —susurró.

—Jamás haría algo para lastimarte, fuiste mi salvación, me diste cosas que pensé nunca tener y te permitiste amarme aún cuando éramos totalmente distintos —bajó por completo de la litera y se acercó al pequeño cuerpo del menor.

—Para...

—Pero te herí, y lo perdí todo. Mis ojos dejaron de brillar, mi cabello es un desastres, no sé quién soy, dónde estoy ni cómo me siento realmente, pero encontraré la manera de sacarnos de aquí, de poder volver a amarnos, porque sabemos que las estrellas aún guardan nuestra promesa de amor.

—¡Basta! —gritó con enojo, las lágrimas que sus orbes habían estado acumulando cayeron por sus rosadas mejillas y se perdieron en alguna parte de su ropa. Lentamente, el azabache secó sus lágrimas, trazando cada facción de su rostro sintiéndose como en casa cuando los ojos azules del castaño lo miraron.

—Aún te amo... —susurró.

Un fuerte golpe a su pecho lo hizo tambalearse, sabía que el castaño quería alejarlo, pero él no podía hacerlo ahora que lo tenía a tan escasos centímetros de nuevo.

—Perdón por dañar tu corazón, Hannie.

—Sería fácil decir que únicamente heriste mi corazón, pero tu rompiste mucho más que solo eso.

Sin decir nada más, tomó el pomo de la puerta y salió de la habitación con un nudo en la garganta y su corazón dolido. No quería excusas, no quería saber nada de él. Se había cansado de siempre tener que llorarle, de siempre ser él el que sufriese, ya lo había superado... ¿por qué los juntaron de nuevo? ¿por qué su corazón volvió a latir cuando vio sus ojos? ¿por qué se llenó de esperanzas cuando lo escuchó?

¿Por qué?, ¿por qué?, ¿por qué?

Porque confías en él.

Porque te sientes en casa a su lado.

Porque aún lo amas.

Y aunque tenía las respuestas frente a él, el orgullo y el rencor que su dañado corazón sentían, tomarían aquella claridad de la verdad y las guardarían al fondo de todo su ser.

Porque Lee Minho es un jugador y un manipulador que solo quiere volver a usarte. Esa, sería la nueva respuesta.

Por otro lado, un azabache se encontraba tirado en el suelo de la habitación mientras un vacío de nostalgia y culpabilidad lo devoraban. Porque pasar el rato en un lugar donde no pertenecía nunca fue algo nuevo para él, se sentía cansado y enfermo perdiendo todas sus fuerzas para poder ir tras él y decirle lo mucho que sentía haberlo roto.

Nada de lo que hacía estaba bien, ninguna de sus acciones eran suficientes. Solo llegaba a repetirse una y otra vez "—Es tu culpa" empezando a temblar porque no podía soportar el cambio que su vida había dado, ese cambio donde él era lo mejor y que luego de su partida, se haya convertido en nada.

Agarró su cabeza mientras se encogía en posición de feto, lloró por aproximadamente cinco minutos sin descanso solo dejando ir todo de nuevo, intentando calmar sus espasmos y luchando contra sí mismo por seguir viviendo.

—No quiero morir, por favor cántame una canción —pidió en un murmullo. Sin embargo, nadie estaba en la habitación y lo único que podía escuchar en respuesta, eran sus sollozos en eco. — Lo jodí todo y yo estoy arruinado — lloró.

Y al otro lado de la puerta un triste Jeongin estaba conteniendo sus ganas de entrar y abrazarlo, porque ya había vivido algo como eso y la herida aún no estaba sanada del todo como para volver a repetir la misma historia.

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