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La mayor de las mujeres se encontraba manejando una tarde de mayo. Estaba lloviendo a mares en el Distrito desde hace varios días.... algo bastante irónico, ya que el clima reflejaba su relación con Citlali.
Ya habían pasado dos años desde que le pidió ser pareja en aquel restaurante, y su relación no había cambiado mucho en realidad, salvo porque cada vez que se decían *te amo* sabían que esa palabra significaba más ahora que cuando eran simples amigas.
El departamento donde vivían juntas se convirtió en su pequeño nidito de amor, abrazos y besos no se hacían esperar cuando ambas estaban juntas, cada uno de sus sueños que planearon durante años se estaban volviendo realidad, desde algo tan simple como; hacer un maratón de películas en la cama, como un gran viaje al mar; el único sitio que fue su consuelo cuando ellas un no estaban juntas; noches viendo las estrellas; desvelos leyendo alguna historia o viendo alguna serie... todo en su pequeño mundo era perfecto.
Pero hace poco mas de 4 meses Citlali, estaba mas reservada de los normal.
Al principio Paulina no le había importado, ambas tenían trabajos fijos y a veces se quedaban horas extras trabajando, por lo cual no se veían una o dos noches. Pero esto era totalmente distinto...
Poco menos de un año Citlali había comenzado a salir sola por el Distrito, según ella tenía que aprender a estar sola. La pelinegra no objeto nada, al fin de cuentas tenía razón, ella no estaría siempre en casa y este sería su hogar, así que dejaba que su pareja se fuera sola. No paso mucho tiempo para que su pareja le comentara sobre los nuevos amigos que había hecho en el Distrito, Paulina la felicito, ya que cada vez se integraba más a su nuevo hogar.
Cuando sus alarmas se prendieron fue cuando su pareja cancelaba sus cenas por "asuntos del trabajo" poco después se enteraba que se había ido con sus amigos a platicar o tomar unas copas. Eso le estaba empezando a molestar, no era porque cancelara las cenas si no que le estuviera mintiendo, era algo que ella nunca había hecho antes.
El comportamiento de Citlali con el tiempo fue mas extraño; no se veían por días, ni siquiera le enviaba un mensaje, lo cual era ley para ellas, al menos un saludo. En los últimos meses solo ella había enviado mensajes y muy pocas veces eran contestados por su pareja.
Paulina ya bastante angustiada fue por el consejo de su amiga Andrea, quien de no muy buena gana le hizo admitir sus aparentes celos hacía los amigos de su pareja.
Después de una gran charla, le recomendó hablar sobre esos sentimientos con su pareja, ya que estos más adelante podrían traerles problemas, y mas si había cambios de actitud.
Fue así como la pelinegra se encontraba manejando bajo la lluvia. Citlali estaba en una reunión con sus compañeros de trabajo y unos amigos, había dejado la dirección de la casa pegada en la nevera.
Rápidamente encontró la casa, la cual estaba en los límites del Distrito (ella vivía en el centro) estaciono su auto, bajo y camino hasta la entrada. Suspiro, tomo con mas fuerza el objeto que tenia en el bolsillo de la sudadera y toco la puerta.
"¿Quién es?" pregunto el hombre que abrió la puerta.
"Hola. Soy Paulina, no me conoce, pero soy la pareja de Citlali..."
"Oh eres su novia, no te preocupes ella esta aquí. Pasa" se hizo a un lado.
"Gracias" agradeció amablemente, entrando a la casa.
El hombre que la recibió la acompaño hasta donde estaba su pareja. Citlali estaba sentada en un sofá, rodeada de varias personas; estaban bebiendo, algo que la extraño, ya que su pareja nunca había bebido enfrente de ella.
La mujer cuando vio a su pareja en la casa no pudo evitar sorprenderse, aunque inmediatamente puso un rostro sereno, dejo su bebida en la mesa, le aviso a sus amigos que su pareja estaba aquí y se levantó de su asiento.
Citlali camino hasta su pareja y la alejo del resto de sus amigos, hasta un lugar en donde podrían hablar libremente.
"¿Qué haces aquí?" pregunto tan rápido estaban lejos de sus compañeros "Te dije que iría sola a casa"
"Lo sé, lo se... pero quería hablar contigo de un par de cosas. Mira sé que no tengo que interponerme con tus amigos o tus horas en el trabajo, pero he querido hablar sobre lo que ha pasado entre nosotras estos últimos meses..."
"Espera..."la interrumpió "Yo también desde hace tiempo he querido hablar contigo sobre ese tema" acabaría con todo esto de una vez, así tal vez la herida seria mucho menor.
Ante la frase, Paulina se imaginó lo peor.
Y no se equivoco...
"De verdad lo intenté" soltó, mirando fijamente a los ojos a la mujer frente a ella, sin ninguna expresión "De verdad lo intente, porque te quiero... eres mi amiga desde hace años y no te quería lastimar. Pero para ser honesta, toda esta relación ya no tiene algún significado para mí.
Sabía desde el día que me pediste ser tu pareja, sabia que esto iba a pasar, porque de algún modo las relaciones que he tenido siempre me aburren. De hecho, ni siquiera estoy sintiendo algo ahora mismo que te estoy contando todo, pero soy una egoísta y aunque sabía que esto iba a pasar quise pensar que sería diferente tratándose de ti. Pero volvió a pasar... y de verdad lo siento. Sé que te estoy lastimando... tal vez mas de lo que me puedo imaginar, por eso te pido perdón, perdón por ser así; perdón por pensar que funcionarían las cosas y por haberte ilusionado sabiendo que no duraría.
Lamento no haberte dicho antes... pero pensé que esto sería distinto de verdad lo pensé y lo intenté, lo mejor que pude, pero ya no puedo seguir con esto. Y yo sé, mejor que nadie que tú odias las mentiras y no quería mentirte en esto, sería peor para ambas..." termino de decir, mostrando un rostro sereno y a la vez angustiado.
La joven simplemente siguió viendo aquel rostro al que tantas veces le dijo *te amo* y por primera vez, vio que no vacilaba en sus palabras, no tenia ninguna duda en su rostro que demostrara que no quería decir tales palabras. Cerro los ojos fuertemente y los abrió, para repetir lo mismo que dijo aquel día.
"Cuando te pedí ser mi pareja, te dije que aceptaría cualquier decisión que tomaras, sea la que quería escuchar o no" dijo comenzándose a alejar lentamente de la mujer frente a ella "No te obligare a nada que no quieras, si no quieres estar en esta relación, yo lo acepto... A-adiós, Citlali" se despidió, saliendo rápidamente de la casa.
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Paulina camino recto sin mirar atrás, no se molesto en sacar las llaves de su auto, no tenía la mínima atención de manejar.
La lluvia estaba de lo mas intensa, al ver esto la joven tomo su capucha y se la coloco, caminado sin rumbo, con la mirada perdida hacia sus pies.
Las lagrimas se resbalaban de sus mejillas, perdiéndose con las gotas de la lluvia que caían de sus zapatos. Cuando se alejo lo suficiente de esa casa, saco por fin la mano de su bolsillo y observo dolida la caja de color azul que tenía en la mano, la abrió lentamente y observando el hermoso anillo de compromiso que había comprado, soltó el primer sollozo y sin más callo de rodillas al suelo y comenzó a llorar; recibiendo ayuda de la lluvia, quien tapaba sus tristes y dolidos sollozos.
Su corazón se había roto...
La joven no supo cuanto tiempo estuvo ahí exactamente, pero cuando sintió que su ropa estaba totalmente empapada se levanto del suelo, y comenzó a caminar. No entraría a su auto así, lo mejor que se le ocurrió fue caminar hasta su departamento y tomarse una ducha.
Llego hasta una carretera algo solitaria, solo vio a un par de personas al otros lado, aunque no le importaba nada. Parada en la ya pequeña brisa, esperando el cambio de luz para poder cruzar.
Por el frio envolvió sus brazos alrededor de ella, y se bajo un poco mas la capucha, al rato observo como la luz cambio a verde, y únicamente ella camino hacia el cruce.
A lo lejos ella escucho un grito, fue que rápidamente ella levanto la mirada y observo que un auto se dirigía a ella, no pudo hacer nada, solo observar fijamente el rostro de quien manejaba.
El auto paso a toda velocidad, provocando que se estrellara con el parabrisas, y por la gran velocidad le diera la vuelta al auto, cayendo inconsciente en el frio suelo de cemento. El auto sin inmutarse acelero y desapareció tan rápido había aparecido.
La mujer que había gratado antes se acercó a la joven y comprobó que aun tenía pulso.
"¡¡Por favor llamen a una ambulancia!!" Grito, pidiendo ayuda.
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