—Tú puedes Minho —se dijo a sí mismo el pálido, dándose ánimos-Jisung, bolita de arroz, gordito...¡No! A Jisung no le gusta que lo llamen así—se regañó al recordar que en una ocasión lo había llamado por ese pronombre y el menor se enojó y no le dirigía la palabra después de que le haya pedido perdón varias veces y que le compara una paleta.

Minho tenía en la mano una bolita de plástico transparente y que por dentro traían dos anillos con una piedrita de fantasía de un corazón rojo. Eran los pares de anillos que le habían gustado al menor pero que no pudo conseguir y Minho como un buen Hyung fue a gastar algunas monedas para ligar obtener ese premio.

—Hyung, estoy confundido—dijo Jeongin mirándolo desde la cama—¿Qué los adultos no son los únicos que se pueden casar?

—Los adultos son unos torpes, nosotros también podemos hacer lo que ellos.

El menor lo miró confundido pero a la vez asintió para fingir que entendió cada palabra que dijo su hyung.

—¿Cuándo le vas a preguntar?

—Hoy mismo—seguro.

—¿Creés que acepte?—arqueó la ceja.

—Tsk, claro que aceptará, nadie se resiste a mí—posó y el menor rió—Y quiero tú seas mi damo de honor.

—Voy a tener privilegios ¿¡Cómo comer primero la rebanada de pastel!?—sonrió emocionado.

—Ah..sí, creo que sí, la verdad no sé para qué son los damos de honor—pensativo.

[...]

Minho estaba por fin frente a su futuro esposito—si es que lo aceptaba— procedió a arrodillarse como hacían los príncipes a la hora de pedir la mano del amor de su vida, tratando de buscar los anillos pero no los encontraba haciendo que toque todo su cuerpo con pequeñas palmadas.

—Hyung ¿Por qué estás de rodillas?—le preguntó confundido el menor.

—E-espera Sunggie —lo miró empezó a buscar en todos sus bolsillos la bolita con los dos anillos.

Sintió como una bolita de plástico salía rodando de el bolsillo de su campera así que la agarró a penas la vió y sacó uno de los anillos.

—Han Jisung -le mostró el anillo-¿Te gustaría ser mi esposito?—sonrió tiernamente

—Ah...—dudó—Por supuesto que no, Hyung.

Así fue como el corazón del pálido se estrujó.

—¿Por qué?—le preguntó con un tono triste mientras lo miraba con ojitos de cachorro.

—Hyung, todavía estamos muy pequeños para casarnos, eso lo vamos a tener que hacer cuando seamos grandes.

Ahora había quedado confundido, ¿Eso significaba que un sí, un no o un tal vez?

—Pero Jisung, es como jugar a los papás lo hacemos pero de mentira.

—Mmm—se llevó su manita a su mentón—Pero es de mentira, Hyung, cuando seamos grandes va a ser de verdad.

—Lo que tu digas, bolita de arroz—sonrió—¿Te puedo poner el anillo?

Jisung no respondió y le alzó la mano para que el mayor pudiera colocar el anillo en su dedo. Al colocarlo se equivocó y lo puso en su dedo meñique, cuando se supone que tiene que ir en el dedo anular.

—Hyung, ahí no va el anillo—le susurró.

—Lo siento—lo quitó y esta vez acertó—¿Ahí?

—Sí, ahora sí, hyung—le sonrió y le besó la mejilla—Y gracias, este era el anillo que quería.

—Todo por tí, Sunggie —tomándolo de sus mejillas—Cuando seamos más grandes y sea millonario te voy a comprar un anillo con un diamante así de grande—haciendo un gesto exagerado con los brazos.

—Y sin divorcios ni infidelidades—dijo el menor—Porque eso es lo que están haciendo el papi y la mami de Felix y yo no quiero que te separes de mí, Hyung

—Eso jamás, siempre estaremos juntos.

—¿Para siempre?

—Sí, para siempre

Minho besó la mejilla gordita del menor y como gratitud recibió otro abracito por parte de Jisung, su futuro esposo, pero de mentira.