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Capitulo 12

Minho envolvía con su gran mano la pequeña manita de Jisung, ambas transmitían el calor, más la del menor que las del mayor, por lo general las de él siempre estaban frías.

Lo acompañaba hasta su casa, era algo tarde, después de la película fueron a dar una caminata, hubieran seguido ya que el mayor está acostumbrado a andar hasta altas horas por las calles pero su lindo novio tenía sueñito además de que había salido sin permiso.

—Nos vemos después—dijo sin soltar la manita de Jisung.

El menor no tenía idea de cómo iba a entrar, era tarde y todos estaban
dormidos.

La entrada tenía dos para que los autos puedan pasar, en el medio se encontraba una pequeña oficina en dónde iba un policía y por el otro lado había otra enorme reja de color negra.

—Hyung, tal vez necesite de tu ayuda para...

—¿Jovencito Han?—dijo una voz grave mientras eran encandilados por la luz de una linterna.

—Oficial Jeon—rió nervioso—¿Qué hace aquí?

—Es mi turno de noche—respondió con obviedad—¿Qué hace usted a estás altas horas de la noche y con éste.... vagabundo?—el policía se acercó a Jisung y lo alejó de Minho, haciendo que sus manos se soltaran.

—No soy un vagabundo—saltó Minho para defenderse pero el lo alejó mucho más con una pequeña tonfa que traía en la mano derecha.

—Vete de aquí niño, la próxima vez que te vea aquí no dudaré en tomar medidas drásticas contigo—lo miró de forma amenazante—Vamos, largo—lo volvió a echar.

Minho se fue sin antes dedicarle un a mirada a su bebé, era mejor mantenerse lejos de los policías, no era buen idea meterse con ellos y mucho menos si eran unos guardias de un barrio, no eran peligrosos ya que no servían para nada pero podrían llamar a la policía de verdad y sí tendría verdaderos problemas con el señor Kang, él dice que mientras menos se involucren con la policía, mejor.

Cuando ya no hubo rastro de Minho, el policía tomó de la mano a Jisung para llevarlo adentro.

Mientras hacían el recorrido para llegar a la casa del menor el hombre no dejó de regañarlo, el pequeño le importaba de que no le dijera nada a su padre pero ninguna insistencia era válida.

—Señor por favor no diga nada.

—Jisung no puedes irte así, ¿A caso no sabes el peligro que hay en las calles?—

—Ustedes ni siquiera se dieron cuenta de que salí—protestó—Van a tener muchos problemas con mi papá si le cuenta—trató de convencer al oficial pero nuevamente no funcionó.

—No me importa, los niños como tú merecen unas buenas trompadas.

Jisung entendió lo que quiso decir con trompadas y entendía que podía ser un poco travieso a veces pero eso no le daba derecho a ningún adulto de pegarle, su papá nunca le levantó la mano, nada más lo mandó al rincón, le castigó las películas, no lo dejaba salir y sólo porque lo desobedecía, salía a altas horas para encontrase con un niño de la calle básicamente, contestaba mal a sus mayores y....ahora que lo pensaba una paliza no le vendría mal.

El oficial que aún sostenía la muñeca de Jisung, tocó el timbre de la casa. El pequeño tenía un enorme nudo en la garganta, sabía que su padre iba a enojarse y mucho, él venía muy cansado del trabajo y lo último que quería era tener problemas fuera de él.
El timbre de la casa tenía un sonido que sonaba en cada habitación, porque siempre pasaba que una persona iba, tocaba y no la atendían por estar haciendo otra cosa en una zona de la casa en la que no se logra escuchá el sonido.

Tardó un poco pero corazón del pequeño se aceleró cuando escuchó la puerta abrirse y la luz de a fuera prenderse, su padre iba a matarlo, estaba completamente seguro que podía sentir que la muerte le soplaba en la nuca.

Su padre se abrió la puerta dejando ver su rostro cansado y adormilado, con los ojos entrecerrados.

—Oficial Lee—miro hacia a bajo y abrió los ojos en grande a ver a su pequeño hijito—¿¡Jisung?

—Hola papi—sonrió par ablandar a su papá pero no funcionó—Hay una explicación clara para todo ésto...

—Señor Han, encontré a su hijo merodeando a fuera de la recidencia y estaba con un niño algo...sucio.

—Él no es sucio, tú eres el sucio, viejo barrigón—lo miró enojado al oficial con un ligero peso de más, nadie se metía con su novio.

—Basta Han Jisung, vete para adentro que vamos a tener un charla seria—estaba cruzado de brazos.

Vió que su papá estaba muy molesto y decidió hacerle caso para que las cosas no empeorarán más.
Luego de verificar de que su hijo entrara dirigió su mirada asesina hacia el oficial.

—¿Cómo carajo puede permitir que un niño de ocho años salga solo? ¿A caso no vigilan o qué?—molesto.

—Señor, lo lamento pero yo no estaba en ese turno—se excusó.

—Más les vale despedir al imbécil que no se dió cuenta de que mi hijo salió a la calle, no tengo tiempo como para buscarme otro lugar en dónde vivir, así que más les vale mejorar la seguridad de este lugar porque sino van a conocer a mi abogado—por poco se quedó sin aire al lanzar todas esas amenazas.

—Esa queja no me corresponde a mí, lo lamento.

—Entonces comuníquese a sus superiores no sé qué tipo de idiotas sean los dueños—le gritó, a veces los padres ricos que tienen problemas con sus hijos pueden ser muy insoportables—Buenas noches—manteniendo el mismo tono.

No le dió tiempo al oficial de responder y le cerró la puerta en la cara, fue hasta la sala en dónde se encontró a Jisung sentado en uno de los sofás, como era pequeñito sus delgadas piernas quedaban colgando y las movía muy nerviosamente.

Se acercó al menor, que trataba de hacerse más chiquito.

Jisung estaba esperando a que su padre le gritara así que cerró los ojos fuertemente los ojos pero no lograba escuchar nada hasta que un sollozo se hizo presente.
Abrió sus ojitos lentamente y se encontró con su papá sentado en frente de él, sobre un mesita de madera, mientras tapaba su rostro y veía que algunas lágrimas traviesas se escapaban, resbalando de las partes descubiertas de sus mejillas.

—¿Papi?—lo llamó dudoso.

Era demasiado extraño ver a su padre llorar, él creía que los adultos no lloraban, que eran fuertes, que no le tenían miedo a nada, pero ver a su papá en ese estado le hacía ver las cosas de otra perspectiva.

Jamás lo había visto así de roto, ni siquiera cuando su mamá dejó éste mundo para irse a uno mucho más lindo.

—Papi por favor ya no llores—le tembló el labio, estaba a punto de llorar también—Te prometo que no lo vuelvo a hacer pero ya no llores.

—¿Por qué te comportas así?—decidió mirarlo por fin el adulto—¿Hay algo que te falte o... qué es lo que te ocurre?—lo miró.

—Esa pregunta es tonta—le contestó—Tú me haces falta, estoy harto de decirte y que a ti no te importe—fue directo al grano—Desde que mami se fue me haces hacer cosas que odio, ya me cansé de repetirte que no me gusta el maldito piano, me cansé de que no me dejes entrar al salón de prácticas de mamá, me cansé de todo papá....¡Mamá ya murió, ya no está, supéralo!—le gritó.

—No me hables así—regañó—Para mí fue muy trágico perder a tu madre y lo sabes.

—Para mí también lo fue, yo siempre la extraño porque cuando ella estaba tú también, ahora ninguno de los dos está y me siento muy solo—el pequeño rompió en llanto.

—Trato de darte todo para que seas feliz.

—Y gracias a eso soy más infeliz, ¿A caso no te das cuenta de que necesito a un papá?—sorbió su nariz—Papi, te la pasas siempre en el trabajo, no sé porqué, si estamos muy bien y...—no podía formular ya sus palabras así que se dedicó a nada más que llorar en ese momento tuvo fue tomarlo del brazo y acercarlo hacia él para acunarlo como si fuera un bebé y abrazarlo.

Sintió nuevamente esa sensación que hacía que su corazón se quiera salir de su pecho y que en el intento éste chocando por todas partes, como cuando fue la primera vez que lo cargó cuando tan sólo tenía horas de nacido, se veía más indefenso que ahora, más pequeño, pero seguía siendo igual de bonito.

—Lo siento—se disculpó el infante—Soy un mal hijo, debes estar decepcionado.

—No, yo me disculpo—hablándole tiernamente y con una voz tranquila—soy un mal padre, te prometo que voy a hacer lo posible para mejorar ¿Sí?—acariciando la mejilla del menor—Te amo mucho.

—Yo también te amo, papá—y se acurrucó nuevamente en los brazos de su padre—¿Puedo dormir contigo esta noche?—eso sonó muy infantil y Jisung ya era un niño grande—Es que...el coco está abajo de mi cama y si voy me va a comer—

El adulto rió por esa tierna excusa—Está bien.


[...]

—Seungmin, mira, es completamente hermoso—dijo Eric con un gran brillo en sus ojos.

—Es muy moderna—miraba con el mismo brillo, mientras sostenía el aparato musical del menor.

Ambos miraban unos enormes estéreos, súper modernos, no como los que Eric había encontrado por ahí, estaban algo desgastados y a duras penas se lograba escuchar algo.

—Yo me lo voy a comprar—sonrió.

—Hobi, nada más mira ese número, es más largo que mi tiempo de vida—contestó.

—Deja de ser tan pesimista—se quejó, a veces odiaba que Seungmin fuera tan negativo.

—Soy realista, en nuestra vida podremos comprar algo tan caro y....—Seungmin no logró terminar su frase porque se distrajo viendo a un lindo chico, lo miró más detenidamente y no lo podía creer, era su crush—¡Eric, Eric, mira, es el amor de mi vida!—saltando por la emoción.

El niño caminaba por la vereda, vestía con un pantalón color negro, una camisa color rosa pastel junto a un saco gris, un calzado rosa y su pelo se veía tan brillante y sedoso.

—Cierra la boca que se te cae la baba y te va a entrar una mosca—dijo Eric subiendo hacia arriba el mentón de Seungmin haciendo que se mordiera la lengua.

—¡Auchi, Eric!—molesto.

El niño cruzó la calle tomado de la mano a un señor muy grandote, tenía un aparato raro en la oreja, tenía traje negro con camisa y corbata.

Al parecer se dirigían al parque en el que habían estando anteriormente y a Seungmin se le ocurrió una idea totalmente psicópata.

—Sigamoslos—Seungmin le arrojó el aparato a Eric, haciendo que casi caiga al piso porque él no era tan fuerte que digamos.

—¡Seungmin espera!—le gritó mientras trataba de correr a la misma velocidad que su amigo.

El chico bajo cruzó la calle lo más rápido que pudo, en ese momento no le importaron las tontas reglas, con tal de ver a ese lindo chico y con decirle solamente un "hola".

Luego de trotar un par de veredas llegó a una pequeña plaza, se puso en posición como si fuera un espía en cubierto buscando al niño pelinegro.

—Se-Seungmin —dijo mientras trataba de controlar su falta de aire por andar corriendo al mayor—Necesito aire.

—Tks entonces respira—dijo obvio, logró localizar su objetivo y nuevamente salió corriendo.

—¡Ahhg deja de correr!—se quejó de forma torturosa.

Seungmin se acercó a un banco de madera, estaba en frente de todos los juegos y ahí sentado estaba su hermoso crush, comiendo un algodón de azúcar color rosa, al parecer a ese niño le gustaba el color rosa.

Admiraba su lindo y perfecto perfíl, él desearía tener una nariz así de bonita, sus ojitos eran tan lindos, sus manos eran raras pero también eran lindas.

—¿Por qué me miras?—preguntó el niño mientras volteó a mirarlo de la nada, lo había descubierto, entró en pánico y le dieron ganas de salir corriendo pero le quería probar a Eric de que no era tímido.

—Ho-hola—saludó moviendo su manita derecha tímidamente.

—Hola—respondió para ser educado—No me respondiste la pregunta.

Su voz era tan, tan, ni él tenía palabras para describirla, hablaba de una manera civilizada, muy elegante y eso hacia que Seungmin se sintiera como King Kong al lado de un niño tan hermoso y educado como él.

—Creo que eres bonito—con un gran sonrojo en sus mejillas mientras abría los ojos en grande y miraba a la nada.

—¿Gracias?—rió—¿Quieres?—le extendió el algodón de azúcar.

Seungmin acercó su mano para agarrar un pedazo de la rica golosina de no ser por un gigantesco oso con traje que se hizo presente.

—Sal de aquí, niño sucio—dijo la voz grave del hombre, que al parecer era su guarda espaldas.

—Escuche señor, para su información yo me baño todos los días—le señaló con un ideo índice mientras apoyaba su otra mano en su cintura—Así que estoy limpio.

—Ya, tranquilo oso—le dijo de forma tierna, su guardaespaldas era básicamente su mejor amigo—Él es bueno, no te preocupes.

El hombre se alejó sin quitar la mirada amenazante de Seungmin y se quedó al lado del pelinegro mientras mantenía su postura recta.

—Perdón por eso—se disculpó—Él se toma enserio su trabajo de sobreprotector.

Seungmin de a poco se fue sentando de a poco en la banca y así quedado al lado del chico.

—Me llamo BangChan—hizo una pequeña reverencia—Pero dime Chan—sonrió dulcemente—

—Yo soy Seungmin —repitió el gesto—Tengo nueve años, pero soy muy maduro, me concidero una persona linda y me gustan las gomitas azules.

—Eres tierno—rió—A mí me gustan las gomitas rojas, tengo once años.

Miró impresionado al darse cuenta de que era su Hyung.

—¿Te gusta mucho el color rosa? Hyung—lo barrió con la mirada y vió cada parte rosa de su vestimenta.

—Sí—sonrió nuevamente.

—Pero el rosa es para las niñas y tú eres un niño—confundido.

Entró en pánico al ver Chan fruncía el ceño, al mayor le molestaba que los niños le dijeran que el color rosa era para las niñas.

«Eres un estúpido homo sapiens, Bangchan»

—El color no identifica a un niño o a una niña, eres muy ignorante como para conciderarte maduro—enojado.

—Espera no te enojes, lo lamento—se disculpó—No quería molestarte—agachando su cabeza.

—Ya qué—rodó los ojos—Ya va a anochecer, debes ir con tu mamá—se levantó.

«No tengo mamá»

—¿En dónde está la tuya?—preguntó curioso, no veía a nadie más que no sea ese gigantesco hombre—

—Está diseñando ropa—respondió—Es diseñadora de modas—

Seungmin quedó impactado, él debía tener mucho dinero, su ropa parecía ser muy cara, sus comportamientos, definitivamente estaba muy lejos de su alcance, era lindo soñar.

—Me tengo que ir, adiós Seungmin, espero volver a verte pronto—le sonrío—

Seungmin se levantó también para despedirse y el mayor no pudo evitar morir de ternura por lo pequeñito que era Seungmin o tal vez debería llamarlo Minnie, Seungminnie o Seungg.

—Aww que pequeñito eres—muerto de ternura—

—¡Estoy comiendo leche y voy a crecer grande y fuerte, Hyung!—

Rió con ternura—Lindo—le acarició su cabecita—Nos vemos Seungmin —y Bangchan se fue junto a su guardaespaldas dejando embobado al moreno.

De la nada eric apareció, se había olvidado de él por completo.

—Wow, eso fue terrible—mientras comía pochoclos.

—Cállate—resopló y tomó un poco del dice de su amigo y lo llevó a su boca—¿De dónde sacaste los pochoclos?

—Los encontré en un cesto de reciclado—dijo sin importancia y vió como Seungmin escupía la golosina—¡No seas sucio Seungmin!

—Tú eres el sucio que come porquerías de la basura—limpiando su boca de manera exagerada.

—No era basura, era reciclado—dijo en forma de burla la última palabra—¿Al final ese niño es mayor que tú?

—Once—respondió

—Con más razón, está muy alto y ahora mayor para tí—se burló.

—Ya cállese, Eric —irritado.

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