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☆꧁༒Siete༒꧂☆

☆꧁༒☬ℙⒺяг@☬༒꧂☆

☆꧁Pasado꧂☆

Hinata se sentía incómoda, tapo su estómago desnudo con su brazo intentando ocultar ese parche de piel.

Ella no había ido a muchas fiestas que hacia el alfa para que hembras de otras manadas se acercarán para buscar una pareja en la manada de Remolino. Y, cuando fue a esas fiestas, se había marchado mucho antes de que los jóvenes se volvieran algo locos con la luna en su auge. Generalmente, se marchaba cuando lo hacía su padre, que era justo antes de la medianoche.

Hinata se mordió el labio, viendo como las hembras, bonitas y cuerpos perfectos, se pegaban a los machos para bailar. La música era estridente, haciendo a su cuerpo temblar con el temblor de esta, sus oídos zumbaban y era imposible pensar con claridad. Eran cerca de las dos de la mañana y sólo se había quedado porque Ino le había rogado que la acompañará. Sus padres le confiaron la seguridad de su hija, casi obligando a Hinata a quedarse.

Miró a Ino, bailando y mezclándose con el ambiente y era normal. Ella era una chica bonita, delgada con largo cabello rubio y divertida. Hinata había rechazado a todo aquel que había querido bailar con ella. En un principio, por vergüenza y también con algo de sospecha. Los machos, hombres de la manada y algunos de otra manada cercana y aliada, habían aceptado sus rechazos con tranquilidad, pero mientras más avanzaba la noche, se volvían más insistentes.

Estiró la mano y tomo el vaso de agua que mantenía en la mesa maciza de madera. Ella hizo una mueca al sentir el agua caliente entrar en su boca, pero era eso o el brebaje que preparaban algunos ancianos, que hacían volver algo locos a los jóvenes que la bebían.

—¡No puede ser!

Hinata se tensó al escuchar el chillido justo atrás de ella y giró su cabeza para ver cuál era el alboroto.

—¡Él está aquí!— volvió a chillar una chica de cabello rojo y con los ojos marrones abiertos de par en par.

Tenía dos amigas pegadas a ella, que parecían confundidas y le dijeron palabras que Hinata no llegó a entender. Pero probablemente le preguntaron lo mismo que se preguntaba ella.

«¿Quién?»

Hinata siguió la mirada de las tres hembras y sintió que su respiración se cortaba...

Las fiestas siempre se hacían en un lugar cerrado, mientras los jóvenes se dejaban llevar por el calor del lugar, la música y el brebaje de los ancianos; centinelas mayores, que ya tenían pareja, cuidaban el recinto. Las luces parpadeaban con el son de la música, y justo en ese momento era una bastante movida. Por eso, sólo podía ver unos segundos antes de que las luces se apagaran y se encendieran de nuevo. Se había sentido algo mareada, pero ya empezaba a acostumbrarse. 

Pero una vez que lo vio, no pudo separar la mirada de él. 

Naruto avanzó como si el lugar fuera de él y fue asombroso verlo, en medio de parejas pegadas y calurosas, porque él parecía resaltar. Él parecía enojado, para alguien que no lo conociera, pero Hinata si lo hacía. Él parecía más concentrado que otra cosa, cómo si tuviera una misión y miraba a las parejas como si le molestarán. Un nudo se creo en su estómago al pensar que, tal vez, él venía con la misma misión que los machos que estaban bailando. 

Encontrar una pareja. 

Sintió un vacío en su pecho, viendo cómo Naruto parecía rastrillar la pista con sus ojos centellantes y rojos. Ella apartó la mirada, ya que no sabría qué hacer si veía que sus ojos se posaban en alguna bonita hembra de otra manada. 

Las mujeres parecían haberse acercado a la mesa de Hinata, porque ella podía escucharlas mejor.

— Él es tan guapo—, dijo la pelirroja, ya podía reconocer su voz.

— Él es aterrador..

— Aterradoramente caliente —, gruñó la otra.

Hinata mantuvo la mirada en su vaso con un poco de agua, intentando no escuchar. Pero parecía imposible, ya que ellas prácticamente se pegaron a su espalda.

— Nunca viene a las fiestas. ¿Crees que busca una pareja o quiere follar?

— Yo me anoto para cualquiera de las dos.

— Sarā...

—¿Qué? Míralo.. ¡Oh, Kaguya! ¡Viene hacia aquí!

Hinata apretó el vaso en su mano y se obligó a mantenerse con la mirada fija allí. ¡Kaguya! No quería ser testigo de él encarando a una loba. La tentación de levantarse fue demasiada y no pudo soportarlo más, simplemente dejó el vaso en la mesa y se levantó de un tirón. Lista y resuelta a irse, a cualquier lugar.

Comenzó a caminar, sin levantar la mirada, por lo que se asustó cuando alguien la agarró del brazo, tirando su cuerpo hacia un lado.

—¡Ah!— chillo al no esperar el movimiento y levantó la cabeza para ver a un hombre de otra manada.

Él cerró su brazo en su cintura, pegando el cuerpo de Hinata al suyo y comenzó a mover su cadera como lo estaban haciendo las parejas a su alrededor.

—¡Oye! ¡No!— se quejó Hinata, intentando separarse de él.

El lobo gruñó, pero sonreía, como si se divirtiera la negativa de Hinata. Ella apretó los dientes, lista para darle un rodillazo cuando una mano enorme se cerró sobre la cara del otro macho, deteniendo cualquier movimiento que estaba haciendo.

Hinata abrió grandes sus ojos, asustada al escuchar el gruñido profundo en su espalda. Un cuerpo caliente y duro se pegó a su espalda, haciendo que el gruñido sostenido vibrará en su espalda también.

—¡Quita tus manos!

Ella sintió que la mano que la obligaba a estar pegada al macho se aflojaba y, también sintió los músculos moverse en su espalda. Con un movimiento suave, el macho fue empujado hacia atrás unos cuantos pasos por la mano que lo sostenía de la cara. Gracias a los flashes, Hinata vió el enojo en la expresión del hombre, pero cuando la luz se volvió a encender parecía asombrado y en el próximo asustado.

—¡Lo siento!— gritó él sobre la música —. ¡No sabía que estaba tomada!

Hinata abrió la boca, asombrada por sus palabras y a sólo un segundo de decir que no estaba tomada, cuando una mano caliente se apoyó en su estómago desnudo, haciendo que su trasero se apretara contra unos musculosos muslos. El hombre sólo giro y se fue, como si pensara que era inútil intentar algo.

Ella apretó los dientes, lista para volverse y enfrentar al nuevo macho, pero su cuerpo se congeló cuando sintió dientes pellizcar suavemente su hombro. El macho comenzó a mover suavemente su cadera, siguiendo el ritmo hipnótico de la música y haciendo que la piel de Hinata se sintiera sensible dónde sea que él tocaba.

Hinata se quedó sin aliento, jamás había experimentado una sensación igual. No sabía qué hacer, jamás había bailado, pero al hombre no parecía importarle cuando tomo su cadera con ambas manos y la pago más a él, haciendo que la espalda de ella vibrará de nuevo con un gruñido. La piel de gallina reventó sus poros, alzando sus bellos en la nuca cuando sintió que hurgaban en su cuello con la nariz.

Sólo se había sentido así con alguien, pero esa sensación se intensifico por mil, ya que él jamás la había tocado de esa forma.

No lo había notado, pero sus ojos se habían cerrado. Se obligó a abrir los ojos, pero no pudo centrar su mirada en nadie. Se sentía flotar mientras el macho la manejaba como quería, haciendo que su trasero se golpeara contra su ingle. Su cara se puso caliente, sabiendo que lo único que los separaban eran unas simples prendas, pero ella se preguntó si se sentía de esa manera tener un macho atrás de ella.

De repente, él rodeo su cadera desde atrás con un brazo, y su otra mano se cerró en su media cola de caballo, tirando su cabeza hacia atrás con, casi, brusquedad. Hinata jadeó, no fue un movimiento doloroso, pero algo de eso hizo que su sangre comenzará a correr como lava en sus venas. Él se curvo por atrás, adaptando su cuerpo a el más pequeño de ella, ya no chocando su trasero, sino más bien rozando.

Hinata podía identificar cada uno de sus movimientos, la música ya no tenía sentido en su cerebro. Su cuerpo se sentía caliente, sudoroso, lo supo cuando él abrió la mano que tenía en su cadera, acariciando con dedos llenos de callos su piel húmeda. Gruñó en su oído, y algo de eso se coló en su cerebro embobado.

Abrió los ojos de golpe, otra vez sin saber cuándo los había cerrado y miró a los rostros nublados de la pista de baile. Poco a poco, fue consciente de que, aunque todos parecían bailar, mandaban miradas cautelosas hacia ella. Esta vez, cerró los ojos con fuerza, decidida a sólo disfrutar de esa atención y comprendiendo por primera vez cómo se sentían las hembras de la fiesta.

Ella había mirado esas horas que estuvo sentada, notando como los movimientos de baile se hacían cada vez más sexuales y aunque sintió su cara caliente de vergüenza, observó. Se había preguntado qué se sentiría ser receptora de esa atención. Ahora lo estaba sintiendo, y fue como una droga de desinhibición. La música se coló en sus oídos y comenzó a moverse, sabiendo que debería hacerlo y no sólo dejarse guiar como una muñeca de trapo; intentando dejarse guiar por los golpes y los movimientos hondulantes, haciendo que el cuerpo caliente y duro en su espalda se pegará más a ella.

Algo revoloteo en su estómago, una sensación que había sentido sólo una vez en su vida. Pero, esa vez no llegaba ni a los talones a esta, se dijo sintiendo como el calor se acumulaba en sus mejillas y su respiración se volvió algo trabajosa gracias a los movimientos y la revolución que sentía en su interior.

Se había negado a bailar por temor a parecer una vulgar, por miedo a moverse como había visto que se movían las otras mujeres. Pero, su mente estaba en blanco, sólo disfrutando de la sensación de poder al sentir como el lobo en su espalda gruñía cerca de su oído, aún recorriendo la columna desnuda de su cuello con la naríz.

¿Ese poder que sentía...? Hinata se sintió aún más poderosa cuando se dió cuenta que el lobo atrás de ella parecía disfrutar de sus movimientos torpes. Se olvidó de todo, de su miedo a llamar la atención, de sus inseguridades... Y de Naruto, que probablemente estaría con alguna loba... Pero cuando pensó en ello, fue como un balde de agua fría, haciendo que sus movimientos titubearan por un segundo.

Como si sintiera el momento en que ella se perdió en sus pensamientos deprimentes, él mordió levemente su hombro de nuevo, haciendo que sus terminaciones nerviosas se revolucionarán en su columna vertebral. Ella jadeó, el sonido fue tapado por la música alta, y su columna se arqueó con la sensación nueva y excitante. Él gruñó, su boca moviéndose por la carne que ella no sabía que era sensible, haciendo que los poros se abrieran por todos lados. Tembló entre sus brazos, jadeando al sentir el apretón en su estómago y sintiendo que sus orejas quemaban al sentir como sus bragas se mojaban.

— Hinata —, gruñó en su oído, haciendo que gimiera en voz queda—. Mía..

Hinata jadeó, en medio de la neblina sexual que la rodeaba, algo en su timbre se le hizo familiar, pero agitó la cabeza, alejándose ese pensamiento. Él pareció identificar eso como una negativa, porque su brazo se apretó más fuerte en su estómago.

— Si—, gruñó, ronco y dominante —. Eres mía. ¿No lo sientes?

Hinata ni siquiera podía hacer que las palabras salieran de su boca, todo lo que podía hacer era jadear y gemir, mientras su timbre ronco hacia que sus piernas temblarán.

— ¿Sientes como mí cuerpo reacciona al tuyo?— preguntó él, apretando su ingle en su trasero.

Hinata había notado el duro bulto, pero el hecho que él lo dijera, hizo que su corazón golpeara más duro en caja torácica, aporreando su pecho agitado.

— Yo siento como el tuyo me desea—, siguió él, sin esperar una respuesta o tal vez sabiendo que ella no podría contestar.

Su mano callosa se movió por su estómago, apretando los dedos en el hueso de la cadera de ella.

— Eres mía, desde el primer momento. ¿Lo sabes, verdad?.. Kaguya, no puedo soportarlo más—, gruñó.

Hinata volvió a jadear cuando él la giro en sus brazos. El movimiento la mareó, haciendo que sus ojos se abrieran a media asta. Su respiración se detuvo en su pecho cuando vió los ojos rojos centellar por las luces. Vió el rostro duro de Naruto justo al frente del suyo, y sólo llegó a abrir la boca con asombro cuando él bajó la cabeza.

Su mundo pareció detenerse cuando él beso su boca, detenerse y silenciarse, ya que la música, antes estridente, desapareció en el fondo de escena. Ella sólo había sido besada una vez, pero ese beso no se podía siquiera comparar con su primer y único beso.

Sus uñas crecieron y se incrustaron en los hombros anchos de Naruto mientras él saqueó su boca con un hambre voraz, como si estuviera sediento y ella fuera la única fuente de agua. Gruñía mientras la besaba, haciendo que sus cuerpos vibraran y sus pezones hipersensibles se pusieron más duros. Sus rodillas parecieron perder su fuerza, porque casi cae al suelo de culo. Pero, Naruto apretó más fuerte el brazo en su cintura, pegando más su cuerpo al de él. Sentía sus labios machucados, pero contestó al beso como si ella también estuviera sedienta.

Y lo estaba.

Hinata también gruñó y se separó de él de golpe, mirándolo asombrada cuando escuchó algo en su cerebro que la dejó shockeada.

"¡Mío!"

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