☆꧁༒Once༒꧂☆
☆꧁༒☬ℙⒺяг@☬༒꧂☆
☆꧁Pasado꧂☆
No era extraño que Hinata saliera por las noches, más cuando era tan bonita como esa.
La luna era creciente y enorme en el cielo nocturno, las estrellas titilaban alrededor de la diosa, haciendo que cada leyenda de Alfas dignos que habían encendido para hacerle compañía, parecieran ciertas. La noche era algo calurosa, pero corría un viento tranquilo que la refrescaba y hacia que las hojas de los árboles danzaran sobre su cabeza. A ella le gustaba conectarse con la naturaleza esas noches. No podía cambiar, pero si le gustaba caminar por el pequeño bosque que lindaba con su cabaña.
Ella apoyó la mano en el tronco de árbol que tenía más cerca y cerró los ojos, respirando profundamente el aire limpio. Le gustaba entrenar, para mejorar sus sentidos por las noches. Pero, esa noche no era para entrenar ni para que Hinata disfrutará la naturaleza.
Lo escuchó en su espalda, pero no se volvió, sabiendo que sólo él se acercaría a ese terreno tan cercano al centro de la manada. Hinata abrió los ojos y sonrió al escuchar los pasos suaves de las patas. Él había venido con su lobo.
Naruto se estaba colando en sus pensamientos todo el tiempo después de ese momento que había compartido hacia unos días. Pero podía sentir como él estaba cada vez más cerca, intentando ser parte de ella y cualquier actividad que hiciera. Y, extrañamente, no le molestaba a Hinata.
— Sabía que vendrías —, dijo sin volverse todavía.
Había cosas que necesitaba hablar con él, si de verdad quería ir más lejos. Naruto parecía que iba en serio, aunque no quería hacerse falsas esperanzas. De todos modos, el siempre se jactaba de decir que era de él. Si ese era su verdadero sentimiento, él no tendría que tener problemas con ella por lo que le contaría.
Finalmente se volvió, viendo el enorme lobo de Naruto a sólo unos pasos de ella. Aún no podía acostumbrarse al ver lo grande que era. Su cabeza llegaba hasta su rostro, su cuerpo era mucho más largo y grande que los lobos que había conocido alguna vez. Su pelaje era precioso, un castaño rojizo que tenía reflejos rubios, y algunos blancos. Sus ojos eran algo perturbadores, pero ya no le parecía extraño verlos rojos y negros. Brillaban en la oscuridad, pero no le provocaban miedo.
— Me gustaría hablar contigo —, dijo con una suave sonrisa.
Naruto gruñó suavemente, él dió unos lentos pasos hacia ella, acortando la distancia. Él parecía no querer asustarla, pero lo cierto era que Hinata jamás había sentido eso con él. Ella lo había visto matar, pero era parte del mundo de los lobos. No temía a sus largos dientes, aunque sabía que podía ser letal con ellos. No le temía a sus largas uñas, aunque él podría destriparla fácilmente, sabía que Naruto jamás provocaría algún dolor.
Él empujó suavemente con su hocico la mano que colgaba a un lado de Hinata y ella sonrió. Levantó la mano, pero se detuvo justo sobre su mollera.
—¿Puedo tocarte?
La respuesta de Naruto fue inmediata. El gimió, como si se lo rogara y no pudo evitar reír por ello. Enterró sus dedos en el pelo, sintiéndolo sedoso y abundante y le hizo una leve caricia. Naruto dió un paso más, jadeando como si fuera un perrito feliz y ella sonrió.
— Vamos a sentarnos —, le dijo mientras lo soltaba y ella se sentaba bajo el enorme árbol.
Naruto la imitó, pero al ver qué él quedaba demasiado alto sentado en sus cuartos traseros, se acostó, apoyando su pecho en el suelo y manteniendo su cabeza en alto. De esa forma, quedaron casi a la misma estatura. Hinata miró sus ojos fijamente, borrando la sonrisa.
— No sé si sería una buena compañera para ti—, dijo lo primero que se le ocurrió.
Lo cierto es que había hasta practicado para hablar con él, pero todas las palabras que había pensado, se borraron de su memoria como si nunca lo hubiera hecho. Hinata había clavado la mirada sobre sus propias manos, por eso le tomó por sorpresa el gruñido y el ruido de huesos acomodarse rápidamente, como si alguien hiciera sonar sus huesos contracturados. Apenas levantó la mirada, se quedó congelada al ver el rostro de Naruto allí, a sólo unos centímetros de los de ella.
—¿Por qué?— preguntó con una distorsión en la voz que le decía a Hinata que su lobo no se había ido por completo.
Hinata sintió que sus ojos se llenaban de lágrimas, sin siquiera saber la razón. Ella desvío la mirada, sintiendo una vergüenza en el fondo de su pecho que creyó bien enterrada. Pero, como si estuvieran en una película de zombies, está se levantó revolviendo la tierra y asomándose terroríficamente.
— Yo.. no sería la mejor compañera, Naruto. Lo sabes—, murmuró.
Él gruñó bajó, como si tuviera muchas razones para refutar esa idea.
— Lo único que sé, es que eres mía.
Hinata también gruñó, sintiendo que empezaba a molestarla un poco lo terco que era.
— ¿Cómo sabes eso? Ni siquiera tengo una loba ¿A tu lobo le gusta la idea de jamás estar con una de las de él?
Ella lo miraba fijamente al rostro, aunque sus facciones seguían filosas y cercas de ser animalistas, prefería mirar sus ojos rojos, a centrarse en su cuerpo. Obviamente, Naruto se había transformado, por lo que estaba totalmente desnudo. No quería si quiera pensar en ello, o probablemente tendría un colapso.
Él mostró los dientes mientras gruñía.
— Eso no le importa—, su voz profunda haciendo que los bellos en su nuca se alzaran—. Ambos te queremos.
Hinata alzó una ceja, sin querer creer eso. Su lado iluso había muerto hacia mucho, pero había escuchado esas palabras. Eso hizo que cada muralla que había construido se hicieran más fuertes.
Gruñó, enojada por lo que él decía.
—¿Crees que eso es suficiente? ¿Qué pasará cuando una loba, una completa, llegue aquí y se interese en ti? ¿Me descartarás como un juguete roto? ¿Me usarás para divertirte mientras tu verdadera compañera llega?
Hinata respiraba con agitación, mostrando que era un tema hipersensible para ella.
Naruto afiló su mirada sobre ella y se acercó un poco más.
—¿Mí verdadera compañera?— preguntó, y Hinata se sorprendió al ver una sonrisa en sus labios—. Me prometí no tocar a ninguna hembra que no fuera mí verdadera compañera. ¿Qué te dice eso?
Hinata frunció el ceño, confundida. Pero él no le dió tiempo a contestar.
— Lo que debería decirte, es que jamás he tocado a otra más que a ti. Jamás lastimaría a mí verdadera compañera de esa manera y mucho menos tocando a otra.
Hinata agitó la cabeza, sintiendo que la información era demasiado para digerir.
—¿Me estás diciendo que eres virgen?— fue lo primero que preguntó.
Ella sintió como su rostro se calentaba, sintiéndose tonta por lo primero que preguntaba. Había muchas cosas, algunas mucho más importantes que eso, pero por alguna razón, eso fue lo primero que su boca decidió que quería saber.
El rostro de Naruto fue un poema, jamás lo había visto sonrojarse, pero él lo hizo esa vez. Aún así, él no desvío la mirada de ella cuando asintió secamente.
La boca de Hinata se abrió, sin poder evitarlo. Luego frunció el ceño mientras cerraba la boca de golpe, apretando los labios.
—¿De verdad esperas que te crea eso?— preguntó escéptica.
Naruto gruñó, mostrándose molesto, su rostro seguía algo rojo.
—¿Qué ganaría si admito que no he estado con nadie?
— Obviamente, que baje mí guardia.
Naruto alzo una ceja.
— No sabía que estábamos en una clase de juego de guerra— gruñó.
— Llevar a una hembra a la cama, lo es para algunos machos.
— No soy ellos—, gruñó furioso.
—¿En dónde eres diferente?— lo atacó.
— ¿Crees que soy como ellos? ¿Eso me estás diciendo?— él se había mantenido inclinado, ocultando su parte baja con su torso y anchos hombros, pero cuando habló se puso recto. Hinata se obligó a no bajar la mirada—. ¿Crees que no podría haber tenido la oportunidad de follar a cualquier loba? ¿Crees que cualquier macho admitiría que es virgen sólo para follar?
Hinata se mordió el labio, sabiendo que él estaba en lo cierto, aunque le dolía la sola idea de pensar que podría tener a cualquiera. Pero era un hecho... Y eso la hacia sospechar.
— ¿Crees que no me tomó por sorpresa la primera vez que te vi que mí lobo reaccionará a ti? Lo hizo, y simplemente no me molestó enterarme de que no podías cambiar. Y eso no le importó a mí lobo también. Ellos son instinto, ellos son nuestro lado primitivo y cuando él me dice algo, le hago caso.
Hinata cerró los ojos, giró su rostro hacia un lado, aunque no lo veía, sentir su rostro frente a ella era casi insoportable.
— Pequeña..— murmuró Naruto, haciendo que apretara más fuerte sus párpados—. ¿No lo sintes? ¿No sientes como nos atraemos? Como polos opuestos, cualquier cosa que haga o piense, me dirige a ti. ¡Niegalo!— gruñó—. Dime qué no lo sientes.
Ella gruñó, abriendo los ojos de golpe y mirándolo directamente a la cara.
— No...
— Mentirosa —, murmuró Naruto con voz profunda —. No me quieras engañar. Eres mía y te conozco..
—¡Deja de decir eso!— gruñó levantándose del suelo, necesitaba alejarse de él lo más rápido posible.
Naruto no perdió el tiempo, se levantó del suelo con un salto desde su postura sentada, alzandose sobre ella como una enorme montaña. Él la atrapó por un brazo, deteneinedo su huida. Espero que él la volviera para que pudiera ver sus ojos, pero él no lo intentó. Hinata se sorprendió cuando uno de sus grandes brazos la rodearon desde atrás, atrapando su cintura.
Su piel hormigueo, su sangre se calentó, cuando él se pegó en su espalda. Sus piernas temblaban y no sabía si era de anticipación o enojo.
Ella no podía pensar cuando estaba entre sus brazos y sentía su cuerpo. Era tan injusto.
Todo su cuerpo tembló cuando sintió el aliento caliente golpear en su oído.
— ¿Así que no confías en mí?— murmuró con voz ronca que hizo que todos sus poros se abrieran, receptiva —. Muy bien, pequeña. He bailado a tu son, intentado ser paciente —, gruñó —. Pero... desde ahora..—, prometió—, bailaremos al mío.
De repente, hizo girar su cabeza, y conectó sus bocas con un beso desesperado.
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