Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

──── 𝗜𝗜


゚゚・*:.。...。.:*゚:*:✼✿ ❁ཻུ۪۪⸙͎ ✿✼:*゚:.。...。.:*・゚゚

Siempre recordo que el tema del abuso era algo sumamente delicado y critico, recordo una vez cuando su madre se sento a su lado mientras la molestaba con su cabello, entre risas ella le explico que absolutamente nadie tenia permitido tocarla, mucho menois ella que era la mujer la cual le dio vida. Al inicio entendio con grata inocencia, ya que moralmente no era correcto que alguien ajeno a ella tocara partes de su cuerpo. Ahora entendia

Despues de ese dia todo en su mente comenzo a cambiar de forma abrupta, ¿ahora que iba hacer?, ¿como iba a poder ocultar este horrible secreto?, ¿quien podria ayudarla?, ¿que hay que hacer?. No habia respuestas ante esas preguntas. Su mente realmente estaba jodida.

—Vi, ¿estás bien? —preguntó la voz de su hermana al otro lado de la puerta. Parecía haber calculado el tiempo que llevaba allí en el baño—. Llevas mucho tiempo ahí.

—Ya salgo, solo dame unos minutos, Pow —pidió, esforzándose por ocultar sus sollozos y tratando de sonar lo más normal posible.

—Está bien... —respondió su hermana, aunque su tono no sonó muy convencido; más bien, transmitía tristeza y preocupación. De pronto, se escuchó un ruido, como si alguien hubiera arrojado algo—. ¡Mylo, mi muñeca! —gritó Powder, seguida del sonido de pasos apresurados por el pasillo. Vi supuso que su hermana estaba persiguiendo a Mylo, quien siempre le robaba su muñeca favorita para molestarla.

Al menos su hermana no estaba sufriendo. Internamente, agradeció que Powder no experimentara el dolor que ella sentía día tras día.

Salió del baño con el cabello mojado, caminando descalza por el suelo de madera del pasillo hasta su habitación; traia puesto un short comodo color rojos que le llegaba hasta las rodillas y una camiseta de manga larga para tratar de ocultar las marcas de su cuerpo. La televisión estaba encendida, mostrando la pantalla de inicio de su videojuego favorito, con un control conectado. Powder recuperaba su muñeca mientras señalaba a Mylo.

—¡Vi! Mylo se llevó mi muñeca —exclamó, apuntándolo con el dedo mientras él reía.

—Mylo, déjala en paz. Además, ya es muy tarde para que estén despiertos. Apaguen eso —ordenó, refiriéndose al videojuego. Mylo negó con la cabeza.

—Oye, tú no eres nadie para decirme qué hacer —respondió desafiante—. Son las once de la noche.

—Y es martes. Quiero dormir. Apaga eso, no te lo voy a repetir —dijo con frustración, mostrando un semblante autoritario antes de acostarse en su cama sin decir ni una palabra más.

El silencio que vino despues fue suficiente como para obeder las ordenes de su hermana mayor, el moreno regreso la muñeca a las manos de su hermana pero manteniendo la vista a la cama en donde estaba Vi; estaba dandoles la espalda, sus piernas sobre su pecho y con una respiracion debil que los lleno de preocupacion.

—¿Qué tendrá? —susurró Mylo a Powder, desconcertado.

—No lo sé. Se ve muy triste —afirmó la niña de cabello azul, con una expresión seria y un sentimiento de nostalgia al recordar cómo su hermana solía ser diferente.

Vi no supo qué sucedió después, ni siquiera si Mylo apagó la consola como le había ordenado. Lo único que recordaba era que no se levantó ni siquiera para ir a la escuela. Cuando abrió los ojos, la habitación estaba inundada de luz. El reloj en su mueble marcaba las diez con veinte minutos.

—¡Carajo! —llevó la mano a sus ojos, frustrada por haberse quedado dormida. No escuchó ninguna de las alarmas que solía programar, y justo ese día tenía una exposición y un examen muy importantes. ¿Por qué nadie la había despertado?.

Sacó el teléfono debajo de su almohada para revisar los mensajes sin abrir. Había veinte de Caitlyn, llenos de preguntas sobre por qué no había llegado; varios de Mylo y Claggor explicando que la habían llamado muchas veces sin éxito; y unos de Powder que captaron su atención.

Vi, creo que ya estarás despierta cuando leas esto y te des cuenta de que estás sola. Intentamos despertarte, tus alarmas sonaron muchas veces, pero nunca reaccionaste. Me preocupé porque parecía que estabas desmayada. También te escuché llorar un poco anoche. No sé si realmente eras tú o si lo soñé, pero si algo te pasa, puedes decírmelo. Te veo muy triste y cansada, y eso me preocupa. Hace dias que no me das las buenas noches, que no hablas con Claggor, que no juegas con Mylo, y Vander ni siquiera te dirige la palabra. Sé que algo te está ocurriendo. Solo espero que estés lista para contármelo. Te quiero mucho, hermanita. Espero que estés bien.

Powder, pese a su corta edad, era una niña muy inteligente y madura. Era evidente que notaría el cambio en su estado de ánimo, pero Vi temía que descubriera lo que realmente estaba ocurriendo. Era miércoles. Vander se había ido a trabajar como de costumbre, y la soledad sería su única compañía durante varias horas. Con una expresión neutra, empezó a tender su cama, aunque la falta de concentración era evidente en la cantidad de veces que cambiaba de lugar las sábanas. La inquietud la dominaba. La luz en sus días se había extinguido por completo. No quería asimilar lo impactante de aquel suceso, ni procesar que su propio padre le había hecho tanto daño.

Fue al baño para ducharse con agua fría, intentando eliminar cualquier rastro de somnolencia. Sentía su cuerpo usado y sucio. Se vistió con ropa cómoda: un short de Mylo y una de sus camisetas holgadas para dormir. Miró su cama con pesadez, deseando pasar todo el día recostada, durmiendo para no pensar en cómo cada noche él la violaba. En la cocina, encendió la estufa y comenzó a preparar un huevo con tocino. No tenía hambre, pero sabía que debía comer algo. Mientras cocinaba, el sonido de su teléfono la sobresaltó. Al mirar la pantalla, vio el nombre del contacto: "Dad". Un escalofrío recorrió su cuerpo y una opresión en el pecho le dificultó respirar. Dejó que el tono sonara, pero la insistencia fue constante. Finalmente, dejó el tocino a medio cocer y contestó con toda la valentía que pudo reunir.

—¿Sí? —respondió Vi, intentando mantener su voz firme, aunque su mano temblaba al sostener el teléfono.

—No te levantaste, linda. ¿Dormiste bien? —preguntó Vander con un tono casual, casi afectuoso, que la hizo estremecer de repulsión.

—Supongo que sí —contestó ella, evitando entrar en detalles. Su mirada estaba fija en el tocino que empezaba a dorarse en la sartén.

—Eso es bueno. Quiero que estés descansada, ya sabes cuánto me importa que estés bien —continuó él con una falsa calidez que la hacía sentir aún más pequeña.

—¿Qué necesitas? —interrumpió Vi, cortante. No quería prolongar esa conversación más de lo necesario.

—Nada complicado —dijo Vander, ignorando el tono frío de su hija—. Si vas a quedarte en casa, asegúrate de que todo esté en orden. Barre, limpia, lava la ropa. Y no olvides recoger a Powder. Hoy saldrá tarde de sus clases.

—Lo haré —murmuró ella con voz apagada, mientras movía el tocino distraída para que no se quemara.

—Eso espero —respondió él, su tono ahora más serio, casi amenazante—. Porque sabes lo que pasa si no cumples con lo que te pido, ¿verdad?

Vi sintió cómo el aire se volvía pesado a su alrededor. Tragó saliva antes de responder.

—Sí, lo sé.

—Bien. Y recuerda, ni una palabra a nadie. ¿Entendido? —añadió Vander, con una dureza que le heló la sangre.

—Entendido —replicó ella en un susurro, sintiendo cómo su cuerpo se tensaba con cada palabra.

—Eso quería escuchar. Que tengas un buen día, linda —finalizó él, con una frialdad que contrastaba con la aparente amabilidad de sus palabras.

El pitido del teléfono al colgar fue lo único que rompió el silencio que quedó en la cocina. Vi dejó el teléfono sobre la mesa con manos temblorosas, sintiendo cómo el peso de la conversación la aplastaba.

゚゚・*:.。...。.:*゚:*:✼✿ ❁ཻུ۪۪⸙͎ ✿✼:*゚:.。...。.:*・゚゚

Las horas se le escaparon rápidamente, suponía que tanto tormento mental la había hecho perder noción del tiempo y del entorno. Comenzó a desayunar en la mesa de la cocina, su rostro carente de expresión, como si fuera una máscara vacía. ; realmente no sentía siquiera la comida al caer en su estómago.

Tras recoger los platos la ropa fue lo siguiente despues de desayunar se dirigió directamente al cesto de la ropa sucia y luego al cuarto de lavado. Había una gran cantidad de ropa, en su mayoría perteneciente a los hombres de la casa. Encendió la lavadora y vertio los productos de limpieza necesarios, colocando la primera tanda de ropa. Mientras el tambor giraba, Vi regresó al cuarto que compartía con sus hermanos con el proposito de buscar mas ropa de cierto indiviuo y su supersticion no fue incorrecta; bajo la cama de Mylo encontró un calcetín solitario y algunas camisetas arrugadas.

—No me jodas, Mylo. ¿Cómo puedes acumular tanta ropa sin echarla al cesto? —murmuró con irritación, arrojando las prendas en una pequeña canasta para de nueva cuentas dirigirse al cuarto de lavado hechando lo que habia conseguido debajo de la cama de su hermano.

Mylo, como siempre, era un caso perdido. Desordenado, rebelde y, en muchas ocasiones, un dolor de cabeza tanto para ella como para Vander. Sin embargo, era su hermano, y aunque le costara admitirlo, sentía una responsabilidad inquebrantable hacia él, como si cargar con sus problemas fuera parte de su papel en la familia.

Las horas avanzaron sin tregua. De pronto, ya eran las diez, luego las doce, y después la una de la tarde. Vi había logrado completar la mayoría de las tareas que Vander le había encomendado, pero no tuvo tiempo de pedirle los apuntes a Caitlyn para recuperar las clases perdidas. Mylo había salido al parque cercano para jugar fútbol con sus amigos, dejándole claro que regresaría antes de que Vander volviera. Claggor, por su parte, estaba trabajando en un proyecto en casa de unos amigos, también con la promesa de regresar temprano. Solo quedaba Powder.

Sin ganas de cambiarse de ropa, Vi salió de la casa tal como estaba desde la mañana. El clima era agradable, una mezcla entre el calor y el frío, y por un instante sintió una pequeña chispa de calidez al mirar el cielo despejado. Sus cabellos rojizos brillaban bajo la luz del sol, pero su semblante seguía apagado. Con el celular y las llaves en el bolsillo, comenzó a caminar hacia la secundaria donde estudiaba Powder. 

Siempre había mantenido la mirada en alto al caminar, ya fuera sola o con su familia. Era un hábito inculcado por Vander. Pero ahora todo le daba igual. 

El camino le resultaba familiar, pero esta vez lo recorría con una sensación diferente. Siempre había mantenido la mirada en alto al caminar, un hábito que Vander le había inculcado desde pequeña. Sin embargo, ahora sus ojos estaban fijos en el suelo, como si el peso de sus pensamientos la obligara a evitar el contacto con el mundo exterior. Las personas pasaban a su lado, pero Vi las ignoraba por completo. Se sentía desconectada, como si el universo continuara girando mientras ella quedaba atrapada en un limbo silencioso.

La secundaria no estaba precisamente cerca, pero los atajos que había aprendido en su época escolar le ahorraban tiempo. Al pasar junto a un coche estacionado, su reflejo en el ventanal la detuvo por un instante. Su piel estaba pálida, sus labios resecos, las ojeras bajo sus ojos más profundas que nunca. Su cabello, normalmente vibrante, lucía desordenado, y las marcas en su cuello aún no desaparecían. Se quedó mirándose, sintiendo una punzada de rechazo hacia sí misma. En ese momento, deseó desaparecer.

Con el corazón pesado, continuó su camino. Al llegar a la secundaria, observó el bullicio habitual de adolescentes con uniformes escolares. Grupos de niñas y niños charlaban animadamente, algunas parejas se tomaban de la mano, y otros entraban o salían del edificio. Ese día, una conferencia gubernamental había retrasado la salida de los estudiantes, y Vi sabía que tendría que esperar un poco más por Powder.

Se apoyó en una pared cercana, pero su mente no tardó en sumergirse en recuerdos oscuros. Las imágenes la golpeaban como una tormenta implacable: el dolor, los gritos, las caricias no deseadas, la sangre... Todo volvía con una intensidad que la dejaba sin aliento. No podía entenderlo. ¿Por qué había ocurrido? ¿Qué lo había llevado a hacer algo tan atroz? ¿Había sido su maldita culpa?

Quería morirse

—¡Vi! —La pequeña corrió hacia su hermana con la mochila colgando de un hombro y una cartulina en la otra mano, abrazándola con fuerza—. ¡Viniste por mí! Me alegra mucho verte. ¿Cómo estás?.

—Bien, Pow, gracias —respondió con una sonrisa cansada mientras acariciaba la cabeza de la menor—. ¿Qué tal tu día?

—Cansado. La conferencia fue aburrida —dijo rodando los ojos al recordar las dos horas que había fingido prestar atención a la dichosa conferencia con diapositivas proyectadas en una pared y la luz apagada—. La voz de la chica era tan monótona que hasta Ekko se quedó dormido.

—Me lo imaginé. ¿De qué trataba la dichosa conferencia? —preguntó con curiosidad, intentando apartar los pensamientos negativos mientras cargaba la mochila de su hermana y comenzaban a caminar tomadas de la mano.

—Meh, política, cuidado físico, sexualidad... y también hablaron sobre el abuso sexual hacia las mujeres. Ya sabes, lo típico que debe saber un niño de secundaria —comentó con desdén. Vi cerró los ojos al escuchar lo último. ¿En serio habían hablado de eso en una conferencia?

—¿Abuso? Eso es algo muy delicado. Explícame esa parte —pidió con interés.

—Pues nos hablaron de los síntomas, cómo identificar si alguien ha sido abusado, a quién recurrir y qué hacer en esos casos. Realmente, fue lo único que me llamó la atención.

—Entiendo —respondió, intentando asimilar la idea de que ahora su hermana podía comprender lo que ella había sufrido, ademas de identificar con mas facilidad su estado: eso le daba pavor. Lo peor era que sería más que evidente, ya que su hermana no era tonta—. ¿Qué tal tu exposición? ¿No tuviste pánico?

—Al principio, sí, pero luego vi a Ekko y me tranquilicé. Así que expuse mejor y más rápido.Qué bueno que lograste tranquilizarte —admitió con una sonrisa cansada, revolviendo el cabello de la más baja.

—¿Cómo estuviste? Tratamos de despertarte en la mañana, pero no pudimos. Pensé que estabas desmayada y me preocupé mucho, pero Vander dijo que te dejáramos dormir —dijo mientras miraba al suelo, justo al doblar una esquina que daba a una calle principal llena de gente. Aquello, de alguna forma, la incomodaba.—Tranquila, estoy bien, vamos a casa a disfrutar de mi exquisita comida y de una tarde de tranquilidad.

—Eso si que suena increible, podemos jugar a ese juego que tanto nos gusta.

—Vale, vale, solo si me prometes no llorar si pierdes, otra vez—rio levemente viendo como su hermana rodaba sus ojos con gracia.

゚゚・*:.。...。.:*゚:*:✼✿ ❁ཻུ۪۪⸙͎ ✿✼:*゚:.。...。.:*・゚゚

Antes de entrar a casa ambas niñas limpiaron sus zapatos en el tapete de bienvenida frente a la puerta de su hogar, al terminar Vi incerto la llave en la cerradura, girando la llave al lado izquierdo dando por visto el interior de su hogar, el cual ya no lo sentia tan calido como antes.

—Ve a bañarte, te voy a servir de comer —dijo mientras cerraba la puerta tras de sí, asegurándola antes de dirigirse directamente a la cocina.

—¿Qué hiciste? —preguntó curiosa, sacando los trastes donde había tenido su comida y dejándolos en el fregadero para lavarlos después.

—Sopa de pollo y camarones —respondió, mientras oía el grito de felicidad de su hermana, contagiándose un poco de su alegría mientras encendía la estufa.

Powder corrió con su mochila hasta su habitación, dejando todo tirado en el suelo y buscando una muda de ropa más cómoda. Vi, por su parte, seguía inmersa en su debate interno sobre lo que estaba ocurriendo. No quería que su hermana supiera lo que realmente pasaba dentro de su hogar, mucho menos que pagara las consecuencias. Su celular volvió a sonar, interrumpiendo sus pensamientos; era Caitlyn.

—Cait, gracias por responder tan rápido —dijo, intentando sonar normal, aunque su voz delataba un tono de desilusión.

—¿Se puede saber por qué no viniste? Hoy era la exposición de la profesora Medarda y el examen del profesor Viktor.

—Lo sé, lo sé. Me quedé dormida y no escuché mis alarmas —respondió, mientras añadía un poco de sal a la sopa y tomaba un plato hondo para servirle a su hermana—. ¿Pudieron exponer?

—Sí, pero como faltó tu parte, no tenemos la calificación completa, Vi —contestó molesta.— Y bueno, del examen ni hablar.

—Oye, te debo una disculpa, en serio —dijo con un suspiro, dejando ver claramente su desánimo y culpa. Sabía lo estricta que Caitlyn era con respecto a la escuela, algo que a veces le pesaba.

—Está bien, tranquila, Vi. No es tu culpa, solo un descuido que no se repetirá— respondió Caitlyn con comprensión. Sabía lo acelerada que era la vida de su amiga y trataba de ser más empática—. Ya te envié mis apuntes para mañana. No hubo nada relevante más allá de lo que ya sabíamos, así que no te preocupes.

—Gracias, Cait, eres muy amable, en serio. Que tengas un buen día —finalizó la llamada, colocando el tazón de sopa en la mesa y los camarones en un plato aparte.

Se sentó en una de las sillas, mirando su teléfono por un momento. Los apuntes no eran muchos; podía terminarlos en menos de una hora, algo que haría más tarde. Le mandó un mensaje a sus hermanos recordándoles que debían llegar antes de las ocho. Mylo contestó al instante con un seco "ok", acompañado de una foto de sus zapatos desgastados sobre una patineta en el parque donde había dicho que estaría. Claggor, en cambio, no respondió. Lo imaginó ocupado en casa de sus compañeros trabajando. Era época de evaluaciones en la preparatoria: exámenes, proyectos y trabajos. El único que parecía tomárselo con calma era Mylo. No entendía cómo lograba aprobar las materias sin hacer casi nada; era increíble.

—Huele bien —comentó Powder, bajando las escaleras con un short bastante grande y una camiseta aún más holgada.

—¿Esa no es mi camiseta? —preguntó levantando una ceja, sin apartar la mirada del icónico estampado de Gorillaz.

—Sí, la ropa está revuelta, y el short era de Mylo cuando tenía ocho años —admitió mientras se sentaba frente a su comida, devorando cada bocado con felicidad.

—Tenemos que organizar esos clósets —murmuró Vi, desviando de nuevo la mirada hacia la pantalla de su teléfono, revisando una a una las fotos de su galería. 

—¿Por qué tan seria?—pregunto llevando rapidamente la cuchara a su boca, ingiriendo del alimento mientras se sentaba torpemente en su silla, sus piernas completamente sobre la base de madera.

—Parciales —respondió escuetamente releyendo los archivos que su amiga le habia enviado, tratando de memorizar om si quiera entender los temas vistos hoy. —¿Está buena? —preguntó refiriéndose a la comida.

—Muy rica, gracias, hermanita —sonrió con algo de camarón en la boca.— ¿Mylo y Claggor no vendrán?—dijo con ironia en sus palbras.

—Más tarde. Ambos salieron, pero llegarán—explico dejando su telefono a un lado para prestarlke atencion a su hermana, fingiendo una leve sonrisa.

—Está bien. Así podremos estar tranquilas sin que nadie nos moleste—rio radiante mientras seguia ingiriendo sus alimentos con gusto y disfruto.

—En eso tienes toda la razón. Handa termina para ir a jugar.

゚゚・*:.。...。.:*゚:*:✼✿ ❁ཻུ۪۪⸙͎ ✿✼:*゚:.。...。.:*・゚゚

SOBREVIVE

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro