Dos semanas antes

—Lee Donghyuck.

Se escuchó el llamado para indicar quien era el candidato siguiente para ser entrevistado.

—Presente— contestó el moreno, Renjun rodó los ojos y se preguntó mentalmente por millonésima vez como es que ese idiota era su mejor amigo.

—Imbécil, eres el siguiente— le dio un codazo en las costillas y habló en voz baja tratando fallidamente de que el menor pasara vergüenza.

El moreno le miró y sonrió, asintiendo torpemente mientras se ponía en pie y entraba a una de las oficinas.

Al cabo de unos minutos llegó finalmente el turno del chino, escuchó su nombre ser llamado, tragó con dificultad y con las piernas temblando caminó por el pasillo hasta llegar a la sala.

Un hombre corpulento que oscilaba entre los cincuenta años le recibió con un semblante serio, lo suficientemente intimidante como para que su cuerpo se crispara en un escalofrío, diez minutos fueron suficientes para la entrevista, parecía satisfecho con su currículum, lo cual le dio mucha confianza.

Confianza que se fue en el momento en que chocó con la puerta de cristal, esparció los papeles en el piso y bueno, creo que ya contó la historia.

Presente

—...Y entonces lloré como nena cuando mamá me reveló que el amor de mi vid... Infancia no existía— terminó, después de una hora, cabe destacar, de explicar sobre su romance con Moomin y Whinie Pooh, El CEO bloqueó confundido, el solo esperaba la respuesta del porque había llegado con catorce, casi quince minutos de retraso a la oficina.

Rascó su nuca, ladeó la cabeza y frunció el ceño, ¿Qué mierda?.

Mientras el hombre parecía pensante, Renjun sentía que por cada segundo que pasaba, su ansiedad y nervios aumentaban, apoyo el peso en su pierna izquierda y como señal de su pequeña agonía comenzó a mover el pie derecho, dando pequeños golpecitos en el piso.

Cuando escuchó un carraspeo, presionó sus párpados tan fuerte que vio pequeños destellos de luz, pero de forma instantánea abrió los ojos desorientado al escuchar una carcajada proveniente del hombre frente a su anatomía.

—Usted es gracioso, señor Huang— Escuchó bien, ¿Gracioso? ¿Él?, él era todo menos gracioso, arrugó el entrecejo, ¿Qué tenía la cara pintada tal cual payaso o qué?.

Su historia sobre sus amores de infancia era trágica, ¡todo menos graciosa!. Era trágica, con desilusiones y mentiras.

Bien, le iba a callar la boca a ese hombre— verbalmente porque ese tipo parecía tener más fuerza que él— aunque se quedase sin el empleo, después de todo ya daba por perdidas sus esperanzas de conservarlo, no le molestaba la cárcel, estuvo dos meses encerrado en una con Donghyuck luego de haber robado no intencionalmente un sueldo de dos meses y dos teléfonos a un hombre norteamericano cuando estuvieron de vacaciones en China. Accidentalmente.

— Uno, la historia que acabo de contar es trágica, en ningún momento la titulé “Comedia”— comenzó con voz firme, haciendo gestos con sus manos— Dos... No hay punto número dos— sentenció firme.

Na abrió los ojos como dos platos y al cabo de segundos comenzó a reír a carcajadas nuevamente.

Renjun no encontró la gracia, cruzo sus brazos y observó fijamente, el CEO al darse cuenta dejó que su sonrisa desapareciera lentamente.

—Oh, ¿Habla en serio?— cuestionó extrañado.

—Claro que hablo enserio.

Jaemin presionó sus labios en línea recta y asintió balanceándose sobre sus pies.

—Usted es raro, me gustan las personas raras porque yo también soy raro, ¿Le cuento un secreto raro?— habló el pelirosa con rapidez, ¿De dónde salió la repentina confianza?, Se preguntó el chino mentalmente.

—Ah...

—Eh...— Continuó el pelirosa con una sonrisa de oreja a oreja y Renjun solo pudo retroceder un paso totalmente asustado.

—¿Ih...?— dudó.

—Oh...

Ok, eso sí que era raro.

Jaemin le invitó a tomar asiento y le reveló su secreto raro de que una vez en un viaje de negocios una paloma lo estaba persiguiendo por todos lados y luego le picoteó la cabeza y se comió su arroz. Asintió lanzándole una mirada extraña al más alto y deseó entonces que realmente le despidieran, ese tipo era raro.

Pero no lo despidió.

Más bien le explicó cómo iba a funcionar su nuevo puesto de trabajo y le aclaro que solamente tenía que seguirlo todo el día, anotar lo que él le dijera y que de vez en cuando tendría que cargar con documentos sumamente importantes, etcétera.

Ok, el trabajo parecía fácil.