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❁ ⸙͎۪۫ Capítulo 17


1/3









Martes
10:35 a.m.




Jeno siempre había sido capaz de mantener lo personal separado de lo profesional, nunca dejó que un problema familiar ni nada parecido afectara su desempeño laboral, pero hoy fue distinto. El estar pensando en el día anterior con Jaemin y el hecho de que por supuesto este mismo no llegó a su salón por la mañana solo para darle los buenos días con un beso lo mantuvo distraído los tres primeros módulos.

No le quedó de otra más que pedir a sus alumnos responder algunas páginas de su libro, sobre algún tema que ya hubiesen tocado.

Ya era hora del almuerzo, y su vista estaba inconsistemente clavada en las puertas abiertas de par en par, esperando a que su delirio llegara. Él normalmente comía en el salón de maestros, pero ahora decidió sentarse en una mesa de ahí, acompañando al profesor de geografía.

Su corazón latió con rapidez cuando pudo divisar la mata de cabellos dorados entre las dos rizadas: una de cabellos castaños y la otra negros. Sentía la necesidad ir con ellos, tomar a Na y llevarlo con él a otro lado para poder abrazarlo y besarlo, besarlo mucho... pero no lo haría. El tiempo que decidieron darse sería terminado únicamente si Jaemin así lo decidía.

Los oceánicos orbes siguieron el esbelto cuerpecillo desde que entró, hasta que tomó su comida y fue a sentarse en una alejada mesa con sus mejores amigos.

—¿Qué estás viendo? —cuestionó su compañero, buscando detrás de él que es lo que Lee miraba con tanta atención—. ¿Alguna escena de bullying?

—Aaah... No, nada importante —dijo, haciendo que el calvo hombre volviera su vista al frente en donde él estaba sentado—. Solo... nada.

El entrecejo de Míster Kim se frunció, más no insistió.
—De acuerdo —Dio otra mordida a su torta y emitió un sonido de evidente placer—. Oh, sabe delicioso.

—Sí, por supuesto —respondió Jeno, sin prestarle mucha atención, tomando su hamburguesa. Cerró los ojos, tenía que volver a concentrarse, estaba actuando como un loco, no tendría porqué afectarle en lo más mínimo haberse dado un tiempo (en una relación prácticamente inexistente) con Na.











Logró dejar de mirar al rubio por más de veinte minutos, pero cuando estaba listo para ponerse de pie e irse junto con Míster Kim, pudo alcanzar a ver como hasta la mesa de Jaemin, se dirigían Donghyuck y ese muchacho que tanto le desagradaba: Wong Yukhei. El chico con el que hace días Na le dijo que quería asistir al baile de graduación.

Cerró los puños con fuerza, y debido en que ambas manos tenía algo, resultó quebrando su plato desechable y haciendo que la mitad de su agua de fresa saltara del vaso y manchara su propia camisa.

—Por Dios, Jeno, ¿qué ocurrió? —cuestionó el profesor de geografía, al escuchar el crujir de las cosas, y ver la blanca camisa de su compañero manchada con el líquido rojo.

Jeno dio un fugaz mirada hacia su sucia prenda, antes de apresurarse a salir del lugar. Varios alumnos lo vieron, pero por suerte no él único que le importaba. Se dirigió hasta el baño, y después de asegurarse de que no había nadie dentro, cerró.
Fue hasta quedar frente al largo espejo, apoyando ambas manos en la barra de lavabos.

Miró su reflejo, lucía tan normal pero a la vez tan distinto, él no era así, él nunca fue así, esta era la peor nueva experiencia. La mayoría de su vida fue solo, sin ninguna pareja, y justo ahora sentía un vacío indescriptible en el pecho.

Supo desde el inicio que comenzar una relación con el rubio no lo llevaría a nada bueno, pero jamás creyó que el problema ocurriría dentro de él y no con alguna autoridad; jamás esperó sentir algo más que atracción, y sin embargo lo hizo; se dijo muchas veces que no sentiría celos, y aquí estaba sintiendo ganas de ir y mandar muy lejos a uno de sus alumnos; desde pequeño se dijo que no sentiría más de lo adecuado para no terminar siendo lastimado como vio que su padre lastimó a su madre por enamorarse... ahora lo estaba haciendo, no lo buscaba, no lo intentaba, no lo quería, pero estaba pasando, estaba cayendo a pasos agigantados por alguien con quien sencillamente era imposible estar sin sufrir en el proceso.

Su relación no era ni sería bien vista nunca, no podría salir con él sin que su imagen se manchara en todos los ámbitos, lo sabía, siempre lo supo.

Se miró con enojo, que estúpido fue al aceptar tener algo con uno de sus alumno, nunca debió. Tantos años manteniéndose a raya y siendo firme con lo que creía y quería, para que de pronto llegara un tonto muchacho insolente y le diera un giro de 180° a su vida. Estampó sus puños contra la barra, dejando salir un gruñido de frustración.

No se dio cuenta de los varios minutos que estuvo ahí encerrado hasta que el timbre que daba fin al receso se dejó escuchar. Miró inconsistemente su reloj de pulsera y después volvió a su reflejo.
—Vas a actuar natural, como si nada estuviera pasando, porque nada está pasando —se dijo en un susurro, firme—. Darás tu maldita clase y continuarás igual de normal el día. Si Jaemin quiere algo contigo volverá, y si no, no importa, antes no lo tenías y estabas bien. Estás muy bien —Dicho esto, abrió el grifo y se mojó el rostro.

Se secó con un toalla de papel, acomodó su corbata, y salió del cuarto de baño en dirección a su aula, tocaba clase justamente con el grupo de Jaemin. Quizás con al menos tenerlo cerca podría sentirse menos afligido.

Al cruzar la puerta, se encontró con que todos sus alumnos ya se encontraban en su lugar... todos menos Jaemin. El rubio estaba sentado en un pupitre detrás del de Donghyuck, dejando vacío el que estaba frente al escritorio. Cerró la puerta y caminó con temida lentitud hasta su lugar.
No podía pedir sin explicación que Na volviera al pupitre frente a él, Jaemin ya no hablaba durante las clases desde hace un tiempo y esa era la única razón para mantenerlo ahí.

Tratando de alejar ese pensamiento de su mente, tomó su lista y comenzó a nombrarlos. Nombró vacilante al rubio, pero él respondió muy normal, sin duda o temor en sus palabras.










1:07 p.m.



Nunca se sintió fastidiado por su clase ni mucho menos por pasar seis horas en la institución, pero por supuesto hoy también fue la excepción para ello. Estaba molesto con su propia actitud respecto a Na, pues recuerda claramente haberle dicho el día anterior que no se comportara distinto con él como maestro, pues la cosa que salió mal entre ellos era personal, y mientras Jaemin pareció entender eso a la perfección –actuando totalmente normal–, él no paró de sentirse nervioso y dudar en el momento de nombrarlo y tomar su cuaderno para calificarle las actividades.

Para cuando la clase con aquel grupo terminó, su vaso de cordura ya estaba lleno, pero la gota que derramó, fue cuando vio que Wong pasó por Jaemin para acompañarlo a hacer su cambio de clase. Su bolígrafo lo sufrió, siendo partido por la mitad.

—Que idiota —se maldijo entre dientes, al dar vuelta en la esquina como si fuese a recoger a Jaemin para llevarlo con él a casa—. Concentrate —se regañó, apretando con fuerza excesiva el volante.

Continuó con su camino en silencio, extrañando tanto las molestas platicas sin sentido de Jaemin. Un solo maldito día alejados y ya lo extrañaba en muchas maneras, estaba jodido.

En el monitor de su coche se dejó ver una llamada entrante de su hermana, y sin muchas ganas, deslizó su dedo índice por la pantalla y volvió su vista al frente.
—Hola, ¿todo bien? —cuestionó, directamente.

—Sí, hola —respondió su hermana—, es solo que Yeri quería confirmar lo que le prometiste ayer, ya sabes, lo de venir hoy al vivero.

—Ah, claro, ponla al teléfono.

De acuerdo... ¡Tío! —La chillona vocesilla de su sobrina se dejó oír alto al otro lado de la línea.

—Hola, cariño, ¿cómo estás?

Bien —respondió, audiblemente alegre—. Si vas a venir hoy, ¿verdad?

—Sí, te lo prometí y eso haré.

—Y Jamin, tu novia que es novio pero que no es tu novio de verdad, ¿va a venir contigo?

La mandíbula del castaño se tensó.
—No, no lo hará. Es mejor que no hablemos de él, ¿de acuerdo?

—¿Por qué no? ¿Te peleaste con él y por eso estás triste?

El entrecejo del ojiazul se frunció.
—¿Quién dijo que estoy triste?

Mi mami —respondió, tranquilamente—, me dijo que ayer te escuchó triste. ¿Es porque no eres novio de Jamin? Yo sabía que eras enamorado de él.

—Pues nada de eso es cierto, ¿sí? No estoy ni triste ni enamorado, tu mamá me escuchó mal —repuso, sintiéndose como un niño de primaria cuando lo acusaban de tener pareja—. Estaré en el vivero a las tres, ¿de acuerdo? —añadió, para dar por terminada la llamada y evitar que cualquier otra pregunta curiosa se le escapara a Yeri.

Está bien. Aquí te espero, tío, te voy a hacer tu sandwich favorito.

Jeno sintió un poco de su mal humor alejarse, su sobrina le siempre lo hacía sentirse mejor.
—De acuerdo, cariño, gracias.

¡Adióooos! —chilló, antes de colgar.

—Triste porque Jaemin no es mi novio —repitió casi en un suspiro.









4:36 p.m.



Jaemin estaba tumbado en su cama, eso de fingir alegría cuando lo que sientes en realidad es todo lo contrario era más agotador de lo que pudiese parecer. Sabía que Jeno era un hombre firme y decidido, pero todo el día tuvo la pequeña esperanza de que en algún momento se acercara a él y dijera que darse un tiempo era una estupidez, que no quería hacerlo, que no deberían porque todo estaba claro, QUE TAMBIÉN ESTABA ENAMORADO DE ÉL... entre más alto sueñas más dolorosa es la caída de la decepción. Que Lee ni siquiera le haya dirigido la mirada en los cincuenta minutos que tuvieron de clase hizo que su dolorido corazón se oprimir a un poco más.

—Vamos, Jaemin —insistió Renjun, tirando de su mano—, te vas a divertir.

—No, no lo haré —repuso él, poniendo todo su peso para evitar ser levantado.

—Claro que lo harás —intervino Donghyuck—, se ve que Yukhei es un gran chico, además es apuesto, ¿no? Solo es una cita, no te vas a morir por ir.

Jaemin suspiró, sentándose en el borde de la cómoda.
—Escuchen, chicos, sé que esto lo hacen con la mejor de las intenciones y se los agradezco, pero, aunque no sea algo "real", estoy dándome un tiempo de una relación, no quiero comenzar una sin haber terminado bien la otra.

—Bueno, entonces envíale un texto a Míster Lee y dile que ya no quieres nada de nada con él —dijo Lee.

—No puedo hacer eso... no quiero hacerlo. Todo en mi mente es un desastre, apenas ocurrió ayer, aún no estoy ni cerca de saber si quiero dar eso por terminado o continuar. Me tomará algo de tiempo, yo-

—El tiempo es valioso, y ya solo nos quedan como dos meses para salir. Además de que tú mereces mucho más que lo que Míster Lee está dispuesto a darte. Dime, ¿no deseas más? ¿Una verdadera relación?

Na bajó la mirada.
—... Pero es que también lo quiero a él. Lo quiero en serio y por eso esto no es ni será fácil para mí, no puedo solo tomar la decisión —dijo, antes de que las lágrimas comenzaran a brotar de sus ojos—. Quiero una relación, alguien que me diga que me ama y no tema demostrarmelo... pero el problema es que no quiero tener eso con alguien que no sea Lee. Quiero algo que no puedo tener.

Los dos chicos intercambiaron miradas apenadas antes de sentarse a cada lado de su mejor amigo y reconfortarlo con un cálido abrazo.

—Entonces no hay nada por lo que luchar —dijo Haechan—, si sabes que esa relación no te va a hacer feliz no veo porqué aferrarte a ella. Trato de entenderte, hermano, te juro que lo hago, pero no puedo. Si alguien ya te ha dicho que no te puede dar eso que tú quieres, ¿entonces porqué seguir ahí? No puedes obligarlo directa ni indirectamente, no sería justo para ninguno de los dos.

Jaemin sorbió su nariz.
—Ya lo sé, sé lo mal que está esto, pero... el fue mi primera vez, me entregué a él sin pensarlo una sola vez, porque simplemente sentí que eso era lo que quería, y no me arrepiento, pero por eso me siento tan apegado y necesitado de él. No puedo dejarlo de la noche a la mañana.

—Pero puedes intentarlo... Al menos dime que lo harás.

Los llorosos ojos avellana miraron al rizado por largos segundos.
—Lo haré —aseguró, con un ligero asentimiento.




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