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❁ ⸙͎۪۫ Capítulo 12



Maratón 6/7










Nueve días después...
Sábado, 1:47 p.m.





Jaemin yacía acostado en el sofá más grande de la sala mirando la televisión... o al menos trataba de hacerlo; llevaba ya más de diez minutos buscando una buena programación para tratar de entretenerse, pues este sábado en particular no podría ir a casa de Donghyuck como acostumbraba, ya que este había salido un par de días de la ciudad debido a que su abuela se enfermó. Una vuelta más a los más de trecientos canales y se dio por vencido, apagando el televisor y dejando escapar un pesado suspiro.

Se reincorporó, sentándose a sus anchas en el sillón y, dejando caer la cabeza hacia atrás en el respaldo, comenzó a buscar posibles soluciones a su aburrimiento: ¿Jugar videojuegos?... No, ya los había terminado todos. ¿Revisar sus redes sociales?... No, muy aburrido, lo hizo al despertar. ¿Ver videos en YouTube?... Mmm, no tampoco. Quizás ¿ir a visitar a Renjun... No, seguro estaría en sus clases de fran-... ¡Eso es! Clases. Clases = Señor Lee.

Sabía que solo tenía permitido ir a casa de Jeno entre semana, ya que este decía que los fines siempre estaba muy ocupado... pero no haría daño llegar por sorpresa y quedarse aunque sea una hora o dos, ¿verdad? Además de que toda esta semana no había ido a su casa, pues después de su mini "discusión" del pasado jueves, no se había sentido con ganas de verle. Se sintió extrañamente triste, como un bobo juguete, pero después de haberlo estado pensando, no había razón para sentirse así, después de todo Jeno no dijo nada más que la realidad.

«Tal vez incluso me extraña», se dijo internamente. «No creo que se enoje si voy, en especial si me veo bien». Sonrió para sí mismo y se levantó cual restore para ir hasta su habitación y tomar una ducha.








2:10 p.m.





Ya estaba listo para salir: una musculosa blanca, una camisa a cuadros en colores azul y verde, unos jeans ajustados en color negro que abrazaban exquisitamente sus largar piernas torneadas y su trasero respingón y unas zapatillas Converse blancas conformaban su atuendo. Cepilló sus dientes y su dorado cabello lo arregló hacia un lado, se colocó su loción favorita en las muñecas y cuello e incluso se puso un poco de bálsamo labial para hacer lucir más hidratados y apetecibles sus rosados labios. Sip, así seguro Lee no podría negarse a aceptarlo un sábado en su casa.

Se dio un último vistazo y salió de su habitación escaleras abajo.

-¿Vas a algún lado? -cuestionó su madre desde detrás de la barra de la moderna cocina-. Creí que los Lee estaban fuera de la ciudad.

-Sí lo están -afirmó Jaemin, retirando su mano de la manija de la puerta peincipal-, pero no voy con ellos, tengo... un, umm... iré a la... ¿al cine?

La rubia frunció el entrecejo.
-¿Me estás preguntando?

-No, no, te estoy diciendo -se apresuró a responder-. Voy a ir al cine -Sonrió forzadamente, esperando que su madre le creyera.

-¿Tú solo? -Salió de la cocina y se acercó a paso lento hasta él, con ambos brazos en la cintura y mirándolo con ojos entornados-. ¿Tan guapo? -Inhaló profundo el aroma de su primogénito y sonrió de lado-. Te has perfumado y todo. ¿Saldrás con Renjun?

-¿Qué? No. Los sábados él toma clases de francés, ¿recuerdas?

-Entonces ¿con quién vas? -cuestionó, elevando ambas cejas de forma sugerente-. ¿Es bonita?

«Es muy guapo», respondió en su mente.
-Umm, sí, muy hermosa -Abrió rápidamente la puerta y salió.

-¡Jaemin!

-¡Adiós, volveré en un par de horas! -gritó sin detener su veloz andar.

-¡Ve con mucho cuidado! ¡Te amo!

-¡Y yo a ti! -Dicho esto, Nayeon volvió a entrar en su hogar y Jaemin se dirigió a la parada de autobuses más cercana. El autobús que lo llevaría a casa de su amante/profesor no tardó en llegar; subió, pagó, tomó asiento en la parte trasera y sacó su móvil para pasar el rato.









Mientras caminaba de la parada a casa del mayor, pensaba en qué le diría apenas abriera: ¿Debería saludarlo casualmente? ¿O explicarle por qué no había ido en toda la semana? ¿O comenzar disculpándose por haber ido en un día como este? O tal vez ¿debería besarlo directamente para que ni siquiera tuviera tiempo de reprocharle ni cuestionarle nada?

Dio vuelta dos casas más y ya estaba cruzando el jardín delantero hasta el porche de la vivienda destino.
Respiró profundo para alejar los nervios y acomodó su camisa.
-Muy bien, solo luce bonito y no podrá pedirte que te vayas -se dijo en un susurro, antes de estirar su mano y tocar el timbre.
Tocó una segunda vez y por fin pudo escuchar apresurados pasos bajando las escaleras. Unos segundos más y la puerta fue abierta-. Hol-

-¿Qué haces aquí? -interrumpió el de orbes oceánicas con notable sorpresa.

El entrecejo de Na se frunció ligeramente.
-También me alegra verlo.

Lee pasó una mano por su cabello, dejando salir un bajo suspiro.
-Lo siento, pero no esperaba verte hoy, creí que nuestros tiempos estaban más que claros.

-Sí, lo sé, pero es que estaba realmente aburrido, y bueno, creí que venir un rato con usted sería agradable. Llevábamos seis días sin nuestros encuentros.

-No puedo atenderte ahora, como te dije los fines de semana estoy más ocupado que de costumbre, así que vuelve a tu-

-Por favor -interrumpió, colocando ambas manos en los amplios hombros del mayor-, solo una hora o dos, estoy muy, muy aburrido y mis amigos tampoco están disponibles.

-Jaemin...

-Por fis -Se paró de puntillas y plantó un suave beso en la comisura de los labios ajenos.

El castaño frunció los labios mientras valoraba la situación y después dejó salir un pesado suspiro.
-De acuerdo.

-¡Sí! -chilló feliz, abrazando al mayor por el cuello-. ¡Gracias, gracias, gracias!

Jeno lo tomó con una mano por la cintura y retrocedió un par de pasos para adentrarlos a ambos en su casa, cerrando la puerta con la otra mano.
-Pero te aviso que voy a salir, así que si quieres estar conmigo no será aquí.

-No importa, acepto ir a donde sea.

-Iremos al vivero con mi hermana y mi sobrina -informó, alejandolo de su cuerpo y dirigiéndose a la sala con el menor detrás suyo-. Por lo tanto, no puede haber muestras de afecto, ¿de acuerdo?

-Pero-

-¿De acuerdo? -interrumpió, un par de tonos más alto.

Jaemin bufó, virando los ojos.
-Sí, como sea.

-Bien -Tomó su celular del buró, lo guardó en el bolsillo de su pantalón mezclilla y volvió con Jaemin a la puerta principal. Colocó una mano sobre la manija dispuesto a abrir, pero Jaemin lo detuvo, colocando su delicada mano sobre la del castaño.

-Espere -dijo, retirando su mano y posicionándose sobre el mayor-. Si no podremos tener nada de nada cuando estemos allá, al menos deme un beso aquí -pidió, rodeandole el cuello con ambos brazos.

-Voy de salida, Jaemin, no hay tiempo.

-Oh, vamos, Jeno, un beso no le tomará más de cinco segundos -Se colocó ligeramente de puntillas para poder tener sus labios a la altura de los ajenos y susurró contra estos-: O acaso ¿usted no extrañó mis besos? Porque déjeme decirle que yo sí extrañé los suyos.

«Por supuesto que los extrañé. Los necesité tan mal toda la semana, tenerte frente a mí en clases y no poder besarte fue una terrible tortura», respondió internamente, pero claro que no se lo diría. Sin embargo, unió sus labios comenzando un lento beso. Con ello le dio a Jaemin la respuesta afirmativa que esperaba.
Los labios del ojimarrón lo enloquecían, al igual que su piel, pues ambos eran tan suaves como el pétalo de una rosa.

Chupó el labio inferior ajeno antes de deslizar su ansiosa lengua en la cavidad bucal del menor, buscando con desespero el mismo esponjoso órgano ajeno. Enredaron sus lenguas y las acariciaron sin cesar mientras paseaban por todo el cálido y húmedo espacio; bebían gustosos el embriagador sabor del otro, sintiéndose en la gloria por volver a probarse después de largos nueve días. Sin duda se habían vuelto dependientes a su sabor como un ebrio al alcohol.

No estaban seguros de cuántos segundos habían pasado ya, pero no importaba, tan sólo se separaron y se quedaron mirando con ojos dilatados y respiración ligeramente agitada durante un largo instante.

-Bueno -Lee fue el primero en volver de su placentero trance, limpiando los restos de saliva en la comisura de sus labios con los dedos índice y pulgar-, vámonos.

Jaemin sonrió, dejando ver su perfecta dentadura tan brillante como sus ojos, y asintió.
-Vámonos.

Ambos salieron de la casa, cerrando la puerta con llave detrás de ellos, y se dirigieron hasta el coche del mayor, que ya se encontraba en la acera justo frente a la cochera.








Jeno había puesto música a un volúmen bajo como condición para tener un camino en silencio, pero pasados tan solo quince minutos Jaemin ya no soportaba más estar callado.
-Así que... ¿Qué hace usted en el vivero? -Lee lo ignoró-. ¿Riega las plantas, mueve macetas pesadas, hace cuentas...? -De nuevo fue ignorado-. Solo quiero decirle que entre más finja que no me escucha más hablaré. Puedo hablar por horas sin aburrirme, es algo que-

-Mi hermana prácticamente lleva todo sola -interrumpió entre un suspiro, ligeramente molesto-, es demasiado inteligente y capaz, no me necesita para nada, tan solo voy para estar con ellas y saber un poco como van las ventas o qué se necesita. Normalmente solo me aseguro de que no haya plaga. Yo pongo el dinero y ella lo hace funcionar.

-Vaya, eso es genial -dijo-. Yo en serio hubiera querido haber tenido un hermano o una hermana, así no estaría tan solo. Digo, Donghyuck y Renjun son como unos, pero no es lo mismo, no vivimos juntos y esas cosas.

-Entiendo -se limitó a decir, antes de volver a hundirse en el silencio.

-Seeeh... ¿De qué quiere hablar ahora? -cuestionó, efusivo.

Jeno dejó salir un pesado bufido por las fosas nasales.
-Escucha, restan poco más de veinte minutos de camino, y si quieres pasarlos hablando solo, me da igual -dijo, serio-, yo sinceramente no disfruto de mantener una conversación sobre cosas banales y no lo haré.

Na frunció los labios y se cruzó de brazos molesto.
-... Pues lo haré -sentenció firme, aunque la verdad es que justo ahora su cerebro se había bloqueado y no se le ocurría ni el tema más estúpido para comentar. «Vamos, Jaemin, tiene que haber algo bueno que puedas contar», se dijo internamente. Lo pensó por varios segundos -quizás cinco- y dio con el tema indicado. ¡Bingo!-. ¿No es una locura? Tan solo falta una semana y dos meses para la graduación, por fin me iré de la preparatoria y seré un adulto completo.

Jeno sintió una extraña sensación de disgusto en el estómago ante aquellas palabras, no se había puesto a valorar aquello, tan sólo había pensado en que se acercaba el fin de otro ciclo escolar. Jaemin se graduaría y ¿después qué? Es decir, ¿ellos seguirían teniendo aquellos acalorados encuentros?... «Por supuesto que sí», respondió su subconsciente. «Porque, es decir, tan solo cambia de escolaridad, no es como si su mentalidad y gustos fuesen a cambiar de golpe por entrar a la universidad... ¿o sí?». Oh, él pod-

-¿Jeno? -habló nuevamente el rubio, chasqueando sus dedos cerca del oído del mayor, logrando sacarlo de sus pensamientos.

-No vuelvas a hacer eso -gruñó Lee.

-Lo siento -dijo-, pero es que estaba como en las nubes y tomando en cuenta que está conduciendo, eso no es algo muy bueno, podríamos tener un accidente.

-Sí, como sea.

-¿En qué pensaba?

-En nada que sea de tu incumbencia.

-Ah, ya sé, estaba pensando en lo mucho que me va a echar de menos en sus clases cuando me vaya a la universidad, ¿no? Pero no se preocupe, podremos seguirnos viendo en su casa -añadió, guiñandole un ojo al saber que el castaño lo veía de reojo.

Eso último envió una oleada de calma al mayor. Okay, su cuestionamiento de hace segundos había sido respondido de la mejor manera. Pero ahora tenía que decir algo para que su silencio no confirmara lo que Jaemin pensaba... que era cierto, pero no lo aceptaría.
-Por supuesto que no pensaba en eso -respondió-. De hecho haré una fiesta el día en que se vaya de la preparatoria, por fin me habré liberado del chico desobediente. No tengo nada que extrañar.

Aquello había sido como un golpe justo en la boca del estómago del rubio: "nada que extrañar". Pero no podía sentirse triste por ello, no lo haría de nuevo. Si Jeno quería jugar al desentendido, él también podía.

-Lo entiendo, yo también haré una fiesta por librarme del profesor gruñón -Rió bajo-. En fin, hablando de la graduación, creo que ya sé con quien asistiré -añadió, quitándose la camisa de cuadros y dejando así al descubierto sus cremosos y delicados brazos, hombros, cuello y un poco de su pecho. Jeno no pudo evitar echar una mejor vista de reojo al menor, él amaba su piel, lo suave que era y la manera en que podía ser marcada con solo un apretón; ya lo había hecho varias veces con el trasero de este mismo-. ¿Quiere que le cuente con quién iré?

-No.

-Con Wong Yukhei -dijo de todas formas-. Es un chico bastante guapo, ¿no cree? Es alto, moreno, con ojos tan hermosos como un par de esmeraldas... Dios, es simplemente maravilloso.

La mandíbula del mayor se tensó y sus manos sujetaron con mayor fuerza el volante, antes de orillar el coche y detenerse.

-¿Ya llegamos? -cuestionó Jaemin, mirando por la ventanilla de su lado-. Porque aquí no hay mu-... -Su comentario fue interrumpido por los labios de Lee. El mayor lo había tomado por la nuca apenas se volvió a girar hacia él y presionó sus labios juntos, introduciendo su lengua en la cavidad ajena al instante. Aquello tomó al ojimarrón por sorpresa, haciéndolo soltar un agudo gemidito por esto mismo. Más no se resistió ni un poco, era tan grato como inesperado que hubiese reaccionado así; "Yo no te celo", había dicho Jeno hace días... ¡Ja! Sí, claro.
Tomó al castaño por las mejillas e imitó su acción, metiendo su lengua en la boca de él y acercándose tanto como podía a su demandante tacto.

Se separaron hasta que los pulmones del más joven rogaron por oxígeno y tuvo que alejar al ojiazul por lo hombros, pues este parecía que no se alejaría nunca, y de no ser porque podría morir si no respiraba, él hubiese permitido que lo besara toda una eternidad.

-Ahora -habló Lee, acomodándose debidamente en su asiento y volviendo a encender el automóvil-, los minutos que restan de viaje los pasaremos en silencio y no quiero ninguna objeción, ¿entendiste?

Jaemin relamió sus labios concluyendo con una suave mordida en el inferior.
-Fuerte y claro -afirmó, reincorporandose también-... Celos Jeno -murmuró al final.

-¿Qué dijiste?

-Que no se preocupe.

Jeno le dio una última y rápida mirada entornada, antes de subirle un poco más a la música.






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