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˗ˏˋ S ˎˊ˗



Los cuatro presentes nos encontrábamos sumidos en un inconmensurable e incómodo silencio, cuando nos encontramos ninguna de las dos partes pensó que ambos llevarían compañía con tal de no pasar rato a solas y que aquello realmente no pareciera una cita, entramos sin si siquiera saludarnos, además de unos sonrisas incómodas y bastantes forzadas.

Ahora estábamos sentados en una mesa con un hermoso adorno florar junto en el medio, pude notar como Lele a mi lado se sentía menos tenso al saber que ninguno de los dos quería estar allí. Por otro lado yo me encontraba completamente nervioso y sin atreverme ni un poco a mirar al acompañante de la cita— entre comillas— de mi mejor amigo.

Nada más ni nada menos que el mismísimo Huang Renjun, yo Solamente quería esconder mi rostro y pegarme en la mesa.

O desapareser de la faz de la tierra.

Al cabo de unos espantosos e incómodo diez minutos el más bajo entre todos decidió romperlo.

—...Entonces, ¿vamos a pedir algo?— inquirió, tomando la carta del menú y codeando— con escaso disimulo— a su hermano mayor en las costillas para que atendiera su pregunta y así comenzar una conversación.

El alto asintió exageradamente, abriendo los ojos y tomando la carta del menú entre sus grandes manos.

—La tienes al reves, Lu— escuché como Renjun farfulló entre dientes, claramente con la intención de no ser escuchado por nadie más que su hermano. Suprimí una sonrisa al ver cómo el más alto daba la vuelta al menú con un leve rubor en sus pómulos.

Me pareció algo adorable ver a un tipo de ese colosal tamaño con los pómulos sonrojados.

Chenle sonrió. Y decidió hablar también.

—Yo creo que pediré spaghetti en salsa boloñesa son muy buenos,— comentó un poco nervioso pero disimulandolo muy bien—¿Ya sabes que pediras, Sung?— se dirigió está vez a mi y sentí tres pares de ojos sobre mí.

Por dios, Huang Renjun me está mirando.

—A-ah, no, digo sí, o-osea si lo he pensado pero no sé si quiero realmente ordenar eso.— decidí dejar de titubear y lavantar la mano atrayendo la atención de uno de los meseros del restaurante. Este inmediatamente se acercó a la mesa con una pequeña libreta y un lapicero en la mano, tomó las órdenes y mientras esperábamos los platillos nos dedicamos a conversar.

—Lucas se cayó de un árbol cuando tenía doce— comenzó a relatar Renjun, yo tan solo podía observar como cambiaba las expresiones en su lindo rostro— y se levantó rápidamente diciendo «no me dolió», pero cuando el doctor lo revisó resultó que tenía dos huesos rotos y un chichón en la cabeza...— Continuó relatando y todos comenzamos a reír con ganas.

—Tal vez si me dolió un poco.— Acepto el moreno un poco avergonzado.

A este punto Chenle se estaba divirtiendo, supongo que porque no parecía una cita y porque Renjun se había encargado de relajar el ambiente, comenzando a narrar historias vergunzosas de su hermano mayor.

Mi corazón se detuvo por un segundo cuando la melódica voz se dirigió hacia mí específicamente:

—¿Cuál es tu nombre?— Cuestionó— Disculpa si es un poco descortés de mi parte preguntarlo a estás alturas— mencionó Renjun con voz tranquila.

El estaba preguntando mi nombre.

—J-jisung, Park Jisung— revelé, sintiendo las palmas de mis manos sudar  y mi corazón bombear más sangre de golpe, escuché como Chenle soltó una risita y murmulló muy bajo: «Uy, el bebé tartamudea».

Renjun estiró las comisuoas de sus labios formando una sonrisa;— Tienes un lindo nombre.

Mierda, me dijo que tengo un lindo nombre.

P-pienso lo mismo— destaqué y me corregí con rapidez— no que mi nombre sea lindo, osea, p-pienso que tú nombre es lindo— balbuceé.

Tragame tierra.

Los tres rieron, y yo no pude sentirme más avergonzado, así que me acomodé más cerca de Chenle y escondí mi cara en su cuello, tratando de ocultar mi vergüenza.

—Hace eso cuando se avergüenza— susurró Chenle a los dos espectadores mientras acariciaba mi cabello y esperaba a que se dispara un poco la vergüenza de mi ser.

Y así pasaron dos horas en el restaurante, conmigo avergonzado y Chenle compareciendose de mi y burlándose de mí al mismo tiempo.

Cuando salimos del local nos despedimos el uno al otro y juro que ese día casi muero.

—Eres bastante tierno, Jisung, espero nos reunamos otra vez.

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