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¹⁹: ˢᵒʸ ᶠᵉˡⁱᶻ ᵃqᵘí.

"Well, I would like to hold my little hand

And we will run, we will, we will crawl, we will
I would like to hold my little hand

And we will run, we will, we will crawl"

Send me on my way de Rusted root.

Tanto Arthur y Laila se pusieron a conversar con Edward, siendo completamente respetuosos con él y no tratándolo con indiferencia. Eran muy amables y cuestionaban y escuchaban a Edward con respeto; eran chistosos y simpáticos, parecían ser unas personas tan gentiles ante los ojos de Edward, que él podía apostar que por eso Lilith era muy dulce, porqué tenía una familia igual.

El día había pasado tan rápido, que cuando comenzó a oscurecer, Arthur decidió que era prudente irse. En su cabeza no paraba de pensar en el futuro, no paraba de pensar en que podían hacer para mejorar, en que podía hacer por Lilith. En esa noche él no dormiría, por eso debía irse ya, porqué tenía mucho en que pensar.

—Tenemos que irnos.

—Me gustaría quedarme a solas con Edward.

Lilith le contestó al instante dejando helado al hombre ante la respuesta, complicándole más la decisión que tomaría sobre mudarse o no. Realmente Arthur temía que su hija comenzara a encapricharse, así que, con sumo cuidado decidió hablar con ella.

—Ven un segundo —susurró él comenzando a caminar hacia el carro mientras Laila miraba a su hermana con preocupación, y Lilith caminó hacia él hasta que este se detuvo y ella con él a su costado.

Arthur se miraba serio y preocupado, como si no supiera que decir.

El señor Williams soltó un suspiro profundo y la miró a los ojos transmitiéndole dulzura, mostrándose amable y cariñoso, como un padre debería de ser. El hombre parecía también dudoso de lo que diría, sin embargo, Lilith ya sabía lo que diría.

—Lilith..., me gusta que hayas establecido una amistad linda con él, pero eso no debe de amarrarte a este pueblo —soltó mostrándose sincero, diciendo las cosas de una forma tan dura y cruel que lograron que el corazón de Lilith se estrujara al oírlo, porque de cierta forma, había razón en sus palabras—. Hija, te quiero pedir una cosa; una sola cosa, y toma en cuenta que no te he pedido nada desde que soy tu padre, pero... necesito que lo dejes ir y hagas tu vida. Que pienses en ti y en tu futuro, porqué tú si tienes uno, él no.

Estaba siendo demasiado duro el señor Williams, pero, aunque Lilith se negara, todo era cierto. Él decía la verdad en que ella tenía un futuro y una vida, aun así, eso le daba miedo. Miedo de dejar atrás a Edward.

—No es lo que tu piensas. Edward no me amarra a estar aquí —dijo Lilith de forma segura, y cuando el señor Williams quería tomar la palabra, lo detuvo—. No te estoy mintiendo. Sé lo que digo, y por eso quiero seguir aquí.

—Entonces, ¿qué lo hace? ¿qué te provoca el querer seguir aquí? —cuestionó confundido—. No veo mucho futuro en este pueblo, y te he visto en muchos problemas.

—¿En cuáles? —preguntó ella al instante, mirándolo confundida.

—Cariño...

—Papá... te juro que... —ella no podía continuar hablando, porque las lágrimas comenzaron a bajar por mis mejillas—. Estoy bien.

El señor Williams soltó un suspiro pesado y acarició su barbilla mientras la miraba con detenimiento, sacando una leve sonrisa para después tapar su rostro con frustración.

—Laila, aunque sea sorprendente, me ha contado sobre que no terminas de agradar entre los jóvenes —declaró Arthur mirándola a los ojos, mostrándose intranquilo—. Al igual que ella.

—Soy feliz aquí —aclaró Lilith, tratando de sonar segura, sin embargo, las lágrimas que anteriormente habían salido, volvieron a aparecer, siendo una vez más un mar de lágrimas.

—Dame razones que me aseguren que eres feliz aquí —pidió Arthur cruzando sus manos en su pecho, viéndola fijamente y haciéndola sentir pequeña—. Dime una razón, Lilith.

—Sólo lo soy —murmuró ella con las lágrimas bajando de sus mejillas, tapando su rostro evitando que él siguiera viéndola.

—Bueno... si tú lo dices —dijo con seriedad, mirándola con autoridad—. Yo ya me iré. ¡Laila!

Dicho esto, Arthur se dirigió a su carro y Laila fue con él. Arthur tenía tanto en su cabeza como también Lilith.

La chica sabía que no había logrado convencer a su padre y eso le dolía, porque eso significaba que sus días con Edward estaban contados y eso le afectaba.

Cuando finalmente Lilith y Edward quedaron solos en la colina, la mujer quedó en silencio total mientras la criatura se acercaba a ella con curiosidad.

—¿Cuánto tiempo estarás aquí? —preguntó Edward, manteniendo su sonrisa.

—Sólo... estoy para despedirme bien. Y bueno, también para quedarme unos minutos más —murmuró con timidez, viéndolo a sus ojos que la miraban atentos. Poniéndola roja por las palabras que acababa de decir.

—Yo... quiero que me quites una cuchilla y te la lleves...

Aquellas palabras dejaron helada a Lilith y por eso habló, sin entender, pues aquella petición era muy... curiosa.

—¿Para qué? —preguntó ella confundida, mirándolo con las cejas unidas.

—Tú me has dado la pulsera y el collar, yo quiero darte algo mío. Por favor.

Lilith aceptó a duras penas, pues aún le daba conflicto el tener que quitarle una parte a Edward, pero con dificultad logró desprenderle una cuchilla y le sonrió con timidez sin creer que lo había desprendido de una parte de él.

—Cuídala bien.

—Cuidaré bien tu cuchilla. Esto es... algo lindo.

Ambos se sonrieron una vez más y se miraron por varios minutos, hasta que él habló.

—Creo que deberías ir con ellos —dijo Edward con ternura—. Después podrías venir a verme.

Lilith se le destrozó su corazón al escuchar aquello, ya que eso era algo difícil. Poco a poco las veces en verse disminuían y eso le causaba sentirse tan mala por no ser capaz de dejarle las cosas claras a Edward de una vez.

Un claxon sonó entonces, antes de que Edward le preguntara a Lilith la razón por la cual lloraba tanto. Era Arthur que no se había ido sin su hija, pues era muy peligroso para ella.

Arthur no dijo nada, fue Laila la que asomó su cabeza en el carro y miró de manera picara a la pareja.

—Hola, Lilith y Edward —saludó con una sonrisa traviesa—. Mi papá regreso porque no queremos que te pase nada en el camino.

—Gracias, Laila —dijo Lilith con una sonrisa, y comenzó a caminar hacia el carro, pero después se detuvo y fijo su vista en Edward, mirándolo con timidez—. Me tengo que ir.

—Cuídate.

—Volveré pronto —murmuró Lilith dándole una sonrisa.

—No vuelvas a tardar.

Aquello estremeció a la mujer y la hizo correr a abrazarlo con fuerza, siendo incapaz de admitirle a Edward que pronto se iría. Como pudo, resistió el llanto y se apartó de Edward dándole una sonrisa, para después correr al carro y subirse a él en el lugar de atrás, mientras Laila no paraba de mirarla de manera picara.

—¿Qué fue eso? —cuestionó, entrecerrando las cejas.

—¿De qué hablas? —dijo Lilith confundida, sin entender a que se refería.

—Él... tú... ¡oh vamos, Lilith, te gusta la criatura, te gusta Edward manos de tijeras! —exclamó mirándola sorprendida, sin creer sus palabras.

Lilith quedó muda, y para Arthur eso era una mala señal porqué sabía que sí se mudaban, eso destrozaría a su hija.

—No molestes a tu hermana con eso, Laila —ordenó Arthur con seriedad.

—¡Es verdad lo que digo!

Lilith se puso completamente roja y todo fue silencio total: era claro, Lilith estaba enamorada, pero quizá pronto debía decirle adiós a ese amor.

Entre cuchillas, Mad-ClepGirl (Dianessa)🐧

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