
➳[ 019 ]
—Señor— Un arcángel entro a la habitación que estaba cubierta de nubes y Dios estaba de espaldas, revisando unos documentos.
—Oh, hija, adelante— El arcángel entro al reino de Dios, hizo una reverencia, mientras que Dios, esperaba atentamente de sus palabras.
—Señor, hay algo que me gustaría hablar con usted— El hombre asintió y le hizo y una seña de que continuará. —Verá, se trata sobre el joven que llegó está mañana, él... se está comportando muy raro y realmente me causa escalofríos de pensar que alguien que tuvo una relación con un demonio este aquí— Bajo la cabeza.
—Lo sé, a mi también me preocupa un poco, pero, ¿Quienes somos nosotros para juzgar? Él se dejó envolver por ese demonio, ahora, tenemos que hacerlo que está puro, él está destinado al cielo, no podemos mandarlo a otro lugar— El arcángel asiento. —Llévalo al purificador de almas y encárgate de que todos los pensamientos y recuerdos que tuvo con aquel ser del mal, sean eliminados y él sea como antes.
El arcángel asintió.
—Cómo ordene, Señor. Con su permiso— Hizo una reverencia de despedida y salió de ahí, con rumbo hacia donde estaba Yoongi, para llevarlo al purificador de almas.
Mientras tanto en el infierno, las llamas se encontraban muy agresivas. Jimin caminaba con desespero hacia el trono de su padre, supuso que estaba ahí, ya lo había buscado por el juzgado de demonios, dónde había sido llevado cuando incumplió y rompió las leyes del Inframundo. Empujó con fuerza las enormes puertas de madera y entro como un toro enojado, sólo le faltaba echar humo por las orejas, sus ojos se encontraban completamente negros, sus alas estaban listas para crear una guerra de ser necesario y unas venas de color negro se extendían desde su cuello a su rostro, e incluso de las esquinas de sus ojos estás sobresaltaban, dándole un toque y aspecto bastante macabro y tenebroso. Estaba enfadado, muy enfadado.
Al entrar, pudo ver a su padre, junto a sus hermanos hablar con tanta calma que eso lo hizo enfadar aún más.
—¿¡Dónde está!?— Gritó, su voz se escuchó distorsionada, llamando rápidamente la atención de todos sus hermanos.
—Jimin, hermano que bueno qué...— Su hermano, Pereza, quién por nombre en el reino de los humanos, había adoptado el nombre de Jungkook; salió volando por los aires, su espalda choco con fuerza en la pared que estaba cerca del trono de su padre, cayó al suelo, quejándose de dolor. —Joder, tan cariñoso cómo siempre...— Soltó un suspiro, manteniéndose ahí, no quería volver a volar por los aires y sentir ese dolor.
—¡Asmodeo!— Su padre se acercó rápidamente, lo tomó del cuello, tratando de asustarlo, pero sólo hizo que sonriera con burla. —¿Qué demonios te pasa?
—¿¡Dónde está!?— Gritó, haciendo que las venas se mostrarán con más intensidad, sus hermanos al ver eso, dieron unos cuantos pasos hacia atrás, sabían que con su hermano Jimin no debían de meterse ni jugar, podría ser tan cruel con destruir lo que más querías y apreciaban en esos momentos, con tal de verte sufrir y saciar su sed de venganza.
Su padre lo soltó, mirándolo de arriba a abajo.
—¿Dónde está quién?— Preguntó, haciéndose el desentendido.
—¡Joder, tú lo sabes, él lo sabe!— Señaló a Hoseok, quién fue el blanco de las miradas de sus hermanos. —¿¡Dónde está su maldita alma!?— Grito nuevamente.
Su padre soltó un suspiro y trato de mantenerse lo más calmado posible, odiaba tener que combatir con sus propios hijos y luego, tener que recibir una reprimenda por parte de su esposa, quién llegaría en cualquier momento y vería la situación.
—Jimin, él fue enviado al cielo, así qué, nadie tiene su alma, no el Mounstro de siete cabezas, ni los perros del Inframundo, ni siquiera está en el limbo— Dijo, cosa que a Jimin no le gusto en absoluto.
—Dime una cosa, ¿Tú mandaste a matarlo?— Preguntó, su padre trago saliva, miró de reojo a sus otros hijos y después miro a Jimin.
—Sí... yo lo mandé a matar— Confesó.
—¿¡Por qué!? ¿¡Sabes lo importante que era él para mí!? ¿¡Por qué lo hiciste, por qué!?— Sus alas se abrieron, dispuestas a asesinar, pero su padre lo hizo quedarse con las palabras en la boca, su irá se desvaneció por completo, siendo cambiada por una confusión terrible.
—Él pertenece al infierno, y más temprano que tarde, estará aquí, pero no como un demonio o mensajero, sino, como algo más grande que eso... él debía morir, sí o sí. El Inframundo lo necesita.
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