➳[ 010 ]
Sus lágrimas caían por sus mejilla, siendo en su barbilla, dónde se perdían o caían directamente al suelo.
Sus sollozos podían oírse perfectamente por toda la habitación. La sala y la cocina estaban en un silencio sepulcral, nadie había venido desde hace dos días, los mismos que él corrió de aquel elevador y se ocultó en su habitación, siendo presa de los recuerdos y pesadillas de su niñez. Porque nadie sabía que aquel pequeño, a lo que hoy en día era un hermoso joven, un poco berrinchudo, orgulloso y rebelde; le habían arrancado su inocencia desde niño, siendo una época traumante para él. Pero nadie sabía eso.
Unos ojos cafés, miraban la escena dónde él estaba completamente destrozado por aquel ser que le hizo recordar su pasado; sus ojos divagaron por toda su habitación, encontrandola vacía.
—Un chico como tú, no debería de estar sólo en estos momentos— dijo, pero él ni siquiera lo escuchaba, ni mucho menos podía verlo. El ser que tenía un hermoso atuendo completamente blanco, que portaba en su espalda unas hermosas alas blancas y que desprendía un aura bastante tranquila y de paz, torció un poco la boca al ver lo que claramente en su cuello pudo verle brillar.
—Tienes la marca del impuro— miró mejor la marca que se había ido apagando lentamente. —No voy a permitir que ese impuro te lleve— se dió la media vuelta, y traspasó la puerta, apareciendo en otro lugar.
En el cielo para ser exactos.
—¿Qué sucede hijo mío?— miró al hombre que portaba una túnica blanca, junto con una tiara de hojas en su frente, pareciendo un rey del olimpo.
—Mi señor— hizo una reverencia, quedándose así por un momento, para después levantarse y mirarlo tímidamente; al superior, debía mirarlo con amabilidad e inocencia, mostrando respeto hacia su dios. —Mi humano, al que cuido, le he visto un impuro... me parece que va a morir pronto— informó.
—Mmm, ya veo— comenta —ve preparando el discurso de bienvenida al paraíso, prepara su uniforme y dale unas cuantas vueltas por el paraíso, explicale cosas sobre el páramo que hay en la cerca del este, también explícale los deberes que tendrá que cumplir— explica.
—Mi señor...— la voz dudosa de aquel hermoso ángel, hacen que el hombre lo mire con curiosidad. —Mi humano aún no debe morir— dice.
—¿Cómo es eso?
—Un impuro quiere llevarse su alma antes de tiempo, quiere hacerla pecar con sus instintos de demonio y arrastrarlo hasta el limbo, donde no podremos recuperar su alma— el hombre frunce el entrecejo, para después soltar un suspiro de frustración.
—Parece que satanás aún no entiende que sus hijos no deben meterse en mis campos— dice, mirando hacia la nada, para después, mirar a su súbdito frente a él. —Tengo una nueva misión para tí.
—Sí, mi señor.
♣︎
Un pelinegro caminaba por la calle, sin poder ser visto por los mundanos que caminaban a su lado, pasando por su cuerpo o hasta, atropellandolo, pero esos humanos no sentían aquel tacto con ese demonio, ni siquiera él, pero aún así, maldecia.
—Estúpido humano, ¿¡Qué no te fijas por dónde vas!?¡Te voy a arrancar la cabeza y se la daré a los perros del inframundo!— le gritó a un hombre, quien ni siquiera escucho tales barbaridades. —¡Te mataré y me comeré tus riñones, idiota!
De pronto, todo el mundo, quedo estático, Jimin frunció el entrecejo y miró a todas las personas quedar quietas y en silencio, un silencio que lo volvería loco. Miró a su alrededor.
Hasta que vio ese brillo conocido, soltó una risita burlona y se reincorporó completamente hacia su dirección, de un momento a otro, las personas siguieron su curso normal.
Ambos eran invisibles hacia los humanos.
—Pero miren quien acaba de llegar— sonrió con bastante egocentrismo, para después soltar una risita.
—No me hace mucha felicidad tu presencia comentó, sin ser amable realmente.
Jimin soltó una carcajada.
—Siempre usando las palabras correctas... eres tan aburrido que me divierte.
—Se lo que tramas y déjame decirte que no voy a permitir que te lleves al alma de mi protegido— Jimin dejo de reir y lo miró serio.
—Eso no está en discusión, y menos con una hadita de cuentos de hadas. Dime, ¿Tú papá Dios, te dió permiso de salir? No te vaya a regañar— volvió a reír.
—Mejor dime tú, ¿Tu madre ya sabe lo inútil y mal demonio que eres? Te enamoraste de mi protegido, ¿Eso es una falta en las reglas de tu reino?— Jimin dejó de reírse y miró serio al arcángel, dio un paso hacia él, amenazante.
—Me voy a llevar el alma de Min Yoongi, te guste o no.
—Yo, Lee Félix, protegeré su alma hasta la hora de su muerte.
Jimin sonrió de lado.
—Prepárate para decepcionar a tu señor.
—Mejor prepárate tú, para ver cómo su alma se va al cielo.
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