➳[ 009 ]
Las puertas del elevador se cerraron y yo me dispuse a esperar para que llegará al último piso y me largar de este lugar. De acuerdo, puedo ser un poco berrinchudo en cuanto al trabajo, pero no puedo hacer nada, esa es mi actitud, ese soy yo, y si tratará de cambiar, sería cambiarme a mí mismo por los demás, yo no quiero eso. Jamás lo quise.
Miró de reojo al chico que está a mi lado, parece feliz, ya que tiene una sonrisa de lado.
-Mhm, hoy fue un buen día, al parecer, ¿No?- pregunto, con una pequeña sonrisa, tratando de ser amable.
-¿Oh? Si, será un día muy especial- apreté mis labios en una fina línea y asentí.
-¿Tienes sesión de fotos, o algo parecido?
-No, hoy vine para hacer el trabajo de alguien que no lo ha podido hacer- parpadeé sorprendido. Si Namjoon se entera, lo más posible es que le salga humo hasta por las orejas. Reí de tan sólo imaginarlo. -¿Es gracioso?- su voz con un toque de molestia me hizo ponerme serio y negar.
-¿Qué? No, no, no, yo me reía de otra cosa.
-Tiene que ser, porque no he conocido a alguien que se ría de su propia muerte- mis ojos se abrieron sorprendidos y lo miré, sus ojos se volvieron completamente negros y dos alas grandes y negras, salieron de repente por su espalda.
Di dos pasos hacia atrás, chocando con la pared metálica, él sonrió.
-Bien, empecemos con algo básico- fruncí el entrecejo. Él se acercó rápidamente hacia mí, tomó mi rostro entre sus manos, que tenían guantes de una tela negra transparente; se acercó tanto, que incluso pensé que me besaría, pero no, al contrario, sopló sobre mi rostro y mis ojos perdieron visión a mi alrededor.
♠︎••••♠︎
Abrí los ojos de golpe, dándome cuenta que estaba en un lugar oscuro, mi alrededor también era igual. Mi respiración aumentó al hacer un cambio de visión bruscamente.
Mi casa.
Mi antigua casa.
Pude ver cómo un niño salía de la casa, tenía una linda boina arriba de su cabeza, mientras tenía en sus brazos un pequeño oso de peluche, y esa boina lo hacía ver muy bonito, mi vista dejó de ser en él, para ser cambiada a la ventana de dicha casa, dónde pude ver a dos personas pelear en voz baja, para que el pequeño no los escuchara.
Mis piernas empezaron a moverse por sí solas acercándome más a la ventana, y al estar parado justo afuera de la ventana, pude darme cuenta de cómo el hombre, golpeaba a la mujer, pero al verla a ella, caí en cuenta de algo.... ella es mi madre y él, mi padre, entonces....
Me giré al pequeño, pero él ya no estaba.... hasta que lo ví entrar a la casa de al lado, siendo guiado por un hombre, que tomaba su mano.
-¡No! ¡Alejate de él! ¡Huye!- trate de correr hacia él, pero mis pies parecían moverse, pero yo no. -¡No, aléjate de él! ¡Ven aquí conmigo! ¡Suéltalo!- grité, sentí algo tibio por mis mejillas bajar.
Mi visión cambió, haciéndome caer al piso, al levantar la mirada, pude darme cuenta donde estaba. Sentí mucho miedo.
-¿Señor Cha, usted tiene mi oso de peluche aquí?- escuché su voz inocente, llena de bondad y humildad.
-Si, pequeño, acá lo tengo.
Ví entrar al niño en una habitación, más miedo y todo empeoró cuando escuché como el niño forcejeaba y gritaba, suplicando que lo dejara y que lo soltará.... que no le gustaba lo que le hacían.
Me senté en el suelo, mis rodillas pegadas a mi pecho, ocultando mi cara en total llanto, pude sentir esas manos sobre mis brazos y piernas, haciéndome sentir más miedo y asco.... mucho asco.
Porque ese pequeño.... era yo.
Sentí una manos aferrarse a mis muñecas, trate de forcejear, grité, grité muchas veces, hasta que.... desperté.
-¡Yoongi! ¡Yoongi por favor, despierta!- mis ojos seguían cerrados, pero podía escuchar a la perfección su voz y varios murmullos. -¡Yoongi, abre los ojos!
Poco a poco, los fui abriendo, lo primero que ví, fue el rostro de Jimin, quien parecía bastante preocupado. Tomé una bocanada de aire, para después reincorporarme un poco, para aferrarme a Jimin en un abrazo, lloré.
-J-Jimin, e-él, por favor, s-sácame de aquí- levanté mi cara y lo ví, detrás de Jimin, parado justo ahí, a lado de Lisa. -¡Aléjate, aléjate!- me hice para atrás de golpe, encontrando rápidamente la pared metálica. Ahí me dí cuenta de que aún estábamos en el elevador.
-¿Qué mierda le hiciste?- Jimin se levantó y lo encaró.
-Sólo lo atormente un poco, quizás y sólo quizás, pude empujarlo a su muerte- me miró y sonrió de lado.
-¡Tú no debes meterte en esto! ¡Él es mi responsabilidad y por ende, debes de recibir una sanción por meterte en los asuntos de los demás!- gritó, él sonrió y me miró de reojo.
-¿No me digas que...?- él se cubrió su boca, soltando una risita. Jimin me dió una ligera mirada, para después verlo a él.
-Asmodeo, ¿Qué diría el consejo, si se enteran de que has roto una regla muy importante y especial?- sonrió con soberbia.
-No he roto ninguna puta regla- apretó sus puños, dejando ver sus remarcadas venas.
-Claro que sí, déjame recordartela- sonrió. -Libro de reglas demoníacas, parte dos, párrafo tres; queda estrictamente prohibido, enamorarse de su víctima.
Mi mirada cayó en Jimin, quién miraba con enojo al chico. Me encogí más en el elevador, y cuando las puertas se abrieron, me levanté y salí corriendo de ahí.
No puedo seguir con esto.
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