—Buen día joven Min, ¿Quiere que le lea su horario de hoy?— mi pequeña asistente, Chaeyoung, una linda y adorable chica de veinte años, que está haciendo sus pruebas y le tocó ser mi asistente; me preguntó, mientras se levantaba de su asiento y caminaba detrás de mí, por todo el pasillo.

—Claro, Chae— respondí, mientras daba un sorbo a mi café, el cual había hecho en la planta principal.

—Bueno, a las nueve con doce, tiene una reunión con el director de fotografía, a las diez en punto, tiene una sesión de fotos con la empresa MCD, a la una, tiene sesión de fotos con Vogue y a las cuatro, tiene sesión de fotos con ELLIE— Finaliza y ya me siento completamente cansado.

—De acuerdo— asiento. Seguí caminando hasta llegar al elevador, dónde Chaeyoung se detuvo. —Me voy en media hora, vendrás conmigo por cualquier cosa, así que....— la miré de arriba a abajo. —Cambia esa blusa blanca por un top negro y ese pantalón acampando por una falda negra de cuero, y esos tenis, por unas botas negras, te veo en treinta en la vagoneta.

Sin más, me dí la vuelta y entré al elevador, ella me miraba boquiabierta, las puertas del elevador se cerraron y yo me quedé ahí.

—¿A qué piso?— pegué un brinco al escuchar la voz a mi lado, giré la cabeza y ví a un maldito playboy.

—¿Desde cuándo estás aquí?— pregunté, se supone que el elevador estaba vacío.

—Pues....desde que le dijiste al estúpido de tu ex novio que saldrías con un demonio, antes que con él— dijo. Levanté una ceja y reí.

—¿Eres algún tipo de fan..... obsesionado, o algo así? Porque si es así, déjame decirte que estás en problemas— miré nuevamente hacía enfrente, pero había un pequeño, gran, detalle. El sujeto que estaba a mi lado, no se reflejaba en el espejo de la pared del elevador.

Abrí los ojos sorprendido, giré mi cabeza hacia él y después hacía el espejo y no podía creerlo.

—N-No...no puede ser posible— murmuré, di dos pasos hacia atrás, pero él sonrió y fue más rápido, pasó un brazo por mi cintura y me pego hacía él.

—Todo es posible en este mundo... incluso los demonios

Lo miré a los ojos y ví cómo cambiaron a un color rojizo.

—Maldición