❝Cap. 11❞
–No–mentí, pero tampoco quería que el pensará que era una cobarde, aunque, claramente, lo era.
Él volvió a reír.
–Ven, ni tengas miedo, estas cosas son muy seguras– me extendió su mano para que yo la tomara, su cálido tacto era algo que yo no podría rechazar jamás.
Me tomo de la mano, sujetándome fuertemente, haciéndome sentir completamente segura al instante, era como si el infantil miedo de antes se hubiera evaporado, como el cálido aliento que escapaba de la boca en un día frío y no tarda más que un par de segundos en desaparecer.
Finalmente subí a la góngola y el se sentó a mi lado, mientras que el resto de las personas se situaban delante de nosotros; El gondolero comenzó a remar y el bote a moverse, me estremecí un poco. Joe me miro, y su mirada brillo con cierta ternura, ese par de ojos Hazel me brindaban una auténtica protección con el resplandor que soltaba.
–¿Estas bien?– preguntó y su voz se llenó de dulzura.
–perfectamente– musité embelesada.
Me sonrió y aquella sonrisa hizo que miles de mariposas aparecieran en mi estómago y revolotearan dentro de él.
Mire arriba sintiéndome más segura que hace unos segundos y me encontré con el cielo grisáceo, después mire hacia los lados, los ladrillos se elevaban formando un edificio barroco y arcaico de color beige; Podía escuchar los murmullos delante de nosotros, un murmullo ininteligible para mí, puesto que su idioma era diferente al mio, mientras que el gondolero pasaba el remo por el agua y hacia mover la góndola provocando que la suave brisa me acariciaba el rostro.
–¿Sabes por qué se llama el puente de los suspiros?– preguntó Joe, interrumpiendo mi análisis del paisaje.
–No, ¿Por qué?–
–Bueno, este puente une al palacio del duque con la antigua prisión de la inquisición. Da acceso a los calabozos del palacio y los prisioneros veían desde aquí el cielo y el mar por última vez y suspiraban.
–Nada romántico– me reí.
–No, pero la gente le ha dado tanta fama que el nombre les sirvió para inspirarse en ese género literario.
Me reí, encantada con su brillante explicación.
–¿Por qué te ríes?– pregunto divertido.
–Por que pareces uno de esos maestros de colegio y me haces sentir como tu alumna.
–Perché in Questo caso sono felices di essere il Vostro insegnate–
No sabía que había dicho, pero sea lo que sea me hizo ruborizar, el acento italiano adornaba su melodiosa voz y hacia que las mariposas en mi estómago se multiplicarán.
–Tengo que aprender Italiano–
El soplo cálido de su risa me acaricio el rostro, apartando la brisa gélida de la mañana.
–Lo que dije fue: que en ese caso, yo estoy encantado de ser tu profesor, y si quieres, puedo enseñarte italiano también–
–Me encantaría– mi sonrisa se volvió tímida y trate de ocultar el rubor en mis mejillas.
Joe no solo era un Adonis en persona, si no que tenía que resultar ser terriblemente encantador.
Tome la cámara fotográfica y saqué un par de fotografías de la gran construcción que había estado contemplando, por accidente o quizás casualidad, mi lente también capturó el bello rostro que tenía a mi lado.
Cuando el viaje terminó y pisamos tierra firme, mi estómago rugió, entonces recordé que no había desayunado.
–¿Tienes hambre?– adivinó Joe.
Hice un mohín por haber sido descubierta y luego asentí, sin decir nada, completamente apenada.
–conozco un buen restaurante aquí cerca, ven– me sonrió, emocionado, o al menos eso era lo que parecía y me hizo seguirlo.
Dirigí una mirada al auto de Joe y este volvió a adivinar mis pensamientos.
–No está tan lejos, podemos ir caminando– su sonrisa ató a una cuerda imaginaria a mi cuerpo obligándome a seguirle completamente hipnotizada.
Apresure mis pasos y llegué hasta su lado, me sentía tonta, el parecía un modelo de revista y yo..... una joven común y corriente, pero aquello no me impidió caminar junto a él, lo consideraba todo un privilegio aunque no sabía muy bien el porque.
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