
ᴼᶠ ᵗʰᵉ ʷᵃʳ ʸᵒᵘ'ᵛᵉ ᶜᵒᵐᵉ ᵗᵒ ʷᵃᵍᵉ ᵃᵍᵃⁱⁿˢᵗ ᵐʸ ˢⁱⁿˢ
II: Las consecuencias.
Lorenzo:
Lo siguiente que sentí en medio del caótico bramido de mis pensamientos desbocados e incontenibles fue un súbito ramalazo de dolor que estalló en el costado izquierdo de mi barbilla y, rápidamente, se extendió por cada una de las terminaciones nerviosas de mi rostro con eléctricas punzadas, cada una más dolorosa que la anterior, haciéndome apretar la resentida mandíbula con tanta fuerza que mis dientes amenazaron con hacerse pedazos bajo el peso de mi tórrida ira homicida, que, con el discurrir de los segundos llameaba con más fuerza en mi convulso interior. Ese bastardo acababa de devolverme el golpe con mucha más destreza de la que yo había sido capaz de anticipar en cualquier escenario posible, mis años de práctica en el boxeo me permitían reconocer que el puñetazo carecía de todo tipo de técnica o habilidad, pero, a la hora de la verdad un golpe era un golpe y Norris acababa de darme uno muy bueno.
—¡¿Qué demonios te pasa?! —Lando grito por completo furioso mientras sendas gotas de sangre caían desde el tenue corte que mis nudillos le habían abierto en el puente de la nariz, salpicando sus labios y barbilla.
—¡Te lo buscaste, maldito idiota! —le espete con mi voz convertida en un atronador grito cargado de toda la ira que discurría tórridamente a través de mi torrente sanguíneo y el dolor que palpitaba en mi barbilla allí donde el puñetazo del más bajo tan certeramente había golpeado—. Ya no tienes mucho que decir, ¿eh? —sin poder, y realmente, sin querer evitarlo, di otro paso en su dirección, escupiendo las venenosas y ácidas palabras directo en su rostro con mi dientes firmemente apretados antes de darle un fuerte empujón en el pecho que provocó que él se tambaleara ligeramente en su lugar.
—Cállate y termina lo que empezaste, maldito salvaje —el castaño declaró con la ira y el desafío mezclándose de forma perfecta en el tono de su voz antes de lanzar otro inesperado puñetazo en mi dirección, su puño impactando contra mi costado derecho provocó que un ramalazo de dolor aún más fuerte me atravesara con la fuerza de un rayo cortando el cielo y trayendo consigo el familiar estallido de mi ira que, impulsada por la creciente adrenalina qué se acumulaba en mi interior, solo quería más y más sangre.
—Tus deseos son órdenes, princesa —fue todo lo que dije antes de lanzarle otro puñetazo directo al estómago, sin pensar en tener piedad o en las posibles consecuencias que ya podía ver rodando hacia mí como una bola de nieve cada vez más grande y pesada—. Siempre hablando, siempre provocando. ¿Acaso es lo único que sabes hacer para sentirte relevante?
—Más relevante que tú, tercer lugar —Lando me escupió con su tono de voz cargado de todo el odio que seguramente estaba sintiendo por mí justo ahora.
Abrí la boca para responderle una vez más pero antes de que pudiera decir algo más Lando me golpeó una vez más, sus nudillos impactando contra mi labio inferior provocando que este chocará contra mis dientes y que la sangre emanara con rapidez de la herida qué había conseguido abrirme. Yo, verdaderamente, no había esperado que Norris se defendiera de mi golpe inicial, con honestidad, lo había subestimado, y debido a eso ahora la sangre se encontraba goteando por completo cálida sobre la piel de mi barbilla con la plena certeza de que ese puñetazo dejaría una bonita cicatriz que por siempre me recordaría esta estúpida pelea y la razón que la había suscitado.
Mi ceño se frunció en una ligera mueca de dolor debido al doloroso ardor que punzaba en mi labio lastimado y use el dorso de mi mano para retirar de forma rápida la sangre que no dejaba de caer por mi barbilla provocando que el dolor se volviera más agudo por unos cuantos segundos que me permitieron atisbar unos cuantos fragmentos de la difusa realidad que se movía alrededor de nosotros justo ahora: el público estaba en completo shock justo ahora, fuertes exclamaciones de sorpresa y gritos de indignación se elevaban en el aire mientras los flashes de las cámaras iluminaban la escena desde todos y cada uno de los ángulos posibles, los reporteros captando cada segundo como si una película se tratará, asegurándose de tener todo para la perfecta primera plana que dentro de tan solo unos cuantos minutos le habría dado la vuelta al mundo entero... esta, había sido por mucho, una de las decisiones más estúpidas que había tomado en mi vida, pero, ya era demasiado tarde para dar aunque fuera un solo paso atrás, así que, ignorando por completo el caos en el que el podio entero se había sumido, me dispuse a llevar esto hasta las últimas consecuencias.
Apreté mis puños con violenta fuerza y, me prepare para lanzarle a Norris un golpe del que fuera por completo incapaz de recuperarse por un buen tiempo... di un paso hacia adelante levante mi brazo derecho en el aire, pero, antes de que siquiera pudiera pensar en propinar aquel puñetazo, Max, apareció repentinamente en medio de ambos, colocando sus manos en mi pecho para empujarme con ligera fuerza lejos de Lando.
—¡Basta, idiotas! —el rubio grito mientras continuaba interponiéndose entre nosotros dos, con sus manos apoyadas en mis hombros para evitar que continuará con el curso de acciones estúpidas que había iniciado a causa de la provocación del imbécil de Norris.
—¡Quítate Verstappen! —le grite, importándome por completo una mierda las posibles consecuencias de continuar peleándome con el piloto de McLaren en el peor lugar de todos—. ¡Esto no es de tu incumbencia! —gruñí mientras trataba de sacudirme de encima el agarre de Max, quien, en verdad se encontraba haciendo todo a su alcance para mantenerme en mi lugar.
—¡Lorenzo, ya, fue suficiente! —Max me espetó con el evidente fastidio qué destilada de su voz mezclándose con los tenues vestigios de preocupación que yo era capaz de atisbar en sus ojos azules—. ¡Si quieren matarse el uno al otro, por mí esta bien, estúpidos! Pero háganlo fuera de aquí, no frente a todos.
Mis ojos fueron más allá de la figura de Max hasta posarse nuevamente en Lando quien, con su respiración agitada uso el dorso de su mano para tratar de detener la pequeña hemorragia que se encontraba teniendo la herida de su nariz, sus ojos verdes encontrándose con los míos en una mirada que reflejaba a la perfección todo el odio y el desprecio qué yo mismo sentía hacia él—. Esto no ha acabado, Borja —Lando escupió en mi dirección provocando que la ira y la adrenalina en mi interior se agitasen con una violencia por completo feral y primigenia, lanzándome contra el pecho de Max en un salvaje y furico intento por volver a alcanzar a Lando.
—Cuando quieras, stronzzo —le respondí aun forcejeando contra el agarre de Max.
Finalmente, un grupo de oficiales de la FIA¹ hizo acto de presencia en el podio junto con varios miembros más de nuestros respectivos equipos, asegurándose de separarnos definitivamente al mismo tiempo que trataban de apaciguar al público y apartar a las periodistas, quienes, seguramente estaban teniendo el mejor día de su vida justo ahora.
—¡Lorenzo, cálmate maldita sea! —Max volvió a gritarme mientras continuaba tratando de sostenerme en mi lugar.
—¡Detengan esta locura de una buen vez! —grito uno de los oficiales que acababa de subir al podio, colocándose en medio de Lando y yo con una autoridad que pretendía ser lo suficientemente absoluta para detener nuestra pelea.
—¡Todo es culpa de ese maldito imbécil! —grite sin poder evitarlo, aún forcejeando contra el agarre de Max, quien cada vez tenia más dificultades para mantenerme en mi lugar—. Siempre provocando sin consecuencias, pues aquí tienes las malditas consecuencias, Norris, ¿estas contento ahora?
—¿Contento? ¡Por favor! —escupió Lando con la sangre corriendo por la mitad inferior de su rostro—. Eres tú el que no sabe perder, esto es jodidamente patético, incluso para alguien como tú.
—¡¿Perder?! Permíteme recordarte que de no ser por el maldito golpe de suerte que tuviste en las últimas dos vueltas, estarías viendo este podio desde abajo —finalmente conseguí liberarme del agarre de Max y lo empuje ligeramente a un lado para dar unos cuantos pasos en dirección a Lando con mi voz destilando el más puro de los desprecios.
—Creo que ya había quedado claro que la suerte no tuvo nada que ver, fue puro talento, algo de lo que evidentemente careces —Lando me respondió mientras trataba de avanzar nuevamente en mi dirección, siendo bruscamente detenido por otro de los oficiales de la FIA.
—¡Suficiente! —grito aquel oficial que se había colocado en medio de ambos, su profundo y autoritario tono de voz elevándose en el aire y siendo lo bastante alto como para que todos los presentes en el podio fuéramos capaces de escucharlo por encima del caótico alboroto del público—. ¡Esto es más que inaceptable! Ustedes tres serán llamados a declarar, prepárense para las consecuencias.
La dura declaración del oficial fue todo lo que necesite para cerrar la boca de una vez por todas, apretando mis labios en una fina y tensa línea mientras trataba de regular mi desbocada respiración, la sangre cayendo de la herida en mi labio al tiempo que intentaba de imponer algo de calma y racionalidad en el furico torbellino de desbocada ira que estaba hecho el interior de mi mente que no dejaba de repetir una y otra vez que lo mejor que podía hacer ahora que las cosas estaban jodidas era terminar de destrozar el bonito rostro de Lando Norris.
—¿Los tres? —Max cuestionó por completo incrédulo y evidentemente indignado debido a las palabras del oficial—. Perdón, ¿yo que tuve que ver en todo esto?
—Cállate Max —las duras palabras de Christian Horner, nuestro jefe de equipo socavaron con rapidez cualquier intento de protesta del piloto holandés—. Tú sabes muy bien lo que hiciste.
Con curiosidad, aparte mi mirada del rostro lastimado de Lando y volví la cabeza hacia la izquierda para posar mi mirada en la indignada y enfurecida expresión que estaba siendo esbozada por el rostro de Max.
—¿Qué hiciste? —cuestione genuinamente sorprendido de que Verstappen hubiera conseguido meterse en alguna suerte de problema que pudiera equiparse a mi pequeña pelea en el podio con Norris.
Max abrió la boca para responder a mi cuestionamiento, pero antes de que una sola palabra pudiera salir de sus labios, Christian nos tomó a ambos de los brazos y, sin delicadeza alguna, nos arrastro en dirección a las escaleras para descender del podio mientras los incesante flashes de las cámaras capturaban todos y cada uno de nuestro movimientos.
Mi primer reflejo, como de costumbre, fue morderme el labio inferior, pero, el golpe que Norris me había propinado había sido tan certero que había conseguido romperme el labio, de tal forma que la presión de mis dientes sobre la herida fue suficiente como para provocar que un fuerte ramalazo de dolor me recorriera como un eléctrico escalofrió, y allí, mientras la sangre cada vez más caliente y espesa ensuciaba la piel de mi barbilla fui consciente de que estaba más que jodido y que, realmente seria la persona más afortunada del mundo si después de mi pequeño espectáculo de hoy conseguía pisar el Paddock² en la carrera de Japón que estaba por venir...
Suspire y baje la mirada hasta mis enrojecido y lastimados nudillos mientras descendía del podio. Si, verdaderamente estaba más que jodido con todas las letras de la palabra.
𓈒 𓇼
Después del incidente en el podio del Grand Prix, la FIA llamo a declarar a los tres pilotos.
𓈒 𓇼
Me removí por completo incomodo en la maldita silla de plástico barata y rígida en la que me encontraba sentado justo ahora en la sala de los comisarios³ de la FIA, la atmosfera que imperaba en el lugar estaba tan cargada de tensión qué perfectamente podía ser cortada con un cuchillo. Me pase la lengua con delicadeza sobre el labio lastimado e hinchado qué aún tenia un ligero regusto a sangre y cruce mis brazos sobre el pecho tratando de aparentar un gélido desinterés que realmente estaba muy lejos de imperar en mi semblante mientras veía como los comisarios revisaban los videos del incidente en el podio con una expresión severa siendo esbozada por cada uno de sus rostros.
Lando se encontraba sentado a mi derecha con una pequeña gasa ubicada sobre el puente de su nariz, justo allí donde la brutalidad de mi primer golpe había conseguido cortar su piel, y, Max se encontraba sentado a mi izquierda, recostado contra el respaldo de su propia silla incomoda, su trofeo del primer lugar se encontraba olvidado en una de las esquinas de la habitación puesto que, nada más bajar del podio tan solo nos habían dado tiempo para realizar una rápida curación a nuestros respectivas heridas antes de llamarnos a declarar, un proceso largo y tedioso que se había extendido por ya más de dos horas.
Ladee la cabeza hacia la izquierda y pose mi entera mirada y atención en el rostro de Max, el cual se encontraba esbozando una mueca que era la perfecta mezcla entre la indignación y la diversión que dejaban ver que el tres veces campeón del mundo no podía creer que se encontrara aquí tan solo porque había tenido una pequeña discusión con una periodista que había hecho unas cuantas declaraciones controversiales que habían conseguido tocar el ego de mi compañero de equipo lo suficiente para llevarlo a ser grosero con ella en los instantes previos a mi pelea con Lando. A mi parecer, el conflicto en el que se había visto envuelto Max era una completa estupidez, nada que mereciera que los comisarios lo arrastran junto con nosotros para dar explicaciones con respecto a sus acciones, excepto por el hecho de que la pequeña periodista contra la que Verstappen había despotricado en vivo, y en su cara, era la pequeña hija mimada de alguno de aquellos importantes ejecutivos de la FIA, razón más que suficiente para que Max estuviera aquí junto a nosotros.
—Esto es un desastre —Horner murmuro en coz baja, pero, con toda la intención de que cada uno de los presentes fuera capaz de oír sus quejas—. No solo uno, sino mis dos pilotos dando problemas el mismo día. Es increíble, ¡ustedes dos son increíbles!
Puse los ojos en blanco ante sus palabras y ni siquiera me moleste en pensar en responder.
—Al menos yo no lance un puñetazo e inicie una pelea en el podio —Max respondió con una sonrisa burlesca siendo esbozada por sus labios mientras volvía la cabeza en mi dirección para mirarme con sardónica diversión.
—¿Qué esperabas que hiciera? ¿Qué me quedara callado mientras este stronzzo me provocaba? —espete señalando a Lando con un brusco movimiento de mi barbilla adolorida.
—Qué no actuaras como un maldito salvaje es mucho pedir, ¿no es así? —Lando se burló sin desperdiciar la oportunidad de volver a provocarme.
Antes de que yo pudiera pensar en soltar otra réplica ácida e incisiva, el jefe del panel de comisarios golpeó la mesa con una de las carpetas con documentos, reclamando nuestra atención con violencia—. ¡Silencio! —exigió y los tres cerramos la boca y posamos nuestra atención en el hombre frente a nosotros—. Esto no es una broma, tres pilotos, dos altercados y un caos absoluto en menos de dos horas. ¿Creen que esto es lo que representa la Fórmula 1?
Ninguno de nosotros dijo una sola palabra, de forma inevitable mi mirada se posó en Lando quien se encontraba esbozando una ligera sonrisa divertida y arrogante aún en medio de la actual situación, mis nudillos adoloridos prácticamente ardían por borrarle esa estúpida sonrisa del rostro.
—Comencemos con usted, señor Verstappen —el jefe del panel se dirigió directamente a Max—. Su comportamiento hacia la prensa, más específicamente hacia la señorita Vivienne fue inaceptable. No toleramos que ningún piloto insulte o intimide a un periodista, sin importar la provocación.
—Yo no la insulte —respondió Max encogiéndose de hombros con un único movimiento desinteresado—. Fue, más bien, una "retribución proporcional."
—¿Retribución? —espetó el comisario con el ceño fruncido.
—Bueno, cuando una periodista que lleva acosándote la mitad de tu carrera te dice "tramposo de mierda" en la cara, no respondes con una sonrisa —Max respondió con ligero sarcasmo y aquello me hizo sonreír de forma ligeramente divertida, era verdad que Max había tenido problemas con Ophelia Vivienne desde hacía ya varios meses, era tan solo cuestión de tiempo antes de que algo como esto pasara.
—Sea como sea, su actitud fue más que inapropiada señor Verstappen —declaró el comisario—. Será sancionado con una multa y deberá asistir a una serie de sesiones de prensa obligatorias para reforzar su relación con los medios, además de una disculpa pública a la señorita Vivienne.
Max se encogió de hombros una vez más, sin tener ningún tipo de interés en el desarrollo de la conversación.
—En cuanto a ustedes dos —dijo el comisario dirigiéndose directamente a Lando y a mí—. Lo que ocurrió en el podio es completamente inaceptable y una completa mancha no solo para su reputación, sino para el entero deporte.
Nada de esto me importaba una mierda, mis nudillos me ardían y el labio hinchado no dejaba de palpitar, lo único que yo quería era terminar con esto y salir de aquí lo más pronto posible, mi cuerpo entero prácticamente se estaba rompiendo en pedazos ante la idea de tomar un trago.
—Ambos recibirán sanciones económicas considerables —continuo el jefe de Los comisarios, mientras otro de ellos le entregaba a Horner y a Brown un sobre sellado qué contenía en su interior los respectivos detalles de las multas—. Además, recibirán una penalización para la siguiente carrera, en Japón ambos largaran desde el pitlane —mierda, no pude evitar fruncir el ceño al escuchar aquellas palabras, las sanciones económicas me traían sin cuidado, pero recibir tal penalización en una carrera, era brutal—. También estarán obligados a cumplir con servicios comunitarios en representación al deporte, y ambos recibirán cuatro puntos en su superlicencia⁴.
La última parte provocó que tanto Lando como yo saltarnos en nuestro lugar de inmediato. Cuatro puntos, cuatro malditos puntos en un solo golpe, eso era por completo ridículo.
—¡¿Es una broma?! —restallo Lando tan jodidamente indignado como yo mismo me sentía justo ahora—. Él me golpeó primero, ¿y ahora tengo que iniciar una carrera desde el pitlane y recibir cuatro puntos porque el salvaje no sabe controlarse
Me incline hacia adelante y lo mire con todo el odio y desprecio que sentía por él—. Si hubiera sabido que iba a llorar tanto, te hubiera tumbado los dientes.
—¡Suficiente! —interrumpió el jefe de los comisarios volviendo a golpear la mesa con una de sus manos—. No quiero escuchar ni una palabra más de ninguno de los dos. Ambos tienen responsabilidad en esto y ambos están siendo castigados.
Nos quedamos en silencio una vez más, me mordí el interior de la mejilla para contener todas aquellas cosas que me moría de ganas por decir justo ahora.
—Además... —añadió el comisario mirando a nuestros dos jefes de equipo—... algo como esto no puede volver a suceder. La FIA monitoreara de cerca cualquier interacción futura entre los pilotos, tanto dentro como fuera de la pista. Cualquier incidente adicional traerá consigo sanciones mucho más graves, entre ellas la expulsión del campeonato.
Que no nos hubieran expulsado ahora, verdaderamente era un milagro, pero suponía que la FIA no podía permitirse perder a dos pilotos al inicio de la temporada.
—¿Lo han entendió los tres?
—Perfectamente —Max respondió por los tres con un suspiro hastiado escapando de sus labios.
—Muy bien, los tres pilotos pueden retirarse, todavía hay unas cosas que debemos discutir con los jefes de equipo —tan pronto como esas palabras salieron de la boca del comisario, los tres nos levantamos de las incómodas sillas de plástico para luego salir de la sala en dirección al pasillo.
El silencio que imperaba entre los tres era jodidamente opresivo y ensordecedor, interrumpido de vez en cuando por los sonidos aislados del escándalo que estaba siendo llevado a cabo por la prensa que de cuando en cuando conseguían filtrarse en la insulsa tranquilidad del edificio. Maldita sea, resultaba más que obvio que, en el exterior, los periodistas se estaban rompiendo en pedazos por obtener la exclusiva de lo que había pasado en nuestra reunión con los comisarios y no tendrían ningún reparo en invadir nuestra privacidad para conseguirla.
—¿Sabes algo, Borja? —la repentina interrupción de Lando provocó que mi sangre se calentara nuevamente en cuestión de milisegundos, verdaderamente el maldito idiota no se ayudaba ni en lo más mínimo—. Fue divertido, espero verte en el podio otra vez, pero a la próxima Horner tal vez debería considerar colocarte un bozal o algo así...
Antes de que yo pudiera decir algo, Max intervino a toda prisa, interponiéndose en medio de los dos con una sonrisa perezosa—. ¿Podemos dejar las provocaciones para la pista? Porque si me arrastran de nueva a una de estas reuniones les juro que los matare a ambos sin importar que tan alta sea la multa que tenga que pagar después.
—Qué ridículo eres —le dije colocando mis ojos en blanco, por completo enojado por no haber podido responder a las insultantes provocaciones de Lando.
—Ridículo es compartir equipo con un niño como tú —fue todo lo que dijo Max, antes de girar sobre sus talones con la intención de volver sobre sus pasos—. No pienso salir allí con esos buitres dando vueltas ya tengo demasiado problemas con la prensa.
—Y yo no pienso quedarme otro segundo en el mismo espacio que este imbécil —fue todo lo que dije antes de caminar hacia la salida del edificio sin que me importara ni en lo más mínimo el hecho de que tuviera que enfrentarme con todos y cada uno de los periodistas que, con toda probabilidad, se encontraban afuera a la espera de lanzarse sobre cualquier persona que pudiera ofrecerles aunque fuera el más mínimo ápice de información con respecto a lo que había pasado en la sesión de declaraciones con la FIA.
No me interesaba, necesitaba salir de allí, tomar aire y poner en orden el caótico ritmo de mis pensamientos antes de que cometiera cualquier otra estupidez de la que pudiera arrepentirme verdaderamente.
Tan pronto como empuje la puerta para abrirla, los periodistas se lanzaron sobre mí en cuestión de segundos, como auténticos buitres ante la visión de la carroña, ni siquiera fui capaz de dar tres pasos antes de que los micrófonos, las cámaras y las grabadoras me rodearan como sendos depredadores por completo ávidos, al tiempo que los flashes amenazaban con dejarme ciego y la preguntas llovían sobre mí en un incesante aluvión en medio del cual yo ni siquiera era capaz de respirar. Bien, esta definitivamente no había sido la mejor de las ideas, tal y como todas las que había tenido el día de hoy.
—¡Lorenzo! ¿Qué tienes que decir de tu comportamiento en el podio?
—¿Tienes algún problema personal con Lando Norris?
—¿Qué mensaje estas enviado a tus seguidores con esta actitud?
Todas las preguntas daban vueltas a mi alrededor unas tras otras como en un maldito huracán cuya salida yo no era capaz de atisbar mientras continuaba con mi camino, mordiéndome el interior de la mejilla con brutal fuerza y apretando mis puños de tal forma que las heridas en mis nudillos picaban de forma dolorosa. Sabía que la forma más sensata de lidiar con los periodistas era ignorándolos, así que eso fue lo que hice mientras continuaban lanzando pregunta tras pregunta.
Fue entonces cuando una periodista mucho más atrevida y sagaz que el resto se coloco justo frente a mí, bloqueándome el paso con su micrófono en alto apuntando directamente a mi rostro de una forma bastante invasiva. Era la periodista por la cual Max se había terminado por meter en problemas, la niña de papi con dinero, Ophelia Vivienne—. ¿Lorenzo, es más fácil dar puñetazos que estar al nivel de Verstappen o Norris? ¿Es el conflicto tu verdadero talento?
Maldita niña, ya podía ver porque Max había sido grosero con ella en primer lugar, era tan problemática como bonita, tenía la palabra "buscapleitos" prácticamente tatuada en la frente, y sus preciosos ojos ambarinos resplandecían en un silencioso reto que te desafiaba a responderle con algún comentario ofensivo que ella podría utilizar en tu contra, de una forma o de otra, porque la combinación del badge morado qué colgaba de su cuello y de aquel pretencioso apellido la convertía en una chica letal y peligrosa de la cual cualquier piloto cuerdo de alejaría a las primeras de cambio sin decir una sola palabra.
Lastimosamente, yo nunca me había caracterizado mucho por mi cordura, en especial el día de hoy.
Abrí la boca con toda la intención de responder la pregunta de la chica con una réplica mordaz y grosera que, muy seguramente, se encargaría de destrozar aún más mi carrera, pero, antes de que una sola palabra pudiera salir de mis labios la mano de una persona cerrándose con fuerza en torno a mi muñeca izquierda me interrumpió por completo provocando que mis ojos se abrieran con ligereza debido a la inesperada sorpresa mientras volvía la cabeza hacia atrás para descubrir quien había sido la persona que se encontraba agarrándome de la muñeca, la sorpresa en mi rostro se hizo aún mayor cuando mis ojos se encontraron con la verdosa mirada de Lando cuyo rostro se encontraba esbozando aquella estúpida mueca de arrogante provocación que siempre había conseguido fastidiarme más allá de lo imaginable.
—Ni se te ocurra —murmuró con su tono de voz bajo y afilado como una cuchilla letal escondida bajo su encantadora y arrogante sonrisa—. Ya hiciste demasiadas estupideces hoy, ¿no crees?
Me quedé por completo estático en mi lugar debido a la sorpresa que me provocaba el hecho de que este maldito imbécil tuviera la audacia necesaria para tocarme después de todos y cada uno de los problemas que me había ocasionando el día de hoy... el espacio que discurría entre ambos estaba por completo cargado de una eléctrica y pesada tensión qué crepitaba con alarmante intensidad en la cual las palabras no eran necesarias para comunicar todo el odio y el desprecio qué mutuamente nos profesábamos. En el fondo los malditos periodistas seguían gritando preguntas, pero en este momento verdaderamente no me interesaban.
—No me toques —prácticamente le escupí, moviendo mi mano con fuerza para hacer que el piloto inglés me soltará... no podía creer que me hubiera tocado, verdaderamente me moría de ganas por darle otro maldito puñetazo aquí y ahora...
—Disculpe, perdón, permiso... —las falsamente amables y corteses palabras de Max, quien, magistralmente se abrió paso entre los periodistas hasta llegar a mí, se encargaron de cortar la creciente tensión entre Lando y yo con la facilidad con la que un cuchillo cortaría la mantequilla—. Vamos, Enzo, no hagas ninguna otra estupidez —el mayor me dijo mientras, ignorando la presencia de Lando y de Ophelia deslizaba uno de sus brazos por mis hombros para luego caminar en dirección al Motorhome⁵ de Red Bull donde estaríamos por completo a salvo de la atención innecesaria de acosadores periodistas y arrogantes y molestos pilotos.
—Maldita sea, nunca me había dado cuenta de lo mucho que odias a Norris —Max me dijo mientras llegábamos al Motorhome de Red Bull, dejando atrás a todo aquel que pudiera molestarnos.
—En serio creo que podría destrozarle la cara a ese maldito twink una y otra vez —le dije con un suspiro escapando de mis labios y llevándose consigo toda la tensión y el enojo que habían estado acumulándose en el centro de mi pecho desde el preciso instante en el que Lando me había sacado de la pista.
—Es mejor que arreglen sus asuntos en la pista —Max dijo con una risa divertida escapando de sus labios—. Solo que, si se te ocurre la maravillosa idea de matarlo en medio de una carrera, asegúrate que sea para quitarlo de mi camino.
—Al menos en una carrera parecerá un accidente —dije con una sonrisa divertida y encantadora—. Como sea, déjenos de hablar de ese maldito imbécil de una vez por todas y centrémonos en lo que importa: necesito salir de este maldito lugar para poder emborracharme con una gran cantidad de alcohol...
—Lorenzo... —inicio Max con un tono de voz ligeramente reprobatorio que me hizo fruncir el ceño y resoplar por completo fastidiado.
—Por favor Max —interrumpí sus palabras con mi suplica—. Fue un día de mierda, además podemos aprovechar para celebrar tu victoria.
El holandés entrecerró sus azulados orbes y pareció meditar todas y cada una de mis palabras—. ¿Me prometes que esta vez te comportarás y no harás nada estúpido?
—¡Promesa de scout! —le dije alegremente llevando mi mano libre a mi frente en la sardónica imitación de un saludo militar que hizo que el rubio colocará los ojos en blanco y riera mientras negaba con la cabeza.
—Voy a arrepentirme de esto, ¿no es así?
—Pero que desconfiado eres, mio amico
El bar era un caleidoscopio de luces muy brillantes y sonidos muy fuertes, para mí todo era un torbellino muy confuso qué giraba a velocidades verdaderamente alarmantes. Estaba muy, muy borracho, cada vez que movía la cabeza a un lado, el mundo parecía tardar unos cuantos segundos en seguir la dirección de mi mirada, como si estuviera atrapado en una especie de realidad que avanzaba en cámara lenta. Las palabras de la chica rubia frente a mí llegaban hasta mis oídos como amortiguadas por un vidrio o como si mi cabeza se encontrara bajo el agua.
Estaba apoyado torpemente contra la barra, jugueteando con una botella medio vacía de vodka y mi mente iba demasiado lenta, doblándose sobre si misma demasiadas veces como para ser capaz de seguir el ritmo de la conversación con la bonita rubia frente a mí, a penas si era capaz de sentir el suelo bajo mis pies, mucho menos seguir el rumbo de la conversación.
—¿De verdad eres piloto? —cuestionó la rubia dando un paso más en mi dirección—. Eso suena increíble.
—El mejor —respondí arrastrando bastante una palabra tras la otra mientras levantaba la botella como si fuera un trofeo—. Bueno... excepto hoy. Hoy fue una mierda. Pero, ¿sabes que? Mañana, bam, regreso triunfal.
Ella rio ligeramente incomoda aunque, muy honestamente yo no era capaz de percibir aquella incomodidad, y si lo hacía, verdaderamente no me importaba, ahora mismo absolutamente nada me importaba, mi mente estaba en blanco y esa era justo la sensación que había estado buscando, justo la sensación que tanto había extrañado.
—Hey Lorenzo, ¿te diviertes ahogando tus penas en alcohol como si fueras un novato? —la molesta y familiar voz de Lando Norris resonó a mis espaldas provocando que un tenue ramalazo de sorpresa amortiguado por todo el alcohol que había consumido me recorriera de pies a cabeza mientras volvía mi cabeza hacia atrás con calculada lentitud para posar mi mirada en su rostro.
—¿Qué haces aquí? —la sorpresa que me había provocado su repentina aparición en perfecta combinación con lo borracho que estaba provocó que mis palabras se vieran atravesadas con tenues vestigios de italiano mientras me tambaleaba sobre mis inestables pies.
—Lo mismo que tú, al parecer —el más bajo respondió mientras su mirada se posaba en la botella de vodka medio vacía que se balanceada en mi mano—. Bueno, no exactamente lo mismo que tú —mis ojos, a su vez, se posaron en el vaso medio vacío de cerveza que sostenía en su diestra, así que él también estaba borracho, bueno, eso explicaba porque estaba siendo menos insoportable que de costumbre, parecía que el alcohol era capaz de aplacar la peor parte de su carácter arrogante y eso estaba bien porque en mi estado actual no creía ser capaz de lidiar con Lando Norris en su estado más puro.
—¿Quién carajo eres tú? —espetó la chica rubia de cuya existencia, momentáneamente me había olvidado—. Vete a la mierda, estamos tratando de tener una conversación.
—Yo no llamaría a eso conversación —Lando le respondió a la chica con su típica mueca de molesta arrogancia siendo esbozada por las facciones de su rostro.
—¿Te molesta? Estamos ocupados —la chica dijo con un tono de voz por completo ácido y groseros.
—Realmente no me molesta, pero ciertamente es divertido tratar de adivinar cual de ustedes dos resulta más patético —le respondió Lando y yo estaba tan jodidamente borracho y mareado que ni una sola respuesta ingeniosa se atrevía a cruzar por el centro de mi mente.
—Eres un imbécil —fue todo lo que dijo la chica antes de colocarse de pie y marcharse, sus tacones resonando en el suelo mientras se perdía entre la multitud que se agrupaba en el centro del bar.
—Genial, ¿estas feliz ahora, Norris? —le pregunte señalándolo con la botella medio vacía que se tambaleaba peligrosamente en mi mano. Sentía la lengua pesada y adormilada pero estaba seguro de la molestia se podía traslucir en mis palabras—. Acabas de arruinar lo único decente que había conseguido hacer esta noche.
Lando sonrió por completo satisfecho y le dio un lento trago a la cerveza que se agitaba en su propio vaso—. Vamos, ni siquiera serias capaz de acordarte de su nombre en la mañana.
Suspire con fuerza y deje caer la botella sobre la barra con más fuerza de la necesaria debido a los descoordinados que estaban mis movimientos—. ¿Qué es lo que quieres exactamente? —gruñí y con torpeza me apoye en la barra para no perder el equilibrio—. ¿Solo viniste a fastidiarme?
El piloto de McLaren se encogió de hombros con un gesto despreocupado y un movimiento ligeramente lento y embotado—. Fastidiarte siempre es un plus, Lorenzo.
Una risa se escapo de mis labios—. Fastidiarme —repetí la palabra y me tambalee ligeramente en mi lugar—. ¿Es por eso que no me has dejado en paz desde que puse un pie en el Paddock?
—Algo así.
—Mira, misión cumplida. Me fastidiaste, ahora vete antes de que te de una paliza como la última maldita vez.
Su sonrisa se hizo más amplia, como si yo acabará de soltarle el mejor y las divertido chiste del mundo. Él dio un paso más en mi dirección, dejando de lado su vaso de cerveza—. Todo contigo siempre se reduce a eso, ¿no es así, salvaje? Peleas y amenazas, amenazas y peleas.
Intente girarme hacia él con la intención de responderle pero el suelo pareció estar aún más inestable bajo mis pies, el peso de mi cuerpo llevándome hacia un lado amenazó con hacerme caer al suelo de forma patética y vergonzoso... en un segundo, el firme agarre de Lando en mi cintura me sostuvo en mi lugar con la fuerza suficiente para evitar que cayera al suelo. El calor de sus manos atravesó la delgada tela de mi camisa, irónicamente provocando que un fuerte escalofrío envolviera mi columna y explotara en mi mente, haciendo mierda el pobre balance que era mantenido por mis embotados y ebrios pensamientos.
—Vaya, tranquilo —dijo Lando con la burla y la diversión destilando del tono de su voz—. No hace falta que caigas al suelo para llamar mi atención.
Mi corazón dio un vuelco, saltándose varios latidos en su marcha y con embotada lentitud pase saliva, aquellas palabras consiguieron golpearme con más fuerza que cualquier insulto qué el castaño me hubiese lanzado con anterioridad.
—Suéltame —me las arreglé para decir en mi de mi adormilado estado de cálido sopor—. No necesito ayuda, mucho menos tuya.
—¿Ah no? Porque parece que tus pies opinan algo diferente —replicó con una sonrisa mientras mantenía su firme agarre en mi cintura.
Sus ojos verdes se posaron en los míos y por un segundo todas las palabras parecieron morir y dejar de existir entre ambos. Yo era unos cuantos centímetros más altos qué Lando y él tenia que echar la cabeza ligeramente hacia atrás para sostenerme la mirada y eso provocaba que la escasa iluminación del bar hiciera destacar sus facciones, mis ojos viéndose atraídos a la pequeña venda que tenia en el puente de la nariz.
—Siempre tienes que aparecer y joderlo todo —finalmente fui capaz de hablar tratando de apartarme de él, pero estaba tan ebrio y desorientado que mis pies se negaban a responder.
—Un gracias nunca esta de más, Lorenzo —dijo inclinándose ligeramente hacia adelante, su voz convertida en un suave y divertido susurro, su aliento estaba cargado con el amargo regusto de la cerveza que había estado tomando consiguiendo embotar aún más mis sentidos.
—Suéltame, Norris —insistí una vez más mientras un extraño temblor me recorría de pies a cabeza.
—Eres un jodido desastre —Lando dijo con un suspiro escapando de sus labios mientras ladeaba la cabeza hacia la izquierda permitiéndome observarlo mejor provocando que cada latido de mi desbocado corazón fuera más desbocado que el anterior.
—No exageres, estoy perfectamente bien —dije y, nuevamente traté de apartarme de él, mis pies trastabillando de forma patética y enredándose entre si ocasionando que tuviera que recargar el entero peso de mi cuerpo contra el suyo con torpe fuerza provocando que ambos casi cayéramos al suelo.
—Quédate quieto de una vez, ¿quieres? —Lando gruñó con evidente fastidio, su agarre en mi cintura haciéndose aún más firme mientras nuestros cuerpos se acercaban aún más de tal forma que yo era perfectamente capaz de sentir el calor que irradiaba su entera anatomía y percibir el olor que lo envolvía: una perfecta y embriagante mezcla de sudor, cerveza y colonia—. Vamos, te llevo de vuelta al hotel.
Mis ojos se abrieron de forma casi desorbitada y la sorpresa me recorrió como un escalofrió en segundo plano cuando conseguí procesar a la perfección el contenido de sus palabras.
—No necesito que me lleves a ninguna parte —proteste aun cuando sabia que, sin la ayuda del castaño, en este preciso instante mi cuerpo estaría tirado en el suelo de este bar hacia ya mucho tiempo.
—Deja de llevarme la contraria al menos una vez en tu vida —Norris dijo mientras envolvía uno de sus brazos en torno a mi cintura y con la misma firmeza qué había caracterizado su agarre anterior me arrastraba hacia las afueras del bar con sorprendente facilidad.
El gélido aire nocturno me golpeó en el rostro tan pronto como salimos del bar, agitando los zarcillos más largos de mi cabello negro y llenando mis pulmones durante el tiempo suficiente para que la profunda sensación de mareo que se agitaba en el centro de mi pecho se disipara... por unos cuantos segundos antes de volver a abatirse sobre mí con renovada fuerza mientras caminábamos por las calles de la ciudad, bueno, realmente era Lando quien caminaba, yo me encontraba tambaleándome a su lado con mis pies arrastrándose al tiempo que él me mantenía todo lo erguido posible con su brazo firmemente envuelto en torno a mi cintura.
—No puedo creer que este haciendo esto —murmuró él piloto inglés, su tono de voz cargado a partes iguales con la burla y la exasperación mientras me arrastraba por las calles.
—Yo no te lo pedí —masculle—. Además, estoy confundido, creí que me odiabas, Norris…
Sus pasos se detuvieron por un instante, su cuerpo tensándose ligeramente antes de que una risa baja escapara de sus labios al mismo tiempo que retomaba el ritmo:—. Oh, te odio. Créeme que de verdad te odio, Borja.
—Pues no lo parece —le dije al tiempo que tropezaba con mis propios pies, mi zurda se extendió en el aire y busco un punto de apoyo que encontró en la pared del edificio que se alzaba junto a mí.
—Deberías dejar de hablar y preocuparte por caminar derecho —él se burló de mí una vez más, y antes de que yo pudiera pensar en responderle, o moverme de mi posición, sentí como su mano se cerraba en torno a uno de mis hombros para luego, con un movimiento decidido, empujarme de forma total contra la pared a mis espaldas provocando que un jadeo de absoluta sorpresa se escapase de mis labios mientras mis ojos se encontraban con los suyos tan cerca que su aliento cargado con el penetrante olor de la cerveza que corría por su organismo me golpeaba directo en el rostro al mismo tiempo que su anatomía se presionaba firmemente contra la mía provocando que todas y cada una de las terminaciones nerviosas de mi cuerpo echaran chispas ante el intimo contacto.
—¿Qué demonios haces —cuestione con mi voz convertida en un inseguro susurro atravesada más que de costumbre por mi acento, que, por lo general no era tan marcado.
—Disfrutando de la vista, ¿Qué no es obvio? —Lando respondió con una sonrisa burlesca siendo esbozada por sus labios de una forma, que por alguna extraña razón, consiguió que el aliento se estancara en mis pulmones por unos cuantos segundos, su cálido aliento cargado de alcohol me rozo la mejilla cuando él se inclino aún más hacia adelante, a esta distancia yo podía apreciar a la perfección lo borracho que estaba, no tanto como yo, pero más allá del límite razonable.
—¿Ah, si? ¿Te gusta lo que ves? —respondí arrastrando las palabras dejando ver lo que borracho que estaba mientras yo mismo me inclinaba hacía adelante sin que me importará ni en lo más mínimo que el espacio que discurría entre ambos fuera prácticamente inexistente.
—Mucho más de lo que debería —respondió el castaño mientras su agarre en mi cintura se hacía ligeramente más fuerte mientras la sonrisa que esbozaba sus labios se volvía ligeramente más peligrosa.
—¿Entonces cual es el problema? —murmure mientras deslizaba mi lengua por mi labio inferior. No sabía que estaba pasando o que estaba haciendo, mi mente era un caos muy ruidoso, y yo, tan embotado como estaba por el alcohol que había consumido no era capaz de atisbar ni un solo pensamiento que no estuviera atravesado con la nerviosa tensión que crepitaba entre el piloto inglés y yo.
—El problema es que mañana no recordarás nada de esto, y no tengo ni el más mínimo interés en ser uno de tus arrepentimientos matutinos —Lando respondió mientras apoyaba una de sus manos en la pared, justo junto a mí cabeza, acercándose aún más a mí.
—Tú tampoco te vas a acordar de gran cosa mañana.
—Oh, cállate, bastardo.
La última palabra salió de sus labios y fue entonces cuando algo dentro del interior de mi convulsa mente exploto. Estaba seguro de que había sido a causa del alcohol, o tal vez la eléctrica tensión qué había crepitado entre nosotros toda el maldito día, pero, antes de que yo pudiera pensarlo dos veces, yo elimine el poco espacio que discurría entre ambos, presionando mis labios contra los suyos en un beso salvaje, desordenado y con sabor alcohol por todas partes.
El mundo entero se detuvo sobre su eje, todo, absolutamente todo desapareció, el gélido aire de la noche y el zumbido de las lámparas de la calle, todo desapareció mientras mis labios se posaban sobre los de Lando, su cuerpo se tenso con ligereza al principio, pero no hizo ningún intento por apartarme. Y, entonces, todo explotó, una de sus manos se apartó de mi cintura para hundirse en los zarcillos más largos de mi cabello negro, tirando ligeramente de ellos mientras su anatomía se empujaba aún más contra la mía, presionándome contra la pared al tiempo que su boca de movía sobre la mía con desesperada agresividad. El beso rápidamente se convirtió en un juego de control, como todo lo que siempre tenia que ver con nosotros, el sabor a alcohol impregnaba todo, una mezcla de cerveza, vodka y decisiones impulsivas mientras su cálida boca se movía contra la mía en busca de un control del beso que yo, fácilmente le deje tener debido a la forma en la que mi cabeza daba vueltas al sentir el agarre de sus largos dedos en medio de las hebras de mi cabello y como su diestra que se encontraba agarrándome de la cintura, se deslizó con suave delicadeza bajo la tela de mi camisa provocando que una fuerte corriente eléctrica crispará todas y cada una de las terminaciones nerviosas de mi cuerpo provocando que un jadeo se escapara de mis labios en medio de un beso y el siguiente, una de mis manos deslizándose en medio de los rizados cabellos del piloto inglés, disfrutando de su tacto al tiempo que los dedos de su diestra se aferraban a la cinturilla de mis vaqueros.
Miles de preguntas volaban en el convulso caos de mi mente, pero se desvanecían antes de que siquiera pudiera pensar en contemplarla, porque lo único en lo que yo podía enfocarme justo ahora era en Lando y en la forma en la que sus labios se movían contra los míos, la sensación de sus dedos sobre la sensible piel de abdomen y de su cabello bajo mi mano, el sabor del alcohol en todas partes y el desbocado rugir de mi corazón que no dejaba espacio libre para un solo pensamiento racional.
Su boca se apartó de la mía tan solo para deslizarse por la sensible piel de mi cuello y los dedos de mi mano libre se aferraron al tejido de su camisa intentando buscar un punto de apoyo en medio del tambaleante torbellino de emociones que se abatía en mi interior mientras sus propios dedos tiraban de los zarcillos de mi cabello, echando mi cabeza hacia atrás con una desesperada brusquedad qué solo podía equipararse a la forma en la que si boca se deslizaba sobre mi cuello.
—Tan agresivo cono de costumbre —dije con mi voz convertida en un trémulo y entrecortado jadeo ante la sensación de la punta de sus dientes deslizándose sobre mi piel, dejando tenues marcas a las que yo tendría que encontrarles una explicación después cuando la sobriedad fuera un concepto que pudiera entender.
—Y tú siempre te quejas, bastardo —Lando gruñó con sus labios moviéndose contra piel de mi cuello con cada una de sus palabra al tiempo que su mano derecha se encargaba de desabrochar mis pantalones con sorprendente habilidad.
Una sonrisa socarrona y perezosa elevó las comisuras de mis labios antes de que volviera a inclinarme hacia adelante para unir nuestros labios en un nuevo beso que fui incluso más feral y primigenio que el anterior, los movimientos de nuestros labios eran cada vez más frenético y desesperados, buscando borrar cualquier pensamiento racional de nuestras mentes mientras su mano se deslizaba bajo la estorbosa tela de mis vaqueros y mis dedos se enredaba en los perfectos rizos de su cabello, sin nada que pudiera importar con una clara excepción del desastre que estábamos hecho ambos en ese precios instante con cada segundo que pasaba, cada uno más eterno y cargado de crepitante electricidad que el anterior.
—¡Mierda! Okay… la verdad es que no estoy así de borracho —la súbita, y por supuesto, inesperada aparición de Max no solo interrumpió todo con violenta brusquedad sino que provocó que Lando se apartará de mí como si de repente el más mínimo contacto con mi cuerpo le hubiera escocido. El piloto inglés dio varios pasos hacia atrás, tropezando con sus propios pies en medio de su embotada sorpresa, cayendo al suelo con una expresión confundida y altamente fastidiada siendo esbozada por las facciones de su rostro—. ¿Esto es… en serio? ¿Ustedes dos… estaban…?
Cerré los ojos fuerza y de forma ligera golpeé mi cabeza con la pared a mis espaldas, un suspiro escapando de mis labios mientras volvía a tener conciencia de lo jodido que estaba, en menos de veinticuatro horas, y… nuevamente por culpa de Lando Norris.
𓈒 𓇼 ACLARACIONES:
¹ FIA: La FIA (Federación Internacional del Automóvil) es el organismo rector mundial del automovilismo y la movilidad. Regula competiciones como la Fórmula 1 y promueve la seguridad vial y la innovación en el transporte.
² Paddock: El paddock es la zona exclusiva detrás de los boxes en las competiciones de automovilismo, donde se ubican los equipos, pilotos, mecánicos y sus instalaciones. Es el centro de operaciones durante un Grand Prix.
³ Comisarios de la FIA: Los comisarios de la FIA son oficiales encargados de supervisar el cumplimiento de las reglas durante una carrera. Evalúan incidentes, aplican sanciones y garantizan la seguridad en la pista.
⁴ Superlicencia: La superlicencia es el permiso que otorga la FIA a los pilotos para competir en la Fórmula 1. Requiere experiencia previa, puntos acumulados en categorías menores y cumplir requisitos específicos de rendimiento y seguridad.
⁴ ¹ Puntos de sanción en la superlicencia: Los puntos de sanción en la superlicencia son penalizaciones que la FIA impone a los pilotos por conductas peligrosas o infracciones graves durante un Gran Premio. Si un piloto acumula 12 puntos en un período de 12 meses, queda suspendido por una carrera.
⁵ Motorhome: El motorhome es una estructura móvil utilizada por los equipos de Fórmula 1 como oficina, comedor y área de descanso durante los fines de semana de carrera. Es su base de operaciones en el paddock.
Y esas son todas las de este cap 🤓☝🏻
Notas de la autora:
Holi 😶🌫️ me demore un poco con este cap porque la verdad me salio mucho más largo de lo que esperaba ya que quería abarcar bastantes cosas.
Oigan, algo que si quería aclarar porque no quiero que me funen, es más que obvio que el consentimiento de una persona ebria esta viciado y que no estoy para nada de acuerdo con la idea de sacar provecho de una persona en este estado, recuerden que esto es FICCIÓN.
Ahora si, espero que les gustará este capítulo, acepto todo tipo de sugerencias, críticas y/o transferencias (jk) y si les gusto me ayudarían mucho con su voto.
Otra vez, si los guiones están cortos, finjan demencia jeje.
Sin más que decir nos vemos en el siguiente cap. 😶🌫️🏎
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