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ᴵ'ᵐ ⁿᵒᵗ ᵒᵏᵃʸ ᴮᵘᵗ ᴵ ᶜᵃⁿ ᵗʳʸ ᵐʸ ᵇᵉˢᵗ ᵗᵒ ʲᵘˢᵗ ᵖʳᵉᵗᵉⁿᵈ


III: El escándalo...

⚠︎ TW! : Homofobia, uso de términos despectivos⚠

Lorenzo:

La pared a mis espaldas estaba muy fría, gélida, para ser mucho más precisos y el brusco contraste que aquello generaba con la alta temperatura corporal qué se encontraba embargando hasta el más pequeño ápice de mi entera anatomía era lo suficientemente abrupto para provocar que mi mente, ya demasiado embotada por la perfecta y peligrosa mezcla del abrumador peso del alcohol y el aletargado placer que mi contacto con Lando había provocado, se sintiera mil veces más caótica y convulsa ocasionando que, muy a duras penas, yo fuera capaz de registrar aquello que se encontraba aconteciendo a mi alrededor en estos precisos instantes. Todo parecía una escena mal editada con los colores demasiado brillantes y demasiado borrosos para ser considerados reales y los sonidos demasiado lejanos y amortiguados como para que el primer plano de mi aletargada mente pudiera conocerles la verdadera importancia que se merecían en medio de la actual situación.

El mundo giraba a mi alrededor demasiado rápido… o tal vez era yo quien se estaba moviendo, verdaderamente, en mi actual situación, con todo el alcohol que corría por mis venas y pesaba sobre mí semblante, yo no tenía forma alguno de saberlo, lo único que sabía era que, desesperadamente, quería que este momento terminará de una vez por todas.

—¿Se puede saber que mierda estaban haciendo? —Max cuestionó, su rostro, también ligeramente ebrio, era la mezcla perfecta entre la confusión y el enojo, o al menos eso era lo que le parecía a mí en mi tambaleante posición contra la pared.

—Esto… esto no es lo que parece —balbucee con mi lengua sintiéndose demasiado pesada para que yo fuera capaz de proferir una frase coherente sin arrastrar cada una de las palabras con evidente esfuerzo.

Lando, quien continuaba sentado en el suelo de la calle, dejo que un suspiro exasperado se escapara de sus labios mientras usaba una de sus manos para peinar los rizados zarcillos de su cabello qué habían quedado por completo revueltos después de nuestras más recientes actividades.

—Por supuesto que lo es —dijo el piloto de McLaren sin siquiera molestarse en disimular la sonrisa burlesca que sus labios se encontraban esbozando—. Pero tranquilo, Max todavía esta procesándolo.

—¡Lando, cállate! —Max le espeto al otro chico con un tono de voz que dejaba ver que estaba a tan solo unos cuantos instantes de perder la paciencia por completo—. ¡Tú no tienes derecho a decir ni una sola palabra!

Lando se encogió de hombros con un movimiento desinteresado e indiferente para luego colocarse de pie, sacudiéndose el polvo de los pantalones—. Relájate, Verstappen, no es el fin del mundo.

—¡Claro que lo es! —fue lo último que Max le dijo antes de volverse hacia mí para posar su mirada y su entera atención en mi patética, y ciertamente muy ebria, figura—. ¡Y tú, como siempre estas tan jodidamente borracho que no eres capaz de darte cuenta del problema en el que estás metido!

Fruncí el ceño debido a la forma en la que las atronadoras palabras de Max ocasionaron que mi cabeza palpitará con dolorosa intensidad, añadiéndole más suplicio a mi inexorable miseria—. Max tranquilo, en serio, no es tan grave —balbuceé con mi voz sonando incluso mucho más pastosa que antes.

—¿¡No es tan grave!? —espetó el holandés dando unos cuantos pasos más en mi dirección—. ¡Golpeaste a este imbécil en el podio hace unas cuantas horas, y ahora… ahora están aquí… aquí haciendo esto!

—Bueno, la tensión tenia que ser resuelta de alguna forma, ¿no es así? —Lando intervino una vez más mientras continuaba sacudiendose el polvo de los pantalones.

—Eres un maldito idiota arrogante, ¿lo sabias? —Max le dijo al piloto inglés con un tono de voz que dejaba ver que estaba a escasos segundos de golpear al susodicho.

—Si, ciertamente lo sé —Lando respondió esbozando una sonrisa por completo satisfecha ante el caos que había provocado en mi día entero tan solo con su mera presencia a mi alrededor.

—Ya tuve suficiente de ti, Norris —Max prácticamente gruñó antes de volverse totalmente en mi dirección, sus ojos azules resplandeciendo con una mezcla de decepción y preocupación que, rápidamente, se esparció por todas y cada una de las líneas de su rostro—. Y tú, idiota de mierda, vienes conmigo. Ahora.

Yo abrí mucho los ojos antes sus palabras, pero antes de que pudiera pensar en reaccionar de alguna forma, los dedos de Max se envolvieron en torno a mi muñeca para luego tirar de mi brazo con brusquedad y violencia provocando que mis pies trastabillaran y mi cuerpo amenazara con perder el equilibrio, recuperándolo justo en el último instante gracias al firme agarre del rubio mientras me arrastraba calle abajo.

—¡Un placer verlos a ambos, como siempre! —Lando grito a nuestras espaldas, cada una de sus palabras destilando la evidente diversión y burla que impregnaba su entero semblante.

—Cierra la maldita boca —Fue todo lo que dijo Max mientras ambos nos alejábamos de él, trazando nuestro camino a través de las calles medio vacías de la ciudad—. No puedo creerlo, Enzo, me prometiste que no harías nada estúpido —murmuró él mayor mientras sus dedos apretaban mi costado en medio de sus esfuerzos por mantener mi paso estable mientras yo trataba de caminar lo más derecho posible, fingiendo que no sentía como mi mundo entero se tambaleaba con precario equilibrio sobre una cuerda floja sobre la que mis pasos trastabillaban.

—No fue… tan malo —dije muy poco convencido, arrastrando cada una de las sílabas como si hablar me supusiera un esfuerzo sobrehumano, lo cual, era por completo verídico en las actuales circunstancias.

—¿No fue tan malo? —Max cuestionó con un resoplido exasperado—. Primero golpeaste al imbécil de Lando Norris en la cara durante un podio frente a miles de reporteros y espectadores, luego recibiste una sanción brutal que pone en riesgo no solo la temporada, sino tu entera carrera en la Fórmula 1, y aún así, aquí estas a tan solo dos pasos de caer en un coma etílico otra vez, en medio de una sesión de besos apasionados con el mismo imbécil al que le rompiste la nariz, ¿Qué parte de eso no es “tan malo”?

—Es verdad que hoy no fue mi mejor día…

—¡Lorenzo, basta! Esto va más allá de un mal día, eres un jodido desastre, y lo sabes. No hay forma de que puedas seguir así.

Aún en medio de mi profundo y alarmante estado de ebriedad actual, las reprobatorias y decepcionadas palabras de Max consiguieron hacer mella en mi ego provocando que un suspiro exasperado se escapara de mis labios—. Max, ahora no, por favor. Estoy demasiado borracho como para aguantar un sermón…

—Tú siempre estas demasiado borracho —gruñó Max provocando que una tenue risa divertida se escapara de mis labios, siendo rápidamente interrumpida y silenciada por la mirada fulminante del más alto que ocasiono qué yo colocará mis ojos en blanco en una mueca de mal contenido fastidio.

—Lo siento, ¿si? Fue tan solo una serie de eventos desafortunados por los que ya fui debidamente castigado —dije mientras continuaba arrastrando mis tambaleantes pies en un intento por seguir los pasos de Max—. No tienes que sermonearme más al respecto.

Un suspiro se escapo de los labios de Max antes de que asintiera de forma lenta y pausada—. Esta bien, no más sermones de mierda, pero tú tienes que prometerme algo y tienes que prometerlo ahora: no más metidas de pata, no más “eventos desafortunados” durante el resto de la temporada. Te guste o no, estamos en el mismo equipo y cualquier estupidez que tú hagas me afecta a mí y afecta a cada persona en el equipo.

—Nunca imagine que fueras tan sentimental, Verstappen.

—Lorenzo, estoy hablando en serio —y la inamovible expresión de su rostro junto con la resolución presente en el tono de su voz me dijo que, en efecto, el tres veces campeón del mundo estaba hablando muy en serio, y que, realmente  no estaba dispuesto a aceptar una negativa de mi parte.

—Esta bien. Lo prometo, no te daré más problemas en lo que queda de la temporada —le dije con un suspiro exhausto escapando de mis labios.

—Gracias, pero también trata de no causarte problemas a ti mismo —fue todo lo que dijo Max provocando que una risita se escapara de mis labios una vez más.

—Eso también lo prometo, y no te preocupes, créeme el día de hoy ya tuve suficientes problemas por el resto de la temporada. Se acabo para mí.

Esta vez fue la risa de Max la que se elevo en el silencio de la noche que nos envolvía en nuestro camino devuelta al hotel provocando que la crepitante tensión qué se alzaba entre ambos se disipara de forma considerable haciéndome sonreír por completo aliviado de que las cosas parecieran estar mejorando de forma progresiva después del día de mierda que había dejado atrás con todas y cada una de mis malas decisiones.

—Así me gusta. Ahora vamos al hotel antes de que consigas meterte en algún otro tipo de problema—. Dijo Max mientras continuaba arrastrándome bajo el cielo nocturno.

Un suspiro se escapo de mis labios mientras continuaba trastabillando tras las largas zancadas del mayor, mentalmente prometiéndome aquello que le había dicho a Max: no me metería en ningún problema de cualquier naturaleza por el resto de la temporada, esta noche había marcado un punto de inflexión para mí, uno que yo no pensaba desaprovechar de ninguna forma.


Al abrir los ojos la luz del sol que se filtraba a través de las cortinas mal cerradas de la habitación del hotel me golpeó con la demoledora intensidad de una avalancha, un brillo insoportable y doloroso que tan solo amplifico de forma considerable el atronador martilleo que se extendía por todo mi cráneo sin consideración ni piedad alguna. Un sabor agrio y metálico se encontraba llenando mi paladar como si hubiera pasado la noche entera masticando monedas, el corte del labio que el puñetazo de Lando me había provocado picaba y ardía con insoportable intensidad como si se tratara de una brasa al rojo vivo cuya chispa llameaba dolorosamente, la sangre se secaba sobre mi labio inferior y ensuciaba parte de mi barbilla, intensificando aquel amargo regusto que tenia en la boca.

Con un suspiro entrecortado trate de moverme de mi patética posición en la cama pero, ante el más mínimo intento de cambiar de posición, cada uno de los músculos de mi cuerpo protesto como si estuvieran siendo brutalmente desgarrados. Me mordí el labio inferior y me obligue a incorporarme aún a pesar de las protestas de mi entera anatomía, una pesada y correosa sensación de mareo instalándose en mi semblante y forzándome a cerrar los ojos mientras el mundo a mi alrededor giraba con más rapidez de la normal ocasionando que yo hiciera acopio de todas y cada una de mis fuerzas para obligarme a no vomitar ante las enérgicas protestas de mi estómago.

Cuando finalmente conseguí abrir los ojos sin que la amenaza de las náuseas pendiera sobre mi cabeza, y volví la cabeza hacia la izquierda pude ver que sobre la mesita de noche de la habitación habían dos cosas que tenían la firma de Max por todas partes: una botella de agua y una cajetilla de analgésicos, tal y como era costumbre siempre que el holandés tenia la mala suerte de tener que lidiar con las consecuencias de mi resaca, una costumbre demasiado arraigada en la dinámica de nuestra amistad como para que yo pudiera siquiera pensar en sentirme avergonzado por ser una molestia para mi compañero de equipo, es decir, estaba más que claro que yo si que era una molestia de la peor calaña, pero era una molestia a la que Max estaba más que habituado.

Otro suspiro entrecortado se escapo de mis labios mientras usaba una de mis manos ligeramente temblorosas para tomar los analgésicos y llevarlos a mi boca, usando un largo y profundo sorbo de agua para tragarlos, la fría y reconfortante sensación del agua en mi adolorida y seca garganta me ayudo, parcialmente, a despejar el aletargado caos que se encontraba imperando en el interior de mi mente, permitiéndome dilucidar tenues y brillantes fragmentos de las imágenes que componían los recuerdos de la noche anterior, deslizándose por mi embotada mente sin orden ni concreto, trayendo consigo todo tipo de sensaciones que no eran muy bienvenidas en mi caótico interior justo ahora, pero, de las que no me podía deshacer de forma alguna: la musical risa de Lando volando en mis oídos, la caliente sensación de su cuerpo presionándose contra el mío, el embriagador tacto de sus labios provocando que mi corazón se acelerara tan solo con el vago fantasma del recuerdo.

El repentino sonido de la puerta de la habitación siendo abierta con brusquedad me arranco con brusquedad de mis pensamientos ocasionando que yo levantará la vista para encontrarme con la familiar figura de Max entrando a la habitación sosteniendo un vaso de café en una de sus manos mientras revisaba alguna cosa en la pantalla de su teléfono antes de que su mirada y entera atención recayeran en mi patética figura sobre la cama, una sonrisa de sardónica diversión elevando las comisuras de sus labios mientras guardaba su teléfono y negaba con la cabeza.

—Hasta que por fin despiertas, en serio pensé que iba a necesitar un desfibrilador para despertarte —dijo el rubio a modo de saludo.

Un gruñido áspero se escapo de mis labios y mi cabeza volvió a palpitar en una desgarradora y eléctrica punzada de dolor—. ¿Qué tan mal estuve?

—Eso depende de como quieras definirlo —Max dijo mientras se recargaba contra una de las paredes de la habitación—. Por un lado tenemos el lamentable desastre ebrio en el que te conviertes cada vez que estas cerca de una gota de alcohol, aunque estoy seguro de que ya estas acostumbrado a eso —una burlesca risa se escapo de los labios del otro piloto en medio de sus palabras—. Y por el otro lado tenemos el hecho de que te besaste con nadie más y nadie menos que con Lando Norris en un callejón…

La vergüenza se extendió por mi entero semblante como la pólvora provocando que mi rostro se sonrojara furiosamente mientras me mordía el labio lastimado buscando que las tenues punzadas de dolor me ayudarán a disipar la pena que sentía por mí mismo en todos y cada uno de los sentidos. Y, cuando aquello no fue suficiente para despejar mi mente, apoye mi cabeza entre mis manos dejando que el peso del mundo y mis errores cayera sobre mí hasta aplastarme con el eco de mis errores de la noche anterior y el difuso recuerdo de la voz de Lando, mezclándose con la resaca que amenazaba con destruirme, convirtiéndose en un castigo doblemente infernal.

—¿Qué demonios estabas pensando anoche? —la reprobatoria voz de Max me saco de mi trance de miseria y auto desprecio.

Levante la cabeza y pose mi mirada en sus inquisitivos ojos azules que no dejaban de juzgarme—. No estaba pensando.

—Eso es obvio, Enzo. Tú nunca piensas —su tono de voz fue tan incisivo como las punzadas que destrozaban mi cráneo de adentro hacia afuera.

Antes de que yo siquiera pudiera pensar en responderle de alguna forma, ambos fuimos interrumpido por la vibración simultánea de nuestros teléfonos. Max tenía el suyo en su diestra así que fue el primero en desbloquearlo y observar la pantalla con una expresión que pasó rápidamente de la curiosidad a la incredulidad hasta terminar esbozando una mueca de alfombra qué se parecía mucho a la diversión.

—Oh, mierda —Max dijo al tiempo que se mordía el labio inferior tratando de contener la risa que amenazaba con brotar de sus labios debido a lo que sea que estuviera viendo en su teléfono—. Esa mujer es una amenaza.

—¿Qué sucede? —me apresure a preguntar, aún a pesar de lo que embotado que me encontraba podía saber que lo que sea que estuviera sucediendo no podía ser nada bueno.

Max no respondió, en su lugar dio unos cuantos pasos en mi dirección y luego volvió su teléfono para enseñarme la imagen en su pantalla, mis ojos tardaron un segundo en enfocarse con claridad pero cuando consiguieron hacerlo mi entero corazón se detuvo por completo. Allí estaba justo frente a mí: una foto borrosa pero inconfundible que nos mostraban a Lando y a mí besándonos contra la pared de aquel callejón, muestras facciones eran dolorosamente claras y el título del artículo no ayudaba: "La tensión más explosiva de la Fórmula 1, Norris y Borja: ¿enemigos… o algo más?" Y el nombre de la periodista detrás de aquellas palabras me dijo todo lo demás que necesitaba saber: Ophelia Vivienne.

—Maldita… mierda —mi voz se había convertido en un murmullo ahogado por la mezcla de la incredulidad y el ligero pánico que sentía aleteando en el centro de mi pecho justo ahora.

Max no se hizo esperar, con un tono de voz cargado de teatralidad comenzó a leer los comentarios en voz alta con el único propósito de atormentarme—: “Siempre lo supe.” “Esto explica muy bien porque siempre están peleando.” Y, personalmente mi favorito: “Ya era hora, llevo esperando esto desde el inicio de temporada.”

Fruncí el ceño y me incline hacia adelante para tratar de quitarle el teléfono, pero él lo levantó fuera de mi alcance justo al mismo tiempo que el mío comenzaba a sonar con todo un aluvión de mensajes y notificaciones. Mi corazón estaba tan desbocado que sentía que estaba a punto de saltar directo de mi pecho como ni siquiera lo hacia en la carreras provocando que el mareo y la resaca se mezclaran con la ansiedad que se agitaba en mi interior.

El silencio de la habitación ocasionalmente rotó por las risas burlesca de Max de vez en cuando se veía interrumpido por el torrente sin fin de las notificaciones en mi teléfono que yo me esforzaba por ignorar con todas y cada una de mis fuerzas aún a pesar de que cada mínimo sonido y vibración era como un martillazo cada vez más profundo en la base de mi cráneo, que tan solo aumento su intensidad en el instante en el que Max tomó mi teléfono para observar la pantalla.

—Oh, mierda. Es Horner —Max informó con un tono de voz que era la mezcla perfecta entre gravedad y burlesca diversión. Sus palabras provocaron que un eléctrico y gélido escalofrió me recorriera de pies a cabeza.

—Esto no puede ser cierto —murmure mientras escondía mi rostro en mis manos, buscando desaparecer. Yo debía haberme quedado en la Fórmula 2¹, y nada de esto estaría pasando—. ¿Crees que ya lo sepa?

—¡Por supuesto que si! —respondió el rubio mientras me tendía mi teléfono el cual yo contemple como si se tratara de un arma cargada—. Seguramente ahora está decidiendo entre despedirte o asesinarte.

Mi corazón dio otro violento vuelco mientras tomaba mi teléfono de sus manos y después de un profundo suspiro contestaba la insistente llamada de Christian, llevando mi teléfono a mi odio con extrema cautela.

—¿¡Qué demonios estabas pensando, Lorenzo!? —la voz de Horner exploto justo en mi oído al otro lado de la línea antes de que yo siquiera pudiera pensar en saludarlo. El atronador tono de sus palabras provocando que mi cabeza amenazara seriamente con explotar debido al palpitante dolor.

—Yo… —me pase la mano libre por el revuelto y enmarañado cabello negro con un suspiro—… no es lo que parece.

—¿No es lo que parece? —repitió el director del equipo de Red Bull con un tono de voz tan cortante como el filo de una navaja—. Hay una foto tuya besándote con Lando Norris anoche. Explícame que parte de eso no es lo que parece.

—Fue… un malentendido… —dije al fin mientras, frente a mí, Max batallaba por no estallar en carcajadas.

—¿Qué clase de malentendido lleva a dos pilotos rivales qué, además, se golpearon en el podio de la tarde, a besarse como si estuviera en el final de una comedia romántica? —restallo el hombre haciéndome cerrar los ojos por el dolor de cabeza que me provocaba el volumen de sus palabras—. Esto no es un maldito reality show.

Me deje caer hacia atrás sobre la mullida superficie del colchón mientras sentía como cada una de sus palabras rebotaba en el interior de mi cráneo—. Lo sé, lo sé —mi voz salió quebrada y casi inaudible.

—Oh, ¿así que lo sabes? ¿Supongo entonces que también sabes cuantas llamadas he recibido esta mañana? Patrocinadores, periodistas, incluso tu madre…

Abrí los ojos de golpe, una punzada de algo pareció al pánico deteniendo mi corazón—. ¿Mi madre? —no había sabido nada de ella desde que había entrado a la Fórmula 2…

—¡Si, tu madre! —resoplo como si no pudiera creer que estuviera sorprendido, pero vaya que lo estaba, hacía años que no hablaba con mi madre…—. Y no voy a repetir lo que me dijo por respeto a ti, aunque esta claro que no te mereces ese respeto.

Ouch.

—Escúchame, Lorenzo —su tono de voz cambió ligeramente, más bajo y calmado pero igual de afilado—. Acabas de convertirnos en el chiste del Paddock iniciando la temporada así que harás exactamente lo que yo te diga de ahora en adelante si quieres llegar a Suzuka. ¿Entendido?

—Si señor.

—Bien, a partir de ahora mantendrás el perfil más bajo posible, será prácticamente un fantasma. Nada de peleas, nada de entrevistas, nada de comentarios en las redes sociales —Horner enumero mientras yo sentía que mi mundo entero se tambaleaba desde sus cimientos—. Además, tienes treinta minutos para estar en el Hospitality. Y ni siquiera se te ocurra llegar tarde.

—¿Ahora? —eso era ridículo, mire la hora en la pantalla de mi teléfono, ni siquiera eran las diez de la mañana.

—¡Si, ahora! —grito con una voz que dejaba ver que no aceptaba ninguna negativa—. No me interesa si estas borracho, con resaca o lo que sea, te quiero aquí antes de la once o me encargaré de sepultar tu carrera de tal forma que siquiera te aceptarían para correr en Sauber el próximo año.

Y entonces la llamada termino sin que yo pudiera decir algo más, dejándome por completo estupefacto mientras contemplaba la pantalla de mi celular. ¿Cómo se atrevía a amenazarme de esa forma el maldito imbécil?

La risa divertida de Max rompió el tenso silencio de la habitación haciéndome fruncir el ceño—. Bueno, eso fue divertido.

—Todo esto es culpa de la maldita de tu novia —dije mientras suspiraba dramáticamente al levantarme de la cama sintiéndome como un zombie.

—Ella no es mi novia —se defendió el rubio, sabiendo a la perfección de quien estábamos hablando incluso sin mencionar su nombre.

Quería responderle, burlarme de él un poco más, pero ni siquiera podía encontrar la fuerza necesaria para hacer eso. Mi cabeza palpitaba con más fuerza que mi corazón, mi estómago se removía ante el más mínimo movimiento, la herida del labio me ardía y mi mente era un caos absoluto. La resaca, el beso, la foto, la llamada, todo. El desastre en el que mis propias acciones de mierda habían convertido mi vida en las últimas veinticuatro horas no tenía precedentes, ni siquiera para mí, y lo peor de todo el maldito asunto es que no tenía ni la más mínima idea de como iba a salir de esta situación.

El sonido de mis pasos resonaban con atronadora fuerza en el pasillo vacío del Hospitality de Red Bull mientras yo caminaba en dirección a la oficina de Horner con una botella de agua medio vacía apretada en mi diestra, sintiendo como mi mente no dejaba de dar vueltas, cada una más vertiginosa que la anterior, al tiempo que percibía como cada una de las miradas de los empleados y mecánicos presentes pesaba sobre mí como una tonelada de ladrillos oprimiendo mi pecho y cada uno de los latidos de mi corazón. Era obvio que todos sabían de sobra lo que había pasado, y que me juzgaban por eso, una parte de mí no podía culparlos, después de todo yo había provocado todo un escándalo mediático en menos de un día, pero, otra parte de mí solo quería gritarles que se metieran en sus malditos asuntos de oficinistas glorificados. No tenían ningún derecho a juzgarme, ni siquiera tenían porque verme.

Suspire con fuerza mientras me detenía frente a la puerta firmemente cerrada de la oficina de Horner, apretando con fuerza la botella de agua que crujió bajo mi ansioso agarre mientras golpeaba tres veces la hueca madera.

—Adelante.

Abrí la puerta mordiendo mi labio inferior con fuerza mientras mis ojos se posaban sobre la figura de Christian de pie al otro lado de su escritorio con una expresión más que furibunda siendo esbozada por todas y cada una de las líneas de su rostro que resplandecía debido a la ira mal contenida.

—Siéntate.

Obedecí sin decir una sola palabra, dejándome caer en la silla frente al escritorio y, ni siquiera, había terminado de acomodarme con propiedad antes de que empezará con la ardua sesión que teníamos por delante:

—¿Qué demonios estabas pensando? —espetó, haciéndome una de las tantas preguntas para las que, por más que me esforzará, no tenía respuesta alguna.

—Mire, yo…

—¡No! Lorenzo, no estoy de humor para tus excusas. Primero golpeas a ese tipo en público, en un podio, nada menos, y ahora esto —estaba cansado de que todo mundo pareciera por completo empeñado en remarcar la estúpida ironía del asunto, pero, yo suponía que me lo tenia merecido—. ¿De verdad no eres capaz de ver el problema en el que estamos metidos por tu culpa?

—Fue… fue un error —balbucee con mi voz apenas más alta que un tenue murmullo.

—¡Error! —interrumpió el resto de mis palabras mientras se echaba hacia atrás en su silla con una carcajada amarga escapando de sus labios—. No me vengas con eso de los “errores”. ¿Qué clase de persona racional, aún sabiendo que todos los ojos del mundo están puestos en ella, decide besarse con un rival en público? Y no solo eso… —se detuvo como si estuviera eligiendo sus siguientes palabras con mi cuidado.

—¿Qué?

—¿De verdad tenias que ser tan evidente? —espetó, finalmente, cruzándose de brazos provocando que un fuerte y desagradable escalofrió me recorriera de pies a cabeza con una correosa familiaridad qué amenazó con hacerme vomitar.

—¿Perdón?

—Ya sabes a lo que me refiero, Lorenzo —movió su diestra en un gesto que pretendía ser vago para restar importancia al contenido de sus palabras—. Todo esto, ya sabes, tu forma de ser. Sé que siempre has querido mantenerlo en discreto, y esta bien, verdaderamente prefiero que sea así. Pero ahora, hiciste que estuviera en todas las portadas y, bueno… es algo que no nos deja en una buena posición.

Me mordí el labio inferior tratando de contener la ira mientras sentía como un desagradable sabor amargo se esparcía por mi paladar y mi respiración comenzaba a revolotear de forma agitada—. ¿Mi… mi forma de ser?

—Vamos, Lorenzo, deja de fingir —suspiro mientras todo un puñado de escalofríos envolvían y recorrían mi columna vertebral—. Sabíamos que esto podría pasar, tarde o temprano. Con ustedes siempre pasa, ya sabes. Y, una cosa es que lo sepan los chicos del equipo, no tengo problema con eso, pero, una muy diferente es que lo vean millones de personas. No estamos en un desfile del orgullo o algo así. Esto es la Fórmula 1.

Mi mano apretó la botella de plástico con tanta fuerza que su forma original de vio destruida por completo mientras una sensación, asquerosamente familiar se instalaba en mi abdomen—. ¿Y que es lo que me quiere decir? ¿Qué mi sexualidad es un problema para el equipo?

—No pongas palabras en mi boca, Lorenzo —su tono de voz era más frío ahora, casi indignado. Maldito cabrón—. Lo que estoy diciendo es que, evidentemente, la gente no está lista para esto. ¿Sabes los comentarios que hemos estado recibiendo desde que se publicó esa foto? Comentario de patrocinadores, de los medios, incluso de los otros equipos. Todos quieren saber si vamos a ser la “escudería arcoíris”.

Mis uñas se clavaron con fuerza en las palmas de mis manos mientras sentía como mi ritmo cardíaco se volvía por completo loco, quería gritarle al maldito imbécil, la idea de golpearlo incluso cruzo por el primer plano de mi mente, pero… yo sabía, por experiencia, que aquello nunca funcionaba con los tipos como él. Aquella era una lección que había aprendido de mi propio padre.

—¿Y que mierda se supone que haga? —espete entre dientes con mi acento más marcado que nunca, como siempre me pasaba cuando me sentía enojado.

—Mantente bajo control —respondió con simpleza—. Puedes seguir con lo tuyo, esta bien, pero mantengo lejos de los titulares porque la FIA ya esta vigilándote y créeme que tus derechos personales les importan una mierda —sabía que tenía razón, pero eso no hacía que las cosas fueran mejores, sino todo lo contrario—. Mira, no quiero echarte. Eres un buen piloto, tienes potencial, pero si algo como esto vuelve a ocurrir no me vas a dejar opción.

—No volverá a pasar —me apresure a asegurarle a Horner relajando el agarre qué mantenía en la botella de agua, aliviado de que esta estúpida conversación llegará a su fin…

—Hay algo más —el tono pesado de sus palabras se encargo de disipar en tan anhelado alivio que me había embargado.

—¿Qué?

—Tu servicio comunitario —suspiro y se froto las sienes como si estuviera siendo víctima de un fuerte dolor de cabeza—. Gracias a tu preciosa actuación en el podio el día de ayer la FIA determinó que empezarás con tu servicio comunitario obligatorio el día de hoy.

Mi mente se quedo en blanco por unos segundos, habían pasado tantas cosas en las últimas horas que, de alguna forma, me había olvidado de ese detalle—. Hoy… —repetí lentamente, mi cerebro resacoso tratando de procesar las palabras—. ¿Y que tiene que ver eso con…?

—Tienes que hacerlo con él —la última palabra fue proferida con una poderosa mezcla de desdén y tenue desprecio—. La FIA decidió que sería una maravillosa jugada que ustedes dos trabajarán juntos. Un mensaje de “unidad” o algo así.

Maldita sea, es que en serio parecía que todo esto era un juego cruel para ellos, para todos a mi alrededor. Maldito el día en el que había decidido tocar un Go Kart.

—Debe ser una puta broma —murmure mientras usaba mi diestra para alborotar los zarcillos de mi cabello.

—Pero no lo es —Horner se inclino hacia adelante y me miró con una condescendencia qué me hacía hervir la sangre—. ¿Sabes cual es el problema contigo? No solo eres un desastre, eres un desastre visible. Quieres que todos te vean, que todos te noten, todo siempre es un espectáculo con ustedes, ¿no es así?

—No es mi intención… —intente justificarme, pero la gélida mirada en sus ojos me mando a callar.

—No me interesan tus intenciones, Lorenzo. Lo que me interesa es que esto no vuelva a suceder, y, si das aunque sea el más mínimo indicio de este “romance” entre Norris y tú, prepárate para las consecuencias.

—¿Esto es lo que todos piensan que es? ¿Qué es un “romance”?

—No me importa lo que sea —restallo el hombre—. Pero para los ojos del mundo, tú ahora solo eres: ”El piloto gay de la F1.” “El chico problemático enamorado de su rival.”

—¿Qué quieres que haga con el servicio comunitario? —fue todo lo que dije, sabía que no tenía ningún sentido protestar o quejarme por los comentarios despectivos que el hombre había hecho sobre mi sexualidad así que decidí que haría todo lo que estuviera a mi alcance para acabar con esta conversación lo antes posible.

—Solo no beses a nadie —me dijo él con una sonrisa sin humor y un tono de voz brusco e incisivo—. ¿Soy claro?

—Si señor —fue todo lo que dije con un asentimiento.

—Ahora lárgate —espetó Horner señalando la puerta con un brusco movimiento de su barbilla—. Y no me hagas arrepentirme de no haberte despedido hoy mismo.

Sin decir una sola palabra más, me levante de la silla y salí de la habitación con la botella de agua firmemente apretada en una de mis manos, amenazando con estropearse por completo mientras mis pasos resonaban huecos y vacíos en el silencioso pasillo del Hospitality. Las duras palabras de Horner resonaban en el interior de mi mente tan mortales como disparos, insultos disfrazados de preocupación profesional, todo me resultaba demasiado familiar.

Mi cuerpo entero temblaba de pies a cabeza como si estuviera de pie en medio de una gélida ventisca en donde me encontraba por completo a solas con mis caóticos pensamientos que no dejaban de bullir con la perfecta mezcla de la ira y la vergüenza que me carcomía de adentro hacia afuera como si fuera una mala enfermedad, una que siempre volvía a pesar sobre mí sin importar cuanto tiempo pasará, porque, verdaderamente esta no era primera vez que yo me encontraba siendo víctima de comentarios de ese tipo, era algo que había pesado sobre mí desde hacía mucho tiempo, mucho antes de entrar a la Fórmula 1, porque mi padre se había encargado de eso.

Mi mandíbula se apretó con fuerza al recordar el cruel eco de sus palabras, su voz grave y cargada de juicio y desprecio.

“No sé en que falle contigo, pero esto… esto no es lo que esperaba de un hijo mío”

Había sido tan claro, tan certero y definitivo. No solo era que estuviera decepcionado de mí, sino que para él yo era una completa aberración y así me lo había hecho saber en cada oportunidad que había tenido mientras yo crecía a la sombra de su carácter explosivo y todos y cada uno de sus crueles juicios y sus gélidas miradas de desprecio. Cada vez que yo, tan solo, daba un paso de una forma en la que a él no le parecía, se encargaba de hacérmelo saber de la peor de las formas.

“Deja de comportarte como un marica.”

“Si sigues haciendo esas cosas nunca nadie podrá verte como un hombre de verdad.”

Era una infernal melodía constante qué se instalo en lo más profundo de mi psique y de la que nunca fui capaz de desprenderme de nuevo, no después de todas las cosas horribles que me había hecho…

“Si eliges ese camino, no vuelvas a esta casa.”

Ojalá me hubiera ido de esa casa cuando aquella oportunidad se me presentó tan clara y preciada… al día de hoy todavía me arrepentía y me torturaba por no haberla tomado.

Suspire de forma temblorosa y decidí detener el caótico divagar de mis pensamientos antes de que llegarán a aquellos oscuros rincones que, el paso del tiempo, me había enseñado que era mejor no explorar con demasiada frecuencia si quería mantener mi cordura intacta, y, en medio de un día de mierda como había resultado ser este que recién estaba iniciando, mantener el precario balance de mi cordura debía convertirse en mi máxima prioridad.

Me pase la diestra por el cabello, alborotándolo con fuerza. Estaba bien, yo estaba bien, esta no era la primera vez que me enfrentaba a una situación como en la que me encontraba envuelto, y, lo positivo del asunto es que yo ya no era aquel niño asustadizo de trece años que temblaba en el frío, no, ahora tenía mis propias formas de lidiar con el desprecio y los prejuicios, y planeaba encargarme de eso por mis propios medios tan pronto como fuera posible.

Pero…

Primero tenía que terminar de lidiar con la enorme amalgama de consecuencias que mis lamentables decisiones del día de ayer habían terminado por traerme. Tenía que lidiar con el maldito servicio comunitario y… con el propio Lando, quien, en si mismo, era la peor de todas y cada una de las consecuencias.

El lugar asignado para el servicio comunitario era un kartodromo² local patrocinado por la FIA como parte de un programa de participación para jóvenes pilotos que apenas se encontraban dando sus primeros pasos en el mundo del automovilismo, muchas veces con sus karts caseros, y, sin experiencia alguna.

Cuando llegue, un poco más tarde de lo que me correspondía, cortesía de la reunión con Horner, el bullicio de los niños emocionados y el entusiasmo de los técnicos realizando ajustes en los karts en garajes improvisados se encontraba llenando el entero lugar mientras las banderas con los logos de todas las escuderías ondeaban en el aire como si el verdadero Paddock se hubiera encogido justo frente a mis ojos, era un ambiente que se suponía qué estaba diseñado para ser festivo, pero, verdaderamente, lo único que conseguía era exacerbar mi tensión.

Hoy yo no estaba humor para nada de esto. Ni para los niños corriendo por todo el lugar, ni para las cámaras ávidas y ansiosas por drama, que ya se encontraban instaladas en diversos puntos del mini Paddock para cubrir la realización del evento. Y, mucho menos, para tener que encontrarme de frente con la fuente de todas y cada una de mis desgracias.

Pero, obviamente allí estaba él.

Lando Norris se encontraba junto a un grupo de niños, agachado a su nivel para poder conversar con ellos sin ningún inconveniente con una deslumbrante sonrisa siendo esbozada por sus labios mientras movía sus mano de forma exagerada en el aire, ejemplificando la historia que se encontraba contándole a los pequeños al tiempo que su entero semblante dejaba ver que se encontraba de lo más relajado e imperturbable, como si aquel momento en el callejón, y sus subsiguientes consecuencias, simplemente nunca hubieran existido en el perfecto mundo de Lando Norris.

Apreté los dientes ante la visión del despreocupado piloto de McLaren riendo a carcajadas con los niños, y, me decidí a ignorarlo del todo, caminando hacia el organizador del evento, quien, sin siquiera molestarse en saludar, me tendió un chaleco con el logo de Red Bull.

—Tu trabajo hoy es ayudar a los niños con los karts. Ya sabes, enseñarles los básico y responder preguntas y, por favor, evita cualquier tipo de incidente.

El molesto énfasis en la palabra “incidente” me hizo fruncir el ceño por completo fastidiado. ¿Es que acaso todo el mundo planeaba lanzarme indirectas todo el maldito día? Era jodidamente molesto, y provocaba que mis adoloridos nudillos picaran y punzaran ante la idea de darle un puñetazo a alguien para que todos finalmente me dejaran en paz, pero, las palabra de Horner sobre mantener un perfil bajo resonando en el molesto y tenso silencio de mi mente, me recordaron de mil formas diferentes que todo lo que tenia que hacer aquí era encargarme de limpiar mi imagen, razón por la cual, sin siquiera atreverme a protestar, me dirigí a unos cuantos karts qué se es encontraban estacionados, con la idea de mantenerme alejado de Lando ocupando el primer plano de mi mente y el foco central de mis prioridades.

Para mi desgracia, como de costumbre, el universo tenía una planes muy diferentes para mí.

—¡Lorenzo! —la voz de Lando resonó a mis espaldas, alegre, despreocupada y burlesca, tal y como de costumbre provocando que mi cuerpo entero se tensará como la cuerda de un arco.

Cerré los ojos con fuerza, y mentalmente conté hasta tres antes de girarme para observarlo caminar hacia mí con su entero semblante cargado de una despreocupación que estaba por completo fuera de lugar en medio de nuestra situación actual y que, tan solo, exacerbaba las ganas que tenia de golpear su bonito rostro donde la resaca ni siquiera parecía haberse asomado.

—Qué sorpresa verte aquí —el tono de voz del inglés era ligero, casi juguetón y burlesco.

—Servicio comunitario —respondí apartando mi mirada de él para volver a posarla, junto con mi entera atención en el kart ante el cual me encontraba.

—¿Por qué tan frío? —se apoyo en uno de los karts más cercanos, inclinándose hacia mí con un descaro qué se traslucía en cada uno de sus movimientos.

—Estoy aquí para hacer mi trabajo, no para hablar contigo —le dije mientras continuaba ignorando su cercanía como si no consiguiera electrizarme de pies a cabeza como un cable de alta tensión lanzando chispas a todas las terminaciones nerviosas de mi cuerpo.

—¿Por qué siempre tienes que ser tan serio? Solo relájate un poco, Lorenzo.

Un suspiro exasperado se escapo de mis labios y, por primera vez desde que mi nombre había salido de sus labios, levante el rostro para mirarlo directamente, analizando cada una de las líneas de su rostro en busca del más mínimo vestigio de pista en sus ojos qué me dejara ver que, de alguna forma, él se encontraba fingiendo aquella desinteresada calma, pero… no había nada. Solo su expresión arrogantemente relajada de costumbre como si no hubiéramos estado la noche anterior compartiendo un desenfrenado beso que había sido el primer rayo de esta tormenta.

—¿Relajarme? —solté por completo incapaz de esconder la amargura presente en el tono de mi voz—. ¿Es eso lo que estas haciendo justo ahora? ¿Relajarte?

—¿Qué más podría estar haciendo? —se encogió de hombros mientras, de forma distraída, se rascaba la curita qué tenía sobre el puente de la nariz justo allí donde mi puño lo había golpeado el día anterior.

Mis adoloridos nudillos punzaron debido al tiempo que me aferraba con fuerza al volante del kart con el que había estado fingiendo trabajar. Ni un solo atisbo de culpa o incomodidad se asomaba a las arrogantes facciones de su rostro. Era como, si para él, nada significativo hubiera pasado.

Y yo no podía soportarlo.

—¿Ni siquiera vas a mencionar…? —me mordí el labio inferior antes de que pudiera completar ese peligroso cuestionamiento, empeorando aún más las cosas.

Lando arqueo una ceja en una expresión inquisitiva y confundida, y eso me hizo sentir mil veces más furioso porque no podía creer que el maldito imbécil decidiera actuar como si nada hubiera pasado, era muy bueno fingiendo, o… verdaderamente lo que había pasado no significaba nada para él.

Antes de que pudiera siquiera pensar en un insulto qué el inglés pudiera entender, las pequeñas e insistentes manos de un niño tirando de mi camisa bajo el chaleco consiguió capturar mi entera atención—. ¿Eres el campeón del año pasado? —cuestionó con sus enormes ojos azules abiertos en inocencia, por completo ignorante a la tensión qué llenaba el aire entre Lando y yo.

Tome aire profundamente y me obligue a calmarme antes de sonreírle al mocoso—. No, pero seré el campeón de este año.

—¡Qué genial! —el niño miró a Lando—. ¿Y él?

—Oh, yo soy el mejor piloto que hay. Incluso le gane en una carrera a él —Lando respondió con una risa divertida mientras realizaba un pequeño choque de puños con el maldito crío.

—¡Vamos chicos! Es hora de practicar en la pista —el organizador del evento llamo la atención de los niños para invitarlos a correr hacia la pista, cosa que hicieron, a toda velocidad, dispersándose hacia los karts colocados en la parrilla de salida.

—No tienes que hacer todo tan incómodo, ¿sabes? —fue todo lo que dijo Lando con un resoplido divertido qué pretendía ser exasperado antes de inclinarse hacia adelante para ayudar a uno de los niños más pequeños a abrocharse las correas del casco.

Mantuve mis manos ocupadas en el kart en el que había estado trabajando, fingiendo que nada de lo que estaba pasando me afectaba. Pero la verdad es que me estaba haciendo pedazos debido a la facilidad con la que Lando manejaba la entera situación mientras mi mundo entero se caía a pedazos con cada uno de mis pasos. Lo odiaba.

Verdaderamente odiaba a Lando Norris.


𓈒 𓇼 ACLARACIONES

¹ Fórmula 2: La Fórmula 2 (F2) es una categoría de automovilismo internacional que sirve como escalón previo a la Fórmula 1. Es gestionada por la FIA y se utiliza como plataforma para desarrollar a futuros pilotos de F1.

² Kartodromo: Un kartódromo es una pista diseñada específicamente para la práctica y competición de karting, un tipo de automovilismo en vehículos pequeños y ligeros llamados karts.

En este capitulo solo tuvimos esas dos 🤓☝🏻

Nota de la autora:

Holiii 😶‍🌫️ Otra vez me demore un poquito pero la verdad es que quería usar este capitulo para dejar claras muchas cosas con respecto a Lore y las consecuencias de sus acciones.

Espero que les gustará este cap, acepto cualquier tipo de queja, sugerencia, deposito bancario (jeje) Y nuevamente aprovecho este apartado para remarcar que todo lo que pasa así es solo FICCIÓN, ni busco ofender o faltarle el respeto a ninguna de las personas mencionadas.

Sin más que decir, lkm, nos vemos en el siguiente cap. 😶‍🌫️🏎

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