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ˢᵒ ʷⁱˡˡ ʸᵒᵘ ʷᵃⁱᵗ ᵐᵉ ᵒᵘᵗ

IV: Los beneficios...


Dos semanas después.

Fórmula 1 MSC Cruises Japanese Grand Prix 2024.

Lorenzo:

El ambiente que imperaba en el Paddock de Suzuka estaba más cargado de animosa y eléctrica tensión que de costumbre, yo podía sentirlo crepitando a mi alrededor a medida que caminaba en dirección al Hospitality de mi equipo siguiendo los pasos de Max, quien se encontraba profundamente enfrascado en la entrevista-conversación que estaba manteniendo con Ophelia Vivienne unos metros por delante de mí. Era extraño, antes de que juntos llegáramos al Paddock hacia unos cuantos minutos, Verstappen había pasado una considerable cantidad de tiempo despotricando contra la periodista surcoreana y lo enfermo que lo hacía sentir con su constante y patológico acoso en cada segundo y cada instante de su vida, y yo, por supuesto, le había dado la razón, esa mujer era una amenaza, después de todo, tan solo había bastado una sola nota periodística suya para que mi mundo entero colapsara y cayera en pedazos sobre mi cabeza sin ningún tipo de consideración… más sin embargo, después de los incontables insultos y quejas que el piloto holandés había proferido al respecto de la castaña aquí estaba hablando con ella como si, de repente y por obra y gracia de un desconocido milagro, ambos fueran los mejores amigos del mundo. El entero asunto de la relación de Max y Ophelia no era para nada de mi interés, pero, aún así me era imposible no sentir aunque fuese un tenue ápice de curiosidad al respeto de lo que estaba sucediendo entre ambos.

Pero, en medio del actual ambiente de nerviosa tensión que envolvía el Paddock tanto como la humedad que flotaba en el aire, la escabrosa situación de mi compañero de equipo con la periodista, se encontraba muy lejos de acaparar el foco central de mi difusa atención ligeramente embotada por los analgésicos que había ingerido para mermar los efectos de la infernal borrachera de la noche anterior cuando, bajo la estricta supervisión de Max, yo había celebrado, en toda regla, el haberme quedado con la pole position¹ para la carrera que sería llevada a cabo el día de hoy.

Carrera, en la que al parecer nadie en el Paddock estaba pensando justo ahora. Las conversaciones en voz baja que flotaban en el aire junto con el penetrante olor del combustible y los susurros que provenían del todos y cada uno de los garajes orbitaban en torno a un único tema: el cambio de ingeniero de Lando Norris que había sido debida y, anticipadamente, informado por Ophelia Vivienne el día de ayer, como siempre, la pequeña mocosa contando con la exclusiva de todos y cada uno de los asuntos del Paddock.

Era bastante inusual que un piloto cambiará de ingeniero, en especial si lo hacía tan solo cuatro carreras después de dar inicio a una temporada, más aun si era un equipo de primera línea como lo era McLaren. Todo el mundo lo sabía, todo el mundo hablaba de eso en cada instante, pero, realmente nadie parecía tener una verdadera y clara respuesta al respecto del motivo tras el repentino cambio en la alineación de la escudería. Algunos decían que el antiguo ingeniero había tenido un fuerte conflicto con los directivos del equipo; otros aseguraban que la personalidad explosiva de Lando había sido demasiado para el pobre hombre, pero, aquellos tan solo eran vanos e infundados rumores que no tenían ningún argumento de peso que los sostuviera en las conversaciones que rondaban de aquí a allá, como una bola de nieve que crecía cada vez más y más alimentada con todos los interrogantes que parecían no tener respuesta alguna.

Y, a mí, sinceramente me daba igual.

En las últimas semanas yo había hecho acopio de todas y cada una de mis fuerzas para evitar hasta el más mínimo ápice de noticia con respecto al piloto inglés de McLaren. Había hecho malabares con mi escasa cordura y exigua sobriedad para ignorar todo el circo mediático que se había desarrollado a mi alrededor con los rumores que mi falta de declaraciones o entrevistas al respecto del tema habían suscitado. Yo, estaba más que acostumbrado a ignorar las cámaras y la atención mediática, después de todo, había estado en el mundo de las competencias de automovilismo desde que había cumplido los cinco años, pero esta vez era diferente, porque esta vez me sentía más expuesto, más desnudo, como si estuviera tendido en una gélida y clínica mesa de disección frente a la atenta y ávida mirada de todo aquel que tuviese acceso a un teléfono y a Internet. A donde sea que fuera los periodistas no dejaban de acosarme con preguntas invasivas y, por completo, malintencionadas con respecto a mi “relación” con Lando, en las redes sociales los fanáticos ya habían formado bandos, unos estaban fascinados y otros, por el contrario, estaban más que repugnados y no tenían ningún problema en hacerlo saber con comentarios incisivos y despectivos en cada una de mis publicaciones en cualquier red social, y, para el colmo de todos y cada uno de mis males, Horner no perdía oportunidad alguna para recordarme qué estaba bajo su atenta mira y que, a la primera de cambio en que yo cometiera otra de mis equivocaciones estaría fuera de forma definitiva. Yo sentía que cada uno de los pasos que daba desde el día en el que me había despertado en la cama de Max en su habitación del hotel me encontraba dándolos sobre un campo minado extremadamente peligroso donde la más mínima equivocación podía hacerme saltar por los aires en miles de pedazos.

Y, como si todo eso no fuera suficiente, también estaba él, Lando, en medio de todo, pero, al mismo tiempo por completo ajeno al entero desastre que él mismo había provocado en menos de veinticuatro horas sin tener que afrontar ningún tipo de consecuencia. Lando actuaba como si nada hubiera pasado, como si aquel desesperado beso en el callejón australiano nunca hubiera tenido lugar más allá de la retorcida pesadilla en la que únicamente yo estaba sumido desde el instante en el que nuestros labios se habían tocado en contra de todas las racionalidades existentes, haciendo mella -al parecer- únicamente en lo más profundo de mi interior, porque desde entonces Lando había actuado como si nada hubiera pasado, siguiendo con el entero desarrollo de su vida con aquella descarada indiferencia que lo había caracterizado desde el momento en el que lo había conocido por primera vez en mi llegada a la Fórmula 1. No me parecía justo, es que, de hecho, no era justo, cada vez que lo veía en el garaje de McLaren bromeando con los mecánicos y miembros de su equipo o hablando con un reportero o el siguiente como si no tuviera ni un solo ápice de preocupación -o culpa- discurriendo por su entero semblante, algo en mi interior amenazaba con explotar de la forma más caótica y escandalosa posible, y no solo porque esa era la única forma en la que yo sabía hacer las cosas, sino porque el entero asunto con Lando Norris, y Lando Norris en si mismo conseguía romperme en miles de caóticos y furibundos pedazos qué, por más que yo me esforzaba, no conseguía mantener juntos más de dos segundos ante la sola visión del piloto inglés. Este maldito desastre había escalado a proporciones tan épicas y monumentales que ni siquiera el alcohol conseguía ahogar el eco de los bramidos descontrolados que el recuerdo de los labios de Norris sobre los míos traía consigo cada vez que su solo imagen se atravesaba frente a mí en el cotidiano discurrir de los días laborales, todo mil veces amplificado por la renuente indiferencia de Lando, quien se negaba a reconocerme a mí, y a lo que había pasado entre ambos, más allá de unas cuantas miradas fugaces de sus deslumbrante ojos verdes cuando creía que yo estaba demasiado distraído para notarlo, pero, lo que él no sabía es que yo nunca estaba distraído, desde que había conseguido permanecer del todo limpio hacia ya un año, no había absolutamente nada que se me escapara…  y era por eso que toda la situación con Lando estaba amenazando con llevarme más allá del borde conocido de la locura.

¿Cómo podía ser tan frío e indiferente? ¿Cómo podía ignorar algo que tantas consecuencias había traído para mí? Maldita sea, es que incluso parecía que la prensa y la entera opinión pública lo había borrado de la ecuación, había tomado toda la culpa que tenia en la ecuación y la había dejado caer sobre mí espalda como si yo fuera el único, y entero, responsable de todo lo que había sucedido en Australia, cuando no había absolutamente nada que estuviera más alejado de la realidad, porque, si bien era cierto que yo había sido el primero en lanzar un puñetazo durante el podio, había sido él quien me había empujado contra la fría pared de ese callejón…

Me mordí con fuerza el labio inferior sintiendo con la punta de mis dientes la cicatriz, allí donde los nudillos de Lando había conseguido romperme el labio, todavía dolía un poco debido al mal proceso de curación que yo le había dado a la herida a causa de mis pequeñas borracheras, pero, eso era bueno, el agudo ramalazo de dolor que me recorrió de pies a cabeza a causa de la incisiva presión de mis dientes me ayudo despejar mi mente, dejando de lado todos aquellos pensamientos caóticos e improductivos para centrarme en lo que verdaderamente importaba el día de hoy, el día de la carrera con su familiar y reconfortante rutina: revisión técnica, vueltas de práctica, ajustes al monoplaza² y luego la carrera, en esta carrera yo tenias verdaderas posibilidades de conseguir la victoria que me había sido arrebatada en Australia, la pole position era mía y, en esta ocasión, no estaba dispuesto a dejar que Lando Norris interfiera en mi llegada al escalón más alto del podio, donde por derecho, yo pertenecía. Yo estaba decidido a hacer que este día terminará de una mejor forma de la que había empezado, y nada ni nadie me lo impediría.

Fue entonces cuando lo vi.

Mis pasos a través del Paddock vacilaron por un instante cuando mis ojos se posaron, casi por casualidad en el garaje de McLaren, justo en la figura que se encontraba de pie junto a Lando, dando la espalda a la puerta mientras  permanecía de pie con un semblante qué exudaba completa concentración en la información que discurría en la pantalla de la tableta que sostenía en sus manos. Al principio, no fui capaz de reconocerlo, tenía puesto el estúpido uniforme naranja de McLaren y el ángulo no me permití atisbar ninguno de sus rasgos, pero, cuando se giro hacia Lando para decirle unas cuantas palabras al inglés, la visión de su perfil me golpe con la fuerza de un puñetazo y la violencia de un rayo, dejándome por completo paralizado en mi lugar.

No podía ser verdad, tenía que ser alguna suerte de mala broma.

Mi corazón se salto varios latidos en su ritmo desbocado en mi pecho que había olvidado como respirar con propiedad mientras lo observaba reír por alguna estupidez que había salido de la boca del imbécil de Lando. Esa maldita risa… la conocía más que bien.

Luca Oliveira.

Yo era por completo incapaz de moverme de mi posición mientras los recuerdos me golpeaban una tras otro, cada uno con más violencia que el anterior. Habíamos sido algo, aunque nunca habíamos sabido muy bien que. No éramos una pareja, pero también estábamos muy lejos de ser solamente amigos. Había sido algo mayormente físico, caótico e intenso. Y aunque había sido algo que había quedado en el pasado hacia ya poco más de un año, verlo una vez más era como abrir una vieja herida qué nunca había conseguido cicatrizar por completo sin importar cuanto yo hubiera querido creer lo contrario.

Todo el tiempo que habíamos pasado juntos volvió a mi mente con una dolorosa y abrumadora claridad que no era propia de los recuerdos de aquella época, pero que por alguna razón envolvía todo lo que tenia que ver con Luca y conmigo, con nosotros. Sus manos deslizándose por mi piel bajo la cálida brisa marina, su sonrisa burlona cada vez que yo trataba de negar que él significaba algo más para mí, el murmullo de su voz en mi oído diciendo que me relajará por una vez en mi vida, el cálido tacto de sus manos en la piel desnuda de mi cintura mientras ambos bailábamos bajo las parpadeantes luces neón de algún club en Brasil. Él siempre supo como hacerme pedazos, como dejar atrás todas y cada una de mis defensas sin esfuerzo alguno, yo podía recordar lo fácil que era todo con él, pero, al mismo tiempo también podía recordar el inmenso vacío que había sentido cuando todo había terminado, es cierto que había sido yo quien había decidido cortar todos los lazos que nos unían, pero eso no había hecho que todo doliera menos, por el contrario…

No sabes que es lo que quieres, y no pienso quedarme aquí a esperar a que lo descubras, Lorenzo.”

Un año después y yo aún no era capaz de saber que mierda era lo que quería, y era por eso que había pasado cada día de mi entera existencia ignorando la respuesta a aquella incógnita, y ahora él estaba aquí, tan jodidamente cerca que ni siquiera podía pensar en ignorarlo tan atónito como yo me encontraba justo ahora.

Fue entonces cuando los ojos de Luca, se apartaron de Lando para, casi por arte y magia de la casualidad, encontrarse con los míos provocando que, por un fugaz y casi imperceptible instante, la calma en su expresión se resquebrajara, tan rápido que yo no hubiera sido capaz de notar el sutil cambio en las facciones de su rostro de no ser porque lo conocía demasiado bien, o bueno, lo había conocido demasiado bien.

—¿Qué estas mirando? —la voz de Max, por completo cargada de curiosidad mientras se detenía a mi lado, tratando de seguir la dirección de mi mirada consiguió arrancarme con súbita brusquedad del caótico espiral de recuerdos en el que la sola visión de Luca me había sumido.

—Nada —me apresure a mentir, apartando la vista para posar mi mirada en el rostro de Max.

—¿Nada? —repitió el rubio con una ceja arqueada en una expresión inquisitiva y por completo burlesca—. No soy idiota Enzo, te conozco mejor que nadie, cuando pones esa cara de zombie es porque algo te esta carcomiendo, o tal vez alguien.

Suspire por contexto exasperado mientras trataba de mantener la compostura—. Solo estoy tratando de concentrarme en la carrera.

Un bufido molesto se escapo de los labios del mayor mientras cruzaba los brazos frente a su pecho, sus deslumbrante orbes azules posados en la expresión de mi rostro como si fuera capaz de leerme la mente con solo una mirada—. Eso es una mierda y lo sabes. ¿Es por Lando, otra vez?

—¿Qué tiene que ver Norris en todo esto? —espete con un tono de voz mucho más defensivo de lo que pretendía.

—Oh no lo sé, quizás porque estas aquí parado mirándolo como un completo psicópata —el tono de voz que envolvía sus palabras era sarcástico pero la expresión de su rostro era seria.

Pase saliva y me mordí el labio inferior con mucha más fuerza de la que era prudente emplear sobre mi herida mal cicatrizada, por supuesto que no podía decirle la verdad, no sobre Luca.

—No tiene nada que ver con Lando, ¿okay? —le dije finalmente con un tono cortante envolviendo mis palabras.

—Por supuesto —Max respondió mientras colocaba sus ojos azules en blanco y daba un paso en mi dirección, bajando la voz para que solo yo fuera capaz de registrar sus siguientes palabras:—. Mira, lo que sea que tengas en esa cabeza llena de mierda tuya, arréglalo antes de salir a la pista. Porque si sigues así no vas a poder dar ni dos vueltas antes de estrellarte —fue todo lo que dijo Max antes de alejarse para caminar hasta nuestro garaje dejándome, una vez más, por completo a solas con los pensamientos que no dejaban de dar desenfrenadas vueltas en mi cabeza.

Me mordí el labio una vez más y me volví de nuevo hacia el garaje de McLaren tan solo para encontrarme con la mirada de Luca posada sobre mí, en esta ocasión, su sonrisa burlesca destacando de forma inconfundible en sus labios,

Maldita sea.

𓈒 𓇼

ᴸᵘᶜᵃ ᴼˡⁱᵛᵉⁱʳᵃ
ᴾˡᵃʸᵉᵈ ᵇʸ ᴳᵃᵇʳⁱᵉˡ ᴸᵉᵒⁿᵉ

𓈒 𓇼

El Paddock seguía rugiendo y bullendo con demasiada intensidad para mí y mi pobre cabeza adolorida, y, un momento de paz, un sutil respiro de todo el caótico bramido de problemas y drama era todo lo que yo quería y necesitaba, en especial antes del inicio de la carrera. Era debido a eso que mis pasos, de la forma más inconsciente posible, habían terminado por traerme al lugar más en calma de todo el Paddock: la sala de briefing³ donde todo el confuso escándalo del exterior no era más que un murmullo inentendible del que sus paredes me protegían con éxito, brindándome un tenue vestigio de aquella calma que, durante el maldito trascurso de las últimas semanas, no había hecho nada más que escurrirse entre mis dedos como agua, dejándome tan tenso como la cuerda de un violín y tan ansioso como el manojo de nervios, que en efecto, esta hecho en el peor momento de todos.

Todo el maldito asunto me estaba comiendo vivo y yo tan solo había corrido tres carreras hasta ahora. Si las cosas seguían así yo no tenía ni la más mínima idea de como iba a sobrevivir el resto de la temporada.

Me apoye contra la mesa frente a mí, revisando mi teléfono, tratando de concentrarme en el contenido de la pantalla fingiendo que no veía ninguna de las publicaciones, cuyo mordaz contenido se relacionaba de alguna forma con la tragedia en la que se había convertido mi vida. Era agotador, yo ni siquiera era capaz de perder el tiempo en mis propias redes sociales sin que las acusaciones cargadas de desprecio y violencia saltaran frente a mí como correosos incordios que cada vez me costaba más ignorar, en especial ahora que el último artículo de Ophelia Vivienne se encontraba siendo tendencia hasta en los rincones más insospechados del Internet, dejándome sin un solo lugar en el cual refugiarme.

”Lorenzo Borja: ¿una joven promesa de la Fórmula 1, o una pesadilla de relaciones públicas?”

Maldito el día en el que me había subido a un kart.

A lo lejos, el sonido de la puerta de sala siendo abierta con un ligero chirrido se elevo en el pacifico silencio de la estancia, consiguiendo sobresaltarme lo suficiente como para hacerme alzar la vista, esperando encontrarme con algún miembro sin importancia de la comisión de la FIA que hubiera venido a reñirme por estar aquí fuera de las horas que correspondían, pero, mi corazón dio un violento vuelco cuando mi mirada se posó sobre aquella persona que acaba de entrar a la sala.

Luca.

La pacífica calma que se había encontrado flotando en el ambiente se desvaneció con alarmante rapidez, siendo instantáneamente reemplazada por una palpable y eléctrica tensión  que me recorrió de pies a cabeza en la forma de un familiar escalofrió. Él tenía una carpeta en una de sus manos, y los dedos de su manos libre volaron hasta su oreja para quitarse el auricular qué había estado usando, probablemente debido a que acababa de salir de alguna reunión de estrategia, dejando que el aparato colgara de su cuello mientras su mirada se posaba sobre mí tan pronto como entró a la habitación, su expresión cargada de reconocimiento y algo más que desapareció de sus facciones antes de que yo pudiera descubrir que era.

Una sonrisa elevo las comisuras de sus labios y no pude evitar que mi corazón se saltara uno o dos latidos en su marcha—. Vaya, vaya… ¿Quién lo diría? —cerró la puerta con un suave clic y se recostó contra ella en un movimiento grácil y elegante—. No esperaba verte aquí.

—Yo tampoco esperaba verte —respondí con fingido desdén, tratando de aparentar una calma que estaba lejos de sentir.

—Estoy trabajando —Luca dijo con simpleza mientras se apartaba de la puerta, dejando la carpeta sobre la mesa antes de sentarse en una de las sillas ubicadas frente a mí.

—Yo también.

—¿Trabajando…? —su tono de voz era suave y divertido casi tanto como la mirada de sus ojos negros—. ¿… o escondiéndote?

—¿De que podría estarme escondiéndome? —cuestione mientras ladeaba la cabeza hacia la izquierda en un gesto que provocó que varios zarcillos de mi cabello cayeran sobre mis ojos, tenía el cabello demasiado largo.

—No lo sé —el brasileño se encogió de hombros—. Tal vez sea de tu querido Lando, tal vez sea de la prensa, o tal vez, solo tal vez… sea de mí.

El aire que discurría entre nosotros se volvió más denso, casi irrespirable, cargado de crepitante y palpable tensión. Mi piel ardía bajo su mirada, algo en su presencia me desestabilizaba como nada había conseguido hacerlo en mucho tiempo, no era de extrañar, después de todo, él sabía muy bien como hacerme sentir vulnerable, siempre lo lograba sin esfuerzo, y esta vez no era la excepción.

—No estoy de humor para tus juegos, Luca —dije en un esfuerzo por sonar seguro mientras mi erratica respiración decía más de lo que yo me atrevía a admitir, contando una historia muy diferente.

El pelinegro sonrió, la diversión brillando en sus ojos mientras se inclinaba ligeramente sobre la mesa que nos separaba—. ¿Juegos? —su voz destilaba un tono burlón qué dejaba claro que no se tomaba en serio la situación . Ojalá yo pudiera decir lo mismo—. Es una lástima que no te estés divirtiendo tanto como yo.

Fruncí el ceño y chasquee mi lengua contra mi paladar en un gesto que dejaba ver lo fastidiado que yo me sentía con respecto a la entera situación—. No tengo tiempo para esto —respondí con el tono de voz más firme que fui capaz de proferir, pero sin poder evitar inclinarme ligeramente hacia adelante, apreciando a la perfección la ligera curva de sus labios esbozando una sonrisa sardónica, esperando a que yo mordiera el anzuelo y cayera en su trampa como en los viejos tiempos.

—¿Tiempo? Sabes muy bien que el tiempo nunca fue algo que nos importará —su voz era como una caricia sumamente peligrosa, un toque de veneno mezclado con el más letal de lo deseos. Yo, sinceramente, no podía creer que estuviera cayendo en su juego, pero es que la maldita tensión entre ambos era tanta que yo no sabía si quería golpearlo o besarlo, o hacer un poco de ambas.

—No vengas con esas mierdas —mi respiración era más rápida de lo que debería por mi propio bien y el precario balance de mi cordura—. No soy tu juguete.

—¿Eso crees? —sus ojos se oscurecieron, y se inclino aún más cerca de mí, tan cerca que, desde mi posición pude sentir su calor y el olor de su perfume que siempre había conseguido volverme loco—. Supongo que hay cosas que nunca cambian, ¿no crees Lorenzo?

—Lo que paso entre nosotros no tiene nada que ver con esto —le espete con el ceño firmemente fruncido.

—Claro que no —su voz se suavizo convirtiéndose en un susurro que solo era audible para mí debido a lo peligrosamente cerca que nos encontrábamos justo ahora, solo la mesa impidiendo qué hiciéramos algo estúpido—. Pero sigues aquí, ¿no es así? Incluso después de todo el tiempo que ha pasado.

Me mordí con fuerza el interior de la mejilla y mi mente exploto con recuerdos llenos de él, de nosotros, de la tenue luz en el olvidado pasillo de un hotel mientras sentados en el suelo con dos latas de cerveza barata entre nosotros las palabras y los besos fluían sin que a ninguno de nos importará ni en lo más mínimo como iban a acabar las cosas, de mi espalda chocando contra el mullido colchón de la cama mientras la risa volaba de sus labios y su cuerpo se presionaba contra el mío, de nuestros meñiques entrelazados mientras caminábamos por las calles de su ciudad natal sintiéndome como si estuviera en mi verdadero hogar, como nunca lo había estado antes de él…

—No lo hagas más difícil de lo que ya es —le dije con mi voz rota por el desbocado ritmo de mi respiración mientras me inclinaba aún más hacia adelante dejando que mi cuerpo entero se presionara contra la mesa mientras mi rostro flotaba tan cerca del suyo qué casi podíamos rozarnos.

—Yo no estoy haciendo nada, Lo —sonrió de forma deslumbrantemente sin siquiera tratar de apartarse.

—Deja de intentar provocarme…

—¿Provocarte? —su voz no era más que un murmullo cargado por todas partes con su acento que me rompía en miles de pedazos—. Creo que ni siquiera tengo que intentarlo.

El calor que se alzaba entre ambos se volvió insoportable. Su mirada se posó fugazmente en mis labios y un fuerte escalofrío me recorrió de pies a cabeza. Yo sabía que debía detener esto, alejarme y correr en la dirección contraria, pero, no podía.

—No deberíamos… —comencé pero mi voz se apago antes de que siquiera pudiera pensar en completar esa frase.

—¿Seguro? —cuestionó con su aliento rozando mi piel.

No respondí. No podía. En cambio, cerré los ojos por un momento, intentando buscar autocontrol, pero todo lo que encontré fueron los recuerdos de como me había hecho sentir antes. Y, en ese instante, toda lucha interna se desmoronó.

Me moví primero. Mi mano se cerró en torno a su muñeca, y lo atraje hacia mí con tanta fuerza que estuve apunto de tirar la maldita mesa mientras nuestros labios chocaba en un beso cargado de frustración, necesidad y recuerdos que habían estado enterradas hacia ya demasiado tiempo.

Luca respondió de inmediato, profundizando el contacto dejándome ver que también había estado esperando este momento. Sus manos encontraron mi rostro, sosteniéndome con una mezcla de firmeza y urgencia. Era como si el mundo desapareciera por completo a nuestro alrededor, dejándonos atrapados en un caótico torbellino del que no había escapatoria. Solo estábamos él y yo, en esa burbuja que habíamos creado años atrás, como si nada hubiera cambiado entre nosotros.

Pero entonces el sonido de pasos en el pasillo me devolvió a la realidad sin delicadeza ninguna. Me aparte de golpe, respirando con dificultad mientras lo soltaba provocando que, nuevamente, sus labios esbozaran una sonrisa burlesca mil veces más divertida y segura de si misma.

—Supongo que algunas cosas nunca cambian, después de todo —su voz estaba cargada de triunfo y satisfacción.

—Esto… eso no significa nada —dije con la voz entrecortada y la respiración agitada provocando que mis palabras carecieran de todo tipo de peso verdadero.

—Claro que no —fue todo lo que dijo él antes de colocarse de pie, acomodando su cabello con su diestra mientras tomaba su carpeta con su mano libre—. De todas formas, sabes muy bien donde encontrarme —Luca dijo antes de abrir la puerta para salir de la sala con la imperturbable calma que siempre lo caracterizaba, dejándome con el corazón desbocado y la mente revuelta.

Maldita mierda, Lorenzo…

El champán estallaba a mi alrededor, empapando todo con su burbujeante efervescencia de euforia y celebración. Max estaba junto a mí, nuevamente ocupando el escalón más alto del podio, levantando su trofeo con una sonrisa triunfal y satisfecha. Había ganado otra vez, el tres veces campeón del mundo sumando una victoria más a su lista, mientras yo tenia que conformarme con el segundo lugar, pero, en esta ocasión, aquello no me importaba ni en lo más mínimo, es más, estaba bastante a gusto ocupando el segundo escalón del podio, después de todo no había estado precisamente al cien durante esta carrera, haber entrado al podio había sido un absoluto milagro que dejaba ver lo excelente piloto que yo era.

Las cámaras se encontraban apuntando hacia nosotros, inmortalizando el momento y buscando la siguiente nota periodística escandalosa que pudiera convertirse en tendencia. Mala suerte para ellos porque en el futuro próximo yo no pensaba protagonizar ninguna otra pelea dramática en el podio, porque en este preciso instante mi mente se encontraba divagando muy lejos de aquí porque mis ojos estaban fijos en él.

Luca se encontraba allí en medio de la multitud, apartado pero aún por completo visible en medio de todos los otros mecánicos e ingenieros, con los brazos cruzados y una expresión neutral siendo esbozada por todas y cada una de las facciones de su rostro. Pero yo lo conocía demasiado bien como para saber que esa neutralidad era solo una máscara, una que siempre había sabido utilizar con maestría frente a todos. Su mirada estaba fija en el podio, y, aunque yo no tenia forma de estar seguro, sentía que sus ojos estaban posados en mí y en todos y cada uno de mis movimientos.

La botella de champán medio vacía que sostenía entre mis manos temblaba de forma ligera mientras yo me mordía con fuerza el labio lastimado tratando de no pensar en el caótico recuerdo de la sensación de lo labios de Luca rasgando sobre los míos, forzándome a centrarme en el rugido del público a mi alrededor para acallar el desbocado torbellino de emociones que se agitaba con fervor en mi interior.

—¡Lorenzo! —la voz de Max consiguió sacarme de mi trance, dándome un ligero codazo al tiempo que señalaba la cámara frente a nosotros. Un suspiro exasperado escapando de mis labios mientras impostaba una sonrisa y levantaba la botella en el aire en señal de victoria provocando que el público estallara en aplausos y vítores en los que trate de enfocarme para mantener mi atención alejada de la figura de Luca, un esfuerzo por completo vano, porque cada tantos segundos, mi entera atención volvía a desviarse hacia él como si él fuera un imán y yo un magneto sin voluntad propia, provocando que, en un instante nuestras miradas se encontrarán.

El impacto fue inmediato, su mirada era penetrante y calculadora, como si de alguna forma estuviera desafiándome a hacer algo, a reaccionar. Apreté la botella con más fuerza mientras, una vez más, me forzaba a dejar de lado todos los pensamientos e ideas que tenían su nombre atravesado por todas partes.

—¡Vamos! —la voz de Carlos Sainz, el tercer piloto en el podio consiguió despejar mi mente el tiempo suficiente para dejarme estrechar la mano qué el español se encontraba tendiéndome en un saludo para las cámaras que captaban absolutamente todo de todos los ángulos posibles por si ocurría algo fuera de lo común en este podio, sentía que todos y cada uno de los lentes de las cámaras apuntaba única y exclusivamente en mi dirección, pero, verdaderamente no me interesaba ni en lo más mínimo con lo dispersa que se encontraba mi atención justo ahora, volando, nuevamente y en contra de mi voluntad en la dirección donde estaba Luca, buscándolo con la mirada solo para descubrir que ya no se encontraba allí.

No es como si me importará de todos modos.

⋆。˚ 🏎 ⋆。˚

El bullicio en el que había estado sumido el Paddock durante todo el fin de semana de carrera finalmente parecía estarse apagando a medida que la noche caía sobre la pista de Suzuka. Las deslumbrantes luces artificiales iluminaban los garajes y los Motorhome de los diferentes equipos mientras el tenso frenesí de la carrera se desvanecía en el aire siendo reemplazado por una apacible calma. Yo estaba por completo agotado, había pasado las últimas horas en reuniones, entrevistas, declaraciones ensayadas y sonrisas fingidas, corriendo de un lado a otro sin parar ni un solo segundo… lo único que quería era un respiro qué me ayudarán a liberarme de toda la maldita tensión que no había dejado de acumularse en mi interior desde que había puesto un pie en el pit lane.

Un suspiro exhausto se escapo de mis labios mientras mis pasos me llevaban lejos de todo el caos, caminando hacia una de las áreas más tranquilas del circuito, y, fue allí donde lo vi.

Luca estaba apoyado contra una mesa con una botella de agua medio vacía en una de sus manos mientras su mirada permanecía posada en algún punto distante frente a él. Parecía ajeno a todo, pero yo sabía mejor que nadie que esa calma tan solo era aparente, una máscara.

—¿Huyendo del caos? —pregunte con un tono de voz que era más ligero de lo habitual debido al cansancio que pesaba sobre mi semblante justo ahora mientras me acercaba a él.

Él levantó la vista y sonrió ligeramente, como si de alguna forma estuviera esperando a que yo apareciera—. ¿Y tú no?

Me encogí de hombros, deteniéndome a unos cuantos pasos de él. La tensión entre nosotros era crepitante, como siempre.

—La carrera estuvo interesante —dijo Luca mientras cruzaba sus brazos frente a su pecho.

—Si, bueno, supongo que fue más interesante para otros —respondí refiriéndome a Max y a su victoria.

Él río suavemente, un sonido bajo y grave que me atravesó y provocó un tenue escalofrió qué trate de disimular recargándome contra la pared más cercana junto a él—. Segundo lugar no está mal. Aunque no es lo que esperabas, ¿verdad?

—Nunca lo es —mi respuesta era por completo sincera y vaya que él lo sabía—. No estoy diseñado para ser segundo o tercero. Estoy diseñado para ganar.

Una risita divertida se escapo de los labios de Luca ante mis palabras, nada raro considerando que el brasileño me había escuchado repetir esas mismas palabras toda mi vida, era una aseveración que se había convertido en mi mantra personal desde que me había subido a un auto por primera vez—. ¿Cómo te sientes, Lo? —su expresión se volvió más sería mientras se volvía hacia mí.

—¿Qué clase de pregunta es esa? —me burle tratando de fingir que su tono no removió mi interior con abrumadora facilidad.

—Una que nadie más parece hacerte —sus palabras, como de costumbre, me golpearon con la fuerza de la incomoda honestidad.

Abrí la boca para responder, pero no supe que decir inicialmente. Antes, Luca solía ser a quien le contaba todos mis problemas y preocupaciones tanto dentro de la pista como fuera de la misma, y, una parte de mí quería contarle absolutamente todo, pero… esos ya no éramos nosotros.

—Estoy… bien —dije finalmente aun cuando sabia que ninguno de los dos se creía aquellas palabras.

—Claro que si —su sonrisa fácil y burlesca volvió a sus labios—. Tú siempre estas bien, Lorenzo.

Antes de que pudiera decirle algo más, un  sonido detrás de nosotros resquebrajo por completo el momento. Una voz familiar y malditamente irritante.

—¿Interrumpo algo? —la molesta voz de Lando Norris se alzó en el pacifico silencio de la noche mientras se acercaba a nosotros con las manos metidas en los bolsillos de su pantalón, sus ojos yendo del uno al otro como si tratara se entender la situación.

La expresión de Luca volvió a ser completamente neutral e imperturbable, girándose hacia Lando con una calma casi provocadora—. Nada que te importe pero gracias por preguntar —Luca dijo justo al mismo tiempo que yo espetaba:

—No es de tu incumbencia.

Lando alzó una ceja en un gesto inquisitivo—. Creo que es de mi incumbencia si estas hablando con mi ingeniero. Últimamente tienes la costumbre de meterte donde no te llaman, ¿no es así, Borja? —su tono de voz era una clara provocación arrogante diseñada específicamente para hacerme perder la calma, como de costumbre.

Y lo peor… es que, también como de costumbre, estaba funcionando… pero, antes de que yo pudiera pensar en responder, o hacer algo estúpido -tal y como era mi estilo-, sentí la mano de Luca rozando la mía, un gesto tan sutil que yo conocía muy bien.

—Basta —la voz de Luca fue firme y provocó que Lando volviera su mirada hacia él ligeramente atónito—. No es el momento ni el lugar para esto.

Lando dejo que un suspiro exasperado se escapara de sus labios al tiempo que colocaba sus ojos verdes en blanco en un gesto de clara exasperación ante la clara reprimenda de Luca—. Solo vine por los datos. No sé porque te molestas en defenderlo a él —el piloto inglés me dedico una mirada cargada de despectivo desprecio.

El comentario quedó flotando en el aire cargado de eléctrica e incomoda tensión, pero, como de costumbre a Luca no pareció importarle—. Haz tú trabajo y yo haré el mío, el resto te es irrelevante —respondió con la misma calma que estaba estratégicamente pensada para provocar a Lando.

—Claro. Como siempre —Lando dijo con el fastidio destilando de cada una de sus palabras—. Eres tan profesional. Casi me hace olvidar todo lo que he escuchado de ti. Casi —la burlesca sonrisa en su rostro era un reto, una familiar invitación al conflicto y la confrontación, pero yo sabía que Luca nunca mordería el anzuelo.

—¿Terminaste? —le espeto a Lando, su tono de voz tan incisivo como un bisturí.

Lando alzó ambas manos en el aire, fingiendo inocencia—. Ya me voy, ya me voy —fue todo lo que dijo antes de girar sobre sus talones, dejando tras de sí una crepitante tensión qué con el pasar de los minutos se encargo de desvanecerse en el fresco aire de la noche.

Yo fruncí el ceño y una vez Lando estuvo lo suficientemente lejos como para ser capaz de oírnos, yo me volví hacia Luca—. ¿Él habla de…?

—Si —respondió el brasileño sin dudar. Y aquello provocó que un fuerte ramalazo de la ira más pura y dura me recorriera de pies a cabeza con una violencia que me hizo ver el mundo de un alarmante tono carmesí por unos cuantos segundos.

—Ese maldito hijo de puta, yo mismo lo matare —espete con toda la ira y el desprecio qué sentía siendo claramente apreciables en el tono de mi voz mientras daba un paso al frente con toda la intención de ir en pos del piloto de McLaren para recordarle como se sentían mis nudillos contra su atractivo rostro.

—No lo hagas —espetó Luca mientras su mano me tomaba del brazo con delicada firmeza, manteniéndome en mi lugar junto a él.

—¿Vas a dejar que diga esas mierdas sobre ti? —le cuestione tratando de sacudirme su agarre de encima sin mucho éxito—. No tiene derecho a hablarte así, Lu.

—No vale la pena —dijo el brasileño posando su mirada en la enojada expresión de mi rostro—. Él quiere provocar, los que son como él siempre quieren provocar. Si reaccionas, le estas dando justo lo que quiere.

—¿Y que si lo hago? —la indignación que sentía era claramente apreciable en el tono de mi voz.

—Creo recordar que lo golpeaste en el podio la carrera anterior, eso responde tu pregunta, Lorenzo.

Fruncí el ceño ante sus palabras. Tenía razón, casi siempre la tenía, y yo odiaba eso—. Norris es solo un cobarde —le dije con un suspiro escapando de mis labios.

—Lo sé —Luca dijo finalmente soltándome—. Pero no necesito que tú me defiendas, Lorenzo. No es tu pelea.

—Pero sabes que si lo es…

Luca negó con la cabeza ante mis palabras, porque en el fondo sabía que yo tenia toda la razón del mundo—. Le concedes demasiada importancia a Lando Norris.

—Él no es importante —me apresure a responder, ladeando la cabeza hacia la izquierda mientras, de forma casi distraída dejaba que mi mano rozara con la suya con suave delicadeza—. Tú si.

Él no respondió a mis palabras, pero debido a nuestra cercanía fui capaz de sentir como su cuerpo entero se tenso antes de que se apartará de mí—. Sigues sin saber que es lo que quieres, Lorenzo —fue todo lo que dijo antes de irse, dejándome por completo solo.

—¿Qué se supone que significa eso? —le dije aún cuando yo si sabía lo que significaba.

Siempre lo había sabido muy bien.

𓈒 𓇼ACLARACIONES:

¹ Pole position: La pole position es la primera posición en la parrilla de salida de una carrera, otorgada al piloto que logra el mejor tiempo durante la sesión de clasificación. Es una posición estratégica, ya que permite iniciar la carrera con una ventaja respecto a los demás competidores.

² Monoplaza: Un monoplaza es un vehículo de competición diseñado para llevar a un solo piloto. Se caracteriza por su estructura ligera, aerodinámica y centrada en el rendimiento, utilizado en categorías como la Fórmula 1. Su diseño prioriza la velocidad y la maniobrabilidad.

³ Sala de briefing: La sala de briefing es un espacio donde los pilotos, ingenieros y directivos de un equipo se reúnen antes y después de una sesión en pista. En estas reuniones se discuten estrategias, reglamentos, condiciones del circuito y se analizan datos para optimizar el rendimiento durante la carrera o clasificación.

Y esas serian todas las de ese capitulo 🤓☝🏻

Nota de autora:

Holi! Yo de nuevo demorandome con un capitulo de esta historia (nada nuevo) pero como en este capítulo pasaron varias cosas para el desarrollo de la trama quería tomarme mi tiempo para dejar todo claro al introducir al personaje de Luca.

Espero que les gustará este cap, acepto cualquier tipo de queja, sugerencia, transferencia (lol).

También les quería agradecer por los 100 votos en la historia, la verdad es que significa muchísimo para mí.

Btw quiero aprovechar para decirles que tengo un canal de difusión, por si les interesa unirse se los dejo aquí 👉🏻

Sin más que decir, lkm, nos vemos en el siguiente cap. 😶‍🌫️🏎

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