ᴜɴ ʜᴇᴄʜɪᴢᴏ
ᴊᴜɴɢᴋᴏᴏᴋ |𝟸𝟸|
ᴜɴᴀ ʜɪsᴛᴏʀɪᴀ ǫᴜᴇ ʟʟᴇɢᴀ ᴀ sᴜ ғɪɴ
Tome la mano de Tara desesperado por no saber que hacer. Escucharla gritar deseperadamente quejándose de dolor era mucho para mi. Saber que sufría algo que yo no podía llevar por ella era terrible, sus gritos eran terribles y su mente era un nido de palabras bulliciosas y de quejas. Me dolía mucho.
Mi mamá venía en camino, junto con mi padre y unas personas más, podía escucharlo. Seokjin estaba a mi lado y al igual que yo no sabía qué hacer. El solía actuar sobre las emociones de las personas, más no podía con Tara.
— Jungkook — dijo mi madre. Llegó a mi lado y se puso de rodillas para asistir a Tara — Tranquila, todo estará bien — le subió el vestido dejando al descubierto sus piernas.
— Volteate, Seokjin — pedí en voz baja. Debia cuidar la integridad de Tara. El asunto solo nos envolvía a ella, a mi y a mi mamá — Kyujin ven a ayudar — pedí a esta que me miraba sin saber qué hacer. Puso una manta más larga bajo las piernas de Tara y le colocó un paño mojado en la cabeza.
— Escúchame, Tara — pidió mi madre — Vas a respirar profundo y cada vez que sientas dolor debes pujar. El bebé ya viene, estás dilatada por completo — Tara asintió y apretó mi mano con más fuerza.
— ¡Ahhg! ¡duele! — se quejó arqueando su espalda.
— Puja, Tara. Ahora — pidió mi madre. Puso una de sus manos sobre el vientre de Tara y lo apretó — ¡Puja!
— ¡Ahhhhg! — pujo con fuerza mientras apretaba mi mano como si su vida dependiera de ello. No me importaba, si tan solo eso quitara su dolor, estaba más que dispuesto a sufrir.
— Ya siento su cabeza, vamos, Tara. Con más fuerza — Tara volvió a repetir, con más fuerza, como le había pedido mi padre. Pujo hasta que su garganta se desgarró producto de la fuerza con la que lo hacía — Una vez más, Tara — volvió a hacerlo otra vez y otra vez hasta que escuchamos el chillido el recién nacido — Eso es, Tara.
Miré enternecido la escena. Mi madre con el bebé brazos, completamente desnudo y cubierto de líquido, llorando fuertemente.
Besé a Tara y la frente. Ella respiraba con dificultad, el cansancio era evidente. Mi madre cortó el cordón del bebé y lo puso sobre el vientre de Tara.
— Es un niño — en ese instante, algo pasó que mi marca, empezó a doler profundamente. Haciendo que me soltara de Tara por completo.
Me sentía aturdido por completo, perdí el sentido de dirección hasta que caí al suelo, inclinado haciendo una reverencia. Mis ojos se cerraron a pesar de estar abiertos, dejé de escuchar y no podía hablar. Un incesante sonido empezó a producirse en mis oídos y luego de unos segundos hubo silencio, mis ojos volvieron a la normalidad y recuperé el sentido. Mi madre me miraba sin entender y al igual que yo, Seokjin sufría lo mismo.
El bebé aún lloraba, aunque ya lo podía escuchar diferente. Tara tenía una respiración normal y para mi sorpresa, ya no escuchaba ni un solo pensamiento. Mi mente estaba en silencio.
— Madre... — dije asustado.
— Sí, hijo — dijo ella con lágrimas en sus ojos — Un varón ha nacido, el primogénito de un jefe — miré a Tara, ella estaba igual de confundida que yo — Nuestra Tara...
— Era ella — dije y rápidamente me pegué a Tara. Miré al bebé envuelto en los brazos de su madre — Eras tú.
— ¿De qué hablas? — preguntó ella aún cansada, con la atención en el bebé.
— Mi salvación.
— No se de que hablas — sonrió — ¿No vas a cargarlo? — asentí feliz. Tomé al pequeño en mis brazos y lo envolví con una manta. Había frío.
Lo miré, era perfecto. Su cara arrugada y su mueca de molestia me dejaron ver a un niño perfecto. Digno hijo de su madre.
— Hay que ir a casa... — me puse de pie con el bebé en brazos y se lo tendí a mi madre — Llevaré a Tara.
Mi madre contenta tomó al bebé y lo arrullo.
— Vamos, Tara — la levanté con mis brazos y la subí a mi espalda. Como era de esperarse no tenía la fuerza de antes pero aún podía cargar el escuálido cuerpo de Tara.
Seokjin, Kyujin, mi madre y yo empezamos a caminar de regreso a casa. Yo iba con cuidado, tratando de no dañar a Tara pues era primordial asegurar que nada la lastimaba. No estábamos tan lejos de la aldea por tanto solo nos tomó unos minutos llegar.
Cuando divisé las luces de las casas pude observar como todos esperaban en fila. Todo mi clan esperaba en fila, sabían lo que había pasado, sabían lo que eso significaba. Mi madre fue la primera en pasar por las puertas de la aldea. Todos hicieron una reverencia pues era ella quien cargaba al Salvador nuestro. A mi hijo.
Todos estaban heridos, ensangrentados, pero aún así, pudieron sonreír. Jimin estaba a un lado de Taeri, con ella abrazándola. Su bebé había nacido una semana antes, lo supe mientras estábamos en cautiverio.
Me miraba con admiración y genuina felicidad. Llevé a Tara dentro de la casa de mi madre y la recosté en la cama. Estaba cansada, tenía que dormir.
Mi madre llevó al bebé y se lo tendió a Tara.
— Talvez tiene hambre — dijo mi madre. Tara asintió y se desabrocho la parte superior de su vestido.
Descubrió sus y tomó al bebé, lo pegó a ella y esperó a que el niño econtrara el pezon, ella hacía movimientos para que resultara más fácil hasta que se logró. El bebé pudo succionar el pecho de su madre. Tara arrugó el rostro, seguramente dolía.
Mientras ella alimentaba al bebé me aseguré de ir al cuarto de baño y calentar agua para poder limpiar a Tara.
— Felicidades, hijo — escuché a mi padre a mis espaldas. Sonreí, podía hacerlo — Un varón nació. — dijo con orgullo.
—Tú primer nieto, padre — preparé las cosas del baño y luego me acerqué a mi padre que aguardaba cerca de la puerta.
— ¿Cómo está Tara? — preguntó sonriendo — Ha pasado por mucho.
— Está bien por ahora, alimenta al bebé. ¿Iras a verlo? —
— Lo haré mañana. Primero necesito procesar que te has convertido en padre — ambos reímos — ¿Sabrás qué hacer? — preguntó.
— No te preocupes, sé qué debo hacer — mi padre se alejó de mi y caminó hacia la salida. Me quedé solo procesando lo que había pasado.
Al ser un jefe debía dar una explicación de todo, hablar con cada uno de mis aldeanos y explicar la nueva etapa a la que nos enfrentabamos, una en la que podíamos vivir con tranquilidad y sin problema alguno. Ya no éramos una manada de lobos, éramos una familia de humanos. Solamente eso.
Regresé a la habitación con Tara, el bebé ya no estaba, mi madre tampoco. Ella estaba sola envuelta en una sabana a la espera.
— El baño está listo — dije suavemente — ¿Puedes caminar?
— Seguramente sí — ella rió — Ayúdame — me tendió su mano. Rápidamente la tomé y la llevé por el pasillo hasta el cuarto de baño.
Una vez dentro pude retirar la sabana de su cuerpo y observar el gran cambio que había tenido. Su vientre seguía abultado, dándome una pequeña vista de cómo había estado cuando el bebé aún estaba dentro de ella.
Ella se metió en la bañera y cerró los ojos al sentir el agua caliente.
— Está delicioso — dijo gimiendo de placer — ¿Vienes?
— No, Tara. Este baño es solo para ti — dije con suavidad — Necesitas descansar. Yo me encargaré de limpiarme después.
— Te extrañé mucho — dijo haciendo a un lado mis palabras y concentrándose en lo que ella quería — Todos los días.
— Yo también, Tara. También te extrañé mucho — dije más que seguro de mis palabras — Perdón por no haber ido antes por ti — empecé a restregar su cuerpo con una esponja — Perdón por haberte hecho sufrir.
— Todo valió la pena.
— ¿Sabes lo que ha pasado hoy? ¿Lo primordial que eres en mi vida?
— Sí, se que te he dado un varón y que ahora eres libre. Que la luna ya no será más de sangre para ti — dijo suavemente.
—Gracias, por salvarme — dije feliz.
Me miró con sus ojos llenos de esperanza y felicidad, como si ambos entendieramos lo que eso significaba.
— Te amo — respondió ella, dándome un último regalo.
●
Deje a Tara dormida en la habitación, el bebé estaba igualmente dormido a un lado de ella, en una pequeña canss que mi madre había conseguido para él, estaba plácidamente cobijado puesto que había frío y podía enfermarse.
Todo estaba en silencio, por tanto yo sabía que eso significaba que él resto esperaba aún a que yo dijera las palabras oficiales sobre nuestro actual estado. No me apetecía dado que había sido un día largo pero tenía que cumplir con mis obligaciones.
Salí de la habitación dejando a Tara sola y fui a reunirme con el resto de hombres.
— Buenas noches — dije en voz alta sin perturbar, por supuesto, la paz del lugar — Se que esperan palabras que traigan buenos ánimos, pues lo que paso no fue fácil. Quiero agradecer a aquellos que hicieron guardia durante todo este tiempo, a quienes se encargaron de mantener a nuestras familias seguras y a aquellos que estuvieron junto a mi todo el tiempo.
Los miré a todos expectante a sus reacciones, era de vital importancia saber lo que ellos pensaban sobre el nuevo comienzo.
— Nos enfrentamos a una nueva era, un nuevo comienzo, somos libres, ya no somos bestias o malignos seres que parecen ser de fantasía. Somos solo humanos, al fin. No volveremos a enfrentarnos a ni una sola batalla, ni siquiera una batalla entre nosotros, ya no habrán más unas de sangre ni hechizos por romper. Todas nuestras deudas han sido saldadas.
— ¿De verdad se acabo? — preguntó uno con la cara llena de esperanzas.
— Sí, de verdad lo hizo — miré a mis amigos, Jimin, Hoseok, Yoongi, Taehyung y Seokjin — Somos libres.
Todos empezaron a celebrar, entre aplausos, risas y vítores todos dejaban ver su felicidad.
Ne acerqué a Sekjin y lo abracé.
— Bienvenido de nuevo, hermano — sentí que mi corazón estaba otra vez completo, Seokjin estaba de vuelta con nosotros.
— Felicidades por el bebe, hermano — los demás chicos se acercaron a mi. Namjoon no estaba dado que él había resultado herido de manera terrible.
— Jimin, felicidades por tu bebé — dije cuando él se acercó a mi — Espero y tenga una larga vida — dije feliz por él.
— La tendrá, una vida larga y segura, pero sobre todo, una vida normal — dijo él — Felicita a Tara de mi parte.
— Lo haré — respondí — Creo que podemos todos ir a descansar — dije para que todos pudieran marcharse, no había más que hacer — durante el día limpiamos esto y luego ya podremos descansar un rato — dije dando una orden.
Los demás ya se habían marchado a sus respectivos hogares, sabía muy bien que todos estaban ansiosos por descansar y por estar con su familia tranquilamente, por tanto, alargar el asunto no era necesario. Ya todos podían descansar.
— Mañana será un nuevo día.
Me alejé de los chicos dispuesto a regresar a mi casa. Miré al cielo mientras caminaba y observé la luna, estaba hermosamente llena, iluminando todo, jamás olvidaría su tamaño, su posición, su color. Ella me había premiado con un hijo, con Tara a mi lado y mi naturaleza humana.
●
Aquí la continuación del capítulo anterior.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro