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ᴘʟᴀɴᴇs ᴇɴ ᴍᴀʀᴄʜᴀ 𝟺

ᴛᴀʀᴀ |𝟷𝟹|

ᴀǫᴜᴇʟ ʀᴇɢᴀʟᴏ ᴛᴜʏᴏ;

Habían pasado unos días desde el funeral del señor Lee. En mi vida todo seguía normal, seguía planeando cada paso que necesitaba dar y estudiando a cada una de mis presas. Por orden, quien era siguiente en la corta lista de víctimas o mis deudores, era la señora Lee. No iba a trabajar mucho puesto que ella estaba haciendo el camino un poco más fácil.

Taemin se lamentaba de vez en cuando sobre cómo le afectaba la ausencia de su padre en toda la administración de la aldea, cosa que era obvia dado que él no sabía hacer mucho. Con honestidad pura y dejando de lado mi vena más viseral o mi profundo sentimiento de odio hacia él, solo lo habían educado para ser un heredero que pudiera quedarse de manos cruzadas y ver cómo sus criados hacían las demás tareas, jamás le enseñaron como debía manejar a todo un pueblo. No aprendió a hacer lo bueno, era solo un parásito que sabía cobrar los tributos a todos los aldeanos a pesar de que se distinguían por supuesto comunismo.

La familia Lee, incluida yo, vivíamos de los aranceles de los aldeanos, cosa que repudiada dado que nunca cobraban la cantidad justa, siempre los impuestos los elevaban y no importaba si todos trabajaban el doble para obtener más ganancias porque al final de nada les servía, la familia de Taemin se quedaba con una buena parte, lo que derivaba a que el resto de habitantes vivieran con lo justo en cuanto a alimentos.

En la aldea comúnmente se vivía de forma tranquila, si la cosecha era buena se solía exportar comida hacia otras aldeas y obtener pagos elevados por ello para así visitar los mercados que vendian las semillas para los cultivos. No siempre era así, casi nunca se ocupaba el dinero que se obtenía más que para comprar tela y hacer vestiduras, aunque tampoco era tan común dado que aún se mantenía la idea antigua de matar animales y hacer alguna que otra prenda de vestir.

Taemin por supuesto tenia que supervisar que todas esas actividades se desarrollaran bajo completa paz y mantener armonía entre el resto de las aldeas que al final también eran parte importante de nuestra existencia.

Cuando yo era joven creía que mi aldea era la única que existía, pero al ser hija de un agricultor pude aprender mucho. Mi papá, quien anteriormente había sido un soldado en sus años de juventud, en sus más recientes años de vida había decidido dedicarse al cultivo de verduras, poseía muchas tierras y contaba con solvencia económica para hacerlo además de que el hecho de ser un soldado retirado le daba un poco más de libertad de hacer lo que quisiera. En uno de los viajes que lo acompañé durante el invierno mientras transportaban insumos frescos hacia otras partes del territorio donde el terreno no era tan fértil, descubrí que había un mundo de posibilidades y que las demás aldeas eran mucho mejores que la mía en muchos sentidos.

La primera vez que viaje con mi padre tenía quince años y dado que era un viaje largo se necesitaba acampar en la aldea que se visitaba por al menos un día entero. Fue entonces cuando conocí a Im Nayeon, una mujer joven que se dedicaba a hacer ungüentos y practicaba la medicina casera con plantas y raíces, solo me bastó un día con ella para descubrir que no todas las plantas eran medicinales, habían algunas que también podían hacer que perdieras la mente poco a poco.

Ella me mostró una infinidad de hongos alucinógenas, que aunque eran difíciles de encontrar, no era imposible conseguir más de alguno. Me mostró cómo debían de prepararse en caso de que se necesitara para algún tipo de calmante, también, cómo debía utilizarse en el caso contrario, es decir, para hacer daño.

En mi camino de regreso a la aldea, luego del funeral del señor Lee pude divisar cerca de un pequeño arroyo que pasamos un pequeño hongo, era de los más pequeños que ella me había mostrado y no dudé en cortar unos cuantos de los que habían regados por todo el lugar, a escondidas y evitando que Taemin o alguien de la familia pudiera ver que recogía una planta tan maligna como aquella.

Esa misma noche, cuando Taemin ya estaba tan cansado como para intentar acercarse a mi o para comer la cena conmigo y cuando Leeseo también se fue a dormir, me desplace a la cocina y puse en remojo los hongos para quitarles toda la tierra y poder triturarlos tranquilamente. El procedimiento para crear la bebida no fue difícil en absoluto, sólo puse los trozos de hongo triturado a hervir y lo mezclé con un poco de miel para suavizar su sabor, así sería más fácil para la señora Lee, mi siguiente deudora.

No quería ser ruda con ella pues, a pesar de las palabras hirientes que había dicho hacía mi en el pasado y por la manera en la que me miraba como si mi vida valiera menos que la de ella, de todos, era quien menos me había dañado. Su daño hacia ni fue indirecto y pude haber considerado dejarla vivir pero todas las personas que tenían una deuda conmigo solo eran un pequeño camino que me llevaría hasta quien había perpretado el mayor daño. Taemin.

Con su padre muerto y una madre loca o inestable, su vida tiraría de un hilo y estaría desesperado y era justo como necesitaba verlo.

Con ayuda de Leeseo y asegurandome de que ella no fuera a traicionarme o intentar averiguar qué era lo que hacía, mandé el frasco con todo el té que había preparado hacia la casa de mi suegra. Como era de esperar y tras una crisis tan grande como perder a su compañero de vida, sus días eran un completo desastre y su apariencia también lo era, entonces, el té de hongo haría sólo el mínimo esfuerzo.

Gracias a mi no fiel ayudante, Leeseo, pude averiguar su estado pues ella era quien la visitaba por las tardes. Según Leeseo ella tomaba el té todas las tardes y después iba a dormir. Habían pasado cinco días y ya había empezado a hacer efecto.

Esta mañana tras levantarme tranquilamente de mi cama, Leeseo trajo noticias. Los síntomas de la pequeña planta que había utilizado eran fatales, vómitos, mareos, alucinaciones y desequilibrio. Justo lo que necesitaba.

La señora Lee ya estaba empezando a tener unos cuantos síntomas y había dicho, según Leeseo, que su esposo estaba simplemente en un viaje de trabajo y que la vería por la noche. No fue lo que yo esperaba. Quería escuchar noticias que trajeran un poco más de daño, así que dado que no estaba del todo segura por las palabras de Leeseo, decidí hacer una pequeña visita. La señora Lee iba a tomar el té conmigo.

Me preparé mentalmente para ir y ver la cara de la mamá de Taemin y tratar de averiguar si por alguna razón no se le había cambiado el té. Tenía que tomarlo, todos los días. Además me aseguré de llevar más en una jarra, no quería que le faltara.

Cuando le dije a Taemin que iría de visita co  su madre, como era de esperarse, este puso mala cara acusándome de ser una mala persona con ella. Como si ella alguna vez hubiera sido buena conmigo. Yo lo tenía claro, solo quería comprobar que ella alcanzara a su esposo pronto, nada más, no iba a mortificarla.

Llegué a la casa mayor, la casa de mis suegros y tuve que esperar a que me abrieran la puerta por unos minutos a pesar de haber tocado insistentemente.

— Señorita Tara. No la esperábamos hoy — dijo una de las criadas — La señora Lee está durmiendo pero si quiere puedo avisarle que ha venido.

— ¿Puedo entrar al menos? — pregunté con altanería. No quería hacerlo pero debía actuar bien mi papel de esposa de un Lee.

La criada se sonrojó y se apartó de la puerta para dejarme pasar.

— Disculpe — hizo una reverencia. Pasé junto a ella y me dirigí hacia la sala.

La criada seguía mis pasos con apuro. Actuar de la manera en la que lo hacía me daba repudio incluso a mi, pero debía de dejar claro mi punto. Me dolía ser descortés con los demás o pasar por sobre ellos pero tenía que aguantarme.

— Dile que he venido a verla y llévate esta jarra a la cocina — le tendí la jarra con el té y ella lo tomó — Es un té que ayuda a dormir. Ella necesita estar relajada.

— Lo sé. La señorita Leeseo trajo una jarra hace unos días — dijo sonriente — Gracias a este té ella ha podido dormir mejor. Ya no grita por las noches — dijo las últimas palabras palabras voz baja.

— ¿Lo hacía antes? — pregunté.

— Sí. Tenía pesadillas y teníamos que estar pendientes de ella. Creo que las tenía incluso antes de la muerte del señor Lee — ella hizo una mueca de confusión, talvez tratando de recordar más cosas.

— ¿Qué decía en sus gritos?

— Pedía una hija — respondió en voz baja — Ahora toda la noche es silenciosa.

Pensé en las infinidades de significados que podían existir para lo que ella decía. Nada era seguro más que solo una cosa. La señora Lee ya estaba loca desde mucho antes.

— Ve y dile que estoy aquí.

Ella asintió e hizo una reverencia y después se perdió por la puerta del salón.

Observé a mi alrededor, todo era horrible y oscuro. Tenían pinturas de flores de cerezo por doquier. Habían flores rojas, azules y rosas que le daban un toque menos sombrío, al menos, el resto de la decoración no tenía vida, era todo oscuro y sin sentido.

Había estado infinidades de veces en ese lugar desde que me casé. Las primeras dos semanas pasábamos el día entero en con los padres de Taemin. Ellos hablaban de lo que fuera yo solo pensaba en cómo acabarlos.

Mi odio por ella aumentó en ese pequeño lapso de tiempo. Todos hablaban de mi como si yo no estuviera presente, incluso negociaron con mi útero y mi vida fértil. "¿Cuantos nietos podrás darme?" "Que el primero sea un niño". "También deberías tener una niña" "si es enfermizo traerás desgracia a la familia, todos los Lee han sido saludables". Repetían esas cosas todos los días a la hora del almuerzo o del té.

Incluso después de escuchar sus tontos comentarios aún creía que podía librarme de ellos por las buenas, más no fue así. Decidí todo mi plan una noche mientras en la cena el padre de Taemin decía que había enviado hombres en busca de Jungkook y su familia para ejecutarlos, supe en ese instante que ninguno de los Lee podía guardar una promesa.

No sentí miedo por mi, era por Jungkook, todo era por él. Acabar con los que habían intentado acabarlo era lo que me motivaba cada dia. No iba a dar un solo paso atrás.

Toqué mi vientre con ternura y acaricié el pequeño bulto que era ya un poco más grande. Parecía ir creciendo demasiado rápido, todos los días tenía un tamaño diferente. En casa, escondido en mi cuarto tenía una pequeña cinta de color blanco con la que media mi vientre todos los días y marcaba hasta donde estaba. Crecía cada día. Se notaba más.

De reojo observé como la señora Lee entraba al salón, rápidamente dejé de acariciar mi vientre y me concentré en observarla bien.

Se veía diferente. Tenía ojeras y su cabello que siempre antes había sido pulcro era un moño simple y desordenado.

¿Quién eres tú? — preguntó cuando se sentó frente a mi — No te recuerdo — alcé una ceja. No esperaba que perdiera la memoria.

— Soy su nuera — respondí. Me puse de pie e hice una reverencia — Taemin, su hijo, es mi esposo.

Ella me miró como si de mi cuello salieran dos cabezas, cerró los ojos y luego los apretó por unos segundos para después volver a mirarme.

— Mi hijo no está casado — dijo segura de sus palabras — Él no ha elegido aún.

Al parecer el té funcionaba. No como yo quería pero lo hacía.

— Solo bromeaba — dije jugando un poco — Soy Yoo Tara.

— ¿Qué haces aquí? ¿Por qué me han despertado de mi siesta solo para ver a una desconocida? — era mejor si no me recordaba. Podia jugar un poco más.

— He traído té para que descanse más — dije con una sonrisa — ¿Puedo conversar con usted?

Me miró con suficiencia y asintió.

— ¡Yoohe! — gritó — ¡Tráeme el té que ha traído esta niña! — me senté de nuevo, un poco confundida por la manera en la que actuaba.

— ¿Cómo ha estado? La muerte de su esposo no es nada fácil — dije con palabras suaves.

— ¿Quién dice que mi esposo está muerto? Está de viaje — dijo indignada.

¿Cuanto podian cambiar las personas luego de un evento doloroso? Suponía que la señora Lee solo estaba dentro de una etapa en donde negaba un hecho doloroso para, precisamente, no sentir dolor alguno. Además, el té ayudaba un poco.

— Todos dicen que mi esposo está muerto pero yo lo veo todas las noches. Viene y duerme conmigo, se va por las mañanas — sus ojos se perdieron en la pequeña ventana que había en el salón — Me ha estado diciendo cosas.

— ¿Qué cosas? — pregunté con un poco de repelús. ¿Estaría fingiendo?

— Que lo siga. Todas las mañanas se va a trabajar, quiere que vaya con él — dijo suavemente, mirando muy fijo a la claridad de la ventana — Seguro quiere pedirme perdón.

— ¿Le hizo algo? — mi cuerpo empezó a experimentar escalofríos.

— Sí. Tiene un amante — abrí los ojos como platos y me contuve de decir algo — Tendrá un bebé con ella. Él cree que no lo sé, pero yo sé todo.

— ¿Lo perdonará?

— Sí. Es mi esposo — suspiró profundamente y empezó a moverse hacia adelante y atrás en su silla — Las esposas lo perdonamos todo. Además, es mi culpa. No pude darle otro hijo a parte de mi Taemin.

Me mordí la lengua para no rebatir lo que ella había dicho pues habían cosas más importantes. Ella claramente tenía su mente en una época un poco más antigua. Si mi intuición no fallaba, el hijo de quien ella hablaba era Suni. La amante era mi madre.

— Debería castigarle un poco — dije haciendo una mueca.

— Lo hago — ella se descubrió el brazo derecho dejándome sorprendida por la cantidad de heridas que tenía en él. Sus ojos chocaron con los míos y sonrió como una loca — Cada vez que él hace algo que me lastima yo daño mi piel. A él no le gustan las marcas sobre mi y se enoja.

Su brazo, sin exagerar, estaba en carne viva. Había hecho cortes desordenados que a vista eran más que dolorosos.

— Por eso me pide perdón todos los días que se va de casa y me pide que vaya con él — sonrió y volvió a tapar su brazo — Iré con él pronto.

— ¿Cuándo?

— En dos amaneceres más. Será mi cumpleaños, la oportunidad perfecta para ir con él — asentí, guardando bien el dato porque planeaba seguirla donde quiera que fuera — Ahora vete, tomaré mi té a solas y luego me daré un baño.

Asentí y me puse de pie.

— Gracias por recibirme, señora Lee — hice una reverencia y empecé a caminar a la salida del salón.

— Adiós, niña. No le digas a nadie sobre lo que te he dicho — la miré una vez más — Si mi hijo se entera, se pondrá celoso — empezó a reír descontroladamente lo que me invitó a alejarme por completo dado que el ambiente era extraño.

Era de madrugada y me sentía incapaz de poder dormir. Todo me daba vueltas. Todo en lo que pensaba era en las palabras de la señora Lee. Ella de verdad estaba fuera de su mente y no era divertido si estaba así.

Me puse de pie de la cama y cogi mi capa roja y la tira con la que habia estado midiendo mi vientre para salir de casa. Iba a ir al único lugar donde podía estar tranquila. Necesitaba recordar algunas cosas y pensar otras más. Necesitaba ir a la vida choza del bosque.

De puntillas salí de mi habitación y pasé por toda la sala hasta llegar a la puerta. Estaba oscuro, no tanto, pero aún así se miraba tenebroso. No me importó, ya había caminado en la oscuridad muchas veces. Tomé un candil y una daga para empezar a caminar.

No podía arriesgarme e irme por donde todos me vieran pasar así que tuve que rodear la aldea. Empecé a caminar rápido por miedo a que alguien me siguiera, aún sabía que habían lobos no tan buenos en las afueras y eso era un poco atemorizante.

Apuré mi paso pues sentía la sofocante necesidad de hacerlo, era imposible no caminar por la oscuridad y sentir que alguien te seguía. Me tranquilicé hasta que divisé la vieja choza. Rápidamente abrí la puerta y me encerré dentro de ella. Encendí las velas que habían y respiré tranquila cuando todo el lugar estuvo iluminado.

Durante las últimas semanas había estado diligentemente tratando de mejorar el lugar. Había traído mejores bancos y sábanas para poder pasar la noche. También traje algunos libros y una que otra erramienta de defensa.

Me senté en el piso sobre un cojín y me recosté en la pared. Se sentía tan cálido, tan bien. Después de unos minutos de estar dentro escuché claramente unos pasos que venían en mi dirección. Se sentía todo tan repetitivo. Había vivido eso tantas veces, esta vez no tuve miedo, al contrario de ello tomé la daga y la empuñe. Me puse de pie y me acerqué a la puerta.

Luego de unos minutos empujaron la puerta lo que me permitió moverme y esconderme tras ella. Pude divisar el cuerpo que había entrado y lo reconocí. Era Jungkook.

Bajé la daga y sonreí.

— ¿A quien busca, Jeon Jungkook? — pregunté con burla a sus espaldas. Me reí y él se dio la vuelta.

— Sabía que tenías que ser tu — dijo sonriendo. Cerré la puerta y corrí a él para abrazarlo — ¿Qué haces aquí?

Me recibió entre sus brazos y me apretó contra él.

— No podía dormir en casa — dije contra su pecho — Este era el único lugar al que podía venir.

Jungkook me soltó y me miró fijamente, me dio un beso en los labios suavemente.

— Necesitas un lugar más seguro para ir cuando no quieras estar en tu casa — acarició mi mejilla y me sonrió — Necesitamos establecer algunas reglas.

Arrugué el entrecejo pues él sabía que no me gustaba que me dieran órdenes.

— No me pongas esa casa, Tara. Sabes bien que no puedes exponerte a tanto peligro.

— Jungkook, no me estoy exponiendo a nada. Sabes que no me gusta que me den órdenes.

— Bueno, pues reconsideralo. Llevas a mi hijo dentro — dijo con dureza. Rodé los ojos y me alejé para sentarme en el cojín de nuevo — Es por tu bien.

— Hasta el momento mi hijo y yo hemos estado bien — respondí enojada — Se cuidarme.

— Solo temo que te pase algo y yo no este para cuidarte — se acercó a mi y se sentó a mi lado — Se que te aburres en casa pero, creo que no deberías salir tan tarde de ella.

— No me aburro para nada — respondí —Hago cosas.

— ¿Cómo cuáles? — preguntó sonriendo. La sonrisa se le iba a borrar en un instante pues no iba a gustarle lo que tenía que decirle.

— Ejecutar mi venganza — dije con sinceridad. Jungkook no tenía que saberlo, después de todo solo me enrredaba a mi, pero sentía que debía compartirlo con él.

— ¿Qué has hecho, Tara? — preguntó incrédulo.

— ¿Crees acaso que el señor Lee murió de repente? — su cara cambió de color — No me mires así, me hizo daño.

Estuvo en silencio por unos minutos, mirándome fijamente.

— ¿Estás mal de la cabeza? — preguntó enojado — ¡¿Qué mierda estás haciendo?! ¿Sabes a lo que te expones? Te van a descubrir y te harán daño. Morirás y morirá mi hijo.

— No me grites — respondí enojada por la manera en la que él se comportaba — Son mis decisiones. No te preocupes, todo marcha bien. Haré lo que quiera y no tienes voto en ello.

— No te reconozco, lo juro — Jungkook parecía medianamente herido — ¿matar gente?

— Sí, Jungkook. No eres tu quien tiene que soportar a un imbecil como Taemin. No fuiste tu quien tuvo que dejar que otrl abusar de su cuerpo y todo por las decisiones de los demás — dije rápidamente — No eres tu, soy yo.

Cerró los ojos y miré, quedándome sorprendida, como derramaba lagrimas.

— Si te hacen algo, Tara, me muero. Moriré contigo si te lastiman — dijo suavemente — Te estas exponiendo y siento mucho no poder protegerte.

— No lo sientas. Yo seguiré haciendo mis cosas — dije tranquila — Mejor dime a qué has venido.

El negó y sonrió. Incrédulo talvez por la manera en la que yo había cambiado de tema. Solo fingía, porque en el fondo me afectaba.

— Sabes que solo vengo a buscarte — dijo más tranquilo y quitando las lágrimas de sus ojos — Es a lo único que vengo. Te extrañaba a ti y a mi hijo.

— Entonces si me extrañas tanto como dices deja de gritarme y haz otra cosa — me recosté en el piso y estiré mis brazos hacia él — Ven. Acuéstate conmigo.

Jungkook obedeció como un niño bueno y se acostó a un lado de mi.

— Me tienes loco, Tara — levantó mi camisón de dormir y acarició mi vientre lentamente — Todos los días pienso en ti, en mi hijo.

— No te refieras a mi embarazo como un niño. Yo quiero una niña — dije soñadora — Quiero tratarla mejor de lo que mi madre lo hizo conmigo.

— Lo que sea que sea. Estoy ansioso por ver su cara — dijo en un hilo de voz —¿Será como tú? ¿Será como yo? Esas preguntas no salen de mi mente.

No dije nada, pues no podía responder a ellas. Quería, específicamente que mi bebé luciera como él, cada una de las características físicas de Jungkook me encantaban. Era tan guapo que era imposible no querer un bebé igual que él.

— ¿Ya le has dicho a tu madre? — pregunté.

— Sí, está alucinando. Nunca la había visto tan feliz, mi padre y mi hermana están igual. Taeri está peor.

— ¿Su vientre ya está grande?

— Sí, parece que trae una sandía bajo el vestido — dijo riendo. Cerré los ojos pues escuchar la voz tranquila de Jungkook era como una suave música para dormir — Dice que te extraña.

— Dile que la extraño más.

— Lo haré. ¿Sabes que más me dijo? — preguntó. Se levantó de mi lado y empezó a sacar de su bolsillo algo que no pude averiguar bien qué era.

— ¿Qué más te dijo? — pregunté curiosa.

Feliz cumpleaños, Tara — mis ojos empezaron a llenarse de lágrimas al ver como Jungkook abría su mano y me mostraba una cadena con un pequeño dije en forma de lobo.

No quería llorar, pero no pude evitarlo. Era la primera gez en muchos años que alguien recordaba mi cumpleaños.

— No llores, mi propósito no es hacerte triste, quiero todo lo contrario — se acercó a mi y me ayudó a sentarme para colocarme el collar en mi cuello — No te lo quites nunca.

— Lo prometo — dije entre lágrimas.

— Dame un beso — apretó mi cara entre sus manos y me atrajo junto a él para besar mis labios con pasión.

Me mordió hasta que le di entrada a su lengua y cuando el beso empezó a ser más fuerte lo detuve, yo también quería darle algo.

— Alto, alto — dije con una sonrisa al ver que él estaba desconcertado — También tengo algo para ti.

— ¿Qué tienes para mi?

Lentamente saqué de un lado d emi camisón la tira que había tomado de mi casa, en ella estaban marcados todos los días que mi vientre había crecido hasta entonces.

— Ten — el tomó la tira mirándome confundido — Te perdiste un mes de embarazo y quiero que tengas algo de él — el aún seguía confundido — Todos los días mido mi vientre y veo cuanto ha crecido, tienes muchas líneas seguidas desde que Namjoon me dijo que estaba embarazada — él miró la tira y después la apretó con muchas fuerzas.

— Eres increíble, Tara. Por eso te amo — me tomó de la cintura y me recostó de nuevo sobre el piso, para esta vez continuar con lo que habíamos empezado.





Holaaaaa!

Aquí este capítulo, está larguito pero espero y les guste.

Nos leemos pronto!



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