ᴘʟᴀɴᴇs ғᴀʟʟɪᴅᴏs
ᴛᴀʀᴀ |𝟸𝟷|
ᴍɪᴇɴᴛʀᴀs ᴜɴᴀ ʙᴀᴛᴀʟʟᴀ ᴛᴇʀᴍɪɴᴀ, ᴏᴛʀᴀ ᴀᴘᴇɴᴀs ᴇᴍᴘɪᴇᴢᴀ
Mientras una batalla se desarrolla, una apenas empieza.
Los días pasaban y eran muy pocas cosas las que parecían encajar. De todos los acontecimientos que me rodeaban solo uno era verdadero y un hecho. Mi vientre era ya casi imposible de ocultar.
El pequeño bulto que antes parecía mantener su forma y hacerme un favor al no dar su cara al mundo, ahora, en unos pocos días había crecido lo que no había podido en los pasados meses. Era más difícil ocultarlo y a pesar de que el otoño y el frío me ayudara a poner tantas capas de ropa como fueran necesarias sin levantar sospecha, cuando estaba dentro de casa no podia explicar el porqué de mi vestimenta. Leeseo sabía guardar las formas y hacer de vista gorda y oídos sordos cuando las demás criadas murmuraban por mi estado. Ella pretendía no saber de lo que hablaban.
Con Taemin en casa era más fácil, su ceguera le impedía ver detalladamente mi forma y dado que él no comentaba porque no veía, el resto simplemente no lo hacía con tal de no incordiar al jefe. Algo que debía de reconocer era la fuerza de voluntad y el orgullo que rodeaba la vida de Taemin. No se había atrevido a hablar con nadie de que estaba casi ciego.
Leeseo no lo sabía, de hacerlo, todo mi plan podía venirse abajo. Ella era la única piedra en mi camino, mi papá y mi hermana estaban de visita donde las tías de mi madre, aquella familia a quien ella misma había rechazo alguna vez. Se marcharon producto de la vergüenza que sentían, mi hermana sobre todo, mi padre por otro tanto él solo aguantaba el tipo para no dejar que Suni llevara el dolor sola.
Me frustró saber que se habían ido sin dar aviso, como las ratas que hacen de las suyas cuando no hay quien las mire. Entendía el proceder de ellos, haría lo mismo de verme en una situación así, pero al menos esperaba que dieran un poco de batalla. Ni siquiera pude enfrentarlos y burlarme, de Suni sobre todo.
Mi madre, la piedra más grande que mi camino tenía había sido removida de manera fácil, Taemin se había encargado de todo, cosa que no pensé en su debido momento. Solo contemplé las posibilidades de la ausencia de mi madre para hacer que el resto sufrieran, el efecto fue contrario, la captura de mi madre trajo la liberación de otros y aunque estaba segura de que Suni anhelaba volver a casa y proclamarse como hija legítima del señor Lee, su amor por mi padre se lo impedía, entonces talvez estaba obligándola a vivir en una libertad falsa otorgada por el sacrificio de su madre. Entonces, ese era su castigo.
Mi padre. No tenía muchos pensamientos sobre él pero de vez en cuando recordaba las veces en las que yo parecí ser su única hija, las veces en las que sus pequeños actos me dejaron saber que yo era alguien importante para él. Lo miraba como una ilusión, de ser diferente, se pintaría otra cosa, él estaría conmigo.
El escándalo en la aldea era gigantesco. Nunca planee dañar a mi entorno pero habían cosas que casi nunca podían salir perfectas. Si congestionar toda la falsa paz de la aldea me iban a traer mi liberación, entonces era merecedora de ello.
Pero, gracias a mi madre, su condena había dado escape a mi padre y mi hermana. No debía preocuparme por ellos, no eran una gran fuente de problemas pero aún así, me escocia no tenerlos bajo mi custodia.
Mientras mi madre permanecía encerrada por órdenes de Taemin yo tenía que preparar mi último paso y alejarme de una vez porque mi bebé llegaba pronto. Según lo que había recapitulado gracias a la ayuda de Dahee y su amplio conocimiento en cuanto a embarazos, los movimientos lunares definían mucho la llegada de un nuevo ser vivo. Según sus cálculos o sus creencias, yo daría a luz cuando la luna llena se fuera. Carecía de fe en su método pero dado que confiaba en casi todo lo que me decía, prefería escuchar y obrar con tiempo
Encargarme de Taemin era lo último de la lista, asegurarme de que él no era más un problema o algo que pudiera perseguirme era de vital importancia, para eso por supuesto necesitaba ahuyentar a Leeseo. Ella actuaba como un guardián de mi marido, siempre revisaba bien mis planes para asegurarse de que ninguno dañara a Taemin.
No podía quejarme, era muy eficiente. Seguían ocupado mi lugar en aquellas noches en las que Taemin llamaba mi nombre, talvez hasta se había llenado de ilusión al saber que era una parte cómoda a la que siempre tendría acceso, por no hablar de su creciente enamoramiento hacia él.
Era palpable la devoción que sentía hacia él, desde el primer momento su encanto fue más que visible. Estaba tan enamorada de Taemin como yo lo estaba de Jungkook. Mi piedra.
El hombre que había desaparecido de la faz de la tierra, el hombre que me había dejado con una promesa que parecía que no iba a cumplirse. Leeseo y yo estábamos al mismo nivel de locura y entrega. Ella comprometida con ofrecerme su ayuda a cambio de salvar a Taemin y yo, quien había sacrificado todo por Jungkook, dispuesta a encontrarme con él.
Cuando llegara el momento, mi partida iba a ser inminente. No podía ir con Dahee o refugiarme con nadie de la aldea o cerca. Tenía que estar por mi cuenta, sola. Considerando la idea de que talvez el bebé pudiera salir pronto, la única opción era perderme dentro del bosque. No temía estar ahí sola, jamás lo había hecho.
Mientras meditaba en todas las posibles ideas de mi escape y resolver cómo acabar con la última parte, tocaron a mi puerta y sabía que solo podía tratarse de Leeseo.
— Puedes pasar, Leeseo — dije fuerte y claro. La puerta se abrió y no esperé a que no estuviera sola. Me puse de pie de prisa cuando vi a Taemin junto a ella, mirándome fijamente.
Yo llevaba un camisón blanco, fino y que me apretaba, dejando clara mi figura. Confiada a que Taemin no podía verme, me acerqué a mi cama y cogi mi capa para ponerla sobre mis hombros y cubrirme. No dudaba de su ceguera pero la manera fija en la que sus ojos apuntaban a mi me desconcertaba.
Sonreí y miré a Leeseo, ella tenía la cabeza hacia abajo y las manos unidas, jugando con sus dedos. En mi interior sonó una alarma porque eso solo podia significar una cosa, me había delatado.
Mi cuerpo empezó a temblar con nerviosismo, las posibilidades eran infinitas y ninguna podía ser buena.
— ¿A qué debo tu visita, Taemin? — pregunté con un nudo en la garganta. Cerré la capa por la parte de enfrente y mantuve mis brazos unidos.
Alterne mi mirada entre él y la traidora. Ella por fin levantó la cabeza y en efecto, sus ojos me lo decían todo.
— Quería comprobar si no estaba loco — se acercó a mi lentamente mientras sonreía con burla — ¿Creías que era tonto?
— ¿De qué hablas? — aún no iba a permitir torcer mi brazo. Siempre llegaba hasta las últimas consecuencias.
— Hablo de que siempre supe que era ella quien acudía a mi habitación. Después de la única noche que tú y yo pasamos juntos siempre supe que era ella — apuntó a Leeseo con su mano, al menos eso intentó, su vista fallaba y no podía atinar siempre — Pero jugué al tonto. Quería comprobar hasta donde eras capaz de llegar.
— ¿Hasta dónde lo hice? — pregunté con altanería. No podía amilanarme en un momento tan crucial, al final, era mi palabra contra la suya.
— Llegaste muy lejos, Tara. Demasiado — se acercó aún más a mi hasta que su abdomen chocó con mi abultado vientre.
— No debería sorprenderte. Te repudio — dije con valentía. Escupiendo mis palabras con seguridad — ¿Cómo iba a dormir contigo?
Él apretó su mandíbula. Estaba furioso.
— ¿Qué me hiciste, Tara? — preguntó apretando los dientes — ¿Qué diablos me has estado dando para ir perdiendo mi vista poco a poco? — sus palabras agitadas hicieron que mi corazón diera vuelcos — ¿Así planeabas sacarme del camino?
— Mi plan era matarte — dije sin miedo alguno — Burlarme de ti en tu tumba — no me amilane y a pesar de su asesina mirada no bajé la cabeza. Leeseo permanecía en un rincón de la habitación — Tienes suerte de que Leeseo esté de tu lado.
— Eres más lista de lo que creí, más no lo suficiente como para alejarte con tiempo — dijo con una sonrisa, falsa, por supuesto — Tú plan casi perfecto no contaba con la lealtad de ella hacia mi — dijo refiriéndose a Leeseo — Ahora recae la mayor de mis dudas. ¿Cómo has podido ocultarme el embarazo por tanto tiempo? — puso su mano sobre mi vientre, sentí inmediatamente mucho asco y me alejé, evitando su tacto.
— Pudrete.
— ¿Planeabas huir con mi hijo? — preguntó molesto. Estuve tentada a gritarle en la cara que el bebé no era suyo, pero me contuve, por el bien mío.
Permanecí en silencio, no tenía nada qué decir. Sus palabras me habían quitado las mías.
— Eres igual que tu madre y perteneces al mismo lugar en el que ella está — dijo y se alejó más de mi — A partir de ahora te quedarás aquí, encerrada hasta que des a luz, luego veré que hago contigo.
— Primero muerta a obedecer lo que dices — estaba vez fui yo quien se acercó, me plante frente a él mirándolo retadora indispuesta a dar mi brazo a torcer — ¿Me escuchaste?
Taemin, incapaz de soportar mi insolencia, a pesar de que siempre había sido así, levantó su mano y estrelló su palma contra mí mejilla. Me dejó aturdida y con la cara caliente producto del dolor.
— No me tientes a matarte y si no lo hago es porque llevas a mi hijo, Tara.
Se alejó y se fue de mi habitación. Cerró la puerta de un sonoro golpe. Me quedé a solas con Leeseo, quien estaba en silencio en una esquina.
— ¿Cómo pudiste? — pregunté en voz baja, acariciando la parte que Taemin había golpeado.
— Fue sin querer...
— ¿Sin querer? — me burle. Aparte mi mano de mi mejilla y me acerqué a ella — ¿Qué le dijiste, "sin querer"?
— Vi el frasco que usted tenía en su mesa de noche y lo llevé a examinar al pueblo vecino, me dijeron que era para la carguera y ya había observado que usted lo ponía siempre en la bebida de él — explicó ella con palabras apresuradas — Me sentí traicionada y todo lo que quise fue devolver el golpe.
— ¿Pero...?
— No contaba con que él supiera que siempre fui yo quien acudía a su habitación y eso... me dio esperanzas — dijo soñadora — Así que me arriesgué y decidí contarle la verdad, claro que cuando mencioné por error que usted estaba embarazada, todo se vino abajo.
— ¡Debiste mantenerte callada! — grité furioso — Pudiste haber dicho que yo lo estaba dejando ciego, más nunca hablar de mi embarazo. ¿Sabes que vas a pagar consecuencias también?
Ella sonrió.
— Lo dudo. Yo también estoy embarazada — mi cara se descompuso. Al parecer, Leeseo siempre tuvo un plan — El señor Taemin ya me ha hecho una promesa.
— ¿Crees que la va a cumplir?
— Claro que sí, sobre todo cuando le diga la última noticia.
— Me ocuparé de ti, Leeseo.
— Todo cambiará cuando le diga que el bebé que lleva en el vientre es de su amante y no su hijo — estire mi mano hacia su cabello y la cogi fuertemente — ¡Ahhg! Suelteme...
— Crees que puedes contra mi, he asesinado a dos personas, una esta ciega y otra en el calabozo — la tomé más fuerte — Puedo hacer que sufras, Leeseo.
La solté bruscamente haciendo que ella cayera al piso.
— Lárgate.
Le di la espalda y me pegué a la ventana de mi habitación. Escuché que la puerta se cerró. Estaba sola. Pude sentir en mi rostro las lágrimas que bajaban por mis mejillas. Todo se volvía oscuro pues aquel plan que parecía perfecto, sin falla alguna y a punto de terminar, se derrumbó frente a mis ojos en un suspiro, dejando en la basura todos mis esfuerzos por sobrevivir.
Debía encontrar una forma para escapar más rápido que nunca porque una vez que el bebé estuviera en brazos de Taemin, todo mi mundo se vendría abajo. Traicionaria directamente a Jungkook y a mi misma.
Sin saber qué hacer y perdida por primera vez en mi vida, con miles de dudas y todos los miedos que había estado callando, me recosté en la cama, mientras dejaba que las lágrimas fueran en aumento.
●
No sabía cuando había perdido la conciencia, cuando había dejado de sentir para caer en un profundo sueño, pero cuando me desperté ya era de noche.
Decidí levantarme e ir a la cocina en busca de agua, tenía la garganta seca y un pequeño dolor en la parte baja de mi vientre.
Caminé descalza hasta la cocina, por suerte no encontré a Taemin por ningún lado, tampoco a Leeseo.
Cuando estaba en la puerta, lista para entrar a la cocina, escuché a las criadas hablando apuradas.
— El señor Taemin está como loco — dijo una de ellas — Primero el descubrimiento de su nueva hermana, ahora esto.
— Yo sabía que la señorita Tara era una nube de problemas — dijo otra voz — Es igual que su madre — mi sangre empezaba a calentarse al escuchar la manera tan despectiva en la que ellas se dirigían a mi — Desde que ella se unió a la familia, lo único que pasan son desgracias.
— No se preocupen, seguramente él señor Taemin se deshará de ella. Después de matar a su madre.
— ¿Crees que la matará? — preguntó una de ellas con curiosidad.
— Nadie que se escapa del calabozo logra sobrevivir — mi corazón empezó a latir rápidamente. Mi madre se había escapado — El señor Taemin y sus soldados están como locos buscándola. Toda la aldea lo está.
Olvide mis deseos de buscar agua y regresé rápidamente a mi habitación. Necesitaba ponerme calzado, ropa más cómoda y salir de casa. Era el momento perfecto para hacerlo.
Busque rápidamente entre mis cosas mi calzado más cómodo y un vestido caliente que pudiera protegerme del frío de afuera, además de eso, tomé un pequeño bolso que había preparado con anticipación. Dentro tenía unos aceites que Dahee había preparado para mí y una manta de bebé que había tejido con mis propias manos.
Tomé mi capa nuevamente y abrí la ventana, debía salir cuanto antes. Sin mirar atrás salté hasta el otro lado y en la oscuridad de la noche me escabulli hasta el establo que estaba a unos pocos metros de casa para ir en busca de un caballo. No sabía que tan bueno era cabalgar en mi estado pero tenía que arriesgarme.
Entre todas las bestias que tenía Taemin había uno que era más manso que el resto. Un precioso caballo blanco con abundante pelaje en su cola y sus patas. Por suerte, estaba listo para cabalgar gracias a las costumbres de la aldea de siempre estar preparados para cualquier emergencia.
Tome un banco que había a un lado del establo para ayudarme a subir al caballo. Para estar segura de no hacerme daño puse una manta en el asiento y crucé una de mis piernas para montarme en él. Me acomodé bien hasta que sentí que podía salir así, me puse el gorro de la capa y salí lentamente del establo.
Las calles de la aldea estaban barridas, probablemente todos buscaban a mi madre o seguramente estaban ya descansando. No sabia donde ir exactamente dado que podía chocar con facilidad con uno de ellos. Taemin en el peor de los casos.
Anduve por lo oscuro hasta que enfrenté al bosque. La noche era demasiado claro producto de la luna nueva, por lo tanto, no sentí miedo alguno cuando empecé a cabalgar lejos.
No podía ir por los caminos más comunes, así que en vista de alejarme rápido, decidí ir al lugar donde Jungkook y yo siempre íbamos. La pequeña choza en donde habíamos compartido tantos momentos.
A pesar de no estar lejos de la aldea era el lugar más idóneo para estar. Estaba oculta tras una arbolada enorme y una gran roca que impedía su vista a menos de que lo hicieras con cuidado. Pocos sabían de su existencia, lo cual me daba seguridad. Fui lentamente hasta ahí agudizando todos mis sentidos por si escuchaba algún sonido que pudiera delatar que alguien venía. Llegué a la choza, y me bajé a toda prisa del caballo, tenía que dejarlo libre para que pudiera correr lejos.
Le quité el asiento y lo eché a correr, sabía que iba a regresar a casa. Tomé de mi bolso una pequeña daga que llevaba y la empuñe en mi mano fuertemente.
Abrí la puerta de la choza y espere a que mis ojos se acostumbraran a la oscuridad para poder distinguir el lugar bien.
Segura de que no había nadie me adentré aún más y me recosté en la pared para descansar. Me seguía doliendo el vientre ligeramente.
Inhale y exhale aire hasta que pude estar tranquila, cerré los ojos y después, al segundo de haberlo hecho, escuché el sonido de la madre quemándose.
— Hola, Tara — abrí los ojos asustada y miré a mi madre frente a mi, sonriendo con maldad — Pensaba que iba a estar sola en esta cabaña.
Rápidamente me puse de pie.
— Madre... — fue lo único que acerté a decir. Me había quedado sin palabras.
— Que agradable saber que estas aquí... — Se fue acercando a mi poco a poco. Tenía un palo en su mano y sabía que iba a usarlo en mi — Que agradable saber que la dueña de mis desgracias está aquí.
— Por favor, madre. Piensa las cosas — pedí sofocada mientras trataba de pensar en cómo escapar de la horrible situación.
— No, justo ahora, no pienso, solo actuo.
— ¡Aahhg! — me queje llevándome la mano al vientre. El pequeño dolor que sentía se había intensificado y agrandado al punzar también mi espalda.
— Estás embarazada... — susurró ella — Tara...
— Madre, ayúdame. El bebé viene — me recosté en la pared sintiendo el dolor aún más fuerte.
— No. Taemin merece sufrir — dijo con lágrimas en sus ojos.
— No es de Taemin... ayúdame — arrugué la cara por el dolor.
— ¿De quien ese? — empecé a respirar rápidamente para controlar el dolor, cosa que era casi imposible — ¡Responde!
— Es de... Jungkook — el dolor fue disminuyendo, dándome tregua por albmenos unos segundos.
— No, no, no. Eso no puede ser. ¿Qué hiciste?
— Ayúdame madre, ¡dime qué hacer!
— ¿Cómo pudiste? Eso significa que... — No entendía lo que mi madre decía pero era obvio que mabas estábamos en sinfonías diferentes — Debe morir.
La miré asustada.
— Tú bebé debe morir — su rostro era otro, tenia una luz de maldad reflejada en sus ojos.
— ¿De qué hablas?
— Debi matar a ese hombre... — Se alejó de mi y caminó hacia una mesa vieja donde habían todo tipo de metales. Entre ellos una punta afilada — Vas a arruinar mi vida. Mi linaje.
— ¿Qué dices madre? — las lágrimas empezaban a bajar por mis mejillas y mi corazón latía con rapidez — Detente, por favor...
— Ese bebe es una bestia — dijo con asco — Es igual a él.
— Jungkook no es una bestia.
— Lo es, una bestia que va a acabar con nuestro linaje. Si dejo que ese bebé nazca, el hechizo se rompe y la profesia se cumple — dijo mi madre susurrando — El nacimiento de un ser que no es de ellos o de nosotros traerá liberación y muerte. Libertad dará a quienes están en dolor y muerte a quienes lo provocan — recitó en voz baja — Debe morir.
— Aléjate, madre — pedí suplicando.
— No te va a doler. Solo respira — dijo.
— ¡Noooo! — levantó la punta filosa dispuesta a clavarla en mi vientre. Traté de cubrirme y cuando esperé recibir el dolor, nada pasó. Sólo escuché un rugido un fuerte estruendo.
Abrí los ojos lentamente y mi madre no estaba frente a mi. Miré a un lado de la habitación y estaba un lobo de color negro con la cabeza de mi madre colgando de su boca. Me miró a los ojos y el miedo que sentía se esfumó.
Soltó la cabeza de mi madre y se acercó a mi. Todo el piso estaba lleno de sangre y el cuerpo de mi madre yacía en el piso.
El lobo gimió y pegó su pecho al piso.
"Sube, Tara" escuché que lo dijo claro, justo como una vez había escuchado a Jungkook.
En ese instante supe que de eso se trataba lo que Jungkook había dicho. Sin dudarlo, subí sobre la espalda de aquel inmenso lobo, sosteniendo mi vientre porque dolía.
No sabía de quién se trataba, pero sin duda era mi salvador. El lobo me llevó por el bosque, por un lugar en el que nunca había estado, iba rápido pero con cuidado, consiente de mi estado.
Los dolores iban y venían, sabía que era por la llegada del bebé. No podía más y a pesar de que el lobo iba con cuidado, no podía evitar sentir incomodidad. Cuando ya estuvimos demasiado lejos del lugares posibles en donde pudieran encontrarme, me rendí. Ya no podía.
— ¡Para! — grité con fuerza — No puedo más — el lobo se detuvo abruptamente y se pegó al suelo lo suficiente como para poder bajarme.
"Voy por ayuda" dijo. Me recosté a un árbol y sentí el dolor más fuerte que nunca. No sabía dónde estaba, solo sabía que podía escuchar el sonido de un río bastante cerca.
Cerré los ojos y empecé a inhalar y exhalar. El sudor corría por mi frente a pesar de que la noche era fría.
Me dolía incluso respirar, pero tenía que aguantar.
Pasaron unos minutos, terribles y largos. Hasta que escuché que más pasos se acercaban a mi. Esperaba que fuera alguien que pudiera ayudar, no necesitaba a Taemin o a alguien de su gente cerca.
No tenía fuerzas ni para abrir los ojos así que me mantuve.
— ¡Tara! — escuché una voz desesperada y conocida para mí — ¡Tara!
— Jungkook... — dije susurrando, casi sin fuerzas pues los dolores me estaban consumiendo.
— Aquí estoy, he venido — abrí los ojos al tiempo que él tomaba mi mano. Cuando distinguí su rostro pude sonreír — Tienes que ser fuerte — le dio un beso en la frente transmitiendo seguridad inmediata — ¡Llamen a mi madre!
— El bebé, Jungkook — sentí los dolores más fuerte que nunca — ¡Ahhhag! — grité con fuerza.
— Respira Tara, mi madre podrá ayudarte.
●
Holaaaa!
Perdón por la tardanza, la universidad no me da tregua. Talvez tengo 1 o 2 horas libres diarias y bueno, no les mentiré, las ocupo para ver series 😁 bridgerton es buenísima. Jajaja.
Perdón.
Subiré el siguiente capítulo pronto, no se preocupen, no pasará mucho tiempo.
Gracias por leer y por no sacar la historia de su lista, muchas gracias de verdad💗
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