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ᴘʀᴜᴇʙᴀs, ᴘʀᴜᴇʙᴀs; ᴘᴛ 𝟸

ᴛᴀʀᴀ |𝟼|

Desperté por la mañana asqueada de nuevo, con las mismas ganas de vomitar que siempre, era algo que no podía evitar y que de hecho me debilitaba por completo, y no podía hacerlo, no cuando debía ejecutar mis planes.

Salí de la cama con los pies temblorosos producto de los incesantes mareos que tenía, debía poner mi mejor cara ante ellos para así no levantar sospecha alguna y proteger al pequeño frijol que Namjoon suponía que estaba dentro de mi.

Salí al pasillo de mi habitación caminando con cuidado porque aún tenía la bendita cebolla dentro de mi, tenía que dirigirme a los baños, para sacarla y de paso asearme.

Observé el cielo por el espacio libre que había en el jardín, era primavera aún pero algunos días el clima jugaba un poco y oscurecía el cielo, anunciando que talvez caería un poco de brisa, talvez con suerte, una lluvia torrencial. Caminé hasta el cuarto de baño y toqué la campana que colgaba de la puerta para llamar a Leeseo, la necesitaba.

Me adentré en la habitación y me deshice de mi camisón de dormir, me senté en un banco y abrí las piernas para sacar la cebolla que había estado dándome problemas durante toda la noche porque, no iba a negarlo, fue incómodo. Ya había tenido algo dentro de mi, hablaba de las veces en las que Jungkook y yo lo hicimos, pero aún así no era lo mismo. La cebolla se sentía como intrusión en mi vagina, no era algo placentero, sólo como una pelota dentro.

Saqué la cebolla y la puse a un lado en el banco, después, repentinamente Leeseo entró al cuarto de baño y tuve que recomponerme para no parecer extraña frente a ella.

- Buenos días, Tara - hizo una pequeña reverencia y evitó mirarme al rostro - ¿Quieres agua caliente ñara bañarte?

- No tienes que estar incómoda frente a mi - dije divertida por su repentina timidez - No te dije nada grave.

- Lo que me dijo estuvo fuera de lugar - ella se exaltó rápidamente y me miraba, por fin, a la cara - ¿Cómo podré hacer eso? ¿Cómo usted puede pedirme eso cuando él es su marido?

- No quiero a mi marido - me encogí de hombros y me puse de pie para meterme en la bañera. El agua estaba terriblemente fría - ¿Cómo te sentías cuando te acostabas con alguien por obligación?

- No es lo mismo. Taemin no es cómo esas personas que van a las tabernas - lo defendía fielmente, justo como lo esperaba - No lo compare.

- Leeseo, tú solo conoces la parte que Taemin te ha mostrado, yo he vivido un infierno con él - relajé mi cuerpo en la bañera - Me casé con él porque me vendieron. Como un cordero.

- Lo siento, pero no lo haré - dijo firmemente.

- ¿Segura? - pregunté no porque sus palabras no me convencieran, solo quería hacerla dudar.

- Si lo hago, Taemin se dará cuenta y moriré yo y toda mi familia. Es cuestión de honor a mi casa.

- No va a pasar, yo me encargaré de ello - empecé a frotar mi cuerpo con una esponja - Tu sólo préstame tu cuerpo y yo me encargo del resto.

- No estoy segura...

- Sé que quieres, te beneficia. Taemin te gusta - la miré de reojo, su cara estaba acalorada, confirmando lo que había dicho - Anoche tuve suerte, Taemin se quedó dormido.

- Se levantó muy molesto esta mañana - respondió el - Dijo que no la dejara salir hoy.

- Me importa muy poco lo que Taemin diga. Iré donde se me antoje - mientras restregaba mi cuerpo con la esponja pasé mi mano inconscientemente sobre mi vientre, sentí la dureza de este una vez más. Mi piel se erizó y mi corazón latió rápidamente - ¿Harás lo que te dije o no?

Me miró fijamente, seguramente en su mente había un debate intenro sobre qué decir, sus ojos mostraban el deseo al sí, pero podía apostar cualquier cosa a que su lealtad con Tamein le decía que no. Pero, como era de esperar, el deseo siempre iba por delante de lo correcto.

- Si algo sale mal, mi muerte y la de mi familia correrá bajo usted - sonreí, había aceptado.

- No te preocupes, mi retorcida mente se encargará de todo. Haré que todo funcione - la llamé con la mano para que se acercara - Quiero pedirte otro favor.

Ella suspiró, talvez esperando lo peor de mi.

- ¿Qué cosa, ahora? Deje de involucrarme en su vida, no me apetece ser parte de todo. Colaborare con Taemin por intereses propios - alcé una ceja, sorprendida por lo que había dicho.

- No es nada que pueda atentar contra ti - sonreí para tranquilizarla - Verás, aparentemente estoy experimentando algún tipo de enfermedad, no puedo sentir ningún sabor en mi boca, todo es simple y plano, así que quiero saber si de verdad soy quien está mal o simplemente son los sabores de la comida.

- ¿Qué quiere que haga? No la entiendo.

- Prueba esa cebolla - apunté con mi dedo la cebolla que había sacado de mi cuerpo para que ella fuera quien diera el veredicto. La podía morder yo, pero si quiera imaginarlo me provocaba nauseas - La he sentido simple. Dime tú cómo la sientes.

- ¿Morder eso? - puso cara de asco. No la culpaba, la entendía - Usted me odia, definitivamente.

- Solo dime. Necesito ver a un médico si la cebolla está bien.

- Que asco hacerlo - arrugó su rostro y tomó la cebolla.

Lentamente y dudando llevó el pequeño trozo de cebolla y la llevó a su boca, cerró los ojos y arrugó el entrecejo. Dio un mordisco e incluso yo sentí más nauseas. Saboreo lentamente la cebolla y después la escupió, obviamente no iba a tragarla.

- ¿Y bien? - me recosté en el borde de la bañera y esperé a que ella se recompusiera para poder responder.

- Sabe como cebolla - dentro de mi se desarrolló un terrible sentimiento de agonía.

Ahora sí, no había dudas, estaba embarazada, un bebé crecía dentro de mi y estaba, ahora, completamente sola. Jungkook no estaba conmigo, nadie lo estaba, éramos el bebé y yo contra el mundo.

Me di la vuelta para evitar a Leeseo, no necesitaba que ella mirara mi rostro cuando quería llorar. Encogí mis rodillas y enterré mi cabeza en ellas, dejando que las lágrimas salieran.

- ¿Se encuentra bien? - preguntó Leeseo - ¿Quiere que llame a un doctor?

- Estoy bien. Vete y pide mi desayuno, iré en unos minutos.

Escuché como la puerta se cerraba a mi espalda. Ella se fue y pude llorar con tranquilidad. Necesitaba hacerlo, necesitaba sacar todo lo que habia dentro de mi para aceptar lo que viviría.

Todo cambiaba, mis planes tomaban otra dirección, tenía una prioridad, el bebé lo era, el resto no podía ponerse en pausa, sin embargo, porque bajo ninguna circunstancia podía permitir que el bebé fuera descubierto por nadie de esta familia, no al menos antes de haber cumplido la mitad de mi misión.

Podía lidiar con Taemin, incluso con mi madre, pero no podía hacerlo con el señor Lee. Lo había estudiado, era más astuto que su hijo, él sí actuaba con inteligencia, cada paso que daba estaba meditado y tenía un instinto único para anticipar cualquier plan. Taemin por el contrario era tonto en ciertos aspectos, su juvenil y vago corazón lo llevaban a tomar desiciones precipitadas, por ende siempre necesitaba de su padre. Esa era la principal razón por la cual el padre de Taemin era el primero en mi lista.

Tuve que parar de llorar porque aunque las lágrimas eran curativas, no podia dejar que me afectaran de más, debía enfrentar las cosas y seguir con la cabeza en alto, de lo contrario todo se vendría abajo.

Salí del cuarto de baño para ir a mi habitación. Tenía un plan que ejecutar.

Después del desayuno salí de casa porque necesitaba ir y atender el pequeño círculo que había montado con las niñas de la aldea. Tenía una historia que contarles.

Leeseo seguía cada paso que yo daba, por ordenes de Taemin no podía dejarme sola incluso cuando hacía mis labores cotidianas. Ella era mi sombra y la iba a usar. En mi camino ninguno era piedra, todos eran necesarios.

Llegué al templo donde usualmente hacíamos las tardes de lecturas y me adentré en el. Todas estaban esperando sentadas y en silencio, leyendo las pocas hojas de papel que yo les había proporcionado.

- Buen día - saludé cuando me acerqué a ellas. Sonreí al verlas.

- ¡Tara! - gritó todo el grupo emocionado. Rápidamente se pusieron de pie e hicieron una pequeña reverencia hacia mi.

- Siéntense - pedí con una sonrisa en mi rostro, la única sonrisa real que había mostrado en mucho tiempo - ¿Están listas para hoy?

- ¡Siiii! - respondieron al unísono.

Todas acomodaron sus posturas, cruzando sus piernas para estar más cómodas a la hora de la enseñanza.

- El otro día pude ver que amaron la historia de las brujas, bien, déjenme decirles que he encontrado otra que amarán - ellas sonrieron. Tomé el pergamino que había traído de mi casa y lo abrí para poder leerlo - Escuchen atentamente.

...

- Hace muchos años había una pequeña aldea llamada 'los olivos'. La aldea era regida normalmente por religiosos protestantes que creían fielmente en la divinidad de los dioses. En esa aldea no había lugar para ninguna otra opinión que no fuera la religiosa, pero cómo era de esperar, un pueblo no puede ser normal si no hay quienes pelean contra las reglas.

- La opinión de muchos era invalidada hasta qué un pequeño mártir salió de entre tanta injusticia, era la curandera del pueblo, una mujer que practicaba también la alquimia de las almas. Un día, después de haber sido rechazada del centro divino de su aldea, decidió ocultarse de toda luz. Su decisión la llevó a estar siempre en la oscuridad, pero volver a la aldea significaba sufrir rechazos, la gente solo escuchaba lo que el religioso decía, ella no tenía lugar en esa aldea.

- La mujer, arrinconada a estar siempre en tinieblas desarrolló el poder de jugar con el alma de las personas, empezó a hacer hechizos hasta que todos dieron resultados, su magia eclipsada cualquier tema religioso y cualquier mal acontecimiento que abrumara a la aldea, era producto de ella, de su magia, de su venganza. La mujer se embarazó y dio a luz a una hija que crió en lo oculto durante mucho tiempo, hasta que las cosas empezaron a ir mejor para ella. Fueron tantos años aisladas que ya nadie la recordaba como la curandera, muchos asociaban su nombre al maligno.

- La mujer jamás tuvo miedo, nunca flaqueo, de su escondite no salía, hasta que toda su magia se volvió mala.

- No había quien parara a esa mujer, todos estaban consternados por la idea de que la magia negra cayera sobre el pueblo, todos temían de ella, todos la culpaban.

- El sacerdote del pueblo, decidió mandarla a capturar. La tomaron y la llevaron al centro de la aldea y la ataron a una cruz, donde usando el nombre del Mesías, ensuciando su ley y sus estatutos, decidieron apedrearla para asesinarla.

- Unos metros lejos de donde la mujer era sacrificada, su hija observaba como todos los buenos de la aldea asesinaban a su madre. El corazón bondadoso que su madre la había incitado a tener se quemó en ese instante y por sus venas corría la sed de venganza.

- Los aldeanos asesinaron a la primer bruja de la historia, pero no mataron su linaje. Cobraría venganza por su madre y lo sufrirían todas las generaciones.

...

Terminé mi relato, todas las niñas estaban absortas por la pequeña historia que había contado. Todas me habían escuchado atentamente.

- ¿Esa historia es real? - preguntó una de ellas, con una sonrisa inmensa que iluminaba su rostro.

- No se sabe pero, toda historia contiene un poco de verdad en ella - cerré el pergamino a la espera de más preguntas.

- Si la historia es cierta, eso quiere decir que cualquiera de nosotras pudo descender de una bruja - miré a la niña que había dicho eso con máxima atención - Piénselo, las brujas aún no deben de estar extintas.

- ¿Qué te hace pensar eso? - pregunté con curiosidad.

- Si la hija de esa bruja tuvo otra hija y su hija una hija más, quiere decir que ellas aún siguen con nosotras, solo hay que encontrarla - dijo entusiasmada.

- ¿Quieren conocer a brujas?

- ¡Claro que sí!

- Olvidenlo, no encontraremos una, nunca.

Ellas no perdieron la sonrisa, solo la hicieron más evidente.

- Tara, si fueras una bruja, ¿te vengarias también de quien te rechace?

Era una pregunta con respuesta clara porque era lo que buscaba, quería venganza por mi alma y como la bruja de la historia quería cobrar todo lo que me habían hecho.

- Sí, Soli. Tomaría venganza - respondí sinceramente. No esperaba espantarlas, solo quería responder a ellas sinceramente - La venganza a veces limpia el alma y te ayuda a vivir en paz.

Dije lo que pensaba, no podía mentirles sobre mis verdaderos sentimientos, ellas necesitaban saber que no siempre debíamos sufrir por los demás.

Una hora después de haber estado con las niñas, en lugar de regresar a casa, fui al único lugar que podía hacerme sentir tranquila.

Eran muchas cosas pasando por mi mente. Mi embarazo, mi venganza, el miedo que había empezado a desarrollarse fervientemente de mi. Necesitaba encontrar una manera de protegerme a mi y a lo único que tenía de Jungkook.

Caminé por el bosque dejando atrás a Leeseo, a quien tuve que mandar a casa por una manta para así poder alejarme de ella y respirar un poco. Recorrí el sendero que tenía mucho tiempo de no pisar, la última vez que lo había hecho estaba cubierto de nieve, pero esta vez, tenía flores hermosas adornando el paso.

Luego de unos minutos de caminata, observé el cielo despejado de árboles, había llegado.

Fui al lago donde había empezado todo. Aquel lugar donde me había enfrentado por primera vez a Jeon Jungkook, él lugar donde pude sentir su aroma más de cerca, donde siempre, por alguna cosa del destino, nos encontrábamos. Todas las veces que me había seguido, cada vez que me advirtió que debía alejarme de él, todo había pasado en ese lago.

Se había convertido en nuestro lugar.

- Deberías estar aquí, conmigo, Jungkook.

Me abracé a mi misma y con emoción observé todo lo que me rodeaba. Colores, flores, aromas y sonidos, un cielo perfecto que había sido testigo de todo lo nuestro.

A lo lejos, viendo a la nada, sobre una gran piedra, observé algo. Algo con lo que me había encontrado antes, no era un humano, no era un humano común. Mi piel se erizó por la emoción que sentí en mi pecho. Conocía lo que era. Mágicamente, como si mis deseos hubieran sido escuchados, a la distancia veía a un lobo.

Mi corazón gritaba que era Jungkook, pero por la lejanía no podía decirlo, estabamos a una distancia considerable y por la única razón que lo miraba era qué la gran piedra estaba en lo alto del bosque.

Estaba ahí, de pie y juraba que miraba a mi dirección. Inconscientemente empecé a caminar en línea recta hacia él, como si pudiera llegar a tocarlo, anhelando hacerlo.

Mi corazón latía rápido cada vez que avanzaba. El lobo se alejó y se perdió de mi vista.

Sentí una punzada en mi vientre, mis piernas de nuevo temblaron y no pude evitar caer de rodillas viendo a la nada.




Holaaaaaa!!!

Espero y este capítulo les guste mucho.

¿Creen que fue Jungkook quien la observaba?😋

Una vez más, gracias por el apoyo que me dan.

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