ᴘʀᴜᴇʙᴀs, ᴘʀᴜᴇʙᴀs
ᴛᴀʀᴀ |𝟻|
Lo gélido de la mirada de Namjoon me transportó a los ojos de Jungkook. No sabía si era una cosa de lobos o solo mi mente jugando conmigo, pero pude ver los mismos ojos de Jeon Jungkook en el rostro de Kim Namjoon. Era como si mi mente tratara de asociarlos, cómo un pequeño impulso que me hacía recordar otra vez su existencia.
Namjoon me miraba con entusiasmo, sus ojos y los míos estaban conectados, yo esperaba que de ellos saliera una pista, algo que me dijera de Jungkook lo suficiente para yo estar tranquila, solo eso quería, una forma de encontrarlo a él en cualquier lado, de saber que de verdad habíamos tenido una historia real. Eso quería, encontrar sus ojos a toda costa donde fuera, por eso, no dejaba de mirar a Kim Namjoon.
— Espera unos minutos — dijo él apartando la mirada — Ya casi termino con ella.
Asentí observando cada uno de sus movimientos, cómo dejó de verme tan de prisa y se concentró de nuevo en su trabajo. Sentí la mano de Dahee sobre mi espalda y me empujó a un lado de la habitación. Tuve que tomar asiento, mis piernas se sentian débiles y por más que trataba de hacer que todo dentro de mi dejara de revolucionarse, no podía. Mis emociones estaban a flor de piel y se sentía como si la presencia de Jungkook estaba conmigo y me cobijaba con su mirada.
Esperé impaciente y en silencio, anticipando cada segundo y cada movimiento de Namjoon. Estaba ansiosa y las antiguas nauseas que sentía se habían ido, dando paso a pequeñas punzadas de nervio y terror, augurando que talvez algo no tan bueno pasaría.
Escuché la voz fuerte y clara de Nam dando instrucciones a la chica que se vestía de nuevo cómodamente. Sonaba tan seguro de sí, nada presumido, solo sabio. Dahee me dejó sola en el rincón de la habitación para acercarse a la chica que Namjoon había revisado, la tomó del brazo y la acarició, como una madre a su hija, luego me miró a mi y sonrió.
— Iré con Dalmi. Quedas en buenas manos — Dahee empezó a caminar con la chica, ambas tomadas de la mano.
Cerró la puerta al salir, dejándome sola con Namjoon.
Él estaba limpiando sus manos en un cuenco de agua, luego, con un trapo secó toda el agua y me miró de nuevo.
— Ven — hizo un movimiento con su cabeza para que me acercara — Siéntate en la cama y dime qué quieres.
Su tono de voz no era para nada tosco, más bien, era una mezcla de ironía y satisfacción, no lo entendía. El parecía saber algo que yo no. Hice como me pidió y me aseguré de deshacerme del velo que llevaba puesto y de la parte superior de mi vestido. Hice todo con prisa, pues cada segundo que pasaba cerca de él incitaban a mi mente a pensar de más.
— No sabía que eras amigo de Dahee — dije casualmente, ignorando la urgencia de su rostro porque yo hablara y dijera lo que pasaba — Es una sorpresa verte aquí.
— Siempre estoy en cualquier lado — respondió él simplemente. Lo miré y tuve que morder mi lengua para no preguntar directamente lo que me interesaba, preferí quedarme en silencio — ¿Tienes algún malestar?
Asentí lentamente. Mi mirada estaba sobre la suya, no me perdía ni un solo parpadeo de esta, era primordial para mi verlo, eran, hasta ahora, los ojos más seguros que había visto en las últimas semanas.
— Tengo nauseas — dije en voz baja, aún con mis ojos en los suyos — Mareos, fatiga y mucha hambre.
Namjoon se cruzó de brazos, entrecerro sus ojos hacia mi, examinandome aún más incluso inclinó su cuerpo.
— ¿Has menstruado? — preguntó. Fue hasta en ese momento que me di cuenta que no. No lo había hecho.
Desde hace semanas mi periodo menstrual debió estar conmigo, pero no fue así, definitivamente no vino y ni siquiera me preocupé por ello, estaba tan eclipsada por Jungkook y lo nuestro que no lo pensé, no extrañé su visita.
— No — respondí simplemente a falta de palabras.
— ¿Cuándo fue la última vez que lo tuviste?
— Cuando hacia luna de sangre — Namjoon me miró sorprendido — Debió haber venido hace mucho.
— ¿Tienes idea de lo que eso significa?
— Sí. Desafortunadamente lo sé — mi mente empezó a dar vueltas, tratando de pensar con anticipación lo que debía hacer — ¿Puedes darme una respuesta segura por tu cuenta?
— Recuestate por completo, levanta las piernas y separalas — dijo él.
Volvió a lavarse las manos y luego se acercó a mi cuerpo. Levantó mi vestido hasta la cintura, dejando al descubierto toda mi parte inferior, sentí vergüenza, era el amigo de Jungkook quien lo estaba haciendo, no había manera de sentirme cómoda.
— No me siento cómoda en esta posición, menos si tú me miras — dije con nerviosismo.
— No te preocupes, mis observaciones son con fines médicos, nada más — sus palabras no hicieron que me sintiera mejor, al contrario de ello, solo alteraron mi nerviosismo.
— ¿Qué vas a hacer?
— Tranquila y relájate.
Se alejó de mi y se acercó a la puerta de salida y se marchó. Traté de recuperar la calma y de controlar mis pensamientos, evitando por completo el hecho de que estaba completamente aterrorizada y avergonzada.
Namjoon volvió después de unos minutos fuera, lo miré y traía en su mano una cebolla pequeña. La levantó, mostrándola como un premio del cual presumir.
— Te presento a tu amiga. La cebolla — dijo con diversión, lo miré sin entender de lo que hablaba — Talvez no lo entiendas, pero como sabrás hay riesgos de un posible embarazo.
— ¿Lo hay?
— Claro que sí. Tara, estás embarazada. La ausencia de tu periodo es la señal más clara para darte cuenta de ello — Namjoon sacó de sus cosas una pequeña navaja con la que partió la cebolla por la mitad — Aún así, necesitamos comprobarlo. Tú y Jungkook estuvieron juntos, eso es más que obvio.
— Eso es privado.
— Soy tu médico de ahora en más — dijo él satisfecho. Aún tenía la maldita cebolla en sus manos, activando todos mis nervios — Tu vientre está duro, puedo verlo, lo sé incluso si no lo he tocado — Namjoon puso su mano sobre mi — Está ligeramente duro. Los embarazos suelen ser así, se muestran más cuando todos saben que existe.
— Yo veo que mi cuerpo está igual — Nam negó. Tomó mi mano entre las suyas y la poso sobre mi vientre.
— Está duro — me sorprendí. Estaba completamente duro y había una pequeñísima curva que yo creía que era normal — Pero vamos a comprobarlo.
— ¿Cómo? — pregunté. Señaló con su cabeza la cebolla — ¿Vas a hacerme comer eso? No se si recuerdas que te dije que vomitaba.
— Esto, querida Tara, va dentro de ti — rápidamente puso la cebolla en la entrada de mi vagina — Respira.
No me dio tiempo de hacerlo, él solo la empujó dentro de mi.
— ¡Ahhh! — grité por la brusquedad con la que lo había hecho — ¿Por qué has hecho eso? ¡sacala!
— Deja de gritar, mujer. Esto nos ayudará a comprobar las cosas. Es un antiguo método griego. Tienes que dejar la cebolla dentro de ti toda la noche, si mañana por la mañana aún conserva su sabor, es efectivo, estás embarazada — lo miré incrédula — Lo juro, es efectivo.
— ¿Tengo que andar con eso todo el día? — pregunté. El asintió — Es como llevar un... un... bueno eso, dentro de mi — él sonrió.
— Lo siento, Tara. Es necesario — Namjoon se limpió las manos y bajó mi vestido de nuevo, tapando mi cuerpo — Quiero preguntar otra cosa. ¿Cuándo fue la primera vez que lo hiciste?
— Hace ocho semanas, talvez. No lo sé. Fue tiempo después de mi periodo.
— Eso quiere decir que tienes aproximadamente siete semanas de embarazo y que ese bebé ha sido tan afortunado por no mostrarse antes, de lo contrario, aún estaríamos en guerra — me senté en la cama y escuché sus palabras detenidamente.
Reacomode mi vestido correctamente, mientras mi mente trataba de procesar todo. Era muy difícil escuchar y ejecutar cada palabra porque dentro de mi había de todo menos paz. Embarazada, según Namjoon, eso era un hecho. ¿Me convenía? No, para nada, era algo malo. Así que, a pesar de las palabras de Namjoon, de mis obvios síntomas y de la ausencia de mi periodo menstrual, deseaba, que la cebolla perdiera su sabor. No era porque no amara la idea de tener un bebé de Jungkook, era porque este pequeño crecería sin su padre hasta quien sabe por cuanto tiempo, hasta que yo hubiera cobrado mi venganza.
Estuve demasiado tiempo en silencio, pensando, Namjoon estaba frente a mi observándome.
— Jungkook siempre se detuvo antes de... eso. No entiendo cómo puedo estar embarazada.
— Eso no es un método de cuidado. Es riesgoso e igual puede pasar — tomó asiento en un taburete en frente de mi — Si Jungkook se hubiera enterado antes, todos estaríamos peleando por ti, Tara.
— ¿Por qué?
— Porque lo que llevas dentro es un Jeon, un lobo también y la manada siempre protege a cada integrante, por más pequeño que sea.
— Lo siento. En su mundo yo soy muchos problemas, un bebé solo los multiplica — dije con pena — De verdad deseo que la cebolla pierda su sabor, así evito muchas cosas.
Él me miró din decir nada, supongo que no tenía nada para mí, solo me observó en mi pena, en mi preocupación y estuvo en calma. Suspiré unas cuantas veces, a pesar de que habían cosas que debía callar no pude hacerlo, tuve que dejarlas salir y hacer la pregunta por la que estaba volviéndome loca desde que lo vi a él.
— ¿Sabes donde está Jungkook, cierto? — mis palabras precipitadas no lo sorprendieron, él parecía que más bien las estaba esperando desde hace mucho.
— Sí, lo se.
— ¿Vas a decirme?
— No, no lo haré. Tienes mucho que pensar y para mi desgracia, eres tan loca como él — me reí contagiandolo conmigo — No te diré donde está porque creo que de todas formas se van a encontrar, lo mejor es dejar que las cosas vayan a su ritmo y de paso fastidiarlo un poco.
— ¿Le dirás de esto?
— ¿Quieres que lo haga?
— No, lo haré yo — él asintió y se puso de pie, yo lo seguí, debia regresar a casa — Sin embargo me gustaría que le dieras un mensaje.
— Lo que quieras.
— Dile que lo amo, intensamente.
Namjoon me miró sorprendido, lo había dejado sin palabras. Mis ojos empezaron a sentir y mi corazón también, así que tratando de no lucir como una tonta frente a él m, salí de la habitación evitando llorar.
Fui con Dahee al salón de su casa, tratando de contener las lágrimas y las ganas de llorar. Todo en mi se sentía diferente, tenía dentro una cebolla y probablemente un bebé.
— ¿Todo bien? — preguntó Dahee cuando arrime junto a ella — ¿Es lo que creo que es?
— Sí, eso es.
— Lo siento tanto, Tara — se acercó a mi y sin preveerlo me abrazó — Un bebé suele ser una bendición casi siempre, pero tu vives en más desgracias que yo.
— No lo sientas, Dahee. Voy a pelear — le devolví el abrazo, me ayudó a sentirme reconfortada, justo como lo hacía cuando estaba en brazos de Taeri — ¿Tienes algún somnífero?
— Sí, no es para ti, ¿cierto?
— No, es solamente parte de mi plan.
— Aguarda un segundo.
Se apartó de mi y se fue a rebuscar entre sus cosas hasta que encontró un pequeño frasco de vidrio con un líquido dentro.
— Toma — me tendió en frasquito. Lo tome dentro mis manos y lo olí — Es extracto de lavanda con otro tipo de drogas, un somnífero potente.
— ¿Cuantas gotas necesito?
— Cinco. Solo eso. Si pones más puedes matarlo — advirtió muy seria — Ten cuidado, Tara.
— Gracias por todo, Dahee. Si algún día necesitas un favor, por más grande que sea no dudes en venir a mi.
Ella asintió y sonrió con calidez. Salí de su casa de prisa, poniendo el velo en mi rostro nuevamente.
●
Regresé a la aldea, con la mente más confundida que antes, tenia que cambiar de planes y eso no era bueno.
Taemin ya estaba esperándome en casa por lo que me fue difícil entrar por la ventana sin que nadie me viera y hacer como si nada hubiera pasado cuando fui al salón para cenar.
— ¿Dónde estabas? — preguntó él — Leeseo dice que no te vio en toda la tarde.
— Vino mi madre a fastidiarme, gracias a ti, otra vez — respondí severa — Estaba descansando, tengo dolores de cabeza constantemente.
— Le diré al médico que venga.
— No, no es necesario. Solo es estrés y calor.
— Bien — Taemin empezó a comer.
Trate de seguirlo, de probar lo que había en mi plato pero de hacerlo sabía que después iba a devolverlo todo, incluso con el aroma podía decir que estaba a punto de perderlo, a punto de ir de nuevo al baño. Todo me parecía asqueroso. La menera en la que el masticaba y hacía sonidos con su boca, cómo chocaba los cubiertos con los tasones y el asqueroso ruido producido por la manera en la que bebía la sopa. Un asco.
— Iré contigo esta noche — dijo de la nada — Talvez eso ayuda a que los dolores de cabeza se vayan.
No dije nada somo asentí. Mi estómago se revolvió más al revivir la noche que había estado con él.
— Voy al baño, tráeme una copa y si quieres, únete a mi.
Se puso de pie y se marchó.
Respiré con más tranquilidad cuando él se alejó. Rápidamente tomé una copa y cogi el fresquito con el somnífero que mantuve todo el tiempo entre mi mano y vacíe las cinco gotas que había dicho Dahee. Estuve más que tentada a echar la sexta, pero de hacerlo, la diversión seria poca.
Vacié una bebida en la copa y lo mezclé con la lavanda. El olor era fuerte, pero Taemin no lo notaria.
Me puse en pie y fui a seguirlo hasta el cuarto de baño.
Toqué la puerta y me dio entrada. Las manos me temblaban pero no podía mostrarle mi nerviosismo, tenía que hacerlo, necesitaba protegerme a toda costa de él, además, estaba bajo una prueba de embarazo, no iba a descartar ni una sola pequeña esperanza en no estarlo.
— Tu copa — la puse junto a él y pensé que tenía que hacerlo creíble, quedarme junto a él era lo mejor — Me daré un baño también.
Empecé a quitarme el vestido de espaldas a él, no podia permitir que viera la vientre, incluso si no era tan notorio, no podía arriesgarme.
— Acércate. Quiero tocarte.
Mi estómago volvió a punzar por sus palabras.
— No, quiero relajarme un rato — me metí en una tina justo al lado de él, dándole la espalda en todo tiempo. Tenia que cuidar que la cebolla no se saliera — ¿Cómo van las cosas en el campo?
— Normales — lo miré y tenía la copa en su mano — En unos días más ya podré estar contigo más seguido.
Empezó a tomar de su copa, mis nervios empezaron a bajar.
— Me gustaría pedirte un favor. Estoy aburrida de estar en casa, me gustaría que me dieras la oportunidad de hacer cosas por mi cuenta.
— ¿Qué quieres hacer? — preguntó dando un sorbo más — Está muy bueno esto — bebió más hasta que empino la copa y supuse que lo acabó.
— Quiero ayudar, a las mujeres, a encontrar su voz, enseñarles a leer y escribir.
— ¿Estás loca? No eres caridad, Tara — me encogí de hombros, esperando que la lavanda no tardara su efecto.
— Quiero hacerlo.
— Has lo que se te de la gana, entonces. Solo no hagas nada escandalozo.
Asentí y me relajé en el agua. Taemin empezó a bostezar y luego acomodó su cabeza sobre el borde de la tina.
— Despiertame en cinco minutos — cerró los ojos y después, mágicamente empezó a roncar.
Sonreí y salí del agua. Estaba completamente dormido y por ningún motivo iba a despertarlo. Fui con él y quité el tapón de la tina para que el agua saliera.
Me alejé de él y cogi una toalla para regresar a mi habitación.
Salí por el pasillo esperando marcharme sin que nadie me molestara. Leeseo no vendría con él, los baños de Taemin eran privados, nadie tenía permiso de entrar a ellos. Caminé de puntas para no hacer ruidos y correr el riesgo de que Twemin despertara.
Me encerré en mi habitación y ahí estaba Leeseo, me miraba con los ojos entrecerrados, desafiante por completo.
— Se que salió de tarde.
— Sí, lo hice y se que no le dirás a Taemin.
— Hace que mi trabajo sea difícil — dijo ella.
— Pues te lo haré fácil — dije con orgullo — Tengo una propuesta para ti.
— No, mi lealtad está con Taemin.
— Ya lo se, sé que eras su moza — dije sonriendo, ella se sonrojó — Por eso me gustaría que lo sigas siendo.
— ¿De qué habla?
— Quiero que cada vez que Taemin quiera estar conmigo seas tú en mi lugar. Te he estado observando, tienes un cuerpo similar al mio y tu cara es larga, justo como la mía — ella abrió la boca y los ojos — Piénsalo. Se que él te gusta, eras su moza después de todo. Yo solo quiero que él me deje tranquila.
— Usted está más loca de lo que creí. ¡Se va a enterar!
— No lo hará, te lo prometo — puse mi mejor cara, sin olvidar sonreír — Déjame eso a mi y ayúdame.
— ¿Por qué?
— Porque me da asco cada vez que él se acerca a mi. Porque tu más que nadie debería entender el sentimiento de tener que entregarte a alguien no por deseo, sino por cumplir con un estúpido acuerdo.
— Yo no puedo.
— No te hagas la digna — me encogí de hombros y dejé caer la toalla — Eras una prostituta y Taemin no es un desconocido. Vete y piénsalo — Leeseo salió de mi habitación a toda prisa.
Sonreí cuando estuve sola, era obvio que iba a aceptar. No me gustaba la manera de hacer las cosas, pero antes nunca nadie había sido considerado conmigo, mis sentimientos o mi dignidad.
Busqué un camisón para dormir y traté de acostarme en una posición cómoda. La cebolla no debía salirse.
●
Holaaaaa<3
Lamento no haber actualizado, estaba ocupada con mis cosas.
Aquí el capítulo de hoy. Veré si puedo actualizar mañana.
Que lo disfruten!!!!
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