ᴇʟ ɪɴɪᴄɪᴏ ᴅᴇ ᴛᴏᴅᴏs ʟᴏs ᴍᴀʟᴇs
ᴛᴀʀᴀ |𝟷|
Siempre había pensado que estar casada se trataba de una unión libre sintiendo el amor de la otra persona, siempre pensé que podías llegar a sentirte plena y completamente absorta por la burbuja del matrimonio. Nunca analicé las posibilidades de unir mi vida con alguien a quien despreciaba desde mis entrañas. Tenía un solo consuelo, Taemin pasaba todo el día fuera producto de las actividades de primavera, todas relacionadas con la caza de animales y la cosecha. Mientras otras personas reclamaban la ausencia de sus seres queridos, yo anhelaba porque las horas en el campo fueran más largas para así mantenerme alejada de él lo más posible.
Sin embargo, mi situación no se trataba solo si podía librarme de Taemin, también se trataba de intentar estar lejos de mi madre, de la madre de Taemin y de Suni, que venía de vez en cuando según ella a hablar. Podía evitar a mi madre con facilidad, siempre me quedaba de dolores de cabeza cuando ella venía de visita, siempre me mostraba con sueño si ella estaba cerca, pero de los padres de Taemin no tanto. Dado que su hijo pasaba fuera todo el día, ellos insistían en que yo decía tener mis comidas en su casa para así romper cualquier barrera que pudiera existir, no me interesaba hacerlo pero si me resistía era peor porque aseguraba que mi madre estaría en casa para corregir mi comportamiento.
Nadie de los Lee habían entendido aún que no me interesaba rodearme con ellos, no tenía ni un solo interés a corto plazo por ser parte de su estúpida familia y si me casé con Taemin fue precisamente para salvar a quien de verdad amaba. Por otro lado, Taemin y su ausencia me premiaban de tiempo suficiente para idear planes porque solo estaba dándole a este matrimonio un año, no iba a resistir más.
Pasaba todo el día en casa, aburrida y sola, excepto por aquellos días en los que iba y enseñaba a las niñas de la aldea, pero esa era solo una pequeña distracción, el resto del tiempo la pasaba sola en casa con una criada a disposición. Alguien con quien no me interesaba tratar o mangonear a mi antojo, siempre he pensado que alguien obviamente útil necesita a una persona para obtener cosas. Leeseo era de mi agrado, no tenía queja alguna de ella, sabía tocar instrumentos así que lo más que le pedía de vez en cuando era una pequeña melodía para poder relajarme.
Dado que mi mente pasaba desocupada todo el día, me di cuenta que habían cosas que podía hacer, cosas que evitarían a futuro un mal mayor. Taemin no iba a seguir postergando nuestra noche de bodas ni un solo día más, por lo tanto tenía que encargarme de eso.
Yo no le pertenecía a él, yo tenía una marca cerca de mis hombros que era símbolo de que alguien más me poseía, no podía faltarle a eso, no había nada que pudiera hacer que yo fuera en contra, no de ninguna manera. Dejar que Taemin me tocara era fallarle a todo lo que Jungkook y yo habíamos vivido, así que había que idear un plan. Tenía pequeñas piezas formadas en mi cabeza que de alguna manera daban a luz a un plan más elaborado, algo que no pudiera dañarlo del todo, porque tenia pensado para Taemin algo más grande.
Simplemente quería evitarlo, quería que sus manos no llegaran a tocar ni un solo centímetro de mi piel, no quería que acariciaran cada espacio que las manos de Jungkook habían tocado, no quería que Taemin besara mi piel que solo le pertenecía al hombre que me hizo olvidar todo lo que era y que me mostró todo lo que podía ser, me rehusaba a dejar que alguien más ocupara el lugar que Jeon Jungkook había reservado.
Taemin estaría de vuelta a casa por la noche, justo a la misma hora de siempre. Durante los últimos días habia copiado su rutina a fuerzas dentro de mi mente, recordaba todo lo que hacía exactamente. Venía del trabajo, guardaba su espada después de limpiarla mientras tomaba alcohol, después se desvestia y caminaba desnudo desde su estudio hasta el cuarto de baño y estaba dentro como por al menos una hora. Después del baño me obligaba a tomar la cena con él y cuando terminábamos él aguardaba unos minutos más en la mesa para tomar más alcohol, luego iba a su habitación. Una rutina simple, sin complejidades y que a mi me brindaban toda la oportunidad del mundo de estar bajo guardia, porque no iba a negarlo, había sido especialmente afortunada dado qué Taemin no había reclamado sus derechos maritales antes.
— ¡Leeseo! — llamé desde mi habitación a mi criada personal. Eran muy pocas veces en el día las que lo hacía.
Ella entró de prisa a mi habitación e hizo una reverencia.
— Señorita, Tara — inclinó su cabeza y esperó mis instrucciones.
— No hagas eso — pedí. Me puse de pie y me acerqué a ella — Y levanta la cabeza.
Ella obedeció sin ningún problema. Yo estaba segura de que le dolía el cuello después de escuchar todo lo que Taemin decía cuando éste la necesitaba para algo.
— ¿Quiere que le cante otra vez? — preguntó amablemente. La miré fijamente, Leeseo no era fea, un poco más alta que yo y con más cuerpo. Interesante...
— No, esta vez te necesito para algo más importante que una canción — respondí. Me alejé de nuevo hacia mi reposador — Vienes de las tabernas, ¿cierto?
Ella abrió los ojos como platos cuando pregunté, talvez ella creía que yo no estaba enterada de su situación o que talvez nunca preguntaría.
— Sí...sí, mi familia es de ese lugar — respondió tímida — Con todo el respeto que usted merece, no creo que debería estar preguntando eso, señora.
— Tienes razón, pero tengo una genuina curiosidad — dije con una sonrisa — ¿Si te pido un favor lo harías?
— Depende... — respondió cuidadosa. Entrecerre los ojos en su dirección, ella sin duda tenía instrucciones claras sobre lo que podía y no hacer conmigo — Su marido me ha pedido que todo lo que usted ordene debe ser cumplido, pero hay excepciones.
— Entiendo — sonreí — Es normal que haga eso, tiene miedo — ella me miró sin entender — Pero no tienes que preocuparte, no es nada que pueda atentar contra él.
— Entonces supongo que puedo cumplirlo.
— Execelente — preparé mis siguientes palabras, porque sin duda tenia que decirlas con cuidado — Tu gente es especialista en cualquier tipo de practica sexual, solo necesito unos consejos.
— Bueno... yo entiendo eso — se sonrojó. Ella estaba bastante familiarizada con el tema, pues estaba segura que trabajada de la misma manera que su familia antes de venir a mi casa — ¿Qué quiere saber?
— No, Leeseo, no me entiendes. Quiero que me lleves a las tabernas, es allí donde obtendré lo que quiero — respondí tranquila — No puedo preguntarte a ti, de lo contrario me sentiré avergonzada después — mentí tratando de no dejar ni una sola parte de mi plan fuera. Leeseo estaba del lado de Taemin.
— Pero eso esta muy lejos y el señor ya está por venir — dijo asustada.
— No te preocupes, yo me encargo de todo, dispondremos de transporte para ir y regresar a tiempo para la cena — comenté emocionada — Vamos, vamos. El tiempo es oro.
●
Leeseo y yo salimos en un carruaje de la aldea, sin levantar sospechas porque dsdo que mi posición era de esposa de un jefe, jamás nadie se atrevería a cuestionar mis decisiones. Nadie preguntaba, nadie me miraba mal, lo cual me convenía de más pues así podía dejar que todos ellos confiaran en mi, para después solamente llevar a cabo mis planes.
Leeseo se veía nerviosa sentada mientras transitabamos el camino hacia las tabernas, no devia nada, solo miraba hacia los lados con cara de preocupación, yo por el contrario trataba de recordar cada árbol que miraba pues sentía que era una dirección que iba a ocupar en el futuro, no iba a necesitar de Leeseo y por ende no iba a preocuparme por ella y la posibilidad de que me delatara con Taemin.
Tenía claro en mi mente los ue quería, cual era mi petición y aunque jamás había tratado con prostitutas estaba segura que por una buena cantidad de monedas iban a darme lo que quería.
Tras unos minutos más de recorrido, llegamos a la puerta de lo que eran las tabernas, un lugar solamente visitado por hombres, no habían mujeres como clientes y tenía fama de ser un lugar peligroso. Algo dentro de mi tembló pues estaba segura que más de alguno me conocía o había oído de la boda.
— Señorita Choi, no es necesario que el carruaje pase las puertas — pedí mientras ponía mis pies en tierra — Leeseo y yo iremos caminando.
— ¡Entendido! — hizo una reverencia hacia mi y sonrió.
— ¿Está segura? — preguntó Leeseo susurrando en mi oído — Es peligroso por acá y usted carga joyas.
— No te preocupes, estaremos bien — respondí con tranquilidad mientras empezaba a caminar — Es tu gente, se que no me harán nada si estoy contigo.
Ella suspiró, rindiendose y caminó hasta ponerse justo al lado mío. Entramos por las puertas del lugar y todo me impactó. El olor a mugre y alcohol era más que evidente, había todo tipo de personas en el lugar y la mayoría de ellos estaban en condiciones verdaderamente terribles. Las casas no eran más que construcciones de paja y poca madera, habían músicos y recipientes que tenían alcohol.
— Es por aquí — Leeseo me tomó de la mano y me llevó detrás de una hilera de pequeñas casas — La casa donde yo laboraba está en el fondo.
Empezó a jalar mi mano mientras ella caminaba de prisa, dejando atrás todo el olor a suciedad que había percibido y llevándome por un camino cubierto de fango.
Ambas llegamos hasta la puerta de la casa donde ella aseguraba que había vivido, tenía un aspecto diferente al resto, sin duda una casa de mejor calidad. Leeseo tocó la puerta y luego de unos segundo la abrieron. Una mujer un poco más grande en edad que yo nos miraba atentamente.
— ¿Qué quieren? — preguntó de muy mala gana.
— Hola, Dahee — Leeseo hizo una reverencia, yo no pude seguirla — Ella quería verte.
— ¿Y quien es ella? ¿Por qué traes mujeres si sabes que es prohibido? — el mal humor de la mujer era más que evidente.
— Lo siento, ella insistió — respondió Leeseo — Es la esposa de Taemin.
La mujer sonrió y se hizo a un lado de la puerta para que pudiéramos entrar.
— Rápido, antes de que se den cuenta que has traído a alguien de los altos mandos aquí — cerró la puerta detrás de nosotras.
La casa por dentro era moderadamente cómoda, tenía una cocina, una sala y un jardín central, además de un montón, de lo que yo suponía, habitaciones.
— ¿Se puede saber qué hace aquí señora Lee? — preguntó con burla.
— Tengo unas preguntas...
— ¿Qué, no sabe lo que tiene que hacer en el dormitorio? — yo negué — ¿Entonces? Porque me temo que eso es lo único con lo que puedo ayudarle.
— Me gustaría expresar mis dudas hacia su profesión, pero en privado... — miré a Leeseo y ella se sorprendió con mi petición. Hizo una mueca y negó — Claro, si usted me lo permite.
Lo pensó por unos instantes pero luego sonrió.
— Bien. Y deja de tratarme como a una señora, apenas tengo veinticinco — suspiré con más tranquilidad al escuchar que su tono de voz había cambiado — Sígueme.
Dejé atrás a Leeseo con una mirada de desaprobación por mi proceder, pero no me importó. Ella no tenía que escuchar nada de lo que pasaba por mi mente.
Dahee me llevó a una de las habitaciones y luego cerró la puerta.
— ¿Sabes que este lugar no es para ti? Eres una señora de casa, no deberías venir — dijo calmada. Me invitó a tomar asiento en unos cojines de color rojo — Dime lo que sea que tengas que decir y luego vete o te meterás en problemas.
— Primero que nada quiero que tú asegure que lo que sea que yo diga quedara solo entre tú y yo — demandé firmemente pues no podía arriesgarme — A cambio de tu silencio te otorgaré esta joya — quité de mi cuello un collar hecho especialmente para mi por Taemin — Tómalo.
Ella me miró dudando.
— Lo que sea que vayas a pedirme debe ser muy complicado como para que entregues una joya tan valiosa como esta — dijo tomando el collar entre sus manos — Prometo no decir nada, si eso es lo que quieres.
— Bien, dicho eso, empiezo con mi petición — tomé aire para hablar con más tranquilidad — Sé cual es tu trabajo, también se que eso implica demasiado contacto físico y que por lo tanto tienes alguna manera en la que evitas los embarazos — dije rápidamente — Porque sé que no cualquier hombre va a evitar dejar eso... dentro de ti.
Ella alzó una ceja sorprendida.
— ¿Qué rayos dices?
— Lo que pregunto es el método que usas para no quedar embarazada.
— ¿No quieres quedar embarazada? — preguntó. Negué segura de mi — Si traes un hijo al mundo sería el bebé con menos problemas en toda la creación.
— Tu no lo entiendes — respondí — Se que tu vida y la mía han sido muy diferentes, se que talvez tu has sufrido más que yo pero no puedo quedar embarazada de lo contrario odiare al niño — mis palabras fueron claras — Me casaron contra mí voluntad, no quiero a Taemin y un hijo de él sería lo peor que puede pasarme.
Ella me miró, esta vez de una manera diferente, más comprensiva y más dispuesta a escuchar y ayudar.
— ¿Qué te hace pensar que no estás embarazada ya?
— El hecho de que mi marido no me ha tocado aún — Dahee se sorprendió por mi confesión — He corrido con suerte estas dos semanas pero creo que no podré evitarlo más.
— ¿Eres virgen entonces?
— No, yo ya me he acostado con alguien más, alguien a quien amo pero con quien no puedo estar — ella me miró expectante — Siempre fue cuidadoso a la hora de... terminar.
— ¿Sabas que si Taemin se da cuenta que te he ayudado me mata, cierto? — asentí — Lo he conocido por más de cinco años, es un cliente frecuente en este lugar y siempre he pensado que es una completa basura.
— Somos dos. Y no tienes que preocuparte, jamás lo sabrá. Leeseo no dirá nada, yo me encargaré de ella.
— Ha venido unas cuantas noches después de tu boda — confesó. No pude sentir ni un solo poco de enojo o celos — Pero supongo que no te importa.
— En absoluto — respondí sincera — Solo dime qué hacer.
— Está bien, ayudaré esta vez — se levantó del cojín y caminó hacia un estante de la habitación — Usualmente nosotras nos cuidamos con diferentes métodos, pero el que menos daña tu cuerpo es este.
En su mano me mostró algodones.
— ¿Qué es eso?
— Usualmente remojamos algodón en miel y acacia, esa mezcla ayuda a matar los espermas.
— ¿Tengo que meterme eso? — pregunté asustada.
— Sí, solo antes de la relación sexual — respondió — Luego lo retiras y listo. Puedes conseguir el algodón en el mercado y el resto de las cosas también.
— ¿Funciona?
— Sí, he estado en esto por casi diez años, ni un solo embarazo — Aseguró ella — Toma estos y guárdalos en un lugar seguro, Taemin conoce su función.
— Gracias — tomé el algodón en mis manos y lo envolví en un pañuelo para después ponerlo en mi cinturón.
— ¿Algo más?
— Sí, una duda — mi voz tembló, el nerviosismo se apoderó de mí pues lo que iba a preguntar no era poco cosa — Se que Taemin no solía venir solo a este lugar. ¿Jeon Jungkook también usaba tus servicios?
Ella rió.
— De ninguna manera — respondió risueña — Ese hombre venía solo a tomar, intenté muchas veces acercarme a él y hacer que me tocara pero nada funcionó, siempre me rechaza. Siempre rechazó a cualquier chica. Nos desnudamos frente a él y nada.
Mi corazón se tranquilizó.
— Gracias. Por todo — me puse de pie pues ya había terminado.
— ¿Es él?
— ¿A quien amo? — Dahee asintió — Sí, es Jeon Jungkook.
Me encaminé a la puerta lista para usar lo que ella me había dado.
— Una cosa más, Tara — dijo mi nombre, me confundió pues no se lo había dicho en ningún momento — Leeseo no es de fiar, ella solía estar enamorada de Taemin.
Asentí. Dentro de mi se encendía una luz conforme salía de la habitación y regresaba con Leeseo.
Dahee no solo me había dado un método para protegerme, también me había otorgado una salida definitiva y todo sería por medio de Leeseo. La miré sonriendo cuando llegué con ella.
— ¿Lista? — preguntó ella poniéndose de pie.
— Más que lista — respondí.
— No olvides nada de lo que te enseñé y usa todos mis trucos, tendrás a tu marido pidiendo más y si tienes alguna duda, regresa de nuevo — Dahee habló desde una esquina de la sala — Adiós, Tara.
— Enviaré el pago a tus servicios pronto.
Salí con Leeseo de la casa de Dahee, listas para regresar a la aldea.
— ¿Qué le dará en pago?
— Nada interesante — respondí — No digas nada de esto a Taemin, es una sorpresa para él hoy que regrese a casa.
— Entendido — Leeseo no se miraba muy contenta, pero estaba segura que no diría nada pues ella también se vería involucrada en esto.
En cuanto a Dahee su información me había sido demasiado útil. Al llegar a casa me encargaría de hablar con la costurera para solicitar vestidos nuevos para Dahee.
Pero Leeseo... para ella tenía otros planes porque incluso si era inocente en todo esto, la iba a usar, esta vez pasaría sobre todos, de la misma manera que han pasado sobre mi.
●
Holaaaaa!
Iniciamos de este lado. Se vienen muchas cosas, mucha venganza, mucho dolor y muchas sorpresas.
Si tienen curiosidad con el método que usará Tara para cuidarse, pues eso es lo que se usaba antes. Habían distintos tipos de métodos pero ese era el más común y el más efectivo. Está en Google, lo investigue después de haberlo leído en un libro de época.
Espero y este capítulo les haya gustado.
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