ʟᴏ ǫᴜᴇ ᴀᴜ́ɴ ɴᴏs ᴜɴᴇ
ᴊᴜɴɢᴋᴏᴏᴋ |𝟹|
ʟᴀ ɴᴏᴄʜᴇ ǫᴜᴇ sᴀʟɪ́ ᴅᴇ ᴄᴀsᴀ
Regresé a la aldea haciendo uso de toda mi fuerza de voluntad para no tentar a mi alma y volver y así asesinar a Taemin y a todo aquel que se me pusiera en el camino. Estaba profundamente enojado por todo lo que había pasado, por la decisión de Tara más que nada.
Me dejó fuera, no podía hacer nada si ella misma había decidido desterrarme. Yo tenía un plan secundario para Taemin, jamás iba a quedarme de brazos cruzados y ver cómo él jugaba sucio. Entendía a Tara, sin embargo, todo lo que hizo fue por mi, por salvarme de alguna manera, incluso si eso significaba que debía poner su libertad en juego.
Cuando vi sus ojos supe que todo había acabado, no los sentimientos entre nosotros dos pero sí el capítulo en el que nuestras vidas se encontraban, todo había llegado a su fin. Lo más daba vueltas en mi cabeza era el hecho de que Tara sí llegó al altar con Taemin. Fue por mi culpa. Se suponía que era yo quien debía salvarla de él y casi lo logré pero, fui yo también quien la llevó a sus brazos.
Me dolía, vaya que sí lo hacía, aceptar que ella no estaría conmigo en este nuevo capítulo era un golpe bajo, llevaría en mi pecho el dolor profundo de haber perdido la oportunidad de tomarla conmigo y hacer de Tara mi hogar. Necesitaba marcharme y decirle adiós, luchar contra la necesidad de volver hacia ella y tomarla a la fuerza, de asesinar a Taemin y a su familia entera y si era necesario a la familia de Tara también. Quería volver y destrozar todo, reclamar lo que era mio pero, no podía.
En un solo día mi corazón había perdido a dos personas valiosas. Perdí a Seokjin y Tara decidió irse de mi. Entre las cosas que no podía evitar era el hecho que incluso si Taemin no lo sugería, toda mi aldea iba a mudarse, todos.
Puse los pies sobre la tierra que debía dejar atrás, el lugar que me había visto crecer y donde mi amor habia florecido. Era tiempo de marcharnos. Miré a toda mi familia, mi aldea, todos estaban preparando las cosas para marcharnos, ya había alistado el transporte y subían algunas cosas en los carruajes, pero aún faltaba mucho.
Me acerqué a mi familia que al igual que el resto sacaban lo más esencial de la casa y lo ponían en cajas de madera.
— ¿Dónde estabas hijo? — preguntó mi madre dándome un abrazo — Ya casi todo está empacado.
— Tenía que arreglar todo con la aldea de Taemin. Así no van a preguntarse porqué nos hemos ido — me aparté de sus brazos y tomé una caja pesada que llevaba en sus manos — Ni creo que sea necesario empacar tanto.
— Lo sé, pero aún así planeamos dejar todo vacío — respondió ella — Tu hermana no quiere dejar atrás a sus gallinas. Ha llorado toda la mañana por eso.
— Supongo que hay que llevarlas — respondí — No me refiero a que dejemos todo lo que nos puede servir, me refiero a que deberíamos empacar ligero porque el viaje es relativamente largo. No quiero sobrecargar a los animales.
Mi madre me miró comprensiva. Se acercó a mi y puso una mano en mi cara para acariciarme lentamente.
— Se que esto no me incumbe y que se trata de tu vida privada, hijo — dijo ella — Pero necesito preguntar. ¿Tara vendrá?
Mi corazón volvió a sentir una punzada de dolor, pues era difícil responder la pregunta con un "no".
— No, madre. Tara se quedará — ella me miró desilusionada, casi sintiendo lo que yo sentía — Supongo que desde el principio debía ser así.
— Para nada. Te he visto hacer esto, no vas a pelear ahora pero puedo asegurar a que volverás por ella después. Te conozco, te cargué en mi brazos desde el día uno y tus ojos, siempre expresivos, siempre revelan todo. Volverás por ella — sus palabras hicieron eco dentro de mí. Aceptar lo que ella decía era difícil.
— Si alguna vez planeo volver con ella o ir hacia ella, por favor, encierrame — ella rió y se separó de mi.
— Como si eso fuera posible — dijo burlándose. Se alejó de mi y fue de regreso a la casa, seguro a empacar más.
Me alejé y caminé hacia uno de los carruajes para poner la caja y ayudar con lo que faltaba, todos hacían lo mismo, charlaban emocionados y comentaban sobre cómo los nuevos comienzos eran siempre frescos y que no había mejor estación para mudarse que la primavera. Al menos para ellos este sería un nuevo y bienvenido comienzo, al menos ellos miraban lo positivo de decir adiós. Fui de regreso a mi casa y miré frente a mi casa a Jimin, me esperaba de brazos cruzados.
— ¿Se puede saber dónde está, Tara? — preguntó enojado — Y no me salgas con la lierda barata que le has dicho a tu madre — se acercó a mi y me golpeó la cabeza — porque sé que si tú quieres vas ahora mismo y destrozas todo.
— Olvídalo, Jimin — respondí irritado — Y no menciones más el tema.
— ¿Te vas a rendir fácilmente? — preguntó sorprendido.
— Sí.
Él rodó los ojos.
— Bien, si eso es lo que quieres, pero no digas que no te lo dije — puso uno de sus dedos en mi pecho haciendo presión — Y te prometo que si decides ir tras ella después de esto, te arrepentirás. Yo mismo me encargaré de ti, yo cumpliré el favor que le has pedido a tu madre — me empujó y luego se alejó.
— Olvida el tema — repetí cansado — ¿Taeri y su madre ya están listas? — pregunté tratando de evitar a cualquier costa todo lo relacionado a Tara.
— Sí, están en mi casa esperando a que estenls listos. Supongo que podremos salir esta noche.
— Mejor aún — respondí — Quiero salir de aquí cuanto antes.
Me alejé de Jimin, no quería hablar con nadie sobre algo que espinaba mi corazón.
Necesitaba pensar, alejarme de todos. Era mejor mirar de largo y dejar que todos hicieran lo suyo porque aunque quisiera ayudar, no iba a servir de mucho, no con mi mente distraída de la manera en la que estaba, no con todo el dolor que tenía en mi corazón.
Me recosté bajo la sombra de un árbol, ya era tarde por lo tanto el sol estaba tenue. La nieve empezaba a deshacerse, dando inicio a una nueva temporada. Una que traía corazón y promesas rotas.
●
Pasaron las horas, era de noche por completo, todos estaban exhaustos después de un largo día preparando todo. Las casa de la aldea ya estaban vacías y todos estábamos listos para irnos. Todos estábamos listos para decir adiós.
Sabía que todos esperaban mis órdenes, pues yo era el líder, se hacía lo que yo decía, incluso mi padre obedecía.
— ¿Deberíamos salir ya? — preguntó mi padre, con una sonrisa de tranquilidad en su rostro — Creo que todos están eufóricos.
— Supongo que sí — respondí relajado — Si partimos ahora estaremos en la aldea de Yoongi al amanecer.
— Da la orden, hijo — mi padre me dio una palmada en el hombro — Tú eres el líder.
Asentí. Mi padre se alejó de mi y fue con mi madre y mi hermana. Me acerqué al circulo que se había formado en espera, todos me miraron cuando me puse junto a ellos.
— ¡Es hora de irnos! — hablé en voz alta — Mujeres y niños usen los carruajes. El resto, vigile el camino.
— ¡Entendido, líder! — todos se pusieron de pie para empezar a moverse.
Todas las mujeres y los niños empezaron a abordar los carruajes y se disponían a salir en fila hacia donde sería nuestra próxima casa. Los hombres, los miembros de la manada debíamos vigilar nuestro camino, es decir, no iríamos como humanos, iríamos como lo que eramos, lobos. Necesitábamos ir de esa manera, así podíamos proveer cualquier ataque.
Esperé que todos avanzaran. Una gran procesión de carruajes y lobos se abrió paso en el camino cubierto de nieve. Me quedé de pie esperando a que todos se perdieran, pues yo necesitaba hacer algo más.
— ¿Vas a ir a buscarla, cierto? — la voz de Jimin me sorprendió, pues esperaba que el fuera con el resto.
— Vete con el resto, hyung — demandé.
— No, no voy a dejar que vayas solo.
— Esto no te incumbe y lo sabes — dije molesto — Vete y acompaña a tu novia y a su madre.
— No, porque se que vas a ir tras ella y necesito prevenir que hagas algo malo — dijo él seguro de sí — Sé que después de hoy te convertirás en el ser más agrio de la tierra — lo miré molesto — Así que puestos a eso, necesito recordar tu rostro alegre por última vez.
Rodé los ojos y me alejé de él caminando, obviamente Jimin me siguió. Apuré mi paso hasta que llegué a correr y me convertí en lo que era. Un lobo.
Jimin me siguió y al igual que yo, empezó a correr con rapidez. Pude escuchar todo lo que su mente pasaba, líneas en donde pedía que no hiciera una locura, que pensara en mi familia y que talvez después de que todo hubiera acabado yo podía volver con ella, pidió que lo pensara bien, y aseguró que todo iba a estar mejor.
Nada era cierto más que la realidad que estaba viviendo, todo lo que iba a hacer era despedirme, ver su rostro por última vez y marcharme para siempre.
Ambos llegamos a la aldea y disminuimos velocidades. Traté de seguir el olor de Tara. Estaba en su casa. Me acerqué por donde siempre lo había hecho cuando solía vigilarla en secreto. Para mí mala suerte las ventanas estaban cubiertas y no podía ver nada, más podía escuchar su pacífica respiración y aunque sus pensamientos estaban bailando en su mente por el mal momento que estaba pasando, sabía que relativamente estaba en paz.
Me pegué a su casa y por una rejilla la miré, estaba recostada a la puerta de su habitación en una posición bastante incómoda para dormir. Su rostro como siempre era sublime y podía gastar horas viéndolo, horas observando todas sus facciones y jamás me cansaría. Mi corazón dolió, pues lo único que me quedaría de ella era ese pequeño recuerdo, la última vez que vi su rostro.
La miré por unos minutos, si moverme, sin decir nada. Me alejé de su casa y guardé en mi corazón la última vista de ella.
Miré a Jimin y luego empecé a caminar lentamente.
"Volverás por ella" dijo él "te conozco"
Lo ignoré y seguí mi camino para ir y alcanzar a mi gente.
Era un adiós.
●
— Alto ahí, Jeon Jungkook — Jimin se puso frente a mi, impidiendo mi paso. Rodé los ojos y suspiré cansado. Era la quinta vez que lo hacía — Dijiste que si tratabas de ir en su busca que te detuviera.
— Pudrete, viejo — me crucé de brazos enojado — Déjame, Jimin. No me meteré en problemas, lo prometo.
— No vas a ningún lado. ¿Quieres ir de nuevo a la celda y pasar ahí otra semana?
Di la vuelta, pues no había manera de pasar e ir en busca de Tara. Lo había intentado muchas veces pero Jimin siempre estaba en guardia, incluso cuando se suponía que debía cuidar de su novia y su embarazo, siempre estaba atento. A pesar de las promesas que hice para mi de no ir en su busca, no pude. Pasaron solamente cinco días para darme cuenta que la necesitaba más de lo que alguna vez podía admitir.
Mi madre y mi padre opinaban igual que Jimin, que no debía ir, al menos por ahora. Apenas y pasaban tres semanas desde que salimos de la aldea, era un corto periodo de tiempo en el que apenas habíamos logrado acomodarnos y construir nuevos hogares para nosotros.
La convivencia era buena, todo iba a su ritmo y sorpresivamente todos habíamos logrados acoplarnos con las actividades de trabajo, pues ya era primavera y habia que producir. Al igual que los hombres, las mujeres tenían la importante función de apartar vallas y semillas para la cosecha.
Ahora que todos estábamos juntos las cosas se llevaban mejor. Hoseok, Yoongi, Namjoon y Taehyung eran una fuerza increíble cuando se trataba del trabajo. Tenía paz al menos por ese lado, todo el clan estaba reunido.
Aún asi, faltaba Seokjin. No podía borrar su vida de la mía a pesar de que lo intenté, lo pude hacerlo, era parte de mi, solo que no podía perdonarlo.
Regresé a mi casa para encerrarme en mi estudio improvisado hasta la hora de la cena. En los últimos días mi ánimo no iba del todo bien, no lo entendía y no podía culpar a mi situación con Tara, más bien parecía algún tipo de enfermedad.
Me recosté en el piso después de abrir las grandes ventanas que daban a un jardín inmenso que florecía hermosamente. Allí estaba Taeri, de rodillas comiendo algunas flores.
— ¿No es malo que estés en esa posición? — pregunté mientras le sonreía. Taeri me miró y sacudió de sus manos toda la tierra.
— No, tengo que hacer ejercicio. Además aun no se nota mucho — respondió ella tan alegre como siempre. Aparentemente ella y su mamá eran quienes menos sentían.
No dije nada y solo sonreí, después cerré los ojos.
— ¿La extrañas, cierto? — preguntó. Ella estaba más cerca de mi. Se sentó en el borde del porche trasero de mi casa y me sonrió.
— ¿Tú no?
— Claro que sí. Tara era como una hermana para mi y a veces quisiera ir con ella, se que no habría ningún problema pues nadie sabía de mi y de Jimin — su voz sonaba esperanzadora — Pero creo que lo mejor es no ir con ella.
— ¿Por qué?
— Porque preguntará por ti y me seguirá hasta acá y todo lo que hicieron para protegerse se irá a la basura — dijo ella — Nunca sentí que esa aldea fuera mi casa, pero aquí con ustedes y con Jimin se siente cálido.
— Bueno, cargas a un lobo en tu vientre — le dije divertido — Ya eres de aquí — ella sonrió — De verdad lo digo, si la extrañas demasiado solo ve y habla con ella.
— No, no lo haré — ella me miró calidamente, reconfortando mi alma por unos segundos — ¿Irás por ella y la traerás, cierto?
— Voy a dormir, Taeri.
La ignoré al cerrar mis ojos nuevamente. Escuché como se levantó y se alejó de mi. Creí que podía dormir y dejar que las horas simplemente pasaran, pero no pude. Mi estomago empezó a revolverse y tuve que levantarme de prisa pues sabía que iba a tirar todo lo que estaba dentro de mi.
De prisa salí del estudio y corrí hacia el baño de mi casa. Tiré todo lo que habia comido en el desagüe.
— ¿Jungkook estás bien? — mi madre abrió la puerta — ¿Qué te pasa, hijo?
— Vete, madre. Déjame solo — pedí aún con la cabeza hacia abajo pues sentía que aun no había terminado de devolver todo, a pesar de que se veía así.
— Llamaré a Namjoon.
Ella se fue antes de que pudiera decirle que todo estaba bien, que talvez solo era el estres, pues había estado sintiendo esto desde hace unos días. Sabía que no se trataba de algo casual, que probablemente una enfermedad pero me negaba a pensar en ello.
Me quedé allí, en el baño sin poder moverme, supongo que fue mucho tiempo pues mi madre regresó con Namjoon.
— Largo, hyung — dije cansado — No quiero que nadie me vea así.
— Tía, puedes irte — pidió Namjoon a mi madre ignorando por completo mis palabras — Hablaré con él.
Miré a Namjoon y a mi madre después de sentir que al menos podía sentarme debidamente. Mi estómago aún dolía y mi mundo daba vueltas por completo. Mi madre se fue del cuarto de baño y me tocó enfrentarme a Namjoon.
— Voy a hacer una pregunta clara, Jungkook. Responde con sinceridad de lo contrario se desarrollarán problemas — dijo él con su mirada fija en mi — Tengo dos teorías con respecto a esto. ¿Es la primera vez que sientes nauseas?
— No.
— ¿Cada cuanto las sientes?
— Bueno, talvez dos veces por semana — dije inseguro — He estado así por dos semanas o no sé. No llevo el tiempo.
— Muy bien — se sentó a mi lado y se cruzó de brazos — Puede que se trate de algún virus alimentario, pero lo dudo, los demás se habrían contagiado también — su lista boca empezaba a soltar palabras — Creo que más bien es mi otra teoría.
— Solo dilo, no soy amigo de esta mierda vaga — pedí.
— ¿Tú y Tara estaban teniendo relaciones íntimas?
— Eso es privado — dije a la defensiva.
— Tomaré eso como un sí. ¿Cuándo fue la última vez que lo hicieron?
— Estás cruzando la barrera, hyung.
— Solo responde...
— Hace tres semanas y unos días. No sé.
Namjoon sonrió.
— Pues según mis amplios conocimientos en los cuerpos humanos, me temo que lo que estas sintiendo son síntomas de embarazo.
Lo miré con rareza.
— No se si sabes pero incluso en nuestro mundo son las mujeres quienes cargan a los bebés — dije tratando de ponerme de pie — Los hombres somos los que metemos.
Namjoon también se puso de pie, justo a mi lado.
— Lo que estoy diciendo es que talvez has dejado a Tara embarazada. ¡Baboso! — me dio una palmada en la cabeza y luego salió.
Me quedé perplejo por unos segundos, inseguro de lo que él había dicho y después caí en cuenta.
— ¡Joder! — grité.
●
Holaaaaa!
Espero y estén bien. Ojalá y les haya gustado este capítulo.
¿Cómo lo ven? Se que muchas se lo esperaban pero aún así hay que hacerla de emoción. La teoría de que Tara esté embarazada aún está por verse, Namjoon solo especula, puede que Jk simplemente esté muriendo por no estar al lado de Tara.
Es como los perros, suelen mostrar tristeza cuando sus amos no están cerca, en este caso, Jungkook marcó a Tara, es lo mismo.
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