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ʟᴀ ɴᴏᴄʜᴇ ǫᴜᴇ ᴅɪᴏ ᴛᴜ ᴄᴏɴᴅᴇɴᴀ

ᴛᴀʀᴀ |𝟸|

Leeseo y yo llegamos a casa luego de haber hecho nuestro viaje. Mis manos temblaban y mi corazón también producto de todas las emociones mezcladas que tenía al pensar en lo que podía pasar por la noche. Por más que trataba de hacerme a la idea no podía, mi mente no procesaba la idea de que Taemin pusiera sus manos sobre mi cuerpo.

Quería llorar y gritar para destruir todo a mi paso, quería que la furia interior que llevaba desde el día de mi boda los consumiera a todos, uno por uno. Al final yo solo era una víctima, alguien que sirvió como moneda de cambio para dos familias completamente egoístas. En mi mente tenía claras las palabras que había dicho el día de mi boda "hasta que la muerte nos separe" una frase que cumpliría punto por punto. Anhelaba el día en el que pudiera gozar mi libertad, cuando todas las personas que me hicieron daño pudieran quedar atrás.

Para llegar y conseguir mi plan primero tenía que consumir mi propia alma. No quería acostarme con Taemin. Hacerlo oara mi suponia uno de los problemas más grandes y de hecho un atentado contra mis principios y mi irrefutable desprecio hacia él pero, tenía que ceder. Tenía que dejar que Tsemin lo hiciera de lo contrario nada acabaría bien, para mi al menos.

Me bajé del carruaje para ir directo a mi habitación y guardar con seguridad el algodón que Dahee me había dado. No confiaba en Leeseo, por ende, traté de buscar el lugar más oculto para que ella no descubriera nada y fuera tras Taemin para contarle.

En mi habitación no habían muchos lugares propicios para guardar algo que no quisiera que fuera encontrado. Era solo una habitación de cuatro paredes con unos cuantos muebles para nada seguros, cualquier lugar que usara para almacenar mis provisiones estaba segura que era en vano. Iban a ser encontradas. Podía simplemente fingir que las tenía de manera banal pero, Leeseo era lista, así que prefería mejor prevenir cualquier posible falla.

Con ayuda de una pequeña daga que guardaba en un cajón y que usualmente usaba para cortar los hilos de mi ropa, abrí un pequeño agujero en la pared de una esquina que usualmente estaba cubierta con un cuadro gigante de mi boda, según yo, era el lugar más propicio para ocultar el algodón y los pequeños frascos de acacia y miel que Dahee me había proporcionado.

Intenté guardar todo con el más sumo cuidado y en silencio, pues cualquier mínimo ruido podía alertar a Leeseo. Acomodé el estúpido cuadro en su lugar, esperando a que nadie lo moviera.

Miré la pintura mía y de Taemin, un recuerdo terrible. La sonrisa que tenía en mi cara destilaba falsedad y dolor, cualquiera que me conociera de verdad podía decirlo, era tan fácil descifrar por cuanto dolor estaba pasando en ese momento pero nadie pudo verlo, porque todos estaban cobijados bajo el mismo morbo de la boda. Taemin también sonreía falsamente, él y yo sabíamos que nos odiabamos con todas nuestras fuerzas y las razones que lo tenían atado a él y me tenían atada a mi eran diferentes pero iguales a la vez.

Ambos estábamos en un juego peligroso, uno que podía consumirnos a ambos o dejar consecuencias terribles pero no pensaba flaquear, no cuando había sacrificado mucho, porque de nos ser por Taemin, mi vida estaría junto a la de Jungkook.

Alejé de mi mente cualquier pensamiento dañino que pudiera afectar mi corazón y romperlo de otra manera más, para así también evitar pensar en Jungkook. Tocaron a mi puerta, supuse que era Leeseo.

— Adelante — me moví de donde estaba y fui a mi pequeño tocador para arreglar mi cabello.

— El señor Taemin ya está en casa — anunció Leeseo — También ha pedido que sirvan la cena.

La miré con una sonrisa dejando que mi cabello cayera sobre mis hombros después de haber estado todo el día atado a un lazo.

— Muchas gracias, Leeseo — me acerqué a ella a paso lento y toqué suavemente su hombro — Tengo una pregunta para ti.

— El señor Taemin espera por usted — dijo con nerviosismo.

— No tomará mucho tiempo si respondes con sinceridad — ella me miraba asustada, probablemente pensando en todas las preguntas posibles que yo podía llegar a hacer — Sé que vienes de las tabernas... — sentí cómo su cuerpo se tensó — ¿Cuantos años trabajaste en ese lugar?

Ella suspiró, un tanto incómoda pues seguramente su pasado no era algo de lo que le gustara hablar, por mi parte yo no planeaba mortificarla, solo quería unas simples respuestas.

— Diez años. Empecé a trabajar cuando tenía dieciséis, cuando mi madre creyó que ya tenia edad y cuerpo suficiente para dejar que los hombres me desearan — sus palabras fueron rápidas y voraces. Duras también — ¿Satisfecha?

— No te pongas a la defensiva, no quería ofenderte solo tenia curiosidad, nada más — acaricié su hombro suavemente, una vez más.

— ¿Por qué hace todo esto? ¿No puede simplemente aceptar lo que es y listo? — bajó la voz cuando sus palabras empezaron a atacarme — Sé que no estaba pidiendo consejos a Dahee sobre cómo satisfacer a un hombre — me miró de arriba hacia abajo — No soy tonta.

— ¿Qué crees tú que estaba haciendo? — pregunté con burla.

— No lo sé... pero estoy segura de que no era nada bueno — se alejó de mi dando un paso atrás.

Tenía que reconocerlo, Leeseo era valiente y no estaba aquí buscando paz, menos tratando de trabajar honradamente, entonces, las confesión de Dahee sobre Leeseo teniendo un pequeño enamoramiento en Taemin tuvieron más sentido en mi cabeza.

La miré desafiante, ella no iba a estar tranquila hasta de alguna manera asegurarse de que nada de lo que yo hiciera fuera en contra de la voluntad de Taemin.

— ¿Sabes por qué yo no acepto lo que pasa en mi vida? — pregunté. Leeseo negó, sin cambiar su expresión. Estaba lívida — Porque descubrí que siempre puedo cambiar las cosas.

Pasé junto a ella para ir al área del comedor, para ir y fingir que todo estaba bien, que quería estar sentada junto a Taemin comiendo la maldita cena.

Llegué ante la presencia de mi enemigo e hice una pequeña reverencia.

— Siéntate — dijo de prisa.

En los pocos días que llevaba casada me di cuenta que Taemin era fácil de manejar si obedecía o si lo dejaba pensar que él tenía el control. Tomé mi lugar en la mesa y acomodé mi postura para estar firme y verle la cara.

— ¿Saliste hoy? — Leeseo ya había hablado con él...

— Sí — respondí sin titubear. Empecé a tomar los palillos para llevar comida a mi boca — Creo que no tienes que fingir no saberlo.

— Si las condiciones fueran otras no tendría que estar pendiente de ti todo el tiempo — empecé a llenar mi boca con comida, distrayendo mi mente cada vez que masticaba — Demuestra que puedo confiar en ti.

— No tengo que demostrar nada — respondí viendo sus ojos — Vivirás con ese miedo siempre. No estarás tranquilo un solo día de tu vida.

— ¡Me diste tu palabra!

Me encogí de hombros.

— No debería sorprenderte, tu has pasado toda tu vida haciendo negocios desfavorables para los demás, que yo mintiera con algo no es en realidad la gran cosa — él estaba rígido, resoplando como un animal — Pero tranquilo, no voy a escapar.

— Eso espero, Tara. Pagarás muy caro si intentas hacerlo — me señaló con su dedo mientras tensaba su mandíbula — Termina de comer y ve a tu habitación, estaré contigo después de darme un baño.

Se puso de pie dando un golpe en la mesa y se fue hacia el cuarto de baño.

Todo en mi interior se empezó a revolucionar pues no era fácil, nada en mi vida era fácil, sentí que las lágrimas amenazaban con empezar a salir pero lo evité, llorar me hacia débil. Llevé los últimos bocados de comida a mi boca y me puse en pie, casi todos los alimentos habían quedado enteros en la mesa, pero no podía permitirme gastar tiempo pues no sabía cuantos minutos me tomaria arreglar todo.

Rápidamente fui a mi habitación y tranque la puerta, no quería intrusos. Rápidamente busqué el algodón, la miel y acacia para así poder hacer lo que Dahee me había indicado. Mis manos me temblaban pero encontré el control suficiente para hacerlo, para no dejar que el miedo se apoderara de mi.

Tomé una pequña bolita de algodón y la remojé con acacia primero, lo hice hasta que la bola estuvo lo suficiente húmeda como para que pudiera escurrir líquido, luego lo hice con la miel. El olor y la mezcla de ambos ingredientes era fuerte, un aroma particular que probablemente nunca iba a olvidar. Mi corazón latía rápido pues el nerviosismo era fuerte, me estaba consumiendo.

Dejé a un lado el algodón que iba a utilizar y regresé todo a su lugar, cubriendo y acomodando todo lo que habia movido. Después, me desvesti hasta quedar con mi ropa interior, me senté en el piso y abrí las piernas. Dahee no había dejado claro cómo tebia que hacerlo, pero mis instintos me decían lo que debía hacer, era más que obvio que abrir las piernas era lo mejor, pero no sabía si ponerlas en el aire o hacerlo de pie era lo más adecuado.

Las abrí lo suficiente y después con cuidado tomé el algodón y empecé a introducirlo, no sabía que tan profundo hacerlo pero cuando mis dedos ya no pudieron avanzar más supe que debía parar para así no hacerme daño. Acomodé el algodón para que cubriera suficiente espacio, incluso si no sabía que tan grande era mi cavidad, al menos podía intentar averiguarlo. Me sentía incomoda, sentía el algodón dentro de mi, era una sensación terrible, nada parecido a las veces que Jungkook había estado dentro de mi.

Me relajé y aparté mis dedos, cerré mis piernas y permanecí acostada hasta que mi cuerpo se acostumbró a la sensación de tener algo dentro.

Me puse de pie y empecé a acomodar mi cama, para hacer que todo luciera pulcro y limpio y esperar a Taemin.

Me metí bajo las sábanas y mi mente empezó a jugarme sucio. No quería, mi cerebro se resistía a aceptar los hechos, no había cosa más despreciable para mí que pensar que una parte de Taemin iba a estar dentro de mi cuerpo. Aunque mi necesidad más primordial era evitar un embarazo, sabía que necesitaba encontrar la manera para evitar que las noches con Taemin siguieran pasando.

Mi corazón palpitaba más rápido cada segundo que pasaba, me dolía la cabeza y sentía que todo mi cuerpo sudaba. Taemin apareció, entró a mi habitación sin tocar la puerta.

— Hola, querida esposa — dijo con burla — Me parece que es hora de que cumplas con tu obligación.

No dije nada, permanecer en silencio era lo mejor que podía hacer.

— Se que te gusta con las luces encendidas — se burló. Supe al instante que se refería a la vez que nos habia espiado a mi y a Jungkook. Taemin era un enfermo sin causa — No seas tímida, se que te gusta lo fuerte.

Se acercó a mi cama y me quitó la sabana para descubrir mi ropa interior. Desesperadamente levantó mi camisón y bajó mi calzón. Sonrió al verme desnuda. Yo quería llorar, pero no iba a permitirlo. Mostrar vulnerabilidad hacia él estaba rotundamente prohibido, ya lloraría después.

Sin nada de cuidado pegó su cuerpo al mío y abrió mis piernas, se desprendió de su pantalón y lo hizo. Hizo lo que yo creí imposible hacer con otro hombre.

Todo lo que pude hacer fue cerrar mis ojos y aguantar.

Me desperté, era de mañana. Mi corazón y mi piernas dolían por la brutalidad con la que Taemin me había tomado. No fue compasivo, no hizo nada para que pudiera sentirme bien. No se preocupo porque yo lo disfrutara, todo fue agresivo y mecánico. Una gran diferencia entre Jungkook que se había preocupado desde el momento uno por mi y Taemin quien simplemente quería su liberación y propio placer.

Por suerte solo fue una vez y se marchó de mi habitación. Hice como Dahee me dijo y retiré el algodón, después empecé a llorar hasta que mis ojos se cerraron. Nunca iba a superar lo que había pasado, nunca podría cerrar los ojos de nuevo sin recordar que Taemin había insultado mi cuerpo.

No quería ponerme de pie, pero el día había empezado, tenía que darme un baño y pretender que yo también había tenido la mejor noche que mi vida, que yo también había disfrutado cada segundo.

Estaba desnuda, solo me cubría la sabana. Cuando me puse de pie fui directo a mi tocador, necesitaba buscar el viejo libro en el que solía escribir. Necesitaba hacer unos ajustes a mi lista.

Abrí la primera página y repasé la lista que había hecho, todas las personas que me habían hecho daño estaban inscritas. El señor y la señora Lee, mi madre, Suni y Taemin. Todos ellos pagarían. La lista tenía un orden en específico, Taemin era el primero, pero me di cuenta que si quería hacer que sufriera un infierno en vida, tenía que primero debilitar su fuerza, primero iban sus padres.

Taemin sería el último de todos, sufriría el doble por lo que había hecho con mi cuerpo la noche anterior. No iba a tener piedad pues un ser como el no la necesitaba. Taemin tenía que probar la desesperación que yo sentí al ver a Jungkook bajo sus manos y tener que ceder ante él. Primero necesitaba un plan.

Empezaría con Leeseo quien no estaba en la lista pero merecía un lugar porque no era buena, era igual que Taemin, sin embargo, ella seria quien menos sufriría, las consecuencias para ella iban a ser más bien placenteras, somo necesitaba convencerla.

Guardé el libro y cogi mi bata de baño para ir a asear mi cuerpo y quitar cualquier rastro de Taemin. Por suerte no estaba en casa, seguían de casería y en actividades de cosecha.

Leeseo no estaba por ningún lado y milagrosamente no había irrumpido en mi habitación a primera hora de la mañana, pues era más que obvio que era talvez medio día. Rápidamente me encerré en el cuarto de baño y tiré la bata al suelo.

Tomé agua de un cuenco y la vacíe a la pila donde solía meter mi cuerpo para bañarme. El agua estaba fría, era justo lo que necesitaba para tratar de asimilar una noche terrible. Empecé a vaciar más agua en la pila hasta que se llenó lo suficiente para mi cuerpo. Metí mis pies primero y después hice lo mismo con el resto de mi cuerpo.

Me senté y cerré los ojos, la temperatura se sentía agradable, el baño olía a limpio y todo parecía estar de la mejor manera, la paz se apoderó de mí mente, por unos instantes borrando el terrible recuerdo, aunque sabía que solo era un sentimiento temporal, estaba a gusto. Empecé a frotar mis manos sobre mis brazos, a respirar el aroma a limpio de la habitación hasta que una terribles ganas de vomitar se apoderaron de mi.

Rápidamente me puse de pie y me acerqué al desagüe a como pude arrastrando mi cuerpo y haciendo de todo para no tirar nada. No pude resistirlo más. Tiré todo, incluso podía apostar que la primer comida que había tenido en mi vida.

Me sentía mareada, perdida y me dolía la cabeza. A pesar de que ya había vomitado aún sentía las nauseas y la amenaza de que iba a volver a pasar.

Me quedé tirada en el piso sintiendo como mi mundo daba vueltas. Todo me dolía de repente.

— ¿Estás dentro, Tara?— Leeseo dio unos pequeños golpes en la puerta.

— Sí, me estoy aseando, vete y prepara un té. Me duele la cabeza — hablé a como pude porque más ganas de vomitar regresaron.

Supe que algo no andaba bien conmigo y tenia que averiguar qué era pronto.

No puedes enfermar ahora, Tara. Tienes que vengarte — me repetí a mi misma antes de volver a tirar mi estómago.


Holaaaaa <3

Segundo capítulo de esta segunda parte. No puedo negar que estoy emocionada y que tengo muchas expectativas con respecto a esta historia. Espero les guste mis amores💗

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