ᴇxᴛʀᴀ 2/2
ᴀ ᴏʀᴅɪɴᴀʀʏ ᴅᴀʏ
...
Era un día que prometía ser ordinario, pero para Minho y Jisung, esos días comunes estaban llenos de significados ocultos. El sol se alzaba sobre Seúl, filtrando su luz dorada a través de las cortinas de la ventana del apartamento que compartían. El reloj marcaba las primeras horas de la mañana, y la ciudad ya comenzaba a despertar, pero en el pequeño refugio de Minho y Jisung, el tiempo parecía moverse más despacio.
Jisung fue el primero en despertar. La luz suave de la mañana se filtraba a través de las cortinas, proyectando patrones danzantes en las paredes de su dormitorio. Minho aún estaba envuelto en el abrazo de Morfeo, con su rostro sereno y apacible. Jisung se quedó observándolo por un momento, sintiendo una profunda paz. A menudo, en medio del ajetreo de la vida, estos momentos de quietud eran los que más valoraba.
Decidió levantarse sin hacer ruido, para no interrumpir el sueño de Minho. Se dirigió a la cocina, donde la familiar rutina de preparar el desayuno le ofreció una sensación de confort. Sabía que Minho apreciaba cuando él se encargaba de la cocina. Mientras preparaba el café y tostaba pan, el sonido de la cafetera y el crujido del pan eran los únicos acompañantes en el tranquilo apartamento.
Mientras trabajaba, Jisung pensó en la relación que compartían. Habían pasado por muchas cosas juntos, desde los momentos de incertidumbre y miedo hasta los instantes de éxito y felicidad. Pero lo que realmente atesoraba eran estos pequeños momentos de intimidad, esos que parecían insignificantes pero que estaban llenos de significado.
Con el desayuno listo, Jisung se acercó al dormitorio nuevamente, trayendo una bandeja con café, tostadas y un par de croissants recién horneados. Se inclinó sobre la cama y colocó la bandeja suavemente junto a Minho, quien comenzó a despertar al sentir el aroma del café.
"Buenos días, amor," dijo Jisung con una sonrisa. Minho parpadeó y sonrió al ver la bandeja. Se incorporó lentamente, estirando los brazos y estirando la espalda, mientras Jisung se sentaba a su lado.
"Buenos días, Jisungie," respondió Minho, su voz aún ronca por el sueño. "Esto es una sorpresa maravillosa."
"Pensé que podría empezar el día con algo especial," dijo Jisung mientras le entregaba una taza de café. "Después de todo, tenemos el día libre, ¿no?"
Minho aceptó la taza con una sonrisa agradecida y dio un sorbo. "Tienes razón. A veces, los días más simples son los mejores."
Mientras desayunaban, la conversación fluyó con naturalidad. Hablaban de los planes para el día, de los pequeños detalles de la vida que a menudo se pasaban por alto. Jisung mencionó que había leído sobre un nuevo mercado de agricultores en la ciudad, y sugirió que fueran a explorar.
"Suena divertido," dijo Minho, asintiendo. "Siempre me han gustado esos mercados. Son perfectos para encontrar ingredientes frescos y únicos."
Después de desayunar, se prepararon para salir. Jisung eligió una camiseta cómoda y unos jeans, mientras que Minho optó por un conjunto casual pero elegante. Se aseguraron de llevar una bolsa reutilizable para las compras y se dirigieron al mercado de agricultores.
El mercado estaba lleno de vida, con vendedores que ofrecían productos frescos y artesanales, y visitantes que exploraban los diferentes puestos. El aroma del pan recién horneado, las hierbas frescas y los productos agrícolas llenaban el aire. Minho y Jisung se sumergieron en el bullicio, explorando los puestos y charlando con los vendedores.
Minho se detuvo en un puesto que vendía hierbas frescas y especias. "Mira esto," dijo, sosteniendo un ramo de albahaca fresca. "Podríamos hacer una pesto casero esta noche."
Jisung sonrió. "Esa es una gran idea. También podríamos probar esas fresas que están en oferta. Me encantan las fresas frescas."
Repletos de ingredientes frescos y emocionados por las nuevas recetas que probarían, continuaron explorando el mercado. Se encontraron con un pequeño puesto de flores y Minho se detuvo para comprar un ramo de lirios. "Estos me recordaron a ti," dijo, entregándoselos a Jisung con una sonrisa.
Jisung se ruborizó y aceptó las flores con una sonrisa agradecida. "Eres demasiado dulce, Minho."
Cuando regresaron a casa, comenzaron a preparar la comida juntos. Era una actividad que ambos disfrutaban; les daba la oportunidad de trabajar en equipo y de disfrutar de la compañía del otro. Mientras cocinaban, Minho y Jisung hablaban de sus planes futuros, de los sueños que compartían y de cómo esperaban construir una vida juntos.
"La verdad es que me siento muy afortunado de tener estos días contigo," dijo Jisung mientras mezclaba los ingredientes para el pesto. "Estos momentos son los que realmente aprecio."
Minho lo miró con ternura. "Yo también me siento así. Hay algo especial en compartir la vida cotidiana contigo. No se trata solo de los grandes eventos, sino de estos pequeños momentos de conexión."
La comida fue un éxito. Disfrutaron de la pasta con pesto casero y fresas frescas como postre. Se sentaron en la mesa, disfrutando de la comida y de la conversación. Era un día ordinario, pero lleno de significado. Cada risa, cada broma, cada mirada compartida era un recordatorio de lo afortunados que eran de tenerse el uno al otro.
Después de comer, decidieron pasar el resto de la tarde en el sofá, viendo una película que ambos habían querido ver. Se acurrucaron juntos bajo una manta, disfrutando de la comodidad y la calidez del abrazo del otro. Las luces tenues del apartamento creaban una atmósfera acogedora, y el sonido de la película se mezclaba con el suave latido de sus corazones.
Minho y Jisung se sumergieron en la película, pero su verdadera conexión estaba en el silencio compartido, en la cercanía de sus cuerpos y en la tranquilidad de estar juntos. Era en estos momentos de simple intimidad que su amor realmente brillaba, más allá de las palabras y los gestos grandiosos.
Cuando la película terminó, Minho se inclinó y le dio un suave beso a Jisung en la frente. "Gracias por hoy," dijo con sinceridad. "Ha sido perfecto."
Jisung sonrió, acariciando la mejilla de Minho. "No hay nada que agradecer. Estos días son los que hacen que todo valga la pena."
Se quedaron en el sofá, disfrutando de la paz de la noche, sintiendo que el mundo exterior había desaparecido. Para ellos, el tiempo parecía detenerse, y cada momento se sentía como un regalo.
Finalmente, cuando el sueño comenzó a hacer mella, se levantaron y se dirigieron a la cama. Minho tomó la mano de Jisung mientras caminaban, su presencia era un consuelo constante. Se acurrucaron juntos en la cama, envolviéndose en un abrazo cálido y reconfortante.
Mientras se acomodaban, Jisung susurró: "No puedo esperar para ver qué nos depara el futuro, pero sé que mientras estemos juntos, cada día será especial."
Minho le dio un beso en la cabeza. "Yo también lo creo. Porque no se trata de los días extraordinarios, sino de cómo hacemos que los días ordinarios sean especiales."
Y así, en la tranquilidad de la noche, rodeados por la familiaridad de su hogar y el amor que compartían, Minho y Jisung se quedaron dormidos, seguros de que su amor era un tesoro invaluable, una fuente constante de felicidad y significado en sus vidas.
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