Caía profundamente, arrastrando un sentimiento encadenado.

Los grilletes en mis tobillos pesaban como mi martirio. Lloraban de dolor porque te había perdido.

La presión empujaba mi alma a lo profundo de un abismo, del cual, mi mente era prisionera.

Yo intenté salir y con fuerza me caí.

Caí respaldado entre la fría bienvenida que nos da la decadencia.

Estuve frío como el mar profundo, tuve seres que desconocías.

La sombra del nadar palpitó mis dedos arrugados por dolor.

La fuente líquida que me alimentaba es ahora la que me desgarra.

La profundidad de un océano donde la vida es solo un espejismo de la muerte.

Porque la muerte, solo es la puerta trasera de la vida.