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☁️19: un día rosita☁️

La ciudad los recibió con un fuerte tráfico.

Yoongi no sabía cómo reaccionar, es decir, iba en un auto rosita, con un omega rosita tras el volante y con música que, si tuviera que otorgarle un color, también sería rosita.

—¿A dónde vamos? —preguntó luego de un largo periodo de silencio.

—A flor de cerezo, necesito un retoque en el cabello.

El alfa se concentró en la carretera, sus manos picaban por quitar la música que el menor llevaba escuchando durante todo el camino, pero era consciente de que aquello sería suicidio. Él era más inteligente que eso.

Luego de media hora el lujoso ferrari aparcó frente a un edificio que también era de color rosa, con un bonito jardín de cerezos al frente y estatuas de gatitos también de color rosa. Yoongi inevitablemente frunció el ceño.

—Contigo todo es color rosa —musitó con la nariz arrugada.

Jimin le regaló un guiño. —Te gusta, no me lo puedes negar.

Ambos bajaron del auto y comenzaron a caminar hacia la estética. Los pasos del alfa eran más rápidos lo que le otorgó la oportunidad de tomar ventaja, fue así como Jimin pudo verlo caminar delante de él, todo imponente con esa fachada de chico rudo que era cruelmente masacrada gracias al bolsito rosa que Yoongi cargaba en su hombro.

El mayor abrió la puerta de cristal que tenía pétalos de cerezo pintados en ella y se hizo a un lado para que su acompañante ingresara primero.

—Primero los omegas bonitos y rositas —comentó con un tono que pretendía escucharse caballeroso.

Jimin contuvo la risa, carraspeó y caminó con mayor elegancia para seguirle la corriente al pelinaranja. Al final terminó sonriendo cuando sus oídos pudieron escuchar la risa ronca del mayor a sus espaldas.

El salón era amplio, y Yoongi ya había decidido no concentrarse en el color que predominaba. Decidió que lo mejor sería invertir su tiempo en mirar al omega que acompañaba, en ese momento que se encontraba distraído hablando con una trabajadora del lugar, el alfa pensó que era su oportunidad para hacerlo y no ser descubierto en el proceso.

La piel era tersa, delicada y suave, los labios... el alfa tenía curiosidad de saber cómo siempre esos belfos lucían tan rojos; ya había probado su textura, pero no le agradaba que sus recuerdos no fuesen del todo claros, haciéndole anhelar fortalecer esas memorias con un contacto más.

Y luego estaba su parte favorita... aquellos ojos de cielo que tenían la habilidad cruel de rendirlo a su completa voluntad.

De tanto mirarlo también estaba descubriendo otro detalle que comenzaba a agradarle, eran esos lunares diminutos y de diferentes tonalidades que comenzó a descubrir de a poco, mismos que quería contar para saber con exactitud cuántos eran y si eran suficientes para formar un pequeño camino o inclusive un universo secreto.

—¡Hey! —la voz aguda lo hizo despertar. Yoongi parpadeó, con sus ojos cruzándose con aquellos azules que admiraba en silencio.

—¿Qué ocurre? —preguntó en un intento de disipar sus pensamientos.

Jimin arrugó la frente. —Eso debería preguntártelo, te he estado hablando por varios minutos y tú parecías ignorarme.

El alfa sonrió pequeño, si tan sólo el omega supiera que en lugar de ignorarlo lo estaba venerando completamente. Suspiró pesado, comenzaba a sentirse perdido en caminos nuevos y no sabía que tan buena o mala era la situación.

—Descubrí otro más —murmuró bajo, mirado el diminuto lunar en la equina del labio inferior del omega. Marrón claro, definido y casi imperceptible.

—¿Qué cosa descubriste? —inquirió el menor ladeando la cabeza con curiosidad.

Yoongi negó suavemente. —Mejor repite lo que me dijiste y que aparentemente no escuché.

—Cierto, me van a hacer el retoque en el salón contiguo a este, así que vamos.

El alfa lo siguió en silencio hasta que llegaron a un salón completamente equipado con todo tipo de productos y artefactos que él no conocía. Se puso cómodo en uno de los sillones de espera, mientras el omega comenzaba a ser atendido por tres mujeres que rápidamente se pusieron manos a la obra con cada demanda del pelirosa.

—Puedes leer algo mientras esperas —informó una de ellas al alfa.

Yoongi miró las revistas que estaban en la mesita casi con repulsión. Prefirió perder el tiempo con el móvil, al mismo tiempo que los ruidos a su alrededor le taladraban los oídos.

Estuvo mensajeando con su madre, las buenas noticias no se detenían cuando se trataba de su hermano menor. A Yoongi le causaba satisfacción y orgullo saber que el omega se estaba esforzando, que dichos esfuerzos estaban valiendo la pena y que habría momentos realmente buenos para el futuro de su familia.

También tenía un par de mensajes de Ale que se encargó de responder, agregó unas cuantas amenazas porque de ninguna manera había olvidado la recomendación con intenciones oscuras que la beta les hizo a él y sus amigos cuando estaban en búsqueda del local para su próximo estudio.

Por último dejó a Yujin. La omega le envió más de diez mensajes que no se molestó en leer, salvo por el último donde ella le preguntó si aceptaba participar en la pelea de la próxima semana y él respondió con un concreto "sí".

Necesitaba ganar todo el dinero que pudiera, así que durante ese mes tomaría todas las peleas que le ofrecieran, lo mismo con las carreras, aunque las ganancias eran significativamente menores.

El ruido a su alrededor desapareció gradualmente, Yoongi guardó el móvil en el bolsillo de su pantalón y levantó la mirada para ver al omega.

Soltó una carcajada de inmediato.

—Quedarás calvo —comentó divertido, mirando a Jimin completamente envuelto en plástico.

El omega lo miró mal. —Eres el menos indicado para hablar cuando caminas por la vida con esa cabellera naranja y desaliñada.

—No te metas con mi cabello que siempre me peino —rezongó el alfa, con sus manos alisando las hebras rebeldes.

—Pues no lo parece —aseguró el menor.

—¡Es el casco!

—Ajá.

Estaban por comenzar con una discusión sin sentido cuando una de las muchachas encargadas de atender al omega hizo acto de presencia. Ella sonrió amable, le indicó a Jimin que la siguiera a una sala más pequeña donde le lavarían el cabello para posteriormente aplicar el tratamiento protector y vitaminas.

Yoongi no se movió de su lugar hasta que casi una hora después el omega regresó para reunirse con él. Lo detalló con cuidado y ¡wow! Ahora lucía mucho más rosado que antes.

—Te ves bien, algodoncito —reconoció. El cabello era un rosita más claro, brillante y en definitiva le recordaba a un dulce algodón de azúcar, de esos que se desvanecen en el paladar.

—Lo sé, motero. Soy lo más lindo que verás por un buen tiempo —alardeó con grandeza.

Yoongi alzó una ceja. —No conocía tu nivel de humildad, chico fresa.

—Y yo no conocía tu extraño sentido del humor, así que estamos empatados.

Ambos se sonrieron de manera burlona para luego desplazarse hasta la caja donde el omega pagó por el excelente trabajo que hicieron con su cabellera. La dejaron bonita, suave y con un aroma agradable producto de las vitaminas que le ayudarían para un óptimo crecimiento.

Cuando estaban por salir el alfa volvió a quitarle el bolsito rosa para colgárselo en el hombro.

—Estoy comenzando a pensar que eres un amante del rosa, sólo que aún vives dentro del closet —dijo Jimin mientras salían del local.

—Mi madre me enseñó a ser un caballero, ojitos bonitos —respondió sereno—. Nada tiene que ver el color, aunque pensándolo bien, creo que el rosa se me miraría mejor a mí que a ti.

—Eso no es muy rudo de tu parte —comentó divertido.

—El color no define el carácter, te aseguro que vestido completamente de rosa seguiría siendo igual que vestido de negro.

En ese instante Yoongi le abrió la puerta del conductor para que ingresara. Jimin lo miró con cuidado, tratando de encontrar algo que no tenía idea de lo que era. Al final terminó soltando un resoplido que causó gracia en el contrario.

—No digas cosas como esas, porque la idea que me agrades se hace presente en mi cabeza y es extraño —murmuró para luego ingresar al auto.

El alfa se quedó dándole vueltas a las palabras que pudo escuchar, nuevamente sonriendo por el mismo causante de que su sonrisa se extendiera a alguien más allá que su familia y amigos.

Subió al auto en silencio y entonces Jimin se dirigió a su próximo destino.

La visita al salón de belleza fue aburrida y exasperante para el alfa; sin embargo, prefería repetir el proceso las veces que fuesen necesarias y no soportar ningún minuto más en aquella tienda que el omega estaba vaciando por completo.

Y era de forma literal.

Comenzó en la sección de faldas y pantalones cortos donde tomó por montón sin detenerse a mirar los precios. Lo malo es que al final fue Yoongi quien terminó cargando con cada una de las prendas, llevándolas hasta el probador donde poco a poco se iban amontonando, pues el menor todavía no terminaba de escoger.

—Deberías de probarte la ropa que tienes en el probador antes de hacerme cargar más —se quejó Yoongi, ese era el quinto viaje que hacía con maletas de ropa que apenas le dejaban ver por donde pisaba.

—Espérame ahí —ordenó el omega apuntando hacia los sillones que estaban frente a un gran espejo.

El alfa lo miró coqueto. —¿Me vas a modelar la ropa, chico fresa?

—Es lo que quisieras, pero lamento decepcionarte —volvió a señalar los sillones—. Ve a sentarte y no te muevas.

Yoongi se dejó caer en la suavidad del asiento, miró a su alrededor con curiosidad. Aquella era la primera y probablemente la última vez que entraba a una tienda tan lujosa, todo lo que pudo ver eran de marcas costosas, con precios de tortura, al menos para su billetera en decadencia.

Un par de minutos después Jimin salió del probador luciendo una diminuta falda short rosa pálido, con una blusa de aspecto delicado en color blanco, llevaba botines de tacón alto del mismo color de los cuales sobresalían unas coquetas medias cortas de vuelos elaborados de encaje.

Yoongi tragó en seco cuando lo miró.

Los ojos inquietos del alfa recorrieron el cuerpo ajeno. Las piernas sólidas se veían sensuales y largas por el tipo de zapatos que llevaba puestos. Miró más arriba y volvió a tragar en seco cuando comprobó lo sexy de aquellos muslos gruesos y el trasero esponjoso que quería morder.

En serio quería morderle el trasero, ¿era muy pervertido de su parte?

—Deja de mirarme así, depravado —regañó el menor con irritación.

Yoongi quitó los ojos del trasero que lo tentaba a cada nada, carraspeó sintiéndose un poco incómodo por su impulsivo escrutinio.

—Lo lamento —murmuró en voz baja.

Jimin ablandó sus facciones. —Pensaba preguntarte como me veo, pero tus ojos ya me dieron una respuesta bastante clara.

—¡Luces bien! —se adelantó, alarmado de que su lado pervertido le diera ideas erróneas al chico frente a él—. Lo digo en serio.

El pelirosa asintió para luego volver a internarse en el probador. Minutos después salió con un conjunto completamente diferente, y el proceso se repitió durante las próximas dos horas hasta que se aseguró que toda la ropa seleccionada le quedaba como lo imaginó.

Yoongi no pudo ni quiso quejarse. Durante ese largo periodo de tiempo sus ojos se deleitaron con la evidente belleza del omega. Lo miró con pantalones de mezclilla, de vestir y un par de cuero que le provocaron calor; también lució diversidad de colores, luciendo cada uno de ellos y demostrando como siempre la seguridad y elegancia que comenzaba a atolondrar al pobre alfa del pelinaranja.

Joder, era el omega más hermoso que había visto, y dudaba mucho conocer a alguien que tan siquiera se le asemejara.

—Supongo que terminamos en esta tienda —dijo Jimin cuando salió del vestidor—. Ahora lleva toda la ropa a caja para que la empaquen.

Los ojos del mayor casi salen de sus órbitas. —¿Dijiste toda?

—Toda me quedó bien —simplificó Jimin.

—¡Es una fortuna!

—¿Y? Apúrate que aún debo ir a otras tiendas y ya es tarde.

El alfa soltó maldiciones por lo bajo en lo que se encaminaba hacia el probador. Gimió lastimero cuando descubrió toda la ropa que tenía que cargar, era demasiado y una completa locura.

—Este omega demente en cuestión de horas acaba de gastar lo que yo necesito para vivir tranquilo por el resto de mi vida —refunfuñó por lo bajo, mientras sus manos se llenaban de todas las prendas valoradas en miles de dólares.

Jimin lo miró salir cargado de toda la ropa y en ningún momento se ofreció a ayudarle. Yoongi bufó, al parecer se había tomado muy en serio la idea de esclavizarlo.

Dejó caer la montaña de prendas en la mesa de la caja registradora donde tres jovenes del personal comenzaron a revisar cada una de las etiquetas para facilitarle la tarea a una de sus compañeras.

La muchacha encargada de facturar comenzó con su trabajo, fue rápida y eficiente ya que sabía muy bien que clientes como Park Jimin debían obtener solamente lo mejor, tanto en productos como en atención.

—Son doscientos tres mil dólares, joven Park —anunció con emoción evidente ante exuberante compra.

El mencionado asintió sin problemas, intentó tomar el bolso que cargaba el alfa, mas Yoongi no se lo permitió.

—¿Qué te ocurre? —inquirió el omega, notando lo pálido que estaba el alfa.

El mayor inspiró profundo para no tener una crisis nerviosa, miró al omega a su lado y luego a la muchacha que había realizado toda la factura.

Se acercó hasta ella, mientras sostenía con más fuerza el bolso rosa ya que presentía que Jimin era capaz de arrebatárselo.

—Oye, una compra de este nivel requiere de un jugoso descuento, así que empieza a hacerlo porque es una barbaridad de dinero —dijo, sabiendo que lo justo era lo pedido.

La mujer parpadeó sorprendida, mientras las mejillas de Jimin explotaban en completa vergüenza.

—¡¿Qué haces?! —preguntó alarmado.

—¡Cuido tu bolsillo, malagradecido! —exclamó Yoongi igual de alarmado, aunque por diferente motivo.

—¡No es necesario, puedo pagarlo sin problemas!

El alfa lo ignoró y se concentró en la mujer. —Haga el descuento o adiós compra.

La chica tecleó rápidamente en la computadora, hizo los cálculos correspondientes y finalmente anunció:

—Con el descuento son ciento noventa y ocho mil dólares —informó.

Pero Yoongi no terminaba de convencerse.

—Que sean ciento noventa y cinco —negoció.

—Señor, no pode...

—Ciento noventa y cinco o no hay compra —amenazó, mostrando el bolsito rosa con orgullo—. Aquí está el dinero y no lo soltaré hasta que haga el descuento que requiero.

—¡Dame el bolso! —chilló Jimin, pero todo intento por arrebatárselo murió cuando el alfa lo levantó por encima de su cabeza, utilizando su altura a su conveniencia.

El omega dio saltitos para poder alcanzarlo mas todo intento fue inútil. Finalmente se rindió al cruzarse de brazos y hacer un puchero inconforme.

Yoongi seguía mirando a la mujer de la caja registradora. —Sigo esperando, señorita.

—Son ciento noventa y cinco mil dólares —accedió ella, y el monto final quedó impreso en la factura que recibió Jimin.

El alfa sonrió orgulloso y sólo entonces le entregó el bolso al malhumorado omega. Se pagó lo acordado y un poco del humor agrio del menor se descargó en las más de treinta bolsas que obligó al pelinaranja a cargar.

—Joder, lo que tienes de lindo lo tienes de malvado —gruñó Yoongi, dando trompicones por la carga que llevaba en sus brazos mientras seguía a un sonriente omega.

—Apúrate esclavo, tienes que ir a dejar eso al auto para que vayamos a otra tienda.

A Yoongi le dolía horrores la espalda y ni que decir de los brazos, tenía la frente sudada, estaba sofocado y con hambre. ¿Cómo podían decir que ir de compras relajaba? Para él era una completa tortura.

—¿Cuánto falta para terminar? —preguntó a medio camino.

La sonrisa del omega fue de pura maldad. —Lo mejor será que no lo sepas, apúrate y deja las compras en el auto, aún hay mucho por hacer.

Suspiró exhausto. Sólo esperaba que las próximas horas pasaran más rápido.

























Pobre Yoongi, pero eso le pasa por apostar jajaja.

La esclavitud de este alfa se extenderá hasta el próximo capítulo ya que éste comenzaba a extenderse demasiado.

¿Qué les pareció? 🥺

Infinitas gracias por leer mi historia, les deseo un bonito fin de semana y por aquí nos estaremos leyendo la próxima semana. 🫶🏻

¡Hasta el próximo capítulo!

☁️Yoon~

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