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☁️18: alfa esclavizado☁️

Yoongi estacionó la motocicleta en un lugar seguro para concentrarse en revisar los datos que le pidió a SeokJin.

Era sábado y él tenía un asunto pendiente con el algodón rosa insensato que no le quiso colaborar con la dirección de la residencia. El alfa no imaginaba lo difícil que sería para él obtener la ubicación exacta, de no ser por SeokJin estaba seguro que jamás lo hubiese logrado.

Sin duda le agradecería por ello.

Miró la hora, eran las siete con cuarenta y tres de la mañana así que llevaba buen tiempo. Negó con la cabeza en lo que se burlaba de sí mismo y de su extraordinario plan. En lugar de conseguir un beso terminó esclavizándose con un omega mimado que sin duda lo haría sufrir.

—Debería estar durmiendo —murmuró con pesar.

Decidido a cumplir con su palabra bajó de la motocicleta y comenzó a caminar hacia el enorme portón gris que, según la dirección que le enviaron pertenecía a la mansión que buscaba. Se detuvo frente a un intercomunicador que contenía un único botón el cual dudó en tocar, aún así terminó haciéndolo.

Mansión Park, ¿en qué puedo ayudarle? —dijo una voz femenina a través del intercomunicador.

Yoongi dudó por un breve momento, ¿y si lo terminaban echando por llegar a esa casa? Sacudió los pensamientos negativos y se aclaró la garganta.

—Busco a Park Jimin —respondió con cautela.

—¿Es usted el joven Min Yoongi? —preguntó la misma voz.

—Sí, soy yo —respondió, logrando ocultar a la perfección la sorpresa que le llegó cuando se dio cuenta que el pelirosa había avisado de su llegada.

No obtuvo una respuesta como tal, pero en ese momento las grandes puertas del portón fueron abiertas para él, revelando la majestuosidad que componía a aquella residencia que estaba a punto de pisar.

—Reverenda mierda —maldijo ahogado, sintiendo como sufría un bajón de presión con la vista que tenía frente a él.

Una lujosa construcción de tres pisos con cristalería oscura y de color blanco se erguía con elegancia. La casa estaba rodeada por un majestuoso jardín que estaba decorado por estatuas de ángeles y fuentes, en el centro un camino construido a base de mármol marrón que simulaba a la perfección las rocas de algún río cristalino.

Yoongi también admiró la cancha de basquetbol del lado izquierdo, contigua a un campo de golf, mientras que del derecho estaba una piscina de exuberante tamaño.

Sabía que la familia Park era millonaria, pero nunca se imaginó que tanto hasta que la realidad estuvo frente a sus ojos.

Las puertas de entrada se abrieron revelando a una mujer rondando los cuarenta, tenía una mirada amable y le sonreía con cortesía. El alfa pensaba corresponder a la sonrisa, pero no podía hacerlo si no quería, el fingir sonrisas simplemente no era lo suyo.

—Hola, soy Ha JiWon la nana de Jimin —se presentó con una reverencia que el alfa respondió—. Pasa por favor.

Yoongi hizo lo pedido, siguió en silencio a la amable mujer que no dejaba de mirarle con curiosidad y trató por todos los medios de no detallar más en la mansión que estaba visitando. No estaba seguro de poder controlar sus expresiones y no quería que las mismas fuesen malinterpretadas.

Ella lo guió hasta la sala principal donde lo hizo sentarse en uno de los cómodos sillones. El alfa permaneció en silencio, sin saber que decir y sintiéndose ridículamente tonto.

Ignoró a las muchachas de servicio que cuchicheaban al verlo, completamente alteradas y con las mejillas rojas. Esperó en silencio, tratando de conservar la calma.

JiWon por su parte tenía una sonrisa discreta en su rostro. Jimin le había informado de la visita del chico que ahora se encontraba frente a ella, lo que el omega no mencionó fue que se trataba de un alfa, uno bastante apuesto que nunca antes había visto. Ella no conocía con exactitud lo que estaba ocurriendo, pero se sentía bien saber que su pequeño estaba conociendo a alguien más que quizá podría hacerle conocer el significado de la verdadera felicidad.

Miró al grupo de jovencitas que le tiraban corazones al alfa y frunció el ceño. No quería que el invitado de su pequeño se sintiera incómodo ante tanta atención innecesaria.

—Irina, ve a avisarle a Jimin que su visita ya está aquí —ordenó a la omega más ocupada en mirar al chico.

La muchacha respingó asustada, hizo una reverencia rápida y salió corriendo del salón, mientras sus compañeras se perdían en la cocina para continuar con sus deberes.

Cinco minutos después la omega encargada de anunciar la llegada del alfa se presentó en el salón donde un inquieto Yoongi esperaba, al igual que JiWon quien internamente rogaba porque Jimin no estuviese dormido.

—¿Y bien? —inquirió JiWon a la joven, notando el silencio prolongado.

Ella carraspeó antes de responder. —El joven Jimin solicita que su invitado le lleve el desayuno a su habitación.

Yoongi se quedó quieto, mirando como la mujer que lo había recibido perdía todo rastro de tranquilidad y color.

—¿Qué dices? —cuestionó, completamente sorprendida por el extraño comportamiento del omega.

—Dijo que esa era la primera tarea del día —dijo la joven con una mueca confusa.

Ambas mujeres dejaron de lado la extraña conversación cuando escucharon el suspiro resignado que el alfa expulsó. Lo miraron atentamente ponerse de pie, con los ojos gatunos puestos en la mayor de ambas.

—¿Puede darme el desayuno para llevárselo?

—No, no es tu obligación —respondió alarmada—. Hablaré con Jimin.

Yoongi se rascó el cuello. —Sí es mi obligación, al menos por hoy. Deme el desayuno, por favor.

JiWon quería hacer muchas preguntas mas se contuvo. Sonrió apenada y le indicó al alfa que la siguiera hasta la cocina donde el desayuno elaborado del omega esperaba en una bandeja blanca. Ella la tomó para entregarla a un pelinaranja que continuaba luchando por mantener la calma.

—Irina te mostrará la habitación —le dijo con una sonrisa apenada.

Yoongi asintió y en silencio comenzó a seguir a la chica hasta los aposentos del príncipe caprichoso que ya había comenzado a irritarle.

Estaba seguro que sería un día muy largo.

Jimin ocultó la sonrisa divertida cuando escuchó los toques suaves que fueron dados a la puerta de su habitación.

—Adelante —dijo alto, con su voz perfectamente controlada.

Sus ojos miraron al alfa vestido de negro que cargaba una bandeja repleta de comida, ocultó la sonrisa al notar como luchaba con mantener un equilibrio y así no dejar caer todo al suelo.

Sus ojos se cruzaron y al omega le divirtió notarlo irritado y hasta un poco desesperado, lo más trágico era que apenas estaba iniciando.

—Buenos días su alteza —saludó Yoongi con los dientes apretados.

—Buenos días esclavo —soltó Jimin entretenido—. Deja la bandeja en la mesa que está en el balcón.

El alfa obedeció a regañadientes, en el corto camino tuvo que morderse la lengua para no soltar las maldiciones que se le ocurrieron de forma tan creativa y en tiempo récord.

Jimin lo siguió, mientras sus manos inquietas se encargaban de ajustar el nudo de la bata rosa que le cubría.

—Aquí tienes —dijo el alfa, señalando hacia la comida.

El omega se sentó cómodamente, miró al chico frente a él y sonrió encantador. —Sirve dos platos de comida, vamos a desayunar.

—¿Quieres que te de bocados en la boca también?

—No, pero será mejor que no me des ideas.

Yoongi se cruzó de brazos. —No tengo hambre.

—No te pregunté. Sirve los dos platos como todo buen esclavo.

El mayor gruñó bajito, se puso a cumplir con el pedido del omega bajo los ojos divertidos de éste. Con irritación evidente sirvió los dos platos de la comida que él mismo había llevado, dejó uno frente a Jimin y el otro frente a él mismo.

—Listo —murmuró con una mueca inconforme.

—Te lo agradezco —dijo el menor con demasiada amabilidad—. Tomemos el desayuno y que sea en silencio.

Yoongi apretó los cubiertos con demasiada fuerza, tomó el primer bocado sintiendo los excelentes sabores acariciarle el paladar. Su ánimo mejoró un poco ante la deliciosa comida, concentrándose en ello hasta llenar por completo su estómago.

Había un único trozo de pastel de moras en la bandeja, mismo que el alfa tomó y devoró frente a la mirada molesta del pequeño chico de cabellera rosa.

—Yo quería comerme ese trozo de pastel —reclamó el omega.

Yoongi sonrió mientras lamía el glaseado que quedó en sus dedos. —Yo quiero estar encima de ti y tampoco puedo, las cosas no son siempre como esperamos que sean.

Jimin se ahogó con el jugo de mandarina con su rostro explotando en un potente rojo escarlata. Miró alarmado al alfa frente a él y lo descubrió sonriéndole con malicia; rápidamente dedujo sus planes, así que tomó una respiración profunda y trató de tranquilizarse.

No le daría el gusto de incomodarlo, ese día era exclusivamente para el sufrimiento de Yoongi, y Jimin ya tenía planeado todo un itinerario.

—Eres un depravado —dijo desdeñoso—. Quiero que prepares mi baño, con mucha burbuja y con esencia de fresas.

Los ojos de Yoongi se oscurecieron un poco. —Esa tarea me agrada más, algodoncito.

—Ten cuidado con la cantidad de esencia, mi piel es sensible —dijo el menor con su naricita arrugada en una mueca—. Mejor llama a mi nana para que lo haga, tú eres capaz de matarme.

La sonrisa del alfa fue suave, capaz de ablandar las facciones definidas y de dejar a Jimin con la boca cerrada.

—Lo haré yo, sólo dime cómo —decidió. Su alfa por alguna extraña y turbia razón se encontraba ansioso con la idea de complacer al chico frente a él.

—Bien, si es lo que quieres... —musitó Jimin con timidez que supo ocultar tras un carraspeo—. Sígueme.

Los pasos del alfa fueron en la misma dirección del omega. Ambos cruzaron la puerta de color blanco que daba la bienvenida a un lujoso y extenso cuarto de baño, con mármol rosa y acabados dorados.

—Tu baño es más grande que mi casa —comentó Yoongi, luego giró a su izquierda y miró a Jimin—. ¿Por qué no me sorprende?

El menor rodó los ojos. Caminó hasta el mueble donde guardaba sus productos de baño y comenzó a seleccionar los que utilizaría ese día; para él era de suma importancia recibir el baño tal y como lo imaginaba, sólo de esa forma tenía la garantía de un alto rendimiento durante las próximas horas.

Mientras Jimin continuaba ensimismado en sus asuntos, Yoongi estaba que casi suspiraba.

El aroma del pelirosa se encontraba completamente condensado, nunca antes lo había sentido de esa forma y le resultó completamente embriagador, hasta el punto de hacerle cosquillas en la nariz y que la sangre se le calentara en la entrepierna.

Si antes creía que podría escapar de los encantos del omega caprichoso, ahora lo dudaba con creces.

Las fresas y el chocolate blanco lo ablandaron por completo, deseaba cerrar los ojos y llenarse por completo de esos aromas que rara vez tenía la oportunidad de apreciar.

Sin embargo, se obligó a salir de su ensoñación cuando el dueño de tan exquisita fragancia le llamó desde la tina que comenzaba a llenarse de agua.

—Tres copitas y nada más —indicó Jimin al alfa, inocente por completo a los pensamientos impuros que estaba teniendo Yoongi al sentirse drogado con la esencia del omega.

El menor terminó con su detallada explicación y el pelinaranja agradeció poder comprender cada una de las exigencias dichas. Se inclinó sobre la bañera para dar inicio con su trabajo, sonriente porque el aroma bonito seguía presente en su nariz.

Mientras Yoongi terminaba de preparar el baño para el omega, éste estaba ocupado en peinar su cabellera frente al gran espejo que ocupaba la pared central.

—Ya está listo —avisó el mayor poniéndose de pie.

Jimin soltó el nudo de la bata pero no la abrió. Caminó en silencio hasta la tina que lucía tal y como la imaginó, probó la temperatura del agua con la punta de su pie derecho, sonriendo satisfecho por el resultado.

—Es perfecto —aprobó, para luego deshacerse de la bata que cubría su desnudez.

Yoongi tuvo el tiempo exacto de cerrar los ojos y darle la espalda. Sintió como sus mejillas se calentaron como nunca antes había sucedido en su vida, al menos no cuando estaba con un omega completamente desnudo a menos de un metro de distancia.

—O-oye... —llamó con torpeza.

Jimin levantó la mirada alarmado. Para él era tan natural desnudarse cuando su nana le preparaba el baño que se había olvidado por completo de que esa mañana había un pequeño cambio. Sin embargo, respiró tranquilo cuando notó que el alfa había volteado para darle privacidad.

—Perdona —decidió que lo mejor era disculparse—. Siempre hago lo mismo, y me olvidé que hoy debía tener cuidado.

—Descuida —carraspeó para encontrar mayor fuerza en su tono de voz—. ¿Ya puedo voltear?

—Puedes —permitió Jimin cuando se aseguró que la espuma lo cubría hasta el cuello.

El alfa giró y para el pelirosa fue curioso verle con las mejillas rojas y el cuello del mismo color. Quería encontrar aquellos ojos gatunos para ver si conservaban el tinte perverso que siempre tenía, pero el mayor se negaba rotundamente a mirarlo, estando más ocupado en admirar la pared frente a él.

—¿Necesitas algo más? —preguntó Yoongi casi en un hilo de voz.

Tenía una condenada erección empujando en sus pantalones y sus aromas no tardaban en delatarlo.

¿Y por qué le importaba aquello? No es como si el omega no supiera los deseos que tenía por follárselo. Lo más importante a resolver aún, ¿por qué demonios se sentía tan avergonzado?

Jimin sonrió entretenido, podía notar a kilómetros los nervios que carcomían por completo al alfa; la parte malvada que habitaba dentro de él quería prolongar el sufrimiento ajeno, aunque al final ganó su parte benevolente.

—No —respondió finalmente. El alivio fue notorio en el mayor—. Puedes esperarme en mi habitación mientras salgo.

Yoongi no necesitó escucharlo una segunda vez. Salió a paso apresurado, con toda su piel caliente y el corazón acelerado.

¿Qué demonios ocurría con él?

Cuarenta minutos después Jimin se presentó en la habitación completamente arreglado.

Durante todo ese tiempo el alfa se había entretenido con algunos libros que estaban desparramados en el escritorio, aunque no duró mucho cuando descubrió que eran de medicina y no entendería un carajo.

—Vamos —dijo Jimin saliendo de la habitación.

Caminaron en silencio y al bajar las escaleras se encontraron con la nana del omega. La mujer miró con curiosidad a la pareja y las preguntas que tenía en la mañana cuando lo miró llegar no hicieron más que adquirir mayor relevancia en su mente.

—¿Saldrán? —preguntó ella.

—Renovaré mi armario, retocaré el color de mi cabello y volveré a visitar a mi abuelo porque me prometió llevarme a mi biblioteca favorita —respondió el omega.

—Entonces llamaré a tu equipo de asistentes para que salgas —dijo JiWon a sabiendas que cuando Jimin renovaba su armario eran muchas bolsas para cargar.

—En esta ocasión no será necesario, nana. Ya tengo quien me ayudará —comentó sonriente mientras se colgaba del brazo del alfa.

—¿Estás seguro Jimin? —inquirió dudosa.

—Completamente —luego miró a Yoongi—. Andando motero.

Comenzó a caminar y quizás avanzó un par de metros cuando el alfa se le atravesó en el camino. Frunció el ceño cuando lo miró con el brazo extendido en su dirección, a la espera que le entregara algo.

—Tu bolso —dijo Yoongi.

El omega inclinó la cabeza confuso—. ¿Qué?

—Que me des tu bolso.

Jimin le entregó su bolso rosita aún confundido. Yoongi lo tomó para luego decir:

—Andando, algodón de azúcar —y en silencio salió de la mansión.

—Es todo un caballero ese muchacho —comentó la mujer, completamente encantada por el gesto del alfa.

El pelirosa sonrió pequeño. Tal vez ese día no sería tan rutinario como en un principio imaginó.

Y tal vez, sólo tal vez ese alfa no sería una mala compañía.



















La esclavitud de Yoongi no es sólo de un capítulo para que lo tengan en cuenta. 🤭

Hasta el momento me gusta mucho como llevó el acercamiento de ambos, y ese es un acontecimiento extraño ya que nunca estoy conforme con lo que hago. 😩

Lo que sí quiero que sepan es que me hace feliz traerles capítulos seguidos. 🥹

Y una dudaaaaaa ¿de qué país son? 👀

Mando un besito especial a mis lectores fantasmas. Los quiero mucho, aunque no los conozca. 🤧🥰

Un besote del tamaño del mundo a los lectores que se dan a conocer, me agrada porque ya me voy familiarizando con la mayoría y pues se siente bonito. 🫂

¡Hasta el próximo capítulo!

Nana de Jimin:




☁️Yoon~

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